martes, 4 de octubre de 2016

Otello, Lo Que Nunca Falla Es Verdi


Inauguro la temporada 16-17 del Teatro Real con uno de los títulos mas grandes del repertorio, nada mas y nada menos que Otello, el operón Verdiano por antonomasia, última función del título y primer elenco. Cuando salieron los abonos mis expectativas hacia esta producción eran altas, uno de mis títulos favoritos, y un reparto apetecible a priori hacían que me pareciese una forma estupenda de comenzar este ciclo que se presenta jugoso. Un mes antes del estreno llegó el primer chasco Krassimira Stoyanova cancela como Desdémona y en su lugar asciende desde el segundo elenco Ermonela Jaho, algo que me dejó bastante frío, pero bueno Ahí estaba Kunde como solista principal y tratándose del Otello del momento me siguió apeteciendo. Una vez estrenada la producción me fui deshinchando como un globo ya que la cosa me defraudó bastante tanto por lo visto como lo leído al respecto, no quise ver la retransmisión en directo que se llevó a cabo por aquello del factor sorpresa y no ir con ninguna idea preconcebida sobre lo que iba a ver y sobre todo a escuchar. Según pasaban los días cada vez me apetecía menos, y teniendo en cuenta que el número de funciones ha sido muy elevado, cuando llegó el día tres de octubre no tenía ninguna gana de ver la función. Así que un tanto taciturno me acerqué al Real sin esperar demasiado y con el consuelo de que Verdi nunca falla, y efectivamente no me equivoqué el Genio de Busseto pervive, aunque en líneas generales casi nada esté a la altura de lo que el bueno de Don Giuseppe compuso, digo casi nada porque virtudes haberlas "haylas", que diría un gallego, casi todas para mayor gloria del Moro de Venecia (aunque en esta producción de moro no tenga nada) es decir Gregory Kunde, que por desgracia no es suficiente para salvar la producción por mucho empeño y oficio que el divo ponga, y que es muy de agradecer.



Otello denominada como Ópera en Cuatro Actos, con música de Giuseppe Verdi y libreto de Arrigo Boito, fue estrenada en la Scala De Milán el cinco de febrero de 1887.  Esta ópera es una de las obras cumbre del excelso compositor, y sin duda uno de los títulos mas importantes escritos nunca, germen de muchas composiciones posteriores y sobre todo de una forma de entender la ópera como género total, y de una profundidad tan compleja que eleva al género operístico hacia una de las mas apreciadas (y con justicia) expresiones artísticas.  Compuesta en la cima de su madurez como músico, se realizó después de una larga pausa en la carrera de un Verdi bastante hastiado del mundo de la ópera. Amén de sus virtudes musicales, esta ópera tiene interés por la reconciliación de Verdi con el libretista que mas gloria le dio a sus obras, y la vuelta a La Scala después de un paréntesis largo y no muy feliz.
Verdi después de Aida ya había demostrado la madurez que había adquirido y como sus obras iban tomando carices mas profundos, aunando a la perfección la espectacularidad de la ópera como género, y la psicología cada vez mas importante de los personajes, absolutamente imprescindible en la evolución del género.
De una exigencia temible para su trío protagonista, especialmente para Otello, esta ópera es  uno de los bastiones de cualquier tenor, que tenga la suerte de poder abordarlo, pero amiguitos cantar Otello no significa ser Otello, y muchos han sido los llamados pero pocos los elegidos. Dicen los entendidos que hoy en día no hay cantantes capaces de abordarlo, y posiblemente tengan razón, así que debemos conformarnos con lo que tenemos, y de vez en cuando aunque no sea partidario de ello, escuchar a Otellos de otros tiempos para pillarle el aire a lo que Verdi escribió en toda su magnitud.



Vayamos con el elenco:
Correctos comprimarios, mención especial para el Ludovico de Fernando Radó de imponente volumen, y aseada Emilia de Gemma Coma-Alabert, que pasa muy desapercibida por el enfoque del personaje en la producción, pero que musicalmente está en unos parámetros dentro de lo deseable.

Alexey Dologov, tenor, como Cassio.
Discreto, con una voz no muy grande, aunque si es cierto que bonita, no me convenció en exceso y su rutinaria y con poco fuelle interpretación, no me dijeron absolutamente nada.

