lunes, 31 de agosto de 2015

Golfus De Roma, Están Locos Estos Romanos

      

Soy musicalero, del mismo modo que soy operístico y zarzuelero, es decir apasionado, y casi obsesivo. De los musicales, lo que mas admiro son su sentido de la teatralidad, el brillo con el que deben de ser representados, y la dificultad que entrañan si se quieren llevar a buen puerto. El artista de musicales, debe ser el artista total, dominar con soltura practicamente todas las disciplinas, y sin lugar a dudas conocer el género y sus códigos.
De todos los compositores de este género, mi favorito con diferencia es Stephen Sondheim, para mi uno de los autores con mas entidad, estilo propio y música mas interesante de todos los que hay en la actualidad.
Su música tiene un nivel inusual en las comedias musicales, siendo el rey de lo atonal, en un mundo donde priman las melodías pegadizas y muy cantables, para que el espectador enseguida se identifique con la música, y se meta de fondo en el espectáculo.
Por tanto cuando se publicó la programación de Los Veranos de La Villa, de este año, y me enteré de la inclusión de Golfus De Roma, reconozco que me resultó una grata sorpresa, que no estaba dispuesto a dejar pasar por alto.
Golfus de Roma, es un título difícil de ver en España, que yo sepa, solo se han puesto en pie además de la producción que esta crítica ocupa, dos mas. La primera en los años 60, con José Luis Coll y José Sazatornil, entre otros, con dirección de Osuna, y la segunda en el año 93, con dirección de Mario Gas, y protagonizada por Javier Gurruchaga y Gabino Diego. No alcancé a ver ninguna de las dos producciones, y el único referente fuera de lo musical que tenía era la película de Richard Lester, que sin duda es un clásico, rodado con mucha gracia y buen pulso cinematográfico, pero que no tiene la brillantez que el teatro ofrece, algo que en mi humilde opinión casi siempre ocurre con las adaptaciones al cine de los grandes musicales escénicos, ya que el cine y el teatro son lenguajes diferentes, y por tanto lo que en teatro se cuenta y emociona de una forma, en el cine lo hace de manera distinta.
Me saqué las entradas con un mes de antelación, no fuera a ser que me quedara sin ver esta producción que tan atractiva me resultaba, y por fin el pasado día 29 me acerqué al estupendo espacio que es el Puente Del Rey, dispuesto a disfrutar.



Golfus de Roma, es una obra de juventud de Sondheim, que se encuentra dentro de una vertiente musical mucho mas convencional que el resto de la producción del compositor, siendo un ejemplo muy claro del Broadway de la época, con brillantes números fáciles de escuchar, y menos dificultades para los intérpretes (algo que no quiere decir que sea una obra fácil, ya que Sondheim nunca lo es) que el resto de las obras del compositor. Le salió a Sondheim una partitura de un optimismo arrollador, una agradable y sanota frivolidad, y con la vitalidad de un autor en ciernes, que dejó plasmado su entusiasmo con mucha inteligencia y conocimiento de lo que estaba tramando. La influencia de autores clásicos es todavía muy notoria, especialmente Jule Styne, con el que colaboró en el que para mi es el musical mas importante de todos cuantos se han escrito, Gypsy. Por tanto estamos ante la obra de un autor buscando su propio estilo, que ya apuntaba maneras, y que resulta muy agradable de escuchar.
El libro de Burt Shevelove y Larry Gelbart, es una delicia, que entronca directamente con los grandes autores clásicos, estando la sombra de Plauto y Aristófanes muy presentes, y reinventa los códigos de la comedia griega y romana, llevándola al terreno del vodevil mas puro, que no da tregua al espectador, y en el que los equívocos son directamente proporcionales, al número de cosas que ocurren en una endiablada trama de gran dificultad de ejecución.



Vayamos con el elenco, muy atinado en general, y de gran nivel en todos los aspectos.

Roberto Quintana como Erronius.
Quintana está correctísimo en un papelito pequeño, pero que requiere de gran pericia para que funcione y que no pase completamente desapercibido. Este viejo cegato, despistado que por culpa del supuesto embrujamiento de su casa, se ve abocado de subir y bajar siete veces las siete colinas de Roma, es una deliciosa pinturita, que Quintana carga de humanidad y ternura, no pasando en absoluto desapercibido.

