miércoles, 17 de diciembre de 2014

Entrevistándome, Que Es Gerundio






Hace unos días, Paperblog, me propuso una entrevista, en la que hablase sobre mi blog y el Teatro , a la que muy gustoso accedí. Reproduzco en su totalidad la entrevista, y lo que contesté. No es mi primera entrevista, pero si la primera como bloguero, así que como dicen en el sainete... " Perdonad sus muchas faltas ", espero que os guste, para mi ha sido un honor poder responder a este cuestionario, además de una experiencia muy divertida.
Agradezco a Paperblog la oportunidad brindada, y la difusión de esta entrevista.






 -¿Por qué decidiste crear el blog 'Desde la Platea?


Todo comenzó en Facebook, donde ponía pequeñas reseñas de las obras que iba a ver. Las reseñas funcionaban muy bien, y cada vez eran mas largas, así que un día decidí empezar esta locura, con mucho respeto hacia el Teatro y sus profesionales.
Posteriormente, viendo que el blog funcionaba, me dí cuenta de lo bien que podría resultar como pequeño lugar de acercamiento al mundo teatral para personas que no son público habitual, o que buscan consejo a la hora de asistir a un espectáculo.
Luego está también la necesidad que tengo de expresarme. En un principio escribía basicamente para mi, cuando fuí viendo que el contador de visitas subía, empecé a ser consciente de la responsabilidad que conlleva hablar de un espectáculo, y empecé a pensar en escribir para los demás. Pero para serte sincero, la satisfacción personal fue el motivo mas importante.





-¿Qué tipo de obras de Teatro son las que más te interesan?


No tengo ningún tipo de disciplina artística o espectáculo que me interese mas o menos, y en general soy espectador desprejuiciado.
Quizás el género que mas ame sea la lírica, por las dificultades que entraña englobar todas las artes  en un mismo escenario, y sobre todo por su característica mas particular, que en mi humilde parecer, es la sublimación de la realidad sirviéndose de la música.





-¿Crees que el Teatro español está bien considerado fuera de nuestras fronteras?


Rotundamente si, pero desgraciadamente las instituciones cada vez hacen menos por llevar nuestras producciones a otros países, sin darse cuenta de la estupenda carta de presentación que son nuestros artistas y nuestros espectáculos.





-¿Cuál es la obra que más te ha gustado y por qué?


Es muy difícil la pregunta, recuerdo Calígula con Luis Merlo y dirección de Tamayo en los años 90 que me produjo una honda impresión. También recuerdo la primera vez que vi una zarzuela a los 16 años, La Rosa Del Azafrán, que fue una auténtica revelación y mi primer contacto con mi amado mundo del canto. ¡Me pareció el espectáculo mas grandioso que había visto nunca!





- Por último, ¿Cuál es tu opinión con relación a la plataforma bloguera Paperblog?


¡Buenísima! pienso que somos muchas las personas con ganas de expresarnos y contar cosas, que en plataformas como la vuestra sentimos reconocido el trabajo que hacemos de forma ( al menos en mi caso ) completamente altruista, con el afán de compartir experiencias y conocimientos. Creo que sois pioneros en la difusión de un fenómeno que cada día va teniendo mas poso en la sociedad como son los blogs.






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lunes, 15 de diciembre de 2014

Dejando Volar A Edipo

La primera tragedia griega que leí fue Edipo Rey, no solo fue la primera, sino la que mas me impresionó, no se cuanto tuvo que ver mi estreno con los mitos griegos en ello. La cuestión es que varias cosas me alucinaron del mas complejo (psicológicamente hablando) personaje que los griegos pusieron sobre las tablas. La primera, la modernidad del texto, que me dejó mas que claro que poco se ha inventado en cuanto a estructura en el teatro desde los tiempos de Sófocles, y la segunda, sin lugar a dudas la tremenda tragedia que se cierne sobre Edipo y Yocasta, desgraciados héroes de esta historia mas grande que la propia vida, plagada de monstruosidades y que tan bien refleja la naturaleza humana en su vertiente mas primigenia. Los mayores tabúes del ser humano, sus mayores miedos, la confirmación de los errores y finalmente la asunción de los mismos de la forma mas salvaje posible, para que de una forma bastante traumática nos adentremos en el verdadero yo de cada uno, se pueden ver en esta tremenda historia. Entendemos a Edipo, entendemos sus motivaciones, y comprendemos que a pesar de acostarse con su madre sin saber la verdadera identidad de esta, cuando lo descubre, no es capaz de soportarlo, y decide en un acto menos piadoso que el suicidio arrancarse los ojos y cargar con su pecado toda la vida.


Ponerse en el lugar de Edipo, ciñéndonos exclusivamente al incesto, además de pedestre, sería poco efectivo como catártico, ya que si bien terrible, acostarse con la madre de uno mismo, no es algo que se encuentre a la orden del día. La vertiente mas psicológica de tan enorme personaje marioneta del destino, el empecinamiento por buscar la verdad y una vez encontrada obrar en consecuencia por muy doloroso que ello sea, es quizás lo que mas nos llega. Grandes cuestiones todas ella que mas allá del asunto de la coyunda maternal (que realmente es el catalizador para que lo anterior suceda) siguen llevándonos de cráneo a todos aquellos que pensamos un poquito, aunque solo sea delante de la taza del desayuno.

Me surgió la posibilidad de asistir a El vuelo De Edipo, monólogo interpretado por Luís Seguí, con la tragedia de Sófocles como telón de fondo, y finalmente después de varias intentonas conseguí ver este espectáculo que tanto me llamaba la atención.
Con un aguacero de mil demonios me acerqué al Barrio De Las Letras, a la Sala Trovador, con el ánimo dispuesto a emociones fuertes, con la seguridad de que iba a asistir a una propuesta arriesgada, y esperando una interpretación de órdago. No me equivoqué en lo mas mínimo.
Este Vuelo De Edipo, me heló la sangre y sorprendió a partes iguales, algo que es muy de agradecer cuando se va al teatro.