George Petan, barítono, como Iago.
Petean me desconcertó bastante, ya que si bien es cierto que posee un instrumento adecuado, de gran volumen y bello timbre, me resultó muy anodino, no acabando de despegar por rutinario y aburrido cantando. Cierto es que sirvió un Credo muy entregado, en el que da todas las notas y pasa la orquesta sin problemas, pero la frialdad que transmite, y lo que es peor la nula composición del personaje que lleva a cabo me dejaron muy indiferente. Se creció un poco actoralmente en el tremendo dúo con Otello, pero Kunde se lo merendó con patatas mandando en la escena sin piedad, tanto actoral como musicalmente. No fui capaz de meterme en ninguna de las partes de Iago, y teniendo en cuenta el bombón que es, no tiene perdón. Por tanto Petean salva los trastos por sus indudables facultades pero no brilla, siendo su Iago uno mas que no destaca ni para bien, ni para mal.

Ermonela Jaho, soprano, como Desdémona,
A ver como planteo esto, Jaho ni huele a Desdémona por varios motivos, el primero la voz, pequeña y oscurecida de forma artifical. Encontré su instrumento prefabricado y tramposo, es ese tipo de voces que tanto abundan hoy en día y que aparentan lo que no son. Para suplir las deficiencias adopta un canto afectado y lleno de adornos que me resultó cansino e irritante a partes iguales, donde uso y abuso del filado y demás recursos hace que su lectura sea excesivamente superficial y que intentando ser preciosista consigue el efecto contrario cayendo en lo aburrido y reiterativo. Problemas de afinación en algunos pasajes y mas de un agudo calante acabaron por rematar la función, y dificultades con el  volumen en los concertantes. Ciertamente en el cuarto acto mejora un poco, pero si no llega a ser por el mimo absoluto por parte de Renato Palumbo en la orquesta, algo que podría haberse aplicado con otros cantantes, no se yo como hubiese terminado la cosa.
Desdémona, no es adornos superfluos e impostada presencia escénica. La profundidad dramática del personaje no la vi en ninguna parte, y esa forma de trabajar tan hacia afuera no me llegó lo mas mínimo, y lo que es peor, no hay entidad en el instrumento para abordar las exigencias vocales del personaje. Voces mas grandes, mas maduras y mas trabajadas en lo importante es lo que necesita Desdémona. Lamento ser tan duro pero debo plasmar lo que vi.

Gregory Kunde, tenor, como Otello.
Kunde da la talla en el comprometídisimo rol principal de la ópera. Cierto que la voz acusa algún desgaste, algo lógico teniendo en cuenta su carrera, pero el bellísimo timbre que posee, y los enormes  agudos con los que nos obsequió ya son motivo mas que suficiente para estimar su creación, y digo creación porque sin duda lo que Kunde hace es eso, lleva Otello a su terreno en una lectura de una intensidad muy lograda, y que en los momentos de mas bravura literalmente quitan el hipo. Empezó la función ciertamente reservón y me dejó un poco frío, pero a medida que el drama se va detonando me llevó a las alturas. Un personaje tan dado a los excesos canoros como es Otello en voz de Gregory Kunde resulta refinado, alejado de los pepinazos gratuitos y primando el buen gusto, sabe perfectamente en que momento brillar y como hacerlo. Tiene momentos de gran impacto musical que literalmente cortan la respiración por el empaque vocal ofrecido, y lo que es mas importante, la honestidad de su trabajo, donde no vi ni un solo atisbo de afectación. Kunde dosifica lo que tiene de forma muy inteligente y consigue el efecto deseado en un público que ayer cayó (una vez mas) rendido a sus pies.



Coro Intermezzo, superior. Estuvo a la altura de las dificultades de la patitura sin aparente esfuerzo, dotando de un empaque a la producción muy estimable, tanto en el espectacular principio de obra, y que según mi entender es una de las aperturas de telón mas impresionantes de la historia de la ópera, hasta el comprometidísimo concertante del tercer acto, en el que la masa coral, nos estremece, tanto por volumen como por matices. 
Añado mi solidaridad con el Coro Intermezzo por motivos laborales y bajadas de sueldo completamente injustificadas conocidas por los aficionados, máxime cuando de un coro de semejante calidad se trata, A los artistas se les debe tratar bien, y cuando responden como el coro del Real responde, todavía se les debe tratar mejor.