Marta Moreno como Dómina.
Moreno es una todoterreno que siempre cumple, aquí está perfecta en un papel que parece escrito a su medida, como patricia matrona romana, de armas tomar. Tiene momentos de gran lucimiento, como es la escena con Miles Gloriosus, donde un gracioso equívoco desencadena la carcajada del público. Moreno de gran presencia escénica me parece idónea para este tipo de papeles de primera actriz, que ella domina tan bien, y siempre de forma acertada.

Juan Meseguer como Senex.
Casualmente la última obra que he visto, Cosas De Papá y Mamá, hace un mes, estaba protagonizada por Meseguer, en un personaje muy diferente a este Senex, que no pierde ocasión para ponerle los cuernos a su santa y augusta esposa.
Meseguer lleva a cabo su interpretación con gran solvencia, sorprendiéndome muy agradablemente en la parte musical, y ofreciendo en la parte actoral todo lo que tiene, que no es poco. Dota a este viejo verde, de bastantes matices, resultando el personaje muy entrañable, y siendo el dúo con su hijo Eros, uno de los mejores momentos de todo su personaje. Sus mutis son pasmosos, y su físico aporta gran empaque a una interpretación mas que interesante.

Axier Sánchez como Miles Gloriosus.
Sánchez, barítono netamente lírico, es un claro ejemplo de elección de casting. Sus características físicas, actorales y vocales le hacen perfecto para este personaje de aires chulescos, y autoparódico. Envarado, creo que de una forma premeditada por parte de la dirección escénica, y si no es así, bienvenido sea, ya que le da el aire perfecto al personaje, trabaja en un código muy atinado, que entronca muy mucho con la zarzuela y su particular forma de hacer.

Paris Martin como Eros.
Estupendo, en un estereotipado papel, que el lleva a cabos sin problemas, y uno de los mas comprometidos musicalmente hablando. La interpretación de su primer tema de difícil afinación, fue perfecta, matizadísima y con mucha calidez. Martin transmite cantando, no hay mas vuelta de hoja, y su físico tan efébico es perfecto para este joven y virginal Eros de dorados cabellos, y no tan virginales instintos con su enamorada.

Carmen Barrantes  como Philia.
A ver como planteo esto... a Barrantes le ha tocado en suerte el papel mas complicado musicalmente, y que no es nada adecuado para su tesitura, algo que se debería haber advertido en el proceso de selección, y de lo que ella no es responsable. Si no se tienen las notas, o se tienen con dificultades, y se prosigue con ella en el elenco, lo mas sencillo y lo mas lógico, sería transportar la partitura, por el bien del espectáculo y por el bien del trabajo de la intérprete. Algo que en una obra de estas características  no tendría ni la mas mínima importancia, Golfus es una obra de actores-cantantes, donde es mas importante la intención que el virtuosismo. 
La por un lado brillante interpretación actoral de Barrantes, se ve empañada, por una desafortunada interpretación musical, de estridente agudo y metálico timbre, en el que se la ve claramente incómoda, siendo especialmente notorio en su último número, que le pilla justamente en el paso de la voz, y que no la permite estar todo lo suelta que debería para que su trabajo tuviese un acabado idóneo. Como contrapunto decir que como actriz está de dulce, con suave comicidad y encantadora ingenuidad tal y como su personaje requiere.

Juan Carlos Martín, como Lycus.
Martín es uno de los grandes de nuestro teatro musical, le he visto en múltiples espectáculos desde una lejana Bella Helena protagonizada por Ana Belén hace la friolera de 20 años. Martín cumple con creces, en una sutil interpretación, de un amanerado dueño de burdel, rodeado de sus dos eunucos. Su interpretación que en otro actor sería una vulgar caricatura, gracias a la contención de este estupendo actor, se convierte en un mayúsculo trabajo, muy matizado y con grandes dosis de comicidad. Vocalmente impecable como es habitual en el. Sirvió momentos de gran vuelo actoral y musical. Lycus es uno de los bombones de la obra, Martín lo sabe y lo aprovecha hasta sus últimas consecuencias.

Jorge Usón como Hysterium.
Otro de los bombones de la obra, muy bien aprovechado por cierto por parte de Usón. Hysterium muerde, es un papel difícil que requiere de una estupenda técnica actoral, para pasar por los variables estados de ánimo de este Hysterium que intenta contenerse, aunque le cueste dada su naturaleza histérica. Su número musical es un prodigio, donde Usón con gran pericia estira y afloja la cuerda, de forma acertadísima, siendo el resultado un difícil y mas que efectivo ejercicio de disociación que me dejó pasmado.