El Vuelo De Edipo, se desarrolla en una especie de vertedero donde el protagonista de la tragedia vive su vejez, envuelto en sus propios recuerdos y obsesiones, de las que como es lógico no ha salido indemne. Digamos , y esta es una interpretación única y exclusivamente mía, que se encuentra en su Hades particular, sufriendo su también particular condena, que es revivir una y otra vez su tragedia. De esta forma, de manera abreviada, y muy bien condensada, se nos cuenta la tragedia de Sófocles desde un punto de vista muy psicológico y muy humano, llevándonos directamente a los cuatro grandes conflictos de la obra, el incesto, el parricidio, la búsqueda de la verdad y la sumisión ante los avatares del destino.



Luis Seguí da vida de forma asombrosa a este creíble Edipo, contradictorio y humano como el que mas, que no soporta su pecado, pero que sigue deseando a su madre de forma enfermiza, y que sigue sin asumir, aunque esté resignado, todo aquello que le ha venido encima.
La interpretación de Seguí tiene dos vertientes muy claras, el Edipo Viejo y el Edipo Joven, siendo dos personajes muy distintos y muy bien enlazados en lo dramático. Cuando empieza la función Seguí ofrece una interpretación mas corporal y exterior, que a medida que el personaje avanza se va tornando mas interiorizada y compleja, llegando al paroxismo en el último cuarto del monólogo.Este Edipo de primarios instintos, belicoso y bastante irracional, se va transformando en un hombre mas reflexivo y sobrepasado por la situación según avanza el drama.
Luis Seguí consigue que todos los estados de ánimo se entiendan a la perfección, y su esforzadísimo trabajo, impresiona al mas pintado, tanto por su estupenda forma física, como por la bestial (no encuentro otro adjetivo) implicación emocional, para transmitir la tortura interior por la que Edipo está pasando. El final de la función es de infarto, llegando a producir la tan cacareada catarsis, tan pocas veces conseguida. Seguí nos atraviesa con sus enajenados ojos, y nos deja de piedra cuando se los arranca, algo que si no llega a ser por el espléndido recorrido de su personaje, el monumental estudio de la psicología edípica y el redondo tratamiento de un difícil texto que Seguí hace suyo sin problemas, sería totalmente imposible.
Estamos ante un trabajo mayúsculo, de gran calado, complicadísima ejecución y que no debería pasar desapercibido en absoluto. Seguí se deja la piel en escena, y en un agotador ejercicio de desgaste tanto físico como emocional, deja entrever todos los recovecos del alma humana en todas sus vertientes.
Un diez sin duda para Luis Seguí, por su gallardía a la hora de sumergirse en este difícil papel que tiene entre manos, su honestidad en cuanto a su forma de trabajo, donde prima la verdad y no los golpes de efecto y su conmovedor resultado final, impresionante en su conjunto, y mas que complejo en su esencia.



Vayamos con la propuesta escénica.
Nazan López dirige este monólogo con magistral pulso dramático, gran sentido del ritmo y algunos hallazgos escénicos muy conseguidos, la grabadora como contenedor de los mórbidos recuerdos de Edipo y esa representación de Yocasta como madre nutricia y a la vez oscuro objeto del deseo de Edipo, son sin duda dos grandes aciertos, del mismo modo el uso de los elementos escénicos es notable y las inquietantes atmósferas conseguidas son otro valor a tener en cuenta.
López sabe lo que quiere y la visión de Edipo que nos quiere dar, pero también da alas a la creatividad de Seguí, dejando que todo fluya de forma correcta, y consiguiendo un espectáculo que funciona a las mil maravillas.Influenciado por Peter Brook y la mas reciente Violación de Lucrecia, este Vuelo de Edipo, no deja indiferente a nadie, tanto por su crudeza, como por el altísimo nivel artístico que ofrece. López sorprendentemente joven, consigue dotar de mucho peso esta arriesgada propuesta y da atisbos de un gran poso en cuanto a cultura teatral se refiere.

Mención aparte merece el soberbio texto de Jesús Javier Lázaro, inteligentísimo, nada complaciente y que deja que el espectador reflexione ante lo que está presenciando. Lázaro limpia de polvo y paja a Edipo va al turrón sin pararse en lo superfluo y deja totalmente al descubierto los conflictos humanos y psicológicos de la tragedia de Sófocles.



En resumen una mas que recomendable propuesta, de gran calado en lo literario, impactante interpretación e impoluto acabado formal. Estamos ante TEATRO, así con mayúsculas, de primer nivel y con un trabajo encomiable, intelectual y actoralmente. Una propuesta arriesgada e incómoda, que sin duda deja impactado al espectador.
Solo les queda un sábado mas de representaciones!!! os la recomiendo encarecidamente!!
Largo vuelo a Edipo!!!!


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jueves, 27 de noviembre de 2014

Los Diamantes De La Zarzuela

Después del tremendo fiasco que supuso Carmen en el Teatro De La Zarzuela, estaba ansioso por ver un espectáculo de lírica española que me resarciera de aquella decepción.La producción que en estos momentos se está llevando a cabo en dicho coliseo, apuntaba maneras, tanto por lo que me habían contado como por lo que había vislumbrado en algún vídeo, tanta era mi expectación que en un arrebato mañanero me dije... esta tarde a ver Los Diamantes De La Corona!!, dicho y hecho, llamé a un amigo y nos presentamos en la Calle Jovellanos con cierto mono zarzuelero y algo de reserva ( no mucha) ya que uno está muy escaldado en estas lides.
Por casualidades de la vida era función de estreno, con sus ventajas e inconvenientes, la principal ventaja es encontrarse con amigos y conocidos, y el inconveniente, es el público de estreno , en general frío y poco espontáneo en su labor, pero que sorprendentemente cayó rendido a los pies de de esta soberbia producción, entregándose al estupendo trabajo que pudimos disfrutar.
Encaramado en mi querido gallinero, esta vez sin prismáticos y arrebujado en las cada vez mas destartaladas butacas de uno de los teatros que mas amo, me dispuse a disfrutar de un título poco visto y apetecible como es Los Diamantes De La Corona.



En Barbieri está la madre del cordero, me explico. Barbieri fue el compositor que sentó las bases de la zarzuela, con los parámetros que hoy en día conocemos, pero además de esto, fue un prolífico y estupendo músico cuyo legado es indiscutible e imprescindible en nuestro legado cultural.



