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martes, 18 de septiembre de 2018

Proyecto Edipo, El Mito Vestido De Luces.


La semana pasada fue trágica, si, trágica, no por motivos personales por suerte, sino porque dos tragedias fueron las que vi. Una la versión de Edipo que ésta crítica ocupa, y la otra Fedra, que tendrá su reseña lo mas pronto posible. 
Ya lo he dicho muchas veces, me gusta mucho el teatro griego, y la tragedia cuando se hace bien, sigue manteniendo su poder catártico, y sobre todo nos sigue llevando a la reflexión sobre cuestiones de gran calado que ya preocuparon al ser humano hace mas de veinte siglos, y que nos siguen preocupando en la actualidad.
Los griegos no se andaban con chiquitas, llevaban todo al extremo y en la tragedia, la truculencia y los mas espeluznantes sucesos acontecen en escena de forma directa y brutal. Mi interés por los clásicos viene precisamente por eso, ya que la esencia del ser humano en su forma mas primigenea y sus motivaciones mas primarias se encuentran reflejadas a cara de perro en unos textos que siguen impresionando con la misma fuerza que lo hicieron en el momento que se escribieron.
Tuve la ocasión de asistir al estreno de "Proyecto Edipo" en el Fernán Gómez y no me lo pensé dos veces, máxime cuando toda la información sobre la función que encontré antes de su estreno, prometía emociones fuertes, algo que sin duda "Proyecto Edipo" ofrece y con creces. 




La primera tragedia griega que leí fue Edipo Rey, no solo fue la primera, sino la que mas me impresionó, no se cuanto tuvo que ver mi estreno con los mitos griegos en ello. La cuestión es que varias cosas me alucinaron del mas complejo (psicológicamente hablando) personaje que los griegos pusieron sobre las tablas. La primera, la modernidad del texto, que me dejó mas que claro que poco se ha inventado en cuanto a estructura en el teatro desde los tiempos de Sófocles, y la segunda, sin lugar a dudas la tremenda tragedia que se cierne sobre Edipo y Yocasta, desgraciados héroes de esta historia mas grande que la propia vida, plagada de monstruosidades y que tan bien refleja la naturaleza humana en su vertiente mas primigenia. Los mayores tabúes del ser humano, sus mayores miedos, la confirmación de los errores y finalmente la asunción de los mismos de la forma mas salvaje posible, para que de una forma bastante traumática nos adentremos en el verdadero yo de cada uno, se pueden ver en esta tremenda historia. Entendemos a Edipo, entendemos sus motivaciones, y comprendemos que a pesar de acostarse con su madre sin saber la verdadera identidad de esta, cuando lo descubre, no es capaz de soportarlo, y decide en un acto menos piadoso que el suicidio arrancarse los ojos y cargar con su pecado toda la vida.



La versión libre de la obra de Sófocles firmada por el propio Olivares, funciona en dos planos diferentes pero entrelazados entre si, por un lado un futuro distópico con una España en la que los toros están prohibidos y en el que se nos cuenta una historia que recuerda vagamente a "Equus" de Peter Shaffer, no exenta de suspense y en la que los paralelismos con el Edipo original son mas que notorios. Por otro lado nos encontramos con la obra original que se ve introducida de forma muy inspirada dentro de la anterior historia y que resulta muy esclarecedora sobre cuanto bebe una de la otra y sobre lo que nos quiere contar Olivares.
El texto de Olivares nos descoloca al principio, incluso nos chirría, pero a medida que va avanzando nos va atrapando para que finalmente nos deje pegados al asiento para ver cómo termina el asunto, y lo mas importante, cómo se entrecruzan las dos historias.
La visión de Olivares de Edipo no puede pasar por otra vertiente que la psicológica, y en la parte futurista de la función que la mayoría de las escenas transcurran en un psiquiátrico no es en absoluto gratuito. Del mismo modo la alusión al toreo como expresión artística primaria, resulta muy adecuada para enlazar con lo que la tragedia griega simboliza y buscando un nexo de unión entre Grecia y España con el mito de Minotauro por medio, algo mas que justificado y acertado como premisa de la obra. 
Olivares presenta una versión de Edipo salvaje, en la que se busca epatar al espectador tal y como lo buscaban los griegos, de forma dura y directa y sin asomo de mojigatería, y que cómo ejercicio catártico funciona sin el mas mínimo problema, partiendo de la base que el espectador del S.XXI no es el mismo que el de hace mas de dos mil años, según para que cosas. 



Ocho actores en un trabajo netamente coral sustentan la función, en un trabajo muy medido, durísimo fisicamente, y muy meticuloso en su acabado.
Dentro del elenco y de los múltiples papeles que se representan en la función son destacables el Edipo de Asier Iturriaga, con momentos de gran altura en lo dramático, y una composición interior del personaje mas que interesante. Del mismo modo Carol Verano (remedo de Yocasta en la versión futurista) resulta muy interesante en su trabajo a nivel corporal y en los recursos de la voz, ya que gracias a ello nos creemos el arquetipo a nivel físico que lleva a cabo, no quedándose solo en eso, ya que el trabajo con el texto también resulta tremendamente satisfactorio. Alba Loureiro como Yocasta adecuadísima, especialmente en la parte de la obra original, ya que en la fábula distópica empezó mas bien destemplada en su primera intervención. El trabajo de Loureiro va en progresión emocional e interpretativa finalizando el espectáculo de manera mas que satisfactoria y no exenta de la interiorización del drama que el personaje requiere. Javier Martín como Doctor Márquez da un contrapunto ácido y ligeramente cómico que viene muy bien dentro del espectáculo, y ofrece un trabajo sólido con gran oficio cómo viene siendo habitual en él. Guillermo Sanjuán cómo Criseida no acaba de encontrarse cómodo en un difícil papel, cuya almodovariana identidad no se ve plasmada en su vertiente mas interior, sino que haciendo uso de unos recursos físicos, en mi entender equivocados, y de una superficial visión del texto, no consigue llegarnos de la forma que se vislumbra en el texto, simplemente no me lo creí, y lo encontré mas preocupado por encajar los chistes que en explorar el personaje. Por último David DeGea cómo Jacinto, suerte de Edipo matador de toros, cuyo trabajo impacta por su valentía (algo extensible a todo el elenco, ojo) y por la cantidad de matices con los que dota su dificilísimo personaje. DeGea juega con el texto, juega con sus compañeros en escena, se arriesga y gana, mostrándose dúctil y entregado en todo momento. A esto debo añadir la impresionante presencia física de nuestro actor, que calca la pose típica de los toreros, y no sólo eso, sino que consigue engrandecer algunas escenas dada la expresividad de su cuerpo. Trabajo mayúsculo el de DeGea y que merece ser reconocido. 






