miércoles, 23 de marzo de 2016

Sister Act El Musical, Cantemos Hermanos

Sister Act ha sido sin duda uno de los grandes éxitos cinematográficos de los años 90, no voy a decir que sea una obra maestra absoluta del séptimo arte, ya que sería faltar a la verdad, pero si es cierto que se sigue recordando con agrado y bastante cariño por aquellos que la vimos en su momento, y que recordamos lo popular que fue, tanto la película como su estrella principal Whoopi Goldberg, que por aquellos años era la reina indiscutible de la comedia cinematográfica.
Me surgió la oportunidad de asistir al estreno del musical basado en la película, y que después de hacer temporada en Barcelona y gira por toda España aterrizó en Madrid  en el Nuevo Teatro Alcalá el pasado jueves  17. Desconocía el musical que esta crítica ocupa, y reconozco que si bien en un principio no me llamaba mucho la atención, según iba viendo material del espectáculo mas me iba apeteciendo, así que el día el estreno iba con muy buena predisposición, con muchas ganas de pasármelo bien, y bastante intrigado ante lo que me iba encontrar, ya que practicamente no había visto nada del espectáculo mas que las diversas promos publicadas en diferentes medios. Solo conocía esta obra por referencias de amigos que lo habían visto bien en su periplo español o en alguno de los diversos montajes de la misma en diversos países del mundo.
El pasado jueves fue una noche muy glamourosa, con lo mas granado del mundillo teatral, pero no solo fue eso, también fue una noche de rotundo éxito artístico ya que el espectáculo fue recibido estupendamente bien por todos los que allí nos encontrábamos y eso tratándose de un estreno donde el publico es mas frío que en una función normal no es ninguna tontería.



Sister Act, El Musical, con libreto de Cheri y Steinkellner y música de Alan Menken, es un claro ejemplo de teatro de evasión bien entendido,  bien tramado y mas que bien ejecutado en su acabado formal. No se nos olvide que nos encontramos en una obra presentada como franquicia, por tanto la producción es idéntica a otras que se están llevando a cabo por todo el mundo. Sister Act tiene el mismo tono de amable comedia que la película en la que el conflicto principal consiste el choque entre la heroína de la función (Deloris van Cartier), cantante de vida algo desordenada, y el estilo de vida de las monjitas que viven en el convento en el que le toca esconderse hasta que salga el juicio en el que debe testificar al convertirse en testigo involuntario de un asesinato.
La función va de menos a mas en todos los aspectos, y encontré la partitura un tanto irregular en el primer acto, donde unos espectaculares números femeninos se dan de bruces con unos masculinos mucho mas deslucidos. Este desequilibrio se va ajustando a medida que avanza la función y ya en el segundo acto se vislumbra al mejor Alan Menken, con una briosa y electrizante partitura, que en algunos momentos tiene ecos de sus exitazos Disney, especialmente en la orquestación.
La trama tiene una estructura también in crescendo, siendo el principio de la función un poco flojo, pero que una vez que Deloris llega al convento se va entonando hasta lo estratosférico de forma muy efectiva, y gratificante.



Vayamos con el elenco, que ya anticiparé que es fabuloso, je je je.

Hector Fernández, Ramón Balasch y Gerard Mínguez, como T.J, Joey y Pablo respectivamente, están absolutamente deliciosos en esta suerte de malvados apandadores de poquísimas luces, imitadores de los Bee Gees, y con mucha gracia en todas sus intervenciones. Su trabajo es un ejemplo de compenetración ya que estos tres personajes funcionan casi como uno solo. Dan lo mejor de ellos mismos en el divertidísimo número que acontece en el segundo acto, y no pasan en absoluto desapercibidos en unos papeles con ciertas complicaciones vocales y corporales que suplen con mucha soltura y gracejo.

Gora Roda, Amparo Saizar y Malia Conde como María Roberta, María Lázaro y María Patricia. En los tres roles mas destacables del conjunto de monjas. Las tres maravillosas en sus respectivos papeles, destacando Saizar por el descaro, Roda por la gracia que tiene y Conde por su mas que respetable voz, de fácil y brillantísimo agudo que pasma al mas valiente. Cuidar los secundarios es esencial para el buen funcionamiento de un espectáculo, algo que en esta producción se ha tenido muy claro, y es de agradecer.

Benjamín Conesa como Curtis Jackson, mas que correcto en un desagradecido papel que no está muy bien perfilado en el texto. Los malos suelen tener mucha miga, pero el tratamiento del personaje se queda un poco plano. Conesa sale victorioso a pesar de lo poco lucido que es Curtis, y sirvió dos temas muy templados, perfectamente matizados y con mucha intención. 