Los Diamantes De La Corona, forma parte junto con Pan y Toros y El Barberillo de Lavapiés de la terna mas famosa de composiciones de Asenjo Barbieri.
La obra que esta crítica ocupa denominada como Zarzuela en tres actos, a partir de la ópera cómica francesa de mismo título, con libreto de Francisco Camprodón, tiene en lo literario menos enjundia que las anteriormente citadas y la carga de crítica política es menos importante, dando prioridad a los asuntos amorosos y a la comedia aburguesada de inspiraciones mozartianas, que tan en boga estaban en la época de su estreno. De verso fácil y un poco ripioso (no en exceso)  resulta un agradable entretenimiento de suave comicidad y crescendo dramático muy bien resuelto y que culmina en un soberbio último acto, perfectamente tramado.
Musicalmente la obra es una joya, digamos por hacer el chiste fácil, un diamante, de solemne orquestación, grandiosos coros, inspiradísimas romanzas y sorprendentemente moderna en algunos momentos dado el carácter netamente seminal de la misma.
Barbieri compuso una zarzuela muy ambiciosa en lo musical que sigue llegando al espectador por su indudable calidad y lo refinado de su propuesta en lo que a la partitura se refiere.


Vayamos con el elenco, atinadísimo en general y en el que prima la homogeneidad.

Gerardo Bullón, barítono, como Don Sebastián. Bullón está correctísimo, vocalmente impecable, de bonito timbre, emisión perfecta y mas que aceptable volumen. La parte actoral es prodigiosa, gran seguridad, vis cómica y dotando de mucha entidad un personaje bastante desagradecido que Bullón aprovecha consiguiendo una deliciosa pinturita. Reconozco que me supo a poco. 

Fernando Latorre, bajo-barítono, como Rebolledo. A Latorre le ha tocado en suerte uno de los bomboncitos de la función, si bien es cierto que el papel no le va vocalmente tanto como debería, cumple. Fuerza un poco en la zona grave y se queda algo calante en algunos momentos, pero no molesta en exceso, sobrado de volumen, lleva muy inteligentemente a su terreno este papel, salvando de esta manera las posibles deficiencias que mas arriba comento. Actoralmente está correcto con momentos muy conseguidos, especialmente al final del Primer Acto y al principio del Tercero.

Ricardo Muñiz, tenor, como el Conde de Campomayor. Muñiz está absolutamente soberbio, en un papel que le va estupendamente. Muñiz es uno de nuestros artistas mas importantes y aquí lo vuelve a demostrar una vez mas. Vocalmente va sobradísimo, para un tenor de sus características acostumbrado a llevar a cabo, Fernandos, Leandros y José Marías varios, este conde es lo que vulgarmente llamaríamos " un paseo ". Seguro, de voz potente, perfecta emisión, bellísimo timbre y sin el mas mínimo problema en las partes mas comprometidas. Actoralmente es un prodigio, natural, muy creíble y muy gracioso. Me sorprendió muy gratamente, ya que si bien correcto, Muñiz suele ser muy sobrio en sus composiciones actorales, En esta función está aprovechadísimo, y se divierte mucho en su papel, algo que se nota. Rotundo éxito de Ricardo Muñiz, y uno de los triunfantes de la noche, vista la respuesta del respetable en los saludos.

Darío Schmunck, tenor, como el Marqués de Sandoval. Irregular, de menos a mas, pero en líneas generales el mas flojo a nivel vocal de todo el elenco. Schmunck sirvió una destempladísima romanza, o aria (ya que así viene en partitura) inicial. Reconozco la dificultad de esta pieza que tanto me gusta, y que cantarla en frío tiene sus complicaciones, y que a Schmunck le pilla fatal, la defiende como puede, sin ser del todo satisfactorio. Me quedo con su bonito timbre y bello agudo, el paso de la voz lo tiene muy extraño, y en general pierde la línea de canto durante toda la función. Estuvo mas acertado en sus dos dúos con las sopranos de la obra, pero en líneas generales no acabó de convencerme del todo por los problemas que relato. En la parte actoral está correcto, muy gracioso, con momentos ciertamente interesantes. Si su interpretación vocal hubiese sido mas redonda, estaríamos ante un trabajo superlativo, pero Schmunck aprueba solo por los pelos.

Cristina Faus, mezzosoprano, como Diana, maravillosa en un papel que parece escrito para ella. Sirvió una Diana muy refinada en la parte vocal, con una bonita voz, grande, de agudo fácil, mucha musicalidad y bello fraseo. Perfecta en el celebérrimo Bolero, su dúo con el tenor fue una delicia y en los distintos concertantes de la función cumple con creces sin el mas mínimo problema. La voz no pesa nada, suena muy fresca y resulta muy placentero escucharla. Actoralmente está fabulosa, tiene el papel pilladísimo y convierte en sencillo lo difícil, alejada de cualquier amaneramiento es un prodigio de naturalidad escénica, el vínculo con su padre interpretado por Ricardo Muñiz es estupendo, y sus intervenciones en el Último Acto oro puro. Un diez para Cristina Faus, que ha sido una de las sorpresas de la velada.

María José Moreno, soprano, como Catalina. Moreno sirvió una refinadísima función, especialmente en el Segundo y Tercer Acto, que nos deleitó con una interpretación vocal de altura. Su romanza final fue absolutamente espectacular, dando la nota mas lírica de la noche, y llevándose la ovación de la velada. Voz bellísima, de ricos matices que nos encandiló con su sensible creación, plagada de buen gusto y con una lectura muy acertada, dando exactamente lo que Barbieri pretendía en su partitura. Escuchar su romanza fue mágico, en ese instante el mundo se paró en el Teatro De La Zarzuela, para fortuna de los que ayer nos encontrábamos entre el público. Soberbia es poco. Que voz, señores que voz!!. Actoralmente está correctísima y va de menos a más a medida que avanza el espectáculo, cumple sobradamente y aunque no cumpliera nos daría igual ante la calidad que ofrece en la parte musical. Sobresaliente con matrícula de honor para María José Moreno.



Mención aparte merece el coro, otra de las estrellas de la noche, especialmente atinado fue el Coro de Monederos, una de mis piezas favoritas de Barbieri, el Concertante del Segundo Acto y la Introducción al Tercero. Empastadísimo, gran afinación y de increíble emisión, ya que no se pierde ni una coma de lo que cantan. Nos ofrecieron una función soberbia. Escénicamente están estupendo, se divierten mucho y se nota, y parecen resarcirse del desastre de Ana Zamora y su Carmen, que parecía desconocer totalmente el lujo que supone tener en escena un coro de las características del que esta crítica ocupa.