Rafa Castejón como Pseudolus.
Castejón lleva a cabo una esforzadísima interpretación, a la que aporta sus grandes dotes en todos los ámbitos. Su voz de bello timbre es perfecta para la partitura compuesta por Sondheim, transmite muchísimo cuando canta y su fraseo es su gran baza, tiene un gusto imponente cantando, y todo aquello que pretende plasmar dependiendo del momento por el que está pasando su personaje, es perfectamente reconocible. No hay ni un pero para Castejón, que ya era hora que se estrenara en esto del musical.



El conjunto, en su práctica totalidad cantantes-bailarines, son otra baza para esta producción, que dan mas empaque todavía si cabe, al en líneas generales mas que deslumbrante acabado final. Un cuerpo de baile y unos coros atinados son cruciales para el funcionamiento de un espectáculo de estas características, algo que en esta producción ha sido extremadamente cuidado, y es de justicia reconocerlo.


Orquesta dirigida por Bruno Tambascio, de estupenda sonoridad. Se nota el gran nivel de los músicos que hay en el foso, por cierto bastante numerosos, algo que es de agradecer, ya que el sonido  es realmente espectacular. Bruno Tambascio, sirvió una función muy acertada en los tiempos, de mucha entidad musical, y muy en consonancia con lo que la partitura pide, la lectura de Tambascio se caracterizó por su brillantez, dinamismo y quizás por poner un pero, un poquito escasa de matices, algo que en la parte vocal está cuidadísimo, y que en la parte orquestal, se queda un poco corta, sin llegar a molestar, siendo el acabado final, mas que redondo.




Vayamos ahora con la propuesta escénica.
Jesús Castejón, acierta de pleno, en todos los ámbitos, no hay discusión. El enfoque del espectáculo, no va a la astracanada sino a la alta comedia, todos y cada uno de los componentes del elenco saben exactamente lo que tienen que hacer en cada momento, no falta ni un detalle en cada composición, y el mayor secreto, lo mas difícil, y el mayor acierto del espectáculo estriba en el ritmo tan portentoso que Castejón aporta, a este complicado enredo que no deja indiferente a nadie. Castejón conoce la comedia como pocos, hijo de insignes cómicos, sabe muy bien lo que se hace y los derroteros que deben tomar estos Golfus De Roma, para no caer en lo confuso, y en lo vulgar. Siendo el acabado de la función completamente irresistible.

Mención aparte merecen las coreografías de Nuria Castejón y los movimientos escénicos que supongo que también corren de su cuenta. Me quedo con el elegante  homenaje a Bob Fosse, y el magnífico uso de la pasarela, elemento que tanto me gusta, y que tan poco se utiliza, a pesar de las grandes posibilidades que ofrece.




En resumen, una propuesta imprescindible, que solo se ha podido ver por dos semanas en nuestras carteleras, y que creo que he tenido la suerte de ver en su inesperada última función, dada la enorme tormenta que cayó en Madrid el domingo pasado.
Es una auténtica pena, que proyectos de esta envergadura, y de este impecable acabado, no tengan mas recorrido, o incluso se tomase la iniciativa de una temporadita en "teatro de piedra", como se dice en la profesión, ya que estoy convencido de que el espectáculo funcionaría sin el mas mínimo problema.


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miércoles, 26 de agosto de 2015

Adios Lina, Agradecidos y Emocionados...

La muerte de Lina Morgan me pillo fuera y desprevenido, me encontraba muy lejos de España, exactamente a 12.000 KM disfrutando de mis vacaciones, cuando de repente en una fugaz conexión al WI-FI de turno, me entero de que Lina, se había ido. En el momento me costó asimilarlo, tardé un buen rato, y unas horas después comencé a recordar y me empecé a emocionar.
Recordé una navidad de hace muchos años, yo era muy niño todavía, jamás había visto una obra de teatro, o al menos no tengo noción de que hasta ese momento la hubiese visto, esa navidad emitió TVE por primera vez Vaya Par De Gemelas, en una mítica noche que ha pasado a la historia de este país por numerosos motivos, y que al menos en mi caso particular, marcó mi vida para siempre.
Gracias a Lina Morgan, empecé a amar al teatro, así de simple y así de contundente. Lo que vi aquella noche dejó una huella tan fuerte en mi, que casi treinta años después todavía recuerdo como literalmente me tiraba por el suelo de la risa ante las ocurrencias de Lina, sus famosos contoneos de piernas y las muletillas que todavía a día de hoy, mas de uno utiliza. Aquella noche algo, no se muy bien el que, ya que era demasiado pequeño para identificarlo, hizo click en mi cabeza, y me inoculó un veneno que sigue corriendo por mis venas con mas fuerza todavía que cuando era un jovencito.