Edu Engonga, como Eddie Souther. Correcto, en un papel también deslucido y que encima no le va nada. Considero a Engonga un gran artista al que ya he visto en otra producciones, y ciertamente no se puede lucir en sus dos grandes bazas que son lo estupendo cantante y lo gran bailarín que es. Vocalmente lleva el papel muy inteligentemente a su terreno moviéndose, cuando puede, por la zona aguda como pez en el agua, y demostrando su valía. Como bailarín también aprovecha lo poquito que tiene al máximo, pero he de reconocer que me supo a poco. Actoralmente cumple y suple con oficio las deficiencias que el personaje presenta y va de menos a mas, según va avanzando la función.

Fermí Reixach como Monseñor, genial genial. Reixach es un viejo conocido para los amantes del teatro, y como no podía ser menos, en esta función cumple a la perfección con este cura un tanto extremado, graciosísimo y que casi se le puede considerar maestro de ceremonias en algunos momentos. Reixach con una portentosa energía nos deja bien claro que se come el escenario en cuanto lo pisa, dando momentos de gran altura cómica. Un diez para Reixach que da todo lo que tiene, que no es poco.

Àngels Gonyalons como la Madre Superiora. Maravillosa, Gonyalons es para mi una pionera en el género musical de nuestro país y creo que la culpable de mi amor por los musicales. La primera vez que escuché Send In The Clowns fue a ella, y desde un lejano Chicago hasta este Sister Act la he visto en varias producciones. 
Que se puede decir de alguien que controla tan bien los tiempos escénicos, que canta con tanta sabiduría y que a fin de cuentas nos muestra el inmenso conocimiento del musical como género que posee. Brilla mucho tanto actoral como vocalmente, en un papel bastante difícil de cantar y que esta  en su punto justo de sazón para que verla y escucharla sea un goce continuo. Se echaba mucho de menos a esta artista que se prodiga poco en los escenarios fuera del circuito catalán. A ver si la vemos un poco mas por Madrid.

Mireia Mambo como Deloris van Cartier. Magnífica y también de menos a mas, la obra tiene un comienzo muy frío, y su primera intervención no nos deja ver claramente lo gran artista que es. Según vamos avanzando en la trama y se va soltando, los números musicales se van entonando y el papel va cogiendo entidad, nos vamos quedando con ella poco a poco, para que al final nos conquiste definitivamente. De voz interesantísima, bello timbre, y con interminable y brillante agudo, Mambo sirvió momentos de gran altura en lo musical, mucha diversión en lo actoral que está perfectamente apoyado en su espléndida presencia escénica que le va muy bien al personaje, siendo el acabado de su trabajo, redondo desde todo prisma.




Conjunto de primerísimo nivel, con un ensamble femenino que resulta absolutamente impresionante. La partitura tiene grandes dificultades vocales para el conjunto, y en ese aspecto el trabajo es insuperable, el momento en el que Deloris ensaya con ellas por primera vez es uno de los mejores de la función sin discusión, y en líneas generales su trabajo es excelente. No hay ni un solo pero para el conjunto que le dan mucho empaque a la producción y que son uno de los sustentos de la misma.

Josep Ferré como director musical ofrece una gran labor, aunando perfectamente foso y escena, y dotando de mucho dinamismo a la función, siendo el resultado final muy homogéneo en lo musical, y muy ameno para el espectador.



Vayamos ahora con la propuesta escénica:
La verdad es que la obra se sustenta en una producción sencilla pero muy efectiva, en la que todos los elementos escénicos se encuentran perfectamente aprovechados, siendo el acabado final la mar de eficiente y muy espectacular en algunos momentos, con gran empaque visual y la magnificencia que se supone que deben caracterizar a los musicales. La obra sigue en un mas que medido  crescendo visual para finalizar en un delirio que me supo a gloria y que realmente pone en pie al público de la sala.
Mención especial para los figurines que son una locura y que van ganado suntuosidad (y brillos) a medida que la función va avanzando, y que todavía le dan mas relumbrón a una producción perfectamente presentada y vestida.



En resumen una apuesta segura para toda la familia, que no defrauda, ya que da exactamente lo que es, teatro de evasión de primer nivel en su acabado formal, y una gran producción que todos los amantes de la comedia musical agradecerán. Sister Act es una obra sin otra pretensión mas que divertir, y eso sin duda lo consigue. Así que ya sabéis, se queréis pasar un estupendo rato, escuchar un música vibrante, y olvidaros por un ratito del tedio diario... Sister Act es vuestro musical.