Oliver Díaz, dirigió la Orquesta De La Comunidad De Madrid con mano de hierro, consiguiendo un sonido muy conciso, ampuloso y con una estupenda conexión foso-escenario que enriquece muchísimo la función. Díaz ofreció una visión muy teatral de la partitura, cuidando muchísimo a los cantantes y con gran sentido del espectáculo. Dirigir música escénica no es lo mismo que dirigir un concierto, algo que Díaz sabe muy bien. Se nos sirvió una función muy viva, muy matizada y sobre todo muy pensada.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
José Carlos Plaza, sin duda alguna se ha lucido, la producción es de una belleza exquisita, siendo un armonioso crescendo visual que culmina en un Acto Tercero, cercano a la suntuosidad de la opereta, y que no deja indiferente a nadie. La apertura de telón del Último Acto, fue aplaudida con gran justicia, algo que no es habitual en nuestros teatros. Plaza en un derroche imaginativo, ofrece una serie de cuadros de un refinamiento extremo, basado en algo tan sencillo como son los telones pintados y que funciona a las mil maravillas, dotando a todo el espectáculo de una pátina de irrealidad un tanto mágica que encandila al mas valiente, gran parte del mérito está en las magníficas luces de Francisco Leal, tremendamente atmosféricas, que dotan de mucho volumen al espacio escénico y que engrandecen todavía mas, esta interesantísima propuesta. Igualmente soberbios son los espectaculares figurines de Pedro Moreno que ayer fue homenajeado en el Teatro De La Zarzuela. La función está vestida de forma impecable, dotando todavía de mas empaque al espectáculo.



En resumen, una propuesta imprescindible para el aficionado a nuestro género lírico y para cualquier aficionado al teatro. Su exquisitez visual, su inmejorable plantel artístico, y su impecable acabado formal, hacen muy apetecible a este espectáculo que cumple con creces las expectativas puestas en el. Están hasta el catorce de diciembre, os lo recomiendo encarecidamente, y el seguro servidor que aquí suscribe, que diría un zarzuelero, piensa volver para ver el segundo reparto, que tampoco es manco, je, je, je. Como aclaración decir que las fotos, no se corresponden en su totalidad al elenco que yo vi.

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martes, 25 de noviembre de 2014

El Zoo De Cristal, El Zoo Humano

Ya he hablado por estos lares de los que son mis tres autores estadounidenses favoritos, Tennesse Williams, Arthur Miller y  Eugene O´Neill. Siempre que se programa algún texto suyo, no lo dudo a la hora de asistir, así que cuando vi que se estrenaba El Zoo De Cristal, raudo y veloz me acerqué al Fernán Gómez, para disfrutar de una obra que no se ve habitualmente por nuestras carteleras, y que me apetecía mucho refrescar, ya que desde mis tiempos de estudiante de interpretación no la había revisado. Recordar un texto casi veinte años después da un poquito de miedo, ya que uno no es el mismo que en su tardía adolescencia, y lo que en aquel momento le parecía sublime, ahora le puede parecer un bodrio y viceversa.
Este Zoo de Cristal, sigue manteniendo el mismo encanto de aquel momento, me sigue pareciendo un texto delicioso, muy disfrutable, y que desgraciadamente tiene tremenda vigencia, dados los difíciles tiempos que nos han tocado en suerte.
Con gana y emoción contenida, por recuerdos acumulados de la juventud, me acerqué al teatro, un poco cauto, como hago siempre con los grandes textos, y dispuesto a disfrutar de una noche intensa y sobre todo a deleitarme con el imaginario del que para mi es el Federico García Lorca de los yanquis.
No me equivoqué, me lo pasé fenomenal, y se nos sirvió una estupenda velada teatral, mas que estimulante, y que nos dejó un estupendo sabor de boca al finalizar la representación.


El Zoo De Cristal, fue la obra que catapultó a la fama a Williams en la mitad de los años cuarenta del siglo pasado.
En este texto, se pueden encontrar señales de todo aquello que rodea al peculiar universo de Tennesse Williams, y no deja de ser una reflejo de todos los fetiches del autor, eso si, sin la pátina de lirismo que posteriormente caracterizaría a sus personajes. El texto claramente autobiográfico, ya mantiene las opresivas atmósferas que tan bien utiliza Williams, la explosiva protagonista de la función Amanda Wingfield, no deja de ser una semilla de la posterior Blanche Dubois, y los conflictos familiares de difícil solución son el eje central del texto.
El Zoo es una tragicomedia, de soberbios personajes, inspiradísimo texto y entretenido conflicto que sigue atrapando al espectador desde el principio de la función, y es sin duda un texto a reivindicar y que se merecía esta revisión, mas que oportuna en estos momentos. Este zoo humano que tan bien refleja la psicología del hombre, es pieza imprescindible del repertorio, y una gran texto que ya forma parte de la historia del teatro.


Vayamos con elenco, sólido como una roca, y muy atinado en líneas generales.

Carlos García Cortázar, da vida a Jim, un proyecto de pretendiente de la hija de esta familia desestructurada. García Cortázar, está mas que correcto, creando un vitalista personaje, que a pesar de ser un fracasado, se toma la vida como viene, y es intrínsecamente feliz. Su creación destaca, por su estupenda filosofía de vida, su bonhomía y la diferencia de actitud ante la vida, sobre el resto de los personajes de la función. A pesar de la brevedad de su papel, no pasa desapercibido, y exprime al máximo las posibilidades del mismo. Su escena con Laura es deliciosa, y su trabajo en clave naturalista, ofrece mucho control del ritmo, un poquito de alta comedia, y mucha ternura.

Pilar Gil, como Laura, la hija tullida de la protagonista de la obra. Personaje que no ambiciona absolutamente nada en la vida, pueril y tímida, que tan solo vive por algo con tan poca vida como es un zoo de cristal. Gil ofreció una sensible y en algunos momentos inquietante interpretación, de un difícil papel, que ella aborda desde la introspección, y la ternura. Su físico la hace perfecta, y dota de mucho patetismo a este bombón, que parece estar tan de paso en su casa como en su vida. Gil le dá cierta cualidad etérea a Laura, que va en perfecta consonancia con el personaje. Uno de los momentos mas tristes y cómicos a la vez, es cuando su madre le dice que pida un deseo, y le dice que no sabe que pedir. Esa es su gran tragedia, no va hacia ningún lado, ni quiere ir, y cuando parece que algo dota su vida de un poco de ilusión, es tan breve que no pasa de eso, mera ilusión momentánea que no hace mas que hundirla en su mundo interior. Sobresaliente para Pilar Gil, que ofreció momentos superlativos, sobre todo en el último cuarto de la función, donde su papel va tomando mas peso.

