miércoles, 22 de abril de 2015

La Operización De El Caserío

Daba por imposible, asistir a las escasísimas funciones de El Caserío que se están llevando a cabo en los Teatros Del Canal, por casualidades de la vida y del pluriempleo, estaba libre la tarde del estreno, así que no me lo pensé dos veces, me saqué la entrada y al Canal que me fui mas contento que unas castañuelas, El Caserío es una de mis zarzuelas favoritas, y es francamente difícil verla en directo, algo que no soy capaz de comprender, dada la calidad de esta pieza.
La producción que esta crítica ocupa, se había estrenado el año pasado en el Teatro Arriaga de Bilbao, y la verdad es que lo que vi de ella me fascinó, prometía gran belleza plástica, una cuidada producción y zarzuela mas que dignamente presentada.
La cosa resultó a medias, como luego iré narrando, pero un Caserío nunca viene mal, así que dispuesto a disfrutar de la soberbia música del Maestro Guridi, me acomodé en mi asiento, rodeado de políticos, invitados al evento, poco amantes de la música, preocupados por figurar, de mirar los móviles, y nulo o casi nulo interés por la función, algo que ya me empezó a agriar una noche no todo lo memorable que yo esperaba.


Antes de empezar la crítica, quiero comentar alguna cosilla, ya que en el caso de esta producción es tan palmario, que pienso que no se debe pasar por alto.
La zarzuela, no es ópera, tiene una serie de señas de identidad que deben ser respetadas, y que son lo que la hacen un género único en cuanto a lírica se refiere. Estas señas son sus raíces populares, que no populacheras, y sus diálogos. Este Caserío se representa en conmemoración del cincuenta aniversario del fallecimiento del insigne libretista Guillermo Fernández-Shaw, ¿Qué mejor para celebrarlo? pues quitarle todos los diálogos al Caserío, escritos por el homenajeado, y casi convertirla en una ópera.
La "operización" de la zarzuela es un error de base muy grave, ya que apunta varias cuestiones preocupantes. La primera es la pérdida progresiva del género como tal, que tiene unos códigos muy definidos e identificables para el espectador, y que poco a poco cada vez se van diluyendo mas, convirtiéndose en un ejercicio de acomplejamiento ante la ópera de difícil justificación, y que perjudica habitualmente el resultado final del espectáculo. Los diálogos están por y para algo señores. Yo entiendo que se pulan, actualicen o recorten libretos, tal y como se hace con las comedias clásicas y de nuestro Siglo De Oro, pero es que lo ayer presenciado, supera con creces lo admisible, donde la tijera se ha metido sin piedad, de forma arbitraria y con muy poco o nulo tino, convirtiendo este Caserío en una sucesión de números musicales, especialmente en su segunda parte, ciertamente confusos, con unos personajes completamente desdibujados, por no decir anulados, que no dejan de parecer un sinsentido mayúsculo, y un "Viva Cartagena" continuo que cansa al espectador, y que rompe totalmente la estructura dramática de la historia y la evolución lógica de lo que se nos cuenta. Las obras tienen una estructura que debe ser respetada, si no es así que se represente en versión concierto y santas pascuas.
No soy ningún purista recalcitrante, de hecho suelo chocar con los que lo son, pero la zarzuela como género se debe cuidar, se debe respetar y sobre todo se debe enfocar con criterio y responsabilidad, para que las nuevas generaciones de espectadores conozcan lo que nuestro teatro lírico es y lo que representa.
Este Caserío ni es zarzuela, ni es ópera, es una cosa intermedia que por sus incongruentes cortes, desconcierta al espectador y le deja con un palmo en el caso de no conocer la obra. Eso si, si una cosa tengo clara, es que este Caserío, no es El Caserío.


El Caserío, denominada por sus autores como Comedia Lírica en Tres Actos, con música de Jesús Guridi y libro de Federico Romero y Guillermo Fernández-Shaw, se estrenó en Noviembre de 1926 en el Teatro De La Zarzuela de Madrid.
Esta obra es una de las cumbres de nuestro género lírico, con una bellísima partitura, de altos vuelos en lo musical, de dificilísima ejecución, y una de las orquestaciones mas completas que se puede encontrar en nuestra zarzuela. Estamos sin duda ante una obra maestra que huye del término "zarzuelero" para ofrecer música de gran calidad, enorme en su planteamiento, y uno de los mas claros exponentes de dignificación del género, cuando se encontraba en su segunda edad de oro, con los pros y contras que esto conlleva.