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lunes, 21 de marzo de 2016

La Plaza Del Diamante, Colometa Vuela Alto

Se me escapó ver La Plaza Del Diamante en el Teatro Español hace unos meses, el éxito fue arrollador y me quedé sin entrada por no sacarla a tiempo. Cuando me enteré que felizmente volvía a la cartelera madrileña, para instalarse en el Bellas Artes, no esperé ni un segundo para asistir al montaje que tanto caló el año pasado, y que no está precisamente falto de atractivos, por varios y mas que destacados motivos.
Ver a Lolita Flores en un papel de esta envergadura tiene su morbo, y si bien es cierto que ya ha demostrado con creces que es una actriz intuitiva mas que solvente, su mediática figura y su personalidad tan marcada, le dan mucho interés al espectáculo. Por otra parte, está el genial material en el que la función se basa, y que en mi caso particular me retrotrae a mi infancia gracias a la estupenda serie de TVE protagonizada por Silvia Munt, y que forma parte del subconsciente colectivo de forma muy marcada para aquellos que ya empezamos a peinar alguna cana que otra.
Recordaba poco de La Plaza Del Diamante, a no ser el nombre con el que llamaba a nuestra protagonista su enamorado, Colometa, y el drama tan tremendo que sufría nuestra heroína, testigo involuntario de importantes hechos históricos de nuestro país y víctima de los mismos hasta límites casi casi insoportables.
Estaba yo el domingo un poco tocado animicamente, una revisionado de La Decisión De Sophie me dejó blandito, y acabé el día emocionándome con este soberbio monólogo, que me sobrecogió en algún momento, y me dejó pegado a la butaca desde que comenzó.



La Plaza Del Diamante, es un monólogo basado en la novela homónima de Mercè Rodoreda, y que está considerada una de las obras mas influyentes de la literatura catalana. La obra nos cuenta la historia de Natalia, una mujer como tantas, viuda de la Guerra Civil  que tantas penurias pasaron en el convulso primer tercio del S.XX en nuestro país, y que refleja a la perfección  el carácter de estas abnegadas y sufridas mujeres. 
La adaptación, va a cargo de Joan Ollé, gran conocedor del texto, y que condensa a la perfección la novela, logrando que todo aquello por lo que La Plaza Del Diamante sea tan querida no pase desapercibido, y que además no pierda entidad literaria. Ollé cuenta los momentos mas relevantes de la vida de Natalia-Colometa, pero consigue que la obra tenga una solidez argumental apabullante, y que resulte escrupulosamente respetuosa con el texto original. Estamos ante un texto mayúsculo que ennoblece al adaptador, y que como homenaje y declaración de amor hacia la novela de Rodoreda funciona a las mil maravillas.



Lolita protagonista absoluta de la función me dejó sobrecogido. Su interpretación se basa en la contención y en la práctica inmovilidad de su cuerpo, un ejercicio dificílisimo para una actriz, máxime cuando además de seguir todas las directrices consigue llegarnos como Lolita nos llega, representando practicamente todo el espectáculo sentada en un banco de un parque, con las manos cruzadas sobre el regazo... el resto es pura magia. Su estupenda labor consigue que la creciente intensidad de su interpretación nos atrape de forma inevitable desde que abre la boca, con un medio tono templadísimo, bellísimo en su gravedad y tremendamente expresivo. Su Natalia es pausada, reflexiva, doliente y racial. Durante la primera parte del monólogo, literalmente en mi imaginación la veía bailar en las fiestas de La Plaza Del Diamante, algo que Lolita soberbia contadora de historias consigue gracias a su esforzado trabajo y su sensible creación que nos llega al corazón de forma implacablemente sincera. El astuto texto que empieza casi casi como una historia costumbrista va derivando de forma inclemente hacia la tragedia mas terrible a medida que se va acercando la Guerra Civil y la terrible Posguerra, llegando al paroxismo en el tremendo relato de la alucinación en la iglesia, donde una desesperada Natalia sobrepasada por los acontecimientos, hace una parada antes de ir a comprar el salfumán con el que pretende matar a sus hijos y después suicidarse, ya que la muerte por inanición parece inevitable. Lolita se abre en canal sobre el escenario de forma silenciosa (como su espeluznante grito) discreta y terriblemente humana, para dejarnos con el corazón en un puño hasta incluso después de acabado el espectáculo, en un mas que notable ejercicio interpretativo de una honestidad pasmosa, una enjundia psicológica tremebunda, y lo que es mas importante de todo, una sensibilidad y una verdad teatral que me conmovieron profundamente, su interpretación de gran calado y a la altura de las grandes trágicas actuales que  creo sinceramente que puede considerarse de referencia en nuestros escenarios. Chapeau por Lolita, la desaprovechada Lolita que una vez mas demuestra que es una artista como la copa de un pino en  todos los palos que toca.
Espero ver mas veces a esta insuperable actriz en nuestros escenarios, y que nunca antes había disfrutado en directo, desde ya tiene en mi un ferviente admirador.