Alejandro Arestegui, da vida a Tom, alter ego de Tennesse Williams, atenazado en una familia de la que es sustento, con inspiraciones de escritor (pero que no pasa de dependiente en una zapatería) y con una castradora madre, que no le permite dar alas a su vocación, ya que intuye que sin su hijo, tanto ella como Laura, están abocadas al desastre. Arestegui sirvió un cerebral Tom, un tanto egoísta, pero del  que entendemos en sus motivaciones. Sus escenas con Silvia Marsó son un prodigio de entendimiento entre actores, y en líneas generales, ofreció una correcta visión de un personaje que conlleva grandes complicaciones, y que finalmente estalla y dice, ahí os quedáis con vuestras miserias, que yo me voy a hacer mi vida. Arestegui muy seguro y muy galán, sale mas que airoso del reto que le ha tocado en suerte, para deleite del respetable.

Silvia Marsó, da vida a Amanda, uno de los mas grandes personajes del teatro estadounidense, muy mitificado por las grandes actrices que lo han puesto en pie, y que sin duda es un bombón para cualquier actriz.
Marsó, quizás excesivamente joven, al menos en su aspecto físico, suple con gran pericia los impedimentos que a priori podemos encontrar para un papel de estas características, dotando a su Amanda de gran presencia, mucha seguridad, solidez, y sobre todo mucha vida. Su Amanda es muy creíble, tiene su gracia, aunque en algún momento nos apetezca estrangularla, y su sentido común, a veces aunque nos irrite, nos hace ver que en el fondo, aunque no en la forma, tiene razón en sus planteamientos.
Con aires de gran diva sobre el escenario, generosa con sus compañeros y derrochando talento, ofrece una interpretación de altura, y habla uno que la suele encontrar excesivamente fría habitualmente en sus interpretaciones. Un diez sin duda para Marsó que está para comérsela en un auténtico tour de force interpretativo que no debe pasar desapercibido.


La dirección escénica de Francisco Vidal, no se anda por las ramas, va a al turrón sin complicaciones, alejado de amaneramientos, y con una estudiada lectura del texto, que ayuda mucho a los actores, en cuanto a sus interpretaciones. Se ve claramente hacia donde quería llevar el espectáculo, y lo consigue sin problemas, logrando una función ágil, y divertida que no carga las tintas en lo melodramático, para sacar el máximo partido al delicioso texto de Williams. Busca naturalidad en los actores, y se agradece.
Un diez para Vidal, que sabe lo que tiene entre manos, y lo lleva a buen puerto sin ningún pero.


La propuesta escénica es sencilla, pero efectiva, bastante clásica pero no rancia, y aprovecha muy bien un espacio tan complicado como es el Fernán Gómez, con alguna que otra solución bastante interesante, como es el hecho de que todo ( o casi todo ) transcurra a ojos del espectador, dotando de mucho encanto teatral a la propuesta.


En resumen, una propuesta altamente recomendable, por lo difícil que resulta ver textos como este en nuestro panorama teatral, la impoluta propuesta, y mas que digno elenco, que demuestra que sin grandes medios, se pueden hacer las cosas de una forma mas que satisfactoria. Estoy convencido de que cualquier aficionado al teatro disfrutará muchísimo de este Zoo De Cristal, que como no podía ser de otra manera, me ha dejado maravillado por su solidez y extraordinaria vigencia, casi 70 años después de su estreno.



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domingo, 9 de noviembre de 2014

La Fille Du Regiment, Lo Leve, Si Bueno, Dos Veces Bueno

La ópera cómica, no es la que mas me apasiona, salvo honrosas excepciones, como es el caso de El Elixir De Amor y el Barbero De Sevilla. Don Pasquale me aburre soberanamente y no acabo de pillarle el punto a la comicidad de la lírica. Donde esté un buen dramón desmelenado, en el que la soprano estire la pata como mandan los cánones, a poder ser de la forma mas lacrimógena o truculenta posible, que se quiten los escarceos amorosos, o entretenimientos burgueses que tanto juego dan en las múltiples partituras que hacen las delicias de muchos espectadores. La Fille Du Regiment por tanto no está dentro de mis títulos favoritos, y por supuesto dentro de la obra de Donizetti, mis dos piedras angulares son Lucia Di Lammermoor (uno de mis títulos de cabecera) y La Favorite. A pesar de ello, lo encuentro un título agradable, fácil de escuchar y fácil de ver, siempre que tenga un elenco apropiado, ya que la obrita en cuestión, musicalmente se las trae.
Inauguro con La Fille Du Regiment mi escuetísima temporada operística, ya que el Real, este año ha tenido a bien que los pobres que solo podemos acceder al abono popular, tengamos el gusto de asistir a dos títulos de ópera y a un ballet, para que luego, eso si, en el patio de butacas, haya mas huecos que en una convención sobre la vida amorosa de los mejillones africanos, ya que la política de precios del Real, cada año se aproxima mas a un ejercicio de elitismo, que me produce a partes iguales tristeza y escalofríos.



El pasado día cinco me acerqué al Real, con buen ánimo, ganas de disfrutar lo que parecía una puesta agradable, y que había salido triunfante en cuanto al nivel musical. No me equivoqué, salí mas contento que unas castañuelas, algo que después del fiasco de la Carmen de La Zarzuela, me supo a gloria pura.
 Por abono me tocó segundo reparto, y  aunque me hubiese encantado escuchar el Tonio de Javier Camarena, tenor de moda y de modos exquisitos en cuanto al canto se refiere, estaba muy contento con el reparto que me había tocado en suerte y reconozco que estaba encantado con Désirée Rancatore, mucho mas en este Teatro Real, escasito en figuras de relumbrón. Además escuchar a mi admirado Luis Cansino me resultaba la mar de placentero, así que no podía pedir mas.
Aterido de frío, apabullado por los percances del día a día, y dispuesto a sumergirme a fondo en la música para olvidarme del gris imperante, me acerqué al coliseo madrileño, sabiendo que iba a disfrutar.
La Fille, es tan leve que casi parece un juguetito, su argumento no es mas que un pretexto para que los cantantes se luzcan con complicadísimos y estratosféricos desafíos vocales, pero que a pesar de su liviandad, puede resultar deliciosamente naif, y hasta divertida en algunos momentos, le perdonamos sus excesos patrióticos, lo descabellado del asunto, y lo simple de la historia, por su bella partitura, y su estupendo equilibrio entre obvia comicidad y sensible sentimentalismo.