Gabriel Olivares se encuentra al timón del espectáculo donde dos premisas son fundamentales. Primero  la estética de la función, impactante y muy conseguida, y segundo, el trabajo netamente conjunto de todo el elenco, basándose en una propuesta física muy dura, dinámica y en la que los actores son practicamente parte de la escenografía como es la tónica en el estilo de Olivares. Nuestro director lleva a sus actores al límite en no pocos momentos, pero sabe recogerlos hacia la intimidad cuando resulta necesario, siendo el resultado de la función equilibrado y bastante fluido en su acabado.
"Proyecto Edipo"  es un espectáculo duro, de violenta factura a ratos, rozando la performance por momentos y de extremado planteamiento visual y actoral, pero eso si, todo lo que vemos en escena, y que ya aviso que no es precisamente un paseo en el campo un día de primavera, está justificado. Nada es gratuito o pasa por el escándalo innecesario, no, se trata de un trabajo bien pensado, claro en su exposición, y que resulta muy importante dentro de la propuesta de la dirección de la que se podrá decir ante todo que de complaciente no tiene nada.

Los dos espacios temporales en los que se mueve la obra están claramente diferenciados, aunque por motivos obvios donde mas brilla el gran trabajo escenográfico de Felype de Lima es en el ámbito futurista, en el que la magia surge en no pocos momentos, y todo se encuentra resuelto con gran imaginativa e interés teatral. Nos encontramos ante un espacio incómodo, y de fría estética que casa perfectamente con el duro tono del espectáculo que Gabriel Olivares ha buscado. Esta frialdad que planteo no está reñida con una innegable belleza estética en no pocos momentos, y un poderoso tratamiento visual perfectamente apoyado en las luces de Carlos Alzueta que dotan de gran empaque a la escena.
No debo terminar la crítica sin resaltar el admirable uso que se hace de un escenario tan complicado cómo es el Fernán Gómez, y un consejo... la microfonación de los actores en este caso estaría mas que justificada, dado que las voces se van al peine, de forma inclemente, obligándolos a realizar un esfuerzo ímprobo para que se les escuche, especialmente en un texto de la agresividad de éste.



En resumen "Proyecto Edipo" es una sorprendente revisión del mito, impactante en algunos momentos, y de enorme valentía en su acabado formal, ofreciendo una velada de teatro sólido, de fuerte espíritu vanguardista, y que ante todo busca revolver al espectador y hacerle reflexionar sobre lo que ha visto. 






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lunes, 2 de octubre de 2017

Gross Indecency, No Juzgues y No Serás Juzgado.

Hoy voy a hablar de una de las mentes mas lúcidas que ha habido nunca, Oscar Fingal 
O´Flahertie Wills Wilde, es decir Oscar Wilde. Wilde es uno de los escritores mas importantes de todos los tiempos y posiblemente el mejor de la Inglaterrra Victoriana, dotado de una ironía finísima y un control absoluto del lenguaje, resultaba delicioso en sus comedias, y atinadísimo en sus comentarios, irreverentes y agudos en igual medida. Wilde hacía honor a su apellido, "salvaje" en inglés, ya que fue una personalidad única, que iba por libre y sin duda se abría paso entre las rígidas normas morales de su época con dentelladas de genialidad, algo que jamás le perdonaron. Nuestro autor consiguió ser jaleado por aquellos mismos que criticaba en sus divertidas comedias, escritas para la alta burguesía y que servían de cínico reflejo de una sociedad marcada por la hipocresía y las falsas apariencias, siendo ejemplo paradigmático de lo que planteo la celebrada "La importancia de llamarse Ernesto" donde el juego de la doble identidad, de múltiples lecturas, es el tema principal de la obra, eso si envuelto en comedia de costumbres entre grandes salones de sociedad. Wilde esteta y defensor de la supremacía del arte sobre todas las cosas, resultaba una figura incómoda en su tiempo, algo que pagó muy caro como mas adelante veremos, ya que su lucha contra los convencionalismos de la época, fue considerada un ataque muy peligroso hacia las buenas costumbres de las tan cacareadas "personas de bien", vaya usted a saber quienes son esos, porque yo no lo tengo muy claro.
Mucho se ha hablado de la sexualidad de Oscar Wilde, no seré yo quien entre en una sesuda discusión sobre este tema, ya que han corrido ríos de tinta sobre este asunto. La cuestión es que la homosexualidad de Wilde, si consumada o idealizada por nuestro autor es lo de menos, sirvió para arruinarle la vida, encarcelarlo y precipitar su prematura muerte practicamente en la indigencia. Este hecho hoy en día está demostrado y aceptado como tal, aunque en su época, su castigo sirvió de escarnio y resultó ejemplarizante para muchos que seguían sus preceptos, eso si, de forma mas discreta y quizás menos desafiante. 
Tres juicios fueron cruciales para que terminara en la cárcel. Primero aquel en el que Wilde era el demandante, y que como consecuencia del mismo acabo denunciado por sodomía y acusado de grave indecencia, siendo el resultado de esta denuncia dos juicios mas, con una sentencia de dos años de trabajos forzados. Una desgraciada caída en prisión derivó en una dolencia, que finalmente acabó con su vida, tres años después de su salida de la cárcel.
La sentencia de Oscar Wilde trajo consigo una oleada de represión a múltiples artistas y las penas sobre la homosexualidad se vieron endurecidas de forma brutal practicamente en toda Europa.




Los tres juicios a Oscar Wilde es como se subtitula Gross Indecency ( Grave Indecencia) que es la obra que se está llevando a cabo en estos momentos en la Sala Jardiel Poncela del Fernán Gómez. En ella se nos cuenta todo el proceso judicial al dramaturgo, así como se nos hace una disección brutal de la época y la sociedad que le tocó en suerte. El soberbio texto de Moises Kaufman estrenado en 1997, es una monumental obra de aires épicos y de una solidez argumental realmente notable, donde se mezclan transcripciones de los juicios con extractos de memorias de los implicados y textos del propio Wilde, de una forma magistral, y con una fuerza teatral arrolladora. Gross Indecency es "una de juicios" a lo grande, bien estructurada, absorvente, de espectacular prosa, y cuyas (abundantes) concesiones al lirismo resultan mas que justificadas dada la naturaleza del personaje principal, cuya psicología queda perfectamente plasmada en el texto desde todos los ángulos posibles, de forma rica y nada redundante.



Vayamos con elenco, formado por diez entregadísimos actores que literalmente se dejan la piel en el escenario, en un montaje brutal y en el que las condiciones físicas de cada uno de los componentes del reparto es crucial para que pueda llevarse a cabo tal y como Gabriel Olivares plantea la producción.