Vayamos con el elenco.
Pako Revueltas, actor, como Don Leoncio, el cura de Arrigorri, la aldea donde se desarrolla la acción. Al pobre Revueltas, como a todos los actores, les han recortado tanto el papel, que son la mínima expresión en cuanto a psicología se refiere. A pesar de ello, Pako Revueltas, consigue que veamos de lo que es capaz, y crea una maravillosa pinturita, que nos deja entrever lo estupendo actor que es. Defender con semejante solidez personajes tan mal definidos es un mérito que solo actores de su categoría pueden llevar a cabo.

Julia Arellano, soprano, como Inosensia.
Todavía mas recortada que su compañero Don Leoncio. La tiple cómica de la función dice dos frases, al final canta su dúo y se casa con el tenor cómico sin que nos quede muy claro como se ha llegado a tan feliz final, máxime cuando no se han dirigido la palabra en toda la función. Arellano no saca, o mas bien no la dejan, que saque el mas mínimo partido a las migajas que le han tocado en el reparto. Cumple en el dúo, pero como no nos hemos enganchado al personaje, pues nos cuesta entrar al trapo, en su intervención musical. No es culpa suya, sino de la nefasta tijera, que no la deja lucirse ni un ápice.

Loli Astoreka, actriz, como Eustasia.
Otro caso de recorte tremendo, aunque un poco menos que en los anteriores artistas, estando su personaje mejor perfilado.
Astoreka está perfecta, en un personaje que le va muy bien, ofreciendo una sentada y sólida interpretación, en el mas claro código de actriz de carácter. Da gusto ver a actrices de este calibre en nuestro género lírico. No pasa desapercibida y su presencia se agradece mucho.

Jorge Rodríguez-Norton, tenor, como Txomin.
Maravilloso sin concesiones, Txomín de Amorebieta, es un aténtico caballo de batalla para los tenores cómicos, ya que se trata de un personaje muy complicado musicalmente, que junto con el Cardona de Francisquita y el Tomillo de La Bruja, forman la terna mas difícil de esta categoría tenoril. Rodríguez-Norton las da todas, con gran brillo y volumen en la voz, de dicción perfecta, y sobradísimo de recursos, sirvió uno de los mejores momentos de la velada en el famoso dúo con el tenor, en el que se batió el cobre a base de bien con José Luis Sola, logrando momentos de gran altura lírica. Ojito con Jorge Rodríguez- Norton que va a dar mucho que hablar. Su bello timbre, robustez vocal y magnífica presencia, le hacen uno de las mas interesantes jóvenes cantantes del momento.

Jose Luís Sola, tenor, como José Miguel.
Sin duda el gran triunfador de la noche, y el que sirvió lo mejorcito a nivel vocal de la velada. Sola de bellísimo timbre, ofreció una sensible creación musical, donde primó el gusto cantando, la exquisitez de su fraseo, la soberbia técnica, que hace que su voz, que no es excesivamente grande, corra sin ningún problema, pase la orquesta y llegue a nuestro oído como una lanza, directa y certera, en una continua lección sobre como cantar y hacer que el público se emocione. El mejor momento fue la famosa y dificilísima romanza " Yo no se que veo en Ana Mari" que me puso los pelos de punta, y consiguió llevarme casi hasta las lágrimas.
Correctísimo en lo actoral, aunque no se luzca mucho hablando por los motivos antes expuestos. Sola nos dio lo que tiene, calidad, musicalidad y un gran conocimiento del género que está cantando. Un diez para Sola, al que seguiré con mas asiduidad.

Sabina Puértolas, soprano, como Ana Mari.
Correcta, si bien es cierto que el papel no le va mucho, sobre todo en la zona central, que la obliga a oscurecer su habitualmente cristalino color. Esto se acusa especialmente en el dúo con el barítono, en el que se la escucha poco, o menos de lo deseado. Por las alturas la cosa cambia y nos consigue transmitir la totalidad de su instrumento. Especialmente atinada estuvo en su romanza, impecablemente interpretada, timbradísima y muy templada, fue otro de los momentos a tener en cuenta de la noche. Con algunos problemas solventables y entendibles en la dicción, que se los perdonamos ante la belleza del sonido que nos regaló.