Vayamos con el elenco, estupendo en líneas generales.
Comprimarios perfectos, Isaac Galán, Mathieu Bettinger, y Pedro Quiralte-Gómez, cumplen a la perfección, enriqueciendo con su trabajo, esta estupenda producción.

Ángela Molina, como la Duquesa Crakentorp, papel enteramente hablado. Molina, ofreció una interpretación muy personal, muy bien apoyada en su físico, con ciertos ecos de la madrastra de la Cenicienta en la película de Walt Disney, Ángela Molina está muy atinada, dando la justa medida de locura y comicidad a un extremado papel que ella domina sin el mas mínimo problema, Este personaje es un " paseo " para una actriz de las características de la Molina. Ella sola llena perfectamente el gigantesco escenario del Real con su imponente presencia.

Rebecca de Pont Davies, como la Marquesa de Berkenfield. Pont Davies, mezzo pura sirvió una excelente creación tanto en lo vocal como en lo actoral, su oscuro timbre le dió muchísimo juego, y nos deleitó especialmente en su Aria del Primer Acto, que funcionó como estupendo entremés para que el espectador fuese entrando en la función. Su dominio del instrumento y los matices cómicos con los que aderezó sus intervenciones musicales, hicieron las delicias del respetable. Perfecta emisión e imponente francés en las partes habladas. Actoralmente está soberbia, dando vida a una peculiar aristócrata, con algún que otro secreto que guardar, y un tanto excéntrica en su forma de ser. Luce elegantísima y sabe sacar el máximo rendimiento a su bonito papel.

Luis Cansino, inconmensurable como el Sargento Sulpice, en código de basso buffo, atinadísimo en lo vocal y soberbio sin concesiones en lo actoral. Cansino las da todas, su bello timbre es de sobra conocido y aprovechado por Cansino en los momentos que mejor le van, especialmente atinado estuvo en el Terceto del Segundo Acto, donde nos obsequió con uno de sus característicos agudos de impresión, que me dejó anonadado. Su fraseo y su gusto cantando están mas que demostrados y una vez mas Luis Cansino así lo demostró sobre las tablas, muy seguro y conociendo a la perfección su oficio, se llevó con gran justicia una de las ovaciones de la noche. Actoralmente está magnífico, su trabajo trasciende mas allá de lo meramente vocal, para realizar una pinturita muy querible y tierna que el espectador se lleva para casa en su corazón. Impagable su composición corporal, ayudada por un estupendo maquillaje y botarga, que el aprovecha hasta las últimas consecuencias. Verle caminar a pasitos cortos por el escenario es una gozada, y solo con eso, su personaje está completamente definido. Un diez para uno de nuestros barítonos con mas proyección y que espero verle mas veces sobre el escenario del Real. Artistas españoles y de calidad como en este caso,precisamente ahí es donde deben estar, en un teatro de referencia musical a nivel mundial como es el Teatro Real.

Antonio Siragusa ofreció un mas que estimable Tonio, de precioso timbre y colocadísimos agudos, que llegaron a lo sublime en algunos momentos, como en la celebérrima y complicadísima aria A Mes Amis, auténtica prueba de fuego para cualquier cantante  y que Siragusa cantó sin el mas mínimo problema. Un poquito menos atinado estuvo en su segunda aria, en la que ya denotaba cierto cansancio, algo perdonable teniendo en cuenta las dificultades vocales del papel que le ha tocado en suerte.Comparaciones aparte Siragusa lo dio todo, mas que dignamente, cumpliendo con gran eficacia en un papel cuyos referentes son tan enormes que siempre ponen en el disparadero al tenor de turno. Actoralmente está mas que correcto, dotando de gran ternura a un personaje que no acaba de estar del todo bien perfilado en el libreto pero que el sabe aprovechar muy bien, Otro momento espectacular fue el Dúo del Primer Acto con Marie, que resultó uno de los momentos mas líricos de la velada.

Para finalizar Désirée Rancatore como Marie. Absolutamente soberbia sin concesiones, Rancatore ofreció una sensible creación de  esta Hija Del Regimiento, que es un toro dificil de lidiar y que ella, sabe torear de forma pasmosa, Désirée hace fácil lo difícil, y consiguió embelesarnos con su esforzadísima ejecución musical, que nos llevó al séptimo cielo a los aficionados, ofreciendo varios momentos estratosféricos, especialmente atinada estuvo en el final del Primer Acto, con unos filados y pianos impresionantes. Rancatore, tiene una voz grande, nada pesada, de agudos perfectos y bellísimo centro que la hacen perfecta para este complicado papel. Su fraseo es delicioso, y tiene un gusto impecable a la hora de cantar. Escuchar como la sala se llena de sus bellos armónicos es un placer para los sentidos que no deja indiferente a nadie. Actoralmente está para comérsela, tiene el papel pilladísimo, y ofrece una pizpireta, masculina y un tanto brutota Marie, que ofreció momentos de gran comicidad, su desmayo en el final de la obra me hizo soltar una sonora carcajada, y su creación a nivel corporal es soberbia, pequeñita físicamente, luce perfecta para esta mujer de (nunca mejor dicho) armas tomar. Un diez para Rancatore, que ofreció una de las mejores interpretaciones femeninas que he disfrutado en el Real en los últimos tiempos.



Coro mas que correcto, como es habitual en el Real, y que sigo diciendo que es uno de los mejores coros del mundo. Especialmente atinadas estuvieron las féminas en el primer número de la función, y muy bien movido en todas sus intervenciones, siendo especialmente divertida su aparición en la parte final de la ópera, como esa caterva de caducos nobles, que fueron motivo de gran hilaridad para el respetable.