Seguí recordando, y me vi sentado en el salón de mis tíos, que vivíamos puerta con puerta, y que eran privilegiados dueños de un vídeo VHS, algo que en mi casa era un lujo impensable en aquellos momentos, y que hacía que me tuviesen en su casa tarde si y tarde también, viendo películas como un loco. Yo era el encargado oficial de ir al vídeo-club, y conociendo los gustos de mi tía Lola, siempre alquilaba una "españolada" que a ella la volvían loca, y para que mentir, a mi me hacían mucha gracia. No soy capaz de recordar cuantas películas de Lina Morgan vi en esa casa, la recuerdo embarazada, de pilingui, de monja, casada, soltera, enamorada de un bombero, con barba, guapa, fea, corista de revista, tonta, timadora, y tantas cosas mas que sería imposible enumerar la cantidad de películas que me hicieron disfrutar de monótonas y tristonas tardes de invierno, que fueron parte de mi infancia durante tanto tiempo.



Un recuerdo enlazó con otro, y me ví a mi mismo ya en mi adolescencia tardía, esperando a que llegara los jueves para ver Hostal Royal Manzanares, que aunque en aquella época decir entre los amiguetes que la veía quedaba un poco mal, me importaba un pito, y yo seguía inamovible con mi amor hacia Lina Morgan y su trabajo, y de ahí no me sacaba nadie, teniendo en cuenta que yo era un adolescente un tanto atípico que escuchaba zarzuela, y le gustaba el cine clásico, mis amigos no se sorprendían mucho si veía el Hostal de Lina Morgan, que les parecía un rollo, y a mi me encantaba.



Muchos años después ya como profesional en este veneno de las tablas, trabajé en el Teatro de La Latina, durante una larga temporada. Todos los domingos veía a Lina en su palco, siempre impecable,  siempre imponente. Muchas veces me crucé con ella por los pasillos y zona de artistas, ella no era mi jefa, simplemente era la dueña del teatro, y jamás me atreví a decirle otra cosa que no fuera buenas tardes. A lo mejor le debería haber dicho que gracias a ella estaba trabajando en el teatro, a lo mejor debería haberle dicho lo mucho que admiraba su trabajo, y a lo mejor debería haberle agradecido cuanto me alegró la vida en muchos momentos, no siempre fáciles para mi. Nunca me acerco a las personas que admiro, siento un pudor y un respeto casi reverencial por la intimidad de los demás, y por no molestar, o por no parecer un pesado, hago como que no los conozco y por nada del mundo se me ocurre decirles nada. Incluso cuando he trabajado con personas muy admiradas por mi, siendo compañeros, me cuesta el halago, no lo encuentro profesional, y me parece que a veces ciertas cosas están de mas.



Hoy me arrepiento de no haberle dicho nada a Lina, seguro que para ella sería uno de tantos admiradores, pero ella para mi nunca ha sido ni será una actriz mas. Lina Morgan, como podéis ver en este pequeño homenaje, sin que ella lo supiera ha estado conmigo practicamente desde que era un niño, y de forma inconsciente era una figura cotidiana, que siempre estuvo ahí en un lugar querido dentro de mi corazón. 



Lina fue única en lo suyo, irrepetible e inconmensurable. Encontró un vestido y unas medias negras, igual que Chaplin encontró un bombín y un bastón e igual que Groucho encontró un bigote. Y como ningún otro artista nos llegó al corazón a los españoles llevando a cabo algo tan difícil, tan digno y tan denostado como es hacer reír. 
Con ella se va una de las artistas y una de las CÓMICAS, mas importantes del S.XX en España. Fuiste, eres y serás única. Hoy nos toca cantar a nosotros Lina, y te decimos... Agradecidos y emocionados, gracias por todo lo que nos diste, nunca te olvidaremos, y quiero que sepas que pienso seguir viendo tus revistas ¡cacho perro! 


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