Resulta difícil decantarse por una interpretación en particular, ya que la obra es netamente coral, y practicamente todos los actores llevan a cabo diferentes papeles. Hay que entender esta producción como un milimétrico trabajo de conjunto en el que todos sus componentes se ajustan a la perfección en todos los papeles, y lo que es mas importante en los difíciles y acertadísimos juegos escénicos que trufan el montaje y que son en definitiva lo que caracterizan esta producción. 

Imponente de tono y templadísimo Javier Martín, como Oscar Wilde, que sabe imprimir las dotes justas de ironía y altanería que caracterizaban al protagonista de nuestro drama, resultando conmovedor y divertido según toque en cada momento, y con un estudio interior del personaje muy notorio.

Encontré  acertadísima la composición de David DeGea como amante de Wilde, llevando a cabo una sensible e inquietante creación de un personaje con un mucho de Dorian Gray y que resulta un acierto de casting brutal. Su andar sibilino, su efébica apariencia y su carismática composición resultan idóneas para hacernos una ídea de como era Lord Alfred Douglas, que acabó su existencia como simpatizante del partido Nazi, algo que añade todavía mas a la dualidad de un personaje que parece estar viviendo al límite continuamente. 

Muy extremado  Eduard Alejandre como Marqués de Queensbery, ya que si bien es cierto el hombre no era precisamente la cordura en persona, Alejandre imprime al personaje cierto tono desquiciado que no acaba de cuajar, quedando un tanto plano y excesivamente gritón, algo que empobrece el resultado final. 

Alex Cueva impoluto como abogado de Wilde que le deja en la estacada, dota de grandes dosis de verdad y autoridad a su composición resultando tremendamente convincente.
Resulta impagable  el dúo formado por Alejandro Pantany y Guillermo SanJuán como dos jovencitos que se dejan querer por Wilde, a cambio de dinero, siendo el trabajo de nuestros actores valiente, cargado de ironía y fuerza. 

David García Palencia pasa mas desapercibido por el papel que le ha tocado en suerte, y cuya escena no acaba de entrar en el texto de forma satisfactoria, y si un tanto forzada. Esto no impide que las dosis de verdad en su trabajo y la entrega en las partes de conjunto resulten muy notorias.

Brillantísimo Andrés Acevedo, de enigmática en imponente presencia, resulta un robaescenas involuntario, donde prima la excelente expresividad corporal, la concentración, y lo carismático que resulta en escena, bien sea en sus momentos mas importantes o cuando está en segundo plano.

En cuanto a Asier Iturriaga decir que su esforzadísima entrega y una tremebunda escena de disociación llevada a cabo de forma ejemplar redondean su trabajo de forma mas que estimable y de espectacular ejecución. 

Para finalizar Carmen Flores Sandoval da la nota femenina de la función, resultando versátil en sus composiciones, mas que notable como Reina Victoria, y la presentadora de televisión que lleva a cabo de forma naturalista, estudiadísima y tremendamente creíble.



Nos encontramos en líneas generales con un elenco en completo estado de gracia, perfectamente elegido, y que suma muchísimo a un espectáculo de dificilísima ejecución, y en la que se vislumbra un trabajo previo abrumador, milimétrico y cuidado hasta la extenuación. Nuestros diez actores salen a matar y llegan al respetable con un trabajo de una energía apabullante, y de resultados impactantes.




Gabriel Olivares firma la producción acertando de plano. Olivares se sirve de un ritmo frenético y una poderosa simbología que entra por los ojos de forma muy directa y sorpresiva, para de esta manera atrapar al espectador desde que comienza el espectáculo hasta que finaliza, siendo el resultado cautivador y fresco en su resolución. Nos encontramos ante teatro del bueno, en el que cada escena propone un juego diferente con coherencia dentro del espectáculo y de grandes aciertos estéticos. Toda la función es un tiovivo emocional y visual que nos va llevando por los vericuetos del proceso y de la psicología de los actores del drama. Olivares no renuncia a un acertado aire operístico que le influye al texto cierta épica muy en consonancia con los grandes textos judiciales, en los que de forma acertada el público ejerce de jurado, en un recurso que aunque ya haya sido utilizado con anterioridad en otras producciones en Gross Indecency queda perfectamente justificado en integrado en la propuesta, saliendo el espectador con la sensación de que esa es la única forma en la que se debe representar el texto. Varios momentos son a destacar especialmente la epatante escena en la que toda la compañía interpreta un espeluznante  "Somewhere Over The Rainbow" con aires marciales y de clara intención de himno, que literalmente corta la respiración. Al finalizar dicha escena en mi representación, el público arrancó a aplaudir  entre aliviado por el esfuerzo físico de los actores, y apabullado ante  la fuerza del momento en si, de poderosa energía poética y directo mensaje.
Felype de Lima acierta una vez mas en su conceptual escenografía en la que varias carras sirven de escenario polivalente de forma inspiradísima que junto con las magníficas luces de Carlos Alzueta y el estupendo espacio sonoro de Ricardo Rey llenan de empaque una producción que merece gran recorrido en incluso el salto a alguno de nuestros Teatros Nacionales. Nos encontramos ante una producción de altura que me dejó eufórico a la salida, y con la sensación de haber vivido un acontecimiento teatral, en el que todo resulta redondo, y en el que los aciertos asoman cada dos por tres de forma rotunda, inteligente y lo que es mas importante con una carga artística y emocional mayúscula.





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jueves, 13 de octubre de 2016

La Mari Carmen (Un Balcón En El Aire), Personas De Celofán

Mi generación, es decir los que rondamos los cuarenta, creo que somos los últimos que disfrutamos de Mary Santpere y que conocimos su figura y el reconocimiento que tenía. La Santpere fallecida en 1992 era un icono del humor patrio, y una cómica muy respetada, que nos hacía descacharrarnos con sus parodias. La realidad es que esta mujer fue una todoterreno, que lo mismo era payasa, que vedette de revista, que cupletista cómica. Si hay una palabra que defina a la Santpere esa es showoman. Su carrera forjada a base de duro trabajo ha sido una de las mas sólidas de su generación. De familia de artistas, no había mas salida que Santpere saliese teatrera. Su peculiar físico y su impagable voz fueron sus virtudes mas principales, consiguiendo que lo que en otras serían defectos en ella fueran sus señas de identidad. Creo, tal y como se dice en la función, que Mary Santpere está cayendo en el olvido, algo que se me antoja tremendamente injusto. Cuando me enteré de que se le iba a rendir tributo en La Maricarmen, sabía que no tendría mas remedio que ir a verla, la Santpere se lo merece todo. Si a ello añadimos a una actriz de la solvencia de Mamen Godoy era garantía suficiente de que el espectáculo merecería la pena. Por cierto Godoy guarda gran parecido con Mary, así que todavía mucho mejor. Con buen ánimo ayer me acerqué a la sala Jardiel Poncela del Fernán Gómez sin saber muy bien que iba a ver, dispuesto a pasármelo bien y a disfrutar de una tarde de estreno, que siempre es un aliciente. Disfruté mucho, la verdad, ahora iréis viendo porqué.