La dirección musical por parte de Jean-Luc Tingaud, estuvo muy atinada en líneas generales, si bien es cierto que en la Obertura estuvo un poco desajustado en los volúmenes, y se le fue la orquesta un poco de las manos, posteriormente ya no hubo desajustes y acompañó a la perfección a los cantantes, aunque con el volumen, para mi gusto estuvo un poco desaforado durante toda la representación. Lectura correcta, pero no tan brillante como era de esperar. 



Vayamos ahora con la propuesta escénica:
Laurent Pelly, sirvió una elegantísima producción transportada en el tiempo a la Guerra del 14 en vez de las Guerras Napoleónicas del material original, siendo muy acertado el cambio de época, y viniendo muy al pelo, dado el el centenario de la Gran Guerra que se celebra este año. La propuesta se ha paseado por medio mundo y es de sobra conocida por los aficionados, ya que ha sido editada en DVD, a pesar de ello no le resta ni un ápice de interés, ya que como espectáculo funciona la perfección. Pelly huye de provocaciones gratuitas, y ofrece una cuidada función, muy bien pensada, y con una exquisita dirección actoral. Pelly es muy consciente de lo que tiene entre manos, y no busca absurdos intentos de dar profundidad a un material de base que no lo tiene, de ahí el título de esta crítica, "Lo Leve, Si Bueno, Dos Veces Bueno", el encanto de esta Fille radica precisamente en su levedad, no pretende mas que ofrecer un desenfadado divertimento de muy difícil ejecución, pero liviano en su esencia. Y si hay un acierto dentro de los muchos de la producción, es el respeto por la esencia de la obra.
Magníficas luces, sobre todo en el Segundo Acto y una resultona escenografía, atinadísima en todo momento, dan mas empaque si cabe, al estupendo acabado formal de esta mas que estimable producción, que me dejó un estupendo sabor de boca.



En resumen, una propuesta mas que recomendable, por varios motivos, el primero su altísimo nivel musical, el segundo su entretenidísimo planteamiento y el tercero, el ser consciente de que esta producción es ópera en estado puro, con sus defectos y sus virtudes, ofreciendo todo aquello que el género ofrece, y por lo que convierte a la ópera en uno de los artes mas completos y maravillosos que existen, Mañana terminan, yo no me la perdería, je, je, je.

( Las fotos no se corresponden en su mayoría al elenco que esta crítica ocupa)



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jueves, 30 de octubre de 2014

Carmen, Si Bizet Levantara La Cabeza

Cuando hace unos meses se publicó la escuálida programación 2014-2015 del Teatro De La Zarzuela, me llamó la atención la Carmen en español con María José Montiel, figurón indiscutible del panorama musical internacional, que me apetecía escuchar en directo. Ante la nefasta temporada en La Zarzuela de este año, en la que tan solo una zarzuela en el sentido mas ortodoxo de la misma ( Los Diamantes De La Corona ) se representa escenificada, me agarré a esta Carmen para intentar salvar algo de este año, que en cuanto a lírica española, en la cartelera madrileña va muy escaso y muy mal elegido. Defendí la propuesta antes de saber nada de ella, y muchos me dijeron que era innecesaria, que no aportaba nada, y que para los parámetros que debe seguir el Teatro De La Zarzuela, su puesta en escena no estaba justificada. Por supuesto el equivocado fui yo. Todo lo que criticaban algunos, se cumplió, y esta temporada ha empezado con muy mal pie, como posteriormente iré relatando.

Vislumbré algún trocito de la producción que esta crítica me ocupa en su retransmisión televisada, y mi cabreo fue monumental, tenía las entradas sacadas desde hacía mas de un mes, y ante lo que mis ojos presenciaron me planteé seriamente no asistir a la representación en directo, pero pienso que de todo se saca algo y de todo se aprende, así que finalmente decidí ver in situ como respiraba esta mas que discutible Carmen. Ayer con muchas reservas, pastillas antiácido para sufrir sin percances lo que iba a presenciar, y mucho escepticismo, me acerqué al coliseo de la Calle Jovellanos, con la intención de al menos disfrutar de la gloriosa música que Bizet compuso, y que por suerte sigue, traducciones aparte, perenne al paso del tiempo.


Carmen se encuentra entre mis óperas favoritas, ya se que está muy trillada, que alguno me puede tildar de facilón, y colgarme las tan acostumbradas etiquetas que en el mundo operístico todos conocemos. Pero Carmen mas allá de su tópicos y de su visión de una España panderetera y aflamencada, es una monumental  y enjundiosa obra musical, un espectáculo mayúsculo y un mas que eficaz ejercicio de dramatismo escénico, dentro de lo excesos que la ópera como género lleva de serie. Que Carmen sea popular, y se haya representado mucho, no le resta ni un ápice de calidad al material original. Negar las virtudes de la mas famosa obra de Bizet en muchos casos encierra ciertas dosis de snobismo, que yo no comparto. Lo he dicho muchas veces, soy espectador desprejuiciado, y siempre que se haga bien, cualquier espectáculo es digno.
Antes de empezar, quiero diferenciar la nefasta propuesta escénica de los artistas que la llevan a cabo. Estos dan la cara con mayor o menor fortuna, pero no son responsables del dislate en el que se han visto envueltos, al César lo que es del César, y en este caso me parece de justicia decirlo.
Esta Carmen traducida al español por Eduardo Bray en 1890 rebautizada como zarzuela en cuatro actos, tiene muy poquito, mas bien nulo, interés literario, y adolece de graves problemas de métrica para aunar música y texto, resultando un extraño y hasta en algún momento desagradable ejercicio de españolización de la mas española ( para bien y para mal) de todas las óperas.  Esta Carmen no funciona bajo ningún concepto, resulta excesivamente campanuda, se ha quedado arcaica en su lenguaje, no mejora en nada a la original, acartona los personajes, los vuelve mas monolíticos todavía si cabe, y lastra profundamente la acción dramática, restándole fuerza y credibilidad a todos y cada uno de sus personajes. Así que ya por aquí empezamos mal...


Vayamos con el elenco. Irregular en su conjunto, pero con algunos cantantes mas que estimables.