Joan Ollé firma la producción, y lo hace de forma mas que atinada, sabiendo perfectamente el tono que quiere dar, y la forma de aprovechar a su actriz al máximo, para que huyendo del desmelene, se nos ofrezca mucha verdad y mucha contención, siendo el efecto final profundamente catártico y mas que eficaz a la hora de contarnos la historia que nos quiere contar.
Ollé con notoria mano de hierro ata en corto a esta Colometa, tanto en gestos como en movimientos, y estira el texto a base de un ritmo lento, que no premioso, de implacable y en ciertos momentos inclemente crescendo, que realmente deja al espectador dolorido ante la sobredosis de dureza sin adornos a la que se ve sometido.
La obra es dura, pero muy lírica a la vez, algo que se agradece ya que la belleza de algunos momentos se agradecen mucho, y si a esto le añadimos la prodigiosa voz de Lolita pues está todo dicho. Encontré correctísimo el trabajo de Ollé por claro, directo y limpio, sin duda sabe lo que se hace, y como hacerlo desde un prisma si bien es cierto que un tanto convencional, pero que no resulta rancio, de un mas que interesante resultado final de gran altura tanto literaria (no se nos olvide que el texto es suyo) como teatral.



En resumen, una propuesta diría que imprescindible para cualquier amante del teatro, que sirve como mayúsculo homenaje a tantas y tantas mujeres que sufrieron la historia de nuestro país de la forma mas terrible que nos podamos imaginar, y también como reivindicación de uno de los textos mas queridos de nuestra literatura mas reciente. Si esto no os parece poco, solo por ver la descomunal interpretación de su protagonista ya merece la pena acercarse al Bellas Artes a pasar una sobrebia velada de TEATRO así en mayúscula, que estoy seguro que tardaréis mucho tiempo en olvidar.


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sábado, 19 de marzo de 2016

Hombres Desesperados, Mi Reconciliación Con La Comedia Francesa

Hace unos días, me surgió la oportunidad de asistir al estreno de Hombres Desesperados en el Nuevo Teatro Alcalá, la verdad es que no sabía muy bien lo que me iba a encontrar, y eso a veces es una baza a favor del espectáculo ya que no hay espectativas de ningún tipo, ni para bien, ni para mal. Me gusta tener una pequeña orientación, o al menos una sinopsis, o cierta referencia sobre el espectáculo. En este caso iba virgen, puro y casto. Así que suponiendo que se trataba de una comedia, ya que el material gráfico apuntaba a ello, me acerqué con alguna reserva. Ya os he contado por estos lares que estoy un poco cansado de vodeviles franceses que llenan nuestras carteleras, y que no aportan nada, que parecen cortados por el mismo patrón, y que casi siempre nos venden como la comedia mas inteligente de los últimos tiempos,y la que mas triunfa en París (que queda muy chic) para que luego nos encontremos con la misma comedia insulsa de siempre. Pero amiguitos en este caso, estamos ante un ejemplo claro de las bondades que normalmente nos venden en este tipo de comedias, que no nos intenta dejar ningún supuesto mensaje cultureta con francesa pedantería, y de la que salí francamente satisfecho como iré contando mas abajo. 
Fue el estreno de Hombres Desesperados, recogidito, entrañable y casi familiar. Pero sobre todo lo que fue es muy divertido, y una agradable sorpresa que no me dejó indiferente, y que como explico en el título del post me ha reconciliado con la cacareada y en algunos casos excesivamente explotada comedia francesa.



Hombres Desesperados, es un inteligente texto escrito al alimón por tres cómicos franceses Jerôme Daran, Alexis Macquart y Stéphane Muracciole, en el que se nos cuenta la historia de la ruptura amorosa de un cuarentón en ciernes al que sus amigos vienen a darle apoyo. Cada uno de los tres personajes, de personalidades muy diferentes y muy marcadas, se encuentran en distintos momentos de una relación (inicio, matrimonio eterno, y ruptura) con esta premisa y mediante tres monólogos perfectamente hilvanados se nos habla de forma desenfada y desprejuiciada, de los recovecos de las relaciones de pareja. La función precisa de tres actores desenvueltos, que dominen la comedia sin problemas, y aunque su mensaje y aspiraciones sean ligeras, no es una obra fácil de poner en pie, ya que el nivel actoral debe ser elevado para su buen funcionamiento.