Renato Palumbo fue el encargado de la dirección musical al frente de la Orquesta Titular del Teatro Real.
Palumbo patina mucho y por varios motivos. El primero los desafortunados tiempos con los que nos obsequió en su personalísima lectura. El primer acto se me hizo insufrible dada la lentitud con la que lo llevó, así como el cuarto en el que las intervenciones de Desdémona se hacen eternas. Otro problema muy notorio son los volúmenes que maneja, igual de caprichosos que los tiempos, ensordecedores sin ton ni son y con nulo sentido de la teatralidad, si algo caracterizó su dirección fue la ausencia de dramatismo y los vacuos fuegos de artificio, que solo consiguen echar a la orquesta encima de los cantantes, y arruinar su trabajo vocal. Palumbo solo cuida a Jaho, especialmente en el cuarto acto, siendo despiadado con el resto del elenco. Pero de todo esto lo mas imperdonable es que el espectador se aburra viendo Otello, no vi la vibrante composición verdiana excepto en algunos momento, y que efectivamente deja bien claro que Verdi a pesar de los pesares nunca falla.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
La función viene firmada por David Alden, oscura y de estética feísta, menuda novedad ¿verdad? Encontré el montaje excesivamente sencillo para los parámetros que debe seguir el Real, y no solo eso, sino que en algunos momentos roza lo risible con la sempiterna mesa como único objeto escénico. Virtudes tiene, seamos justos, las luces son magníficas y las sombras proyectadas de los actores al fondo del escenario cumplen con su labor atmosférica, pero entre tanta penumbra uno se pierde y las acciones de los actores no se acaban de definir, no por poco claras sino por falta de visibilidad. Los números de conjunto poseen el suficiente empaque visual y están bastante bien movidos. A nivel actoral está un tanto descafeinada, y algunos personajes no están tratados con la suficiente profundidad, especialmente en el caso de Iago y Cassio, que dado el enfoque que se le da al personaje se le ve excesivamente pueril. Emilia practicamente ni se la ve hasta el cuarto acto, y se cargan las tintas excesivamente en Desdémona ya que Kunde parece ser, y con gran acierto, que va por libre.



En resumen una propuesta decepcionante, que no se salva a pesar de Kunde, ya que un solo cantante no levanta la función. El flojo plantel musical, la errática dirección de Palumbo y la poco inspirada propuesta escénica, hacen que este Otello sea una pálida sombra de lo que la obra de Verdi ofrece. A veces la ópera es así, muchas expectativas nos chafan el disfrute, sobre todo cuando de títulos tan emblemáticos estamos hablando. Como nota aclaratoria decir que las fotos no se corresponden en su mayoría al elenco que esta crítica ocupa.



*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible. 

4 comentarios:

  1. Espléndida crítica lo que, por otro lado, no me sorprende dado tu conocimiento del género. Lástima que el objeto de tu opinión, nuevamente, no esté a la altura de lo que Verdi, el Real y el "supremo juez" merecen. Me pregunto por qué no se sanciona a los responsables de aprobar estos despropósitos. El público, al que mi madre siempre calificaba "supremo juez" ya no responde con contundencia a estos desatinos y así nos va. Recuerdo un fastuoso Otello en el Metropolitan con Plácido Domingo. Sin duda, estuve en Venecia porque el director puso su sapiencia al servicio de esta monumental obra para enriquecerla y no para oscurecerla cómo parece que se hace en esta ocasión. Daños y perjuicios debería pedírsele al insensato y otro gallo cantaría. Aunque Verdi no falle, no todo vale

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  2. Espléndida crítica lo que, por otro lado, no me sorprende dado tu conocimiento del género. Lástima que el objeto de tu opinión, nuevamente, no esté a la altura de lo que Verdi, el Real y el "supremo juez" merecen. Me pregunto por qué no se sanciona a los responsables de aprobar estos despropósitos. El público, al que mi madre siempre calificaba "supremo juez" ya no responde con contundencia a estos desatinos y así nos va. Recuerdo un fastuoso Otello en el Metropolitan con Plácido Domingo. Sin duda, estuve en Venecia porque el director puso su sapiencia al servicio de esta monumental obra para enriquecerla y no para oscurecerla cómo parece que se hace en esta ocasión. Daños y perjuicios debería pedírsele al insensato y otro gallo cantaría. Aunque Verdi no falle, no todo vale

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  3. Acertadísima crítica. Es un placer leerle, incluso habiendo visto la ópera se aprende, analizando sus observaciones y valoraciones . A mí Kunde tampoco me llenó como Otello, aunque vocalmente sea magnífico, pienso que no es para él y en muchos momentos la orquesta le tapó... En fin, es lo que hay. Decepción... Gracias y saludos.

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  4. Es una llástima que una Desdémona Tan bona actriu, no tingui cap crítica... a mi me ha agradat bastant la seva Ave María del IV acte ; Quant esta be no mereix cap comentari?...

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