Javier Franco, barítono, como el Tío Santi.
Irregular... a ver como planteo esta crítica, porque admiro mucho a Franco, pero he de decir que en este caso no ha estado a la altura, ni en la línea a la que nos tiene acostumbrado.
El Tío Santi, muerde, es un papel muy difícil vocalmente que si no funciona a pleno rendimiento no llega. Encontré a Franco incómodo, inseguro y un tanto vacilante en la colocación sobre todo durante el celebérrimo y complicadísimo " Sasibil mi caserío" con problemas de volumen en los concertantes, algo de lo que no es del todo responsable, ya que la mano no ayuda mucho como luego contaré, y un sonido un tanto nasalizado que no acaba de redondear su interpretación vocal, en un papel no del todo adecuado para su tesitura netamente de barítono lírico. En su favor hay que resaltar, su estupendo uso de los filados, con gran sentido del dramatismo, y su inteligente forma de llevar el papel a lo actoral, donde está francamente soberbio. Salva los trastos, pero no de forma totalmente satisfactoria.


El Coro de La Comunidad De Madrid, tampoco estuvo especialmente atinado. De mas a menos, ofreciendo un soberbio coro inicial, fue perdiendo empaste y dicción a medida que avanzaba la función de forma muy notoria. Las mujeres tienen problemas en la zona aguda, y no se entiende prácticamente nada de lo que cantan. La sensación que tuve fue de poco ensayo, trabajo demasiado apurado y poco pulido, con escasos matices, en una obra en la que el coro es parte tan crucial como es El Caserío.

Mención aparte merece La Aukeran Dantza Konpainia, absolutamente maravillosos. Nos obsequiaron con unos momentos de gran belleza plástica, especialmente en el Intermedio y durante toda el cuadro de los pelotaris.



Vayamos ahora con la dirección musical, a cargo de Manuel Coves.

Coves dirige la Orquesta Sinfónica Verum con varios problemas, el primero en los volúmenes, desajustadísimos con respecto al escenario, a todo gas durante prácticamente toda la función, y escasa de matices. Para ser justos hay que decir que el famoso Intermedio, fue ejecutado con gran tino, y en los momentos en los que solo hay orquesta el sonido está mas ajustado.
Coves donde tiene mas problemas es en los números de conjunto y concertantes, donde todo se vuelve bastante farragoso, se pierde completamente lo que está ocurriendo en escena, y el espectador no se entera literalmente de nada de lo que está ocurriendo. Falta cohesión de todos los componentes, tanto arriba como abajo. Lamento ser así de duro, pero es lo que aprecié durante la función.


Vayamos ahora con la propuesta escénica.

Sin duda uno de los grandes aciertos de la producción, bellísima, de inspirada estética, fastuosas luces y cuidadísima hasta el detalle con precisión Viscontiniana. Especialmente atinado fue el cambio que acontece durante el Intermedio, en el cual la fachada de Sasibil se transforma en un soberbio frontón, muy realista y espectacularmente conseguido.
Pablo Viar, director de escena, dirige a sus actores y cantantes en tono coloquial, poco brillante, y apagado en líneas generales
Lástima, que dado el maravilloso acabado de la producción, no se entienda nada de lo que ocurre en escena, ni por que ocurre, si el texto se ha prácticamente cortado en su totalidad, y en las partes musicales se pierde gran parte de lo que se dice, finalmente la función acaba por perder interés, no entiendo el motivo por el cual no se ha optado por subtitular los cantables, tal y como se hace en el Teatro De La Zarzuela.
Al espectáculo le falta pulso dramático, y se acaba diluyendo en una soporífera nebulosa, de la que la incomprensión del texto y los desaciertos musicales son los culpables de que esto ocurra.



En resumen, una propuesta irregular, de impresionante belleza y fallido acabado, que a pesar de lo que planteo, no deja de tener su interés, ya que es un título muy difícil de ver en directo, y siempre se sacan cosas interesantes. Yo me aburrí un poquito, para que engañaros, pero si El Caserío os gusta, seguro que disfrutaréis de algunos momentos, en una producción de primer nivel a la que precisamente, por jugar en esa liga se le pide mas, que a otras.Como aclaración decir que las fotos, no se corresponden en su totalidad al elenco que yo vi.