Vayamos con el elenco, atinadísimo sin lugar a dudas.

Oscar Oliver, da vida a Alex, el amigo que lleva muchísimos años casado y que está realmente harto de su mujer. Oliver dota a su personaje de una ligera chulería muy acertada, que viene muy bien apoyada en su presencia escénica, por otra parte estupenda. Su interpretación es la mas física de las tres y llega a momentos realmente desopilantes en la última escena, donde una estupenda borrachera hace las delicias del respetable. Oliver consigue algo muy difícil, y es que un personaje que dice cosas desagradables de las mujeres nos caiga simpático, algo que tiene mucho que ver con las dosis de humandidad que su trabajo desprende.

Antonio Gómez, da vida a Esteban, y es sin duda el que mas se luce en la función dando vida a un chavalote con menos vista que el Pasadizo De San Ginés que se dice en la zarzuela. Le ha tocado a este estupendo actor el bombón del texto, y Gómez lo exprime al máximo, dando algunos de los mejores momentos del espectáculo. Su control de los recursos cómicos, la expresividad de su cuerpo, y el manejo de la voz son su gran baza, si a esto le añadimos un prodigioso sentido del texto y una comicidad innata y muy medida, nos encontramos ante un cóctel explosivo, que funciona a las mil maravillas. Además de lo arriba narrado, hay que tener en cuenta lo mimado que está el papel en el texto original. Esteban es un difícil papel que si se llevase a cabo por un actor de otros recursos mas ramplones, se convertiría en una caricatura de poco interés. Gómez eleva el personaje con su interpretación a una categoría realmente encomiable y muy a tener en cuenta.

Juanjo Pardo, da vida a Joaquín, nexo de unión entre los tres amigos y el desdichado al que su novia acaba de dejar. Juanjo Pardo ha sido toda una sorpresa, ya que no conocía su faceta como actor de teatro, solo le asociaba la de conductor televisivo. Pardo se sirve de una naturalidad muy refrescante, cierta acidez en sus comentarios, para acabar rematando su trabajo con un cómico y creíble patetismo que redondea a la perfección su personaje. Joaquín es basicamente un tío normal, un tanto sobrepasado por la situación y un poquito pringado, aunque no lo parezca en un principio, y  que no es fácil llevar a cabo sin ningún asomo de impostación, algo que en esta producción se consigue sin problema. La evolución del personaje es estupenda, y su monólogo perfectamente ejecutado, nos hace entrar en la función sin ningún problema desde practicamente el minuto uno. Pardo empieza la función solo ante el peligro y en frío, en un arriesgado comienzo que no resulta ningún problema, ya que las da todas a la perfección.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
Edu Pericas firma la producción, con gran pericia. Pericas ya me resultó muy interesante en Tuppersex, donde me dejó claro que tiene mucha mano para la comedia, creo que en aquella ocasión siendo el texto también responsabilidad suya.
La dirección de esta obra destaca por varios motivos, y que le dan mucho vuelo a la producción por su acierto. El primero el ritmo tan prodigioso que la obra tiene, y que sirve lo que es ni mas ni menos, comedia en estado puro, no frenética pero si perfectamente cronometrada y eficientemente calculada. La siguiente virtud es el tono pretendidamente coloquial y que va en consonancia con unos personajes casi casi naturalistas, y que nos resultan muy familiares al espectador, ya que todos reconocemos gestos de los protagonistas de la función como algo muy cotidiano. Pericas dota de gran dinamismo a una producción estupendamente movida, y llevada a cabo de forma sencilla pero resultona.
Una de las cosas que mas me gustaron de estos Hombres Desesperados es la honestidad con la que se presenta el espectáculo, alejada de cualquier pedantería, y sin asomo de querer vender ninguna moto. Hombres Desesperados es una comedia ligera, incluso intrascendente, pero terriblemente divertida, y con un fondo tan jugoso como es el de la guerra de los sexos, en este caso desde el punto de vista masculino, algo que realmente no es habitual, y que también se agradece de vez en cuando.

 

En resumen una refrescante propuesta, que no defrauda, ya que da exactamente lo que es, sin complejos y sin contemplaciones, una divertida obra para pasar el rato, sentirse identificado con lo que estamos viendo, y pensar un poquito a la salida sobre como nos comportamos con nuestras respectivas parejas. Reconozco que salí encantado y mas que gratamente sorprendido. Si queréis pasar una tarde de sólido teatro, sin otra pretensión que la muy loable que divertir, esta es vuestra función. Se hace cortísima, avisados estáis.

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