La Mari Carmen (Un Balcón En El Aire) de Arón Benchetrit, es un casi-monólogo que va subtitulado como un tributo a Mary Santpere en una comedia agria. Yo mas que agria la llamaría agridulce. El texto de Benchetrit es una belleza, en la que un delicioso personaje (Mari Carmen) desgrana su vida plagada de temores, paraísos artificiales, sinsabores y frustraciones, desde un prisma que pasa de lo cómico a lo dramático en una progresión muy lograda, y con mucha ternura en su planteamiento. Mari Carmen fan número uno  de Mary Santpere interpreta sus creaciones mas famosas que de forma muy ilustrativa van en total consonancia con lo que ocurre en escena. Las canciones de la Santpere son el vehículo para contarnos la historia de Mari Carmen, una mujer como muchas que sin darse cuenta se convirtieron en el Mister Celofán del musical Chicago, es decir invisibles y anodinas a los ojos de los demás, pero cuyo mundo interior es tan rico que busca vías de escape como puede o como la dejan. La complicada psicología de nuestra protagonista está desmenuzada con precisión y cariño, hasta tal punto que empatizamos con ella, y nos apiadamos de su triste existencia. El tono humorístico del texto es innegable aunque tenga sus momento de drama dada la difícil vida de la ya para siempre, Mi Querida Mari Carmen.



La obra se sustenta en el trabajo de dos actores Mamen Godoy que lleva practicamente todo el peso de la función e Iván Luis cuya episódica participación es muy importante para el desarrollo del personaje principal.

Luis está mas que correcto en un código introspectivo y muy eficiente dando perfectamente la sensación de incomodidad que su primera escena requiere. Su personaje es muy peculiar desde todo ángulo y la expresividad a nivel corporal está muy conseguida. Su actuación apoya perfectamente a Godoy que se entiende de maravilla con su compañero de escena.



Mamen Godoy, como Mari Carmen, sirve una función mayúscula, creando un ser un tanto almodovariano, que derrocha humanidad y ternura por todos los poros de la piel. Su trabajo tremendamente convincente se apoya en todos sus registros (que son muchos) desde el cómico al dramático con un recorrido muy apreciable y completamente justificado, tanto en las acciones como en las emociones, y que conmueve cuando toca pero que nos lleva a la carcajada sin el mas mínimo problema. Nos encontramos ante un trabajo de gran valentía y alejado de cualquier prejuicio que resulta muy enriquecedor para el público, ya que la complicidad con el respetable es mas que notoria, consiguiendo que nos encariñemos con ella al poquito de empezar la función. Impagables resultan también las canciones, en las que el peculiar timbre de contralto, por llamarlo de alguna manera, que Mary Santpere tenía está conseguídisimo, algo para lo que la carnosa voz de nuestra actriz resulta perfecto. Me enamoré de Mari Carmen por varios motivos. El primero la entrega de Mamen Godoy que de una forma titánica da absolutamente todo lo que tiene y lo pone al servicio de su personaje, pero sobre todo lo que mas llega es el amor y el exquisito mimo con el que trata a la heroína de nuestra función. Mamen Godoy quiere mucho a Mari Carmen, y eso se nota, y ahí estriba la grandeza de su trabajo. El complicado perfil del personaje con todas sus aristas, está perfectamente dibujado, en lo que se me antoja un exhaustivo trabajo de estudio de la psicología femenina, por muy tortuosa que sea a veces. Nada está dicho de forma gratuita, nada sobra, y cada gesto en un ejercicio de organicidad encomiable está perfectamente justificado e integrado en el personaje. Sobria y sin salirse del papel ni un momento, algo que dado la extensión del mismo no es ninguna broma. Yo me llevé a Mari Carmen a casa, y os voy a confesar una cosa, una vez conocí a una Mari Carmen, clavadita a la que en esta obra se describe, así que he de reconocer que me llegó mucho, tanto el personaje como el trabajo actoral, y aunque esto sea una apreciación subjetiva, no le resta ni una pizca de mérito al sobresaliente trabajo de Mamen Godoy. Honesto, alejado de cualquier amaneramiento y sobre todo cargado de verdad, eso que tanto me gusta cuando veo una función de teatro.



La producción viene firmada por Virginia Flores, que mima a su actriz hasta el infinito para conseguir sacar lo mejor de ella, algo que se nota dado lo cómoda que se siente nuestra protagonista en su papel. Se ve un trabajo creativo consensuado y pactado hasta el milímetro, y partiendo de las características intrínsecas de Mamen Godoy, siendo la resolución de la obra muy inteligente en toda la extensión del espectáculo. Estamos ante una propuesta sencilla pero impecablemente llevada a cabo, con algunos acierto visuales a destacar, especialmente la sorprendente escena en la que se interpreta "Es Mi Hombre" uno de los mejores momentos de la función, y muy conseguido visualmente. La único que se puede decir, y es algo solventable y entendible dado que era función de estreno, es que todavía le falta un poquito de ritmo al espectáculo, algo que estoy absolutamente convencido que se va a ir arreglando a medida que vayan haciendo funciones. Flores conoce perfectamente lo que tiene entre manos y nos va llevando por los vericuetos de nuestra protagonista con una sucesión de escenas muy bien hilvanadas y muy bien resueltas, que le dan a la prducción una solidez y una calidad realmente estimable. Cuando se ama, y se cree en lo que se está haciendo se plasma en escena, y esta función es un claro ejemplo de lo que planteo.



En resumen una propuesta altamente recomendable, tanto para aquellos, entre los que me incluyo, que admiran a Mary Santpere, ya que el estudio sobre el artista es muy notorio, como para aquellos que aman el teatro. Estamos ante una función que es eso, teatro en estado puro, sólido como una roca, cargado de empaque, y resuelto de una forma mas que solvente. Yo no me la perdería, ¡avisados estáis!