 *Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible.

jueves, 2 de abril de 2015

Pluto, Poderoso Caballero Es Don Dinero



Plutocracia (según la Wikipedia) " del griego, conjunción de las palabras ploutos, que significa riqueza, y kratos que significa poder. Se trata de una síntesis crítica que se hace a la democracia, al sufragio universal y al parlamento, pudiendo enunciarse como un sistema de gobierno en el que el poder lo ostentan quienes poseen las fuentes de riqueza".
¿ Os suena? supongo que si, pues amiguitos, esto ya lo contó Aristófanes hace la friolera de veinticinco siglos ahí es nada, no habiendo cambiado ni un ápice la sociedad, sus problemas y la estratificación de la misma en todo este tiempo.
Después del arrollador éxito de El Eunuco, y gracias a la feliz idea de poder ver en Madrid, por un tiempo razonable, las obras mas señeras del Festival Internacional De Teatro Clásico De Mérida, llega Pluto al Teatro La Latina, con un reparto mas que interesante, una propuesta igual de atractiva, y quizás de mas actualidad en su argumento, que el de ninguna de las obras de corte clásico que se han escrito. 




Reconozco que estoy entusiasmado con esta iniciativa. Madrid, tan fecundo en su cartelera, se queda un poco cojo en cuanto a propuestas clásicas se refiere. Repertorio clásico español, solemos tener todo el año, pero aquel que dio la base al teatro, tal y como hoy en día se conoce, se suele asomar muy timidamente a nuestros teatros, algo incomprensible, ya que el público, cuando las cosas se hacen bien responde. Hécuba con Concha Velasco fue un exitazo, El Eunuco otro, y este Pluto también huele a éxito por los cuatro costados, así que...LARGA VIDA A LOS CLÁSICOS!!!




Pluto de Aristófanes, es una comedia escrita mas o menos en el año 380 A. C. y de rabiosa actualidad, dado el tema que trata. La propuesta es sencilla, Pluto, el dios griego de la riqueza, anda ciego por el mundo, repartiendo el dinero sin saber quien se lo lleva, ya que su ceguera no le permite ver la catadura moral de las personas que son cubiertos de riqueza. Crémilo un hacendado ateniense, hombre justo y que está pasando un mal momento económico, se encuentra con Pluto, y con la ayuda de su esclavo Carión, consigue que Pluto vuelva a ver, haciendo este un reparto justo de la riqueza. Esta utópica situación nos sirve para que partiendo de una comedia netamente coral, veamos un reflejo de la sociedad ateniense de la época y por supuesto de la contemporánea, ya que los paralelismos son justos, necesarios, y mas que evidentes.
La versión de Pluto que esta crítica ocupa, está realizada por Emilio Hernández, con gran tino, respetando la esencia original de la obra, y actualizando convenientemente el texto, para darle mas vigencia, al por otra parte mas que actual material de base.



Vayamos con el elenco, acertado en lineas generales.

Cayetano Fernández, como el Joven Puto.
Fernández da vida a un...  bueno su nombre lo dice todo ¿verdad?. El papel tiene muy poco desarrollo en la trama y es mas presencial que otra cosa. Fernández sorprende por su efébica y dulce apariencia que choca con su viril y arrabalera interpretación, estando mas que correcto en su breve papel.

Santi Celaya como el Tesorero.
Celaya es el mas flojo del elenco, resultando su lectura excesivamente superficial, falta verdad y un trabajo mas creíble de este ruin personaje que no está del todo aprovechado. Me ocurrió una cosa curiosa con su interpretación, me dio la sensación de no ser un trabajo del todo pulido, realizado mas hacia afuera que hacia adentro. Acaban de estrenar, creo que es una cuestión de hacer mas funciones, para terminar de rematar el asunto. Eso no quita para que en algún momento brille y se vislumbre lo que puede llegar a ser, si el trabajo crece de la forma adecuada.

Marisol Ayuso, como La Dama.
Ayuso en su código habitual y mas certero, da vida a una señorona aficionada a los jovencitos, déspota, millonaria, un tanto reaccionaria y vulgarota. Ayuso las da todas en un personaje muy adecuado para sus características de cómica nata, se mueve como pez en el agua en este tipo de personajes, logrando un ejercicio de naturalidad alucinante con  el que nos llegamos a creer que ella es así, cuando estoy seguro que nada mas lejos de la realidad. Disfruto mucho con este tipo de actriz de carácter y gran personalidad sobre las tablas.

Ana Labordeta, como Praxágora.
Labordeta sirve una sentada interpretación, preclara, comedida, y perfecta en todos los sentidos, de un personaje a priori desagradecido. Esta Praxágora, es practicamente idéntica a su homónima en la Asamblea de Las Mujeres. Feminista, progresista, pragmática, práctica, y la que da el mensaje netamente político y sociológico al respetable. Labordeta borda esta difícil mujer, didáctica en su esencia y que esta estupenda actriz, dota de una vitalidad desbordante que encontré francamente deliciosa.