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lunes, 19 de septiembre de 2016

La Venganza De Don Mendo, Garras De Astracán

Se estrenó la semana pasada (mas bien reestrenó ya que se trata de una reposición) una producción de La Venganza De Don Mendo en el Fernán Gómez, como no pude ver su estreno primigenio en unos Veranos de La Villa de hace un par de años, reconozco que tenía curiosidad por ver uno de los textos que mas me gustan de nuestra comedia cómica patria. Este Don Mendo creo que es el cuarto que veo en directo, amén de películas, grabaciones escénicas y lecturas del texto varias. Es decir, me la conozco muy bien y siempre me llama la atención. Aunque ya no me ría con ella como reía hace años me sigue resultando un título muy atractivo, y que suelo ver cada vez que se repone.
Don Mendo es para mí recuerdos de infancia, de descubrimientos y de búsqueda de textos parecidos casi febril durante ese momento de la vida en el que uno va dejando de ser niño para ir formándose como persona. El teatro cómico fue mi primer contacto como espectador con las tablas, y sigue siendo uno de mis géneros favoritos por encima de la alta comedia. Hacer reír a carcajadas, el noble arte de hacer reír, sigue siendo uno de mis favoritos y de los que mas admiro por su dificultad y por lo poco habitual que es encontrarlo en su vertiente mas noble o mas pura. Si un texto representa ese arte en toda su grandeza, ese texto es La Venganza De Don Mendo, así que con ganas de pasármelo bien me acerqué el pasado sábado al teatro dispuesto a no perderme ni una coma de este mítico título, y sobre todo dispuesto a reírme, me reí, me lo pasé bien y no perdí ni una coma porqué me encontraba sentado en la fila dos je, je, je.



Para hablar de La venganza De Don Mendo hay que hablar de la astracanada, ya que es inherente a la propia obra.
Astracanada o astracán: Subgénero teatral cómico muy popular en los escenarios españoles durante el primer tercio del S.XX cultivado por Pedro Muñoz Seca y Pedro Pérez Fernández (Wikipedia) .
La astracanada se caracteriza por lo extremado de su planteamiento cómico, donde lo único que importa es hacer reír y donde la trama argumental casi se resume a lo anecdótico, siendo mas importante el como se cuenta que lo que se cuenta. Para ello lo mas destacable es el uso del lenguaje, plagado de retruécanos y ripios a modo de parodia de nuestro idioma y de sus géneros literarios y teatrales,
La astracanada mas famosa de todas las escritas en pleno apogeo del género y quizás la única que realmente ha quedado en el repertorio español es La Venganza De Don Mendo, la cuarta obra mas representada en todo el mundo de nuestro teatro, y creo que uno de los textos mas recordados y populares de nuestro repertorio.
La Venganza De Don Mendo de Pedro Muñoz Seca  estrenada en Madrid en 1918 es una parodia de nuestro teatro del Siglo De Oro y de los dramones históricos decimonónicos de acartonado lenguaje e inamovible estructura igual de rígida que su métrica en cuanto a la versificación se refiere. Ambientada en el SXII nos cuenta la traición y el posterior intento de venganza de nuestro héroe aunque mas bien deberíamos llamarlo antihéroe.
Muñoz Seca sin duda escribió una obra maestra de gran eficacia tanto literaria como escénica que si bien no es el colmo del refinamiento en sus recursos cómicos, la inteligente parodia y sobre todo el alucinante uso del lenguaje son su fuerte, siendo el resultado muy apreciable y soportando el paso del tiempo sin el mas mínimo problema.



Vayamos con el elenco:

Marcelo Casas como Alfonso VI, Abad Mitrado y Clodulfo.
Dado el número de personajes de La Venganza, siempre hay algún actor que dobla personaje, en este caso Casas no hace dos si no tres papeles, siendo su trabajo perfecto y moviéndose en unos parámetros diferentes y atinados, desde el mas estereotipado Clodulfo en un código muy físico hasta un contenido Rey Alfonso VI pasando por el lacónico y graciosisimo Abad Mitrado cuyo uso de la letra "D" es todo un clásico del humor español. Casas cumple en todos los papeles y deja bien patente su verstilidad sin ningún problema.

Karmele Aranburu como Berenguela de Bacelona.
Soberbia es poco, en una impagable creación de una catalínisima Berenguela algo calenturienta y graciosísima desde que sale a escena. La Reina Berenguela siempre a pesar de la brevedad del papel suele ser representada por primeras actrices para darle el empaque necesario. Aranburu  demuestra que en escena sabe mandar, y su corto pero sustancioso monólogo es un ejemplo de aquello de que no hay papeles pequeños, sino actores pequeños. Brilla mucho y divierte al respetable en sus intervenciones. Con un verso impecablemente dicho (algo que es una tónica en todos los actores) y una presencia mas que notable.

Roberto Quintana como Doña Ramírez.
Quintana lleva a cabo una de las mejores creaciones del espectáculo, Doña Ramírez el aya de Magdalena, un tanto chismosa y mas fea que un dolor. Quintana es oro puro, no solo cuando habla, sino cuando simplemente escucha. Concentradísimo y cargado de matices ofrece un trabajo tan redondo que no hay fisura ninguna. Su continua complicidad con el público y sus apartes son de ovación y vuelta al ruedo, y lo que es mas importante la verdad que transmite en su personaje. Nos creemos a su Doña Ramírez, no vemos a un hombre haciendo de mujer vemos a una mujer en toda regla, y nos reímos con su peculiar forma de ser y su rico mundo interior de testigo y parte del "drama".

Jesús Cabrero como Marqués de Moncada.
Correcto con peros. Cierto que es un papel un tanto ingrato, pero se le puede sacar cierta chicha en algún momento que Cabrero desaprovecha durante el acto de la celda de Don Mendo. Cabrero "lava" un poco los textos y algunas frases están dichas excesivamente de paso, pero esto no es obstáculo para que cumpla y no nos chirríe en sus intervenciones. Muy galán y de estupenda presencia salva los trastos aunque no brille especialmente.

Vallery Tellechea como Azofaifa.
Azofaifa requiere de una actriz de carácter con cierta vis cómica, pero que basicamente transmita esa huracanada pasión hacia su amado Renato-Don Mendo. Tellechea correcta aunque un tanto rutinaria cumple en las escenas con Don Mendo, ya que la química con Ángel Ruiz es muy notoria, y en sus apartes se queda un poquito mas coja. Reconozco que estos papeles que todo el rato están diciendo lo mismo son ciertamente difíciles de ahí que no es fácil conseguir que no pase mas desapercibida. Un poquito mas de peso escénico o quizás una interpretación mas carismática hubiesen acabado de rematar su interpretación.

Chema Pizarro como Don Pero.
Pizarro aprovecha bien otro desagradecido personaje, demostrando que con presencia, control del texto y una buena vis cómica papeles que otras veces pasan desapercibidos se convierten en estimables. Su Don Pero, va creciendo a medida que avanza la función siendo a partir del acto del bosque donde el desarrollo del de Toro se va haciendo mas y mas interesante hasta la sabrosa "puntilla final" que redondea su interpretación de forma muy acertada.

Jesús Berenguer como Don Nuño.
Berenguer dota de aplomo y sabiduría escénica a este Don Nuño un poco despistado y ajado por los años. Berenguer sabe lo que hace y con su pachorra dota de la medida justa a su personaje, un tanto desdibujado en el texto de Muñoz Seca, y resuelto con solvencia desde todo ángulo.

Cristina Goyanes como Magdalena.
Goyanes dota de gran peso escénico a un personaje que suele ser bastante mal tratado en esta función, ya que se suele buscar actrices muy guapas pero poco talentosas para llevarla a cabo, en el caso de Cristina se cumplen las dos premisas necesarias para llevarla a buen puerto, bella y además buena actriz. Con un buen uso de la voz y sin llevar el personaje a lo extremado consigue que nos la creamos en un rol difícil que Goyanes mima y defiende con uñas y dientes  dotando de mucha personalidad a su Magdalena durante toda la función. Con un impecable tratamiento del verso y una dicción estupenda, Cristina Goyanes ofreció un trabajo de altura.

Ángel Ruiz, como Don Mendo.
Ángel Ruiz me ha ganado por la mano, lo reconozco, su interpretación cargadísima de matices de este difícil Don Mendo de enormes monólogos y retorcidos juegos de palabras es superior. Dotando al papel de una frescura inusitada y con una cuidadísima lectura del texto, consigue que todas sus intervenciones se nos pasen en un santiamén y que absolutamente todo lo que dice se entienda a la perfección, algo que dada la endiablada extensión del personaje no es ninguna broma. Concentrado hasta lo indecible, matizadísimo  y con una entrega muy de agradecer, Ángel Ruiz demuestra que su Don Mendo de personalísima lectura es un acierto de principio a fin.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
Jesús Castejón firma la propuesta de forma acertadísima, alejado de cualquier estridencia y sin caer en los excesos que el Don Mendo puede acarrear, va al turrón y con gran tino carga las tintas en el texto, en las interpretaciones y las acciones, siendo el resultado muy dinámico y donde todo está justificado como en el buen teatro ocurre. Castejón sabe que la comicidad del Don Mendo estriba en un porcentaje muy elevado en la palabra y para ello se sirve de un ritmo no frenético, pero si ligerito que hace que la función se nos pase en un suspiro. No quiero dejarme en el tintero el mayúsculo trabajo como asesora del verso de María José Goyanes, que realmente ha llevado a cabo una labor impecable, alejado de cualquier amaneramiento, esta   Venganza De Don Mendo posiblemente sea de todas las que he visto donde mejor dicho está el texto y donde mas se cuida la palabra. Los imposibles y difíciles textos de Muñoz Seca suenan con completo sentido, y todo se entiende a la perfección.
La obra planteada en un código bastante ortodoxo sin caer en lo rancio se sustenta en una funcional y casi conceptual escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda, escenógrafo que tantas alegrías nos da al respetable con sus insuperables creaciones. Sin duda la conjunción de todos los profesionales que en esta producción se encuentran dan un resultado excelente a todas luces, y de una solidez pasmosa, gracias a la solvencia profesional de toda la compañía.



En resumen un Don Mendo que no defrauda, con un plantel actoral mayúsculo y de gran honestidad en su acabado formal, demostrando que sin grandes alharacas se puede llegar a grandes dosis de excelencia en el resultado final. Si queréis pasar un buen rato sin preocupaciones, disfrutar de teatro sólido, y reíros sin complejos ésta es vuestra función. ¡Advertidos estáis!


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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Un Espíritu Burlón, Espectral Comedia Británica

La obra de Noël Coward, en España no es tan reconocida y apreciada como en otros países. Coward el rey del ingenio y de las frases lapidarias, no se prodiga en nuestras carteleras con la misma asiduidad que en el mundo anglosajón, supongo que debido a que sus comedias traducidas a nuestro idioma pierden algo de frescura, y que su humor, basado en la palabra y en la sutil elegancia, abunda en nuestros autores patrios, especialmente en aquellos que escribían en su época.
A mi me gustan mucho sus comedias, quizá un poco ingenuas para el público de hoy en día, pero deliciosas en su planteamiento, y que con una buena revisión y actualización, se pueden llevar a cabo sin problemas, para adaptarlas a los gustos de hoy en día.
Me enteré de la producción de un Espíritu Burlón que se está llevando a cabo en el Fernán Gómez hace tiempo, me llegaron informaciones de esta producción con otro elenco y otra dirección, para finalmente tomar cuerpo en el espectáculo que se está llevando a cabo en estos momentos, y la verdad es que no me lo pensé mucho a la hora de sacarme las entradas, Un Espíritu Burlón forma parte de mi infancia, con la estupenda adaptación cinematográfica llevada a cabo con gran tino por David Lean, con Rex Harrison, Margaret Rutherford y Constance Cummings en sus personajes principales. Este filme, es con gran justicia uno de los clásicos mas famosos del cine británico, y que recuerdo que me divirtió muchísimo cuando la vi de pequeñito.
Además del componente nostálgico, está el interés teatral, que reconozco que es mucho, ya que se trata de esos textos que hay que ver, y que no se llevan a cabo habitualmente en nuestras carteleras. Por tanto el pasado domingo, que parecía un sábado gracias al puente de La Almudena, me acerqué al Fernán Gómez dispuesto a pasar una agradable tarde de teatro sin complicaciones.
La cosa no fue del todo satisfactoria como iré contando.


Un Espíritu Burlón, estrenada en 1941 es uno de los mayores éxitos de Coward, y quizás su obra mas conocida. 
El texto nos cuenta los avatares que produce que se aparezca el espíritu de la anterior esposa de un escritor de éxito,  tras una estrafalaria sesión de espiritismo, para hacerle la vida imposible a su actual mujer. El asunto es un pretexto para poner en evidencia de forma amable la lucha de sexos, y las virtudes y defectos del matrimonio, con sus problemas y sus situaciones cotidianas reconocidas por todos.
El tono en el mas puro estilo de alta comedia, es delicioso, con un notable uso del lenguaje, como es habitual en Coward, y si bien es cierto que no es una obra de carcajada, si lo es de sonrisa continua, y mas que entretenida. Recuerda en algunos momentos al mejor Jardiel, por sus componentes surrealistas, y la estructura de la obra. Siendo esta función uno de los mas claros exponentes del teatro comercial inglés de su época, y una título imprescindible del repertorio británico.