Toni Misó, como Blepsidemo.
Misó en un código totalmente naturalista, sirvió un personaje muy cercano, enérgico, perfectamente medido, y que rezuma verdad por los cuatro costados. Este Blepsidemo es el típico activista que todos conocemos, de carácter, sin maldad, y con gran conciencia social. Si bien es cierto que Misó da vida a un arquetipo, lo da tan bien, que mas que caricatura es pintura. Estamos ante un trabajo muy notable que no debe pasar desapercibido.

Jorge Roelas, como Carión.
Roelas da perfectamente el papel de este esclavo, un tanto cáustico, simplón y que por azares de la vida se ha metido a esclavo, como se podría haber metido a peluquero. Roelas está delicioso, en un papel de suave pero efectiva comicidad, cotidianidad en sus planteamientos, y mucha naturalidad. Roelas sabe lo que tiene entre manos, y dota de gran entidad a su papel, uno de los mas agradecidos de la función.

Marcial Álvarez, como Crémilo.
Álvarez, ofrece una estupenda creación, de gran pesencia física, mucho sentido en los parlamentos, y también suave comicidad, de este señor de clase media venido a menos, que harto de las injusticias del mundo, decide que el dinero deje de ser ciego y se reparta a partes iguales. Álvarez me sorprendió muy gratamente por su solidez actoral, nunca le había visto en directo. Su estupenda voz es otra gran baza a tener en cuenta. Nos sirvió una cerebral interpretación que no chirría en absoluto, sacándole gran jugo a su papel.

Javier Gurruchaga como Pluto y la Pobreza.
Gurruchaga, es sin duda una personalidad única dentro de nuestro panorama artístico, y su peculiar forma de hacer, es uno de los grandes aciertos de la producción. Gurruchaga se desborda, se entrega, disfruta y ofrece todo un festival que pone en pie al respetable, y consigue que literalmente se ahogue de la risa cuando le toca hacer de La Pobreza, "alter ego" femenino de Pluto. Esta Pobreza, es una de las mas geniales creaciones que he disfrutado en tiempos. Interpretación que auna extravagancia, exceso y genialidad a partes iguales, de forma completamente acertada. Un rotundo diez para Gurruchaga, que triunfa y brilla con gran justicia en este espectáculo.





Vayamos ahora con la propuesta escénica:
Magüi Mira, ha optado por una función al mas puro estilo Grotowski, donde priman los actores y su trabajo. Un escenario desnudo, unas sillas y las interpretaciones, nada mas y nada menos. Con esto es suficiente, el resto lo ponen los artistas y los espectadores. A ese nivel no hay nada que reprochar. Es destacable que todos los actores formen el coro, saliéndose del mismo cuando les tocan sus escenas, trabajo impoluto tanto coral, como coreográfico, que ofrece momentos de gran brillantez visual.
La obra tiene algunos problemas de ritmo, decayendo en algunos momentos, algo comprensible en una obra como esta, de estructura muy episódica, donde la irregularidad de algunas escenas, es bastante notoria. La encontré un poco falta de rodaje, estrenaron hace muy poco, por tanto supongo que todo se irá ajustando a medida que vaya pasando el tiempo.
Mira dirige a sus actores en un código muy coloquial, que es muy de agradecer, es consciente de los personajes tan reconocibles que tiene entre manos y los lleva casi hacia el naturalismo, con excepción de los malvados de la función, La Pobreza, La Dama, y El Tesorero, que están en un código mas extremado, totalmente justificado y acertado.
Magüi Mira, ofrece un espectáculo sólido, con atisbos de genialidad en algunos momentos, que no acaba de estar rodado del todo, pero que sin duda deja entrever la calidad con la que cuenta. 





En resumen, una propuesta recomendable y estimable, gracias a varias premisas. La primera, lo difícil que resulta ver este texto en nuestras carteleras, la segunda, la asombrosa fuerza que desborda Javier Gurruchaga, que no se prodiga mucho en los escenarios teatrales, y la tercera, el interesante enfoque social de un texto perenne al paso del tiempo en su fondo, y que a día de hoy, no solo resulta delicioso, sino imprescindible, como reflejo de la sociedad actual, de los motivos que nos han llevado a las tremendas diferencias sociales que caracterizan estos tiempos, y mordaz crítica a los excesos de los plutócratas, que en definitiva, como en los tiempos de Aristófanes, siguen y seguirán siendo los que manejan el cotarro.


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