Vayamos con la crítica:

Esperanza Candela, como Adela.
Correcta en el típico papel de criadita, que si bien es cierto no tiene mucha presencia, si ayuda en el desarrollo de la obra. Candela aporta bastante gracejo corporal y un buen tono vocal, siendo todas sus intervenciones muy agradables, y llevadas a buen puerto en líneas generales.

Lola Escribano y Antonio Albella como Violeta y Doctor Bermúdez respectivamente.
Ambos perfectos, especialmente Escribano que brilla mucho en su pequeño papel, imponente de tono y físico, no pasa desapercibida. ¡Como escucha esta señora y que bien se encuentra en escena!, me gustó mucho y es un claro exponente de aquella máxima que dice que no hay papeles pequeños, sino actores pequeños.
Albella pasa un poquito mas desapercibido, pero cumple, y ciertamente su personaje no está muy desarrollado en el texto, las da todas, con sentido y tino, no se puede pedir mas en personajes de estas características, que mal llevados, siempre cantan mucho.

Carla Hidalgo, como Elvira
Floja, la verdad. Elvira es uno de los bombones de la obra, se trata de la primera esposa del escritor, plagada de frases lapidarias, mucha retranca y un poquito de mala leche.
Hidalgo no está a la altura por varios motivos, el primero la falta de entidad actoral, no fui capaz de ver trabajo en este sentido, me pareció que Hidalgo, sin conocerla yo personalmente hacía de ella misma, quedando el personaje planísimo. No hay el suficiente peso como para dar vida a este difícil papel que necesita a una actriz de mas carácter que imprima los mimbres necesarios para que el personaje funcione. Si a esto le añadimos cierta impostación que encontré un tanto artifciosa en algunos momentos, pues acabamos de rematar. No me la creí, lo siento, esa fue mi apreciación, y creo que el problema estriba en que trabajar en un código televisivo, en teatro no funciona, siendo el resultado que  las interpretaciones parecen con poco fuelle, algo que aquí es muy notorio. Eso si, está bellísima como mandan los cánones y glamourosísima, verla es un deleite, lástima que la parte actoral esté tan floja, ya que fisicamente es perfecta para el papel.

Eva Torres, como Ruth
Estupenda, si bien es cierto que su papel tiene menos chicha de que el de Hidalgo, ya que ser la esposa terrenal del escritor es menos pintoresco, Torres cumple sin problema. Muy metida en el código de la función, da vida a una elegante esposa de clase media alta, un poco sobrepasada por los acontecimientos, y que sabe sacar las uñas cunado corresponde. Sus mejores momentos los da en las discusiones con su marido con Elvira por medio, que ella no ve, para acabar perdiendo los estribos de forma muy convincente.

Quim Capdevila, como Carlos.
Magnífico, en un difícil papel que se bate el cobre a base de bien durante toda la función. Este Carlos lleva el sustento de todo el texto desde que empieza hasta que acaba, y necesita de un actor lo suficientemente sólido como para que no se nos caiga el espectáculo. Capdevila sirve un espléndida función apoyada en una pasmosa naturalidad, un dominio absoluto del texto, y un dominio absoluto de sus escenas. Su personaje posee un atinado equilibrio entre lo cómico y lo serio, muy en el código de la función y del personaje. Capdevila ofrece un gran trabajo que me pareció mas que correcto, repleto de oficio y sabiduría.

Berta Ojea, como Madame Arcati.
Soberbia. Ojea es una gran actriz que siempre me gusta cuando la veo, y en este caso no fue menos. Su creación de esta peculiar medium, contenida dentro de los parámetros que rige el personaje, funciona desde todo prisma, gran sentido del ritmo, peculiar humor, justa extravagancia, y maravillosos juegos con la voz. Su interpretación llega gracias a que no cae en lo chabacano, a que sabe muy bien lo que tiene entre manos, y a su estupenda presencia sobre el escenario. Madame Arcati es el bombón de la obra, y Ojea lo sabe muy bien, entregándose sin fisuras a su composición, siendo la que se lleva la función de calle desde que sale a escena. Un diez para Berta Ojea.


Vayamos con la propuesta escénica:
Cesar Oliva firma la producción, con varios problemas. El primero el ritmo, cuesta entrar en la función, siendo las primeras escenas un tanto indigestas, algo imperdonable, ya que en este tipo de comedias como no se le de vida al texto estamos perdidos. Otro problema es la falta de frescura, todo es correctísimo, todo está perfectamente milimetrado, pero... el espectáculo no está gracioso, le falta vida, y en general la función adolece de cierto tono apagado, si a esto le sumamos un planteamiento un tanto rutinario, pues se queda en un espectáculo un tanto descafeinado, y que nos transmite la sensación de ya haber visto antes. Si bien es cierto que la producción visualmente es muy bonita, peca de cierto acartonamiento y es excesivamente convencional, algo que lastra el acabado final de la producción.
Se ve con agrado, pero del mismo modo que se ve se olvida, y nada destaca fuera de su innegable corrección, y un regusto a "teatro para señoras" que encontré un tanto apolillado, y que no acaba de resultar redondo.


En resumen, una propuesta excesivamente convencional, que para pasar una ligera tarde de teatro está bien, pero que no acaba de elevar un texto con tantas posibilidades al lugar que se merece. Espectáculo correcto, pero con poca chicha a nivel teatral, que a lo mejor no cumple con todas las espectativas, dentro claro está de unos niveles de calidad aceptables.


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martes, 25 de noviembre de 2014

El Zoo De Cristal, El Zoo Humano

Ya he hablado por estos lares de los que son mis tres autores estadounidenses favoritos, Tennesse Williams, Arthur Miller y  Eugene O´Neill. Siempre que se programa algún texto suyo, no lo dudo a la hora de asistir, así que cuando vi que se estrenaba El Zoo De Cristal, raudo y veloz me acerqué al Fernán Gómez, para disfrutar de una obra que no se ve habitualmente por nuestras carteleras, y que me apetecía mucho refrescar, ya que desde mis tiempos de estudiante de interpretación no la había revisado. Recordar un texto casi veinte años después da un poquito de miedo, ya que uno no es el mismo que en su tardía adolescencia, y lo que en aquel momento le parecía sublime, ahora le puede parecer un bodrio y viceversa.
Este Zoo de Cristal, sigue manteniendo el mismo encanto de aquel momento, me sigue pareciendo un texto delicioso, muy disfrutable, y que desgraciadamente tiene tremenda vigencia, dados los difíciles tiempos que nos han tocado en suerte.
Con gana y emoción contenida, por recuerdos acumulados de la juventud, me acerqué al teatro, un poco cauto, como hago siempre con los grandes textos, y dispuesto a disfrutar de una noche intensa y sobre todo a deleitarme con el imaginario del que para mi es el Federico García Lorca de los yanquis.
No me equivoqué, me lo pasé fenomenal, y se nos sirvió una estupenda velada teatral, mas que estimulante, y que nos dejó un estupendo sabor de boca al finalizar la representación.


El Zoo De Cristal, fue la obra que catapultó a la fama a Williams en la mitad de los años cuarenta del siglo pasado.
En este texto, se pueden encontrar señales de todo aquello que rodea al peculiar universo de Tennesse Williams, y no deja de ser una reflejo de todos los fetiches del autor, eso si, sin la pátina de lirismo que posteriormente caracterizaría a sus personajes. El texto claramente autobiográfico, ya mantiene las opresivas atmósferas que tan bien utiliza Williams, la explosiva protagonista de la función Amanda Wingfield, no deja de ser una semilla de la posterior Blanche Dubois, y los conflictos familiares de difícil solución son el eje central del texto.
El Zoo es una tragicomedia, de soberbios personajes, inspiradísimo texto y entretenido conflicto que sigue atrapando al espectador desde el principio de la función, y es sin duda un texto a reivindicar y que se merecía esta revisión, mas que oportuna en estos momentos. Este zoo humano que tan bien refleja la psicología del hombre, es pieza imprescindible del repertorio, y una gran texto que ya forma parte de la historia del teatro.


Vayamos con elenco, sólido como una roca, y muy atinado en líneas generales.

Carlos García Cortázar, da vida a Jim, un proyecto de pretendiente de la hija de esta familia desestructurada. García Cortázar, está mas que correcto, creando un vitalista personaje, que a pesar de ser un fracasado, se toma la vida como viene, y es intrínsecamente feliz. Su creación destaca, por su estupenda filosofía de vida, su bonhomía y la diferencia de actitud ante la vida, sobre el resto de los personajes de la función. A pesar de la brevedad de su papel, no pasa desapercibido, y exprime al máximo las posibilidades del mismo. Su escena con Laura es deliciosa, y su trabajo en clave naturalista, ofrece mucho control del ritmo, un poquito de alta comedia, y mucha ternura.

Pilar Gil, como Laura, la hija tullida de la protagonista de la obra. Personaje que no ambiciona absolutamente nada en la vida, pueril y tímida, que tan solo vive por algo con tan poca vida como es un zoo de cristal. Gil ofreció una sensible y en algunos momentos inquietante interpretación, de un difícil papel, que ella aborda desde la introspección, y la ternura. Su físico la hace perfecta, y dota de mucho patetismo a este bombón, que parece estar tan de paso en su casa como en su vida. Gil le dá cierta cualidad etérea a Laura, que va en perfecta consonancia con el personaje. Uno de los momentos mas tristes y cómicos a la vez, es cuando su madre le dice que pida un deseo, y le dice que no sabe que pedir. Esa es su gran tragedia, no va hacia ningún lado, ni quiere ir, y cuando parece que algo dota su vida de un poco de ilusión, es tan breve que no pasa de eso, mera ilusión momentánea que no hace mas que hundirla en su mundo interior. Sobresaliente para Pilar Gil, que ofreció momentos superlativos, sobre todo en el último cuarto de la función, donde su papel va tomando mas peso.

Alejandro Arestegui, da vida a Tom, alter ego de Tennesse Williams, atenazado en una familia de la que es sustento, con inspiraciones de escritor (pero que no pasa de dependiente en una zapatería) y con una castradora madre, que no le permite dar alas a su vocación, ya que intuye que sin su hijo, tanto ella como Laura, están abocadas al desastre. Arestegui sirvió un cerebral Tom, un tanto egoísta, pero del  que entendemos en sus motivaciones. Sus escenas con Silvia Marsó son un prodigio de entendimiento entre actores, y en líneas generales, ofreció una correcta visión de un personaje que conlleva grandes complicaciones, y que finalmente estalla y dice, ahí os quedáis con vuestras miserias, que yo me voy a hacer mi vida. Arestegui muy seguro y muy galán, sale mas que airoso del reto que le ha tocado en suerte, para deleite del respetable.

Silvia Marsó, da vida a Amanda, uno de los mas grandes personajes del teatro estadounidense, muy mitificado por las grandes actrices que lo han puesto en pie, y que sin duda es un bombón para cualquier actriz.
Marsó, quizás excesivamente joven, al menos en su aspecto físico, suple con gran pericia los impedimentos que a priori podemos encontrar para un papel de estas características, dotando a su Amanda de gran presencia, mucha seguridad, solidez, y sobre todo mucha vida. Su Amanda es muy creíble, tiene su gracia, aunque en algún momento nos apetezca estrangularla, y su sentido común, a veces aunque nos irrite, nos hace ver que en el fondo, aunque no en la forma, tiene razón en sus planteamientos.
Con aires de gran diva sobre el escenario, generosa con sus compañeros y derrochando talento, ofrece una interpretación de altura, y habla uno que la suele encontrar excesivamente fría habitualmente en sus interpretaciones. Un diez sin duda para Marsó que está para comérsela en un auténtico tour de force interpretativo que no debe pasar desapercibido.


La dirección escénica de Francisco Vidal, no se anda por las ramas, va a al turrón sin complicaciones, alejado de amaneramientos, y con una estudiada lectura del texto, que ayuda mucho a los actores, en cuanto a sus interpretaciones. Se ve claramente hacia donde quería llevar el espectáculo, y lo consigue sin problemas, logrando una función ágil, y divertida que no carga las tintas en lo melodramático, para sacar el máximo partido al delicioso texto de Williams. Busca naturalidad en los actores, y se agradece.
Un diez para Vidal, que sabe lo que tiene entre manos, y lo lleva a buen puerto sin ningún pero.


La propuesta escénica es sencilla, pero efectiva, bastante clásica pero no rancia, y aprovecha muy bien un espacio tan complicado como es el Fernán Gómez, con alguna que otra solución bastante interesante, como es el hecho de que todo ( o casi todo ) transcurra a ojos del espectador, dotando de mucho encanto teatral a la propuesta.


En resumen, una propuesta altamente recomendable, por lo difícil que resulta ver textos como este en nuestro panorama teatral, la impoluta propuesta, y mas que digno elenco, que demuestra que sin grandes medios, se pueden hacer las cosas de una forma mas que satisfactoria. Estoy convencido de que cualquier aficionado al teatro disfrutará muchísimo de este Zoo De Cristal, que como no podía ser de otra manera, me ha dejado maravillado por su solidez y extraordinaria vigencia, casi 70 años después de su estreno.



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