José Vicente Ramos como Curro Flores, imposible traducción del Lillas Pastia original, papel enteramente hablado. Ramos no me convenció en absoluto, realizando una extraña creación, entre tipo y caricato, que resulta muy chocante, y que se encuentra en un código muy alejado del resto del elenco. Ramos está claramente pasado de vueltas, y no fui capaz de encontrarle la gracia a su personaje.

David Rubiera y Francisco Tójar como Morales y Zúñiga respectivamente, ligeramente destemplados en lo vocal, teniendo Tójar ciertos problemas de apoyo, que solventa gracias a su poderoso volumen. Rubiera está mas correcto y tiene un timbre muy bonito, en lo actoral ambos están mas que correctos y cumplen con estos dos desagradecidos personajes.

Néstor Losán, Javier Galán, Marifé Nogales e Isabel Rodríguez García como El Remendado, El Donaire, Mercedes y Frasquita respectivamente, absolutamente deliciosos, de lo mas atinado del elenco, sirviendo uno de los mejores momentos de la velada en el bonito Quinteto del Segundo Acto, deslucido por la horrorosa traducción, pero ejecutado de forma perfecta por los antes mencionados, y María José Montiel. Esta simpática cuadrilla compañera de batallas de la protagonista de la función, las da todas. Agudos de impresión en las féminas y bonitas y timbradas voces en los varones. Actoralmente también están perfectos, reconozco que me gustaron mucho, gran presencia escénica y mucha naturalidad, algo que en la lírica es de agradecer.

Rubén Amoretti, sirvió un Escamillo de altura, si bien es cierto que fuerza un poco, su bellísimo fraseo, control de la respiración, mas que respetable volumen y precioso timbre, ofrecieron una lectura muy refinada de sus famosos Couplets, página a veces muy maltratada. Amoretti tiene una estupenda presencia escénica, muy templado, segurísimo y en definitiva, muy artista. Amoretti igual que en Black El Payaso me encandiló con su trabajo, intuyo yo que le veremos mas a menudo y con gran justicia, en el Teatro De La Zarzuela.

Sabina Puértolas ofreció una refinadísima Micaela, si bien es excesivamente ligera para el papel. Cumple con creces, en su Aria del Tercer Acto, que lleva a cabo con gran lirismo y de la que sale triunfante, a pesar del desafortunado modelito que le ha tocado en suerte, ir vestida de dama de honor mezclada con muchachita de la Resistencia Francesa, entre las trincheras de la Guerra Civil y defender tan soberbiamente su comprometida parte tiene muchísimo mérito. Puértolas da una continua lección de canto, de cristalino timbre, perfectos agudos y muy buena emisión. Sin duda una de las sorpresas para bien de la velada. Actoralmente está deliciosa, dando vida a una pizpireta Micaela alejada del cursi estereotipo al que estamos acostumbrados. Eso si un poco mas de realismo en el vestuario, la hubiese ayudado mas, a su por otra parte estupenda creación actoral.

Muy insuficiente el Don José de, valga la redundancia, José Ferrero, con serios problemas en la línea de canto, continuo descontrol de la voz, y que encima nos obsequió un final de su aria principal en falsete, algo que me pareció totalmente inaceptable para un teatro de la categoría de La Zarzuela. Se le ve incómodo y muy perdido, buscando y perdiendo el instrumento continuamente, y muy aburrido en líneas generales. Absolutamente imposible en la parte actoral, con mucha inseguridad y muy verde en los parlamentos, ni está se le espera, lamento mucho la dureza, pero debo reflejar lo que vi. Los tiempos de cantantes que salen a escena y solo cantan, pasaron a la historia, y la parte actoral no está nada cuidada.

María José Montiel sirvió una mas que correcta Carmen, que modula a la perfección, gracias a su prodigioso instrumento, y aun mas prodigiosa técnica. Su carnoso color, sus imponentes filados y templadísimos agudos sobre todo en el soberbio Concertante del Segundo Acto, son de impresión. Su lectura musical de Carmen es personalísima, muy sensible y muy cuidada, que quedó un poco deslucida por los problemas que como mas arriba relato tiene el compañero que le ha tocado en suerte. Actoralmente está un poco envarada, intuyo yo por problemas de dirección, ya que el descafeinado enfoque del personaje lastra su por otra parte soberbia interpretación musical.




Coro estupendo, como es habitual en el Teatro de La Zarzuela, que a pesar de la nula dirección escénica, y falta total de sensualidad en la celebérrima Fumée, defienden mas que bien, luchando contra los elementos como leones. Sirvieron momentos de conjunto de gran espectacularidad, y una muy cuidada ejecución, en una obra especialmente difícil para el coro como es Carmen.
Mención aparte merecen los Pequeños Cantores de la JORCAM, que estuvieron francamente espectaculares, empastadísimos y afinadísimos, y muy pero que muy disciplinados.

La dirección musical corrió a cargo de la taiwanesa Yi-Chen Lin, que sirvió una cuidada lectura, midiendo muy bien a los cantantes y los volúmenes sobre todo de la cuerda. Lin ofreció una Obertura espectacular, y una deliciosa ejecución de la Jota que prologa al ultimo acto, por cierto, uno de mis momentos musicales favoritos de Carmen, pieza inspiradísima y que Yi- Chen Lin exprimió al máximo, dándole el gracejo y la intensidad justa. Sonido muy compacto, ampuloso, que si bien de lectura no excesivamente ortodoxa, si fue mas que interesante.




Vayamos ahora con la propuesta escénica:
No hay por donde cogerla, así sin anestesia. Ana Zamora nos la ha colado a base de bien a los aficionando, presentando una Carmen falta de vida, totalmente descafeinada, que subraya innecesariamente lo que la obra ofrece, y que de forma gratuita busca la provocación donde no la hay.
Vender Carmen como una alegoría sobre el maltrato femenino amén de redundante es innecesario, si además todo esto se adereza con varias frases misóginas que no tienen nada que ver con lo que acontece en escena, y si ya para rematar, santificamos a Carmen después de su muerte, estamos poniendo en tela de juicio la capacidad crítica del espectador y burlándonos de su inteligencia.
Zamora con su lectura desluce totalmente la esencia de la ópera, convierte Carmen en un ejercicio de pedantería supino, se propone explicarnos al espectador lo que es Carmen, ya que parece ser que no somos capaces de entender que Carmen muere por vivir su vida y disfrutar de su libertad.
Especialmente desatinados fueron el Segundo y Cuarto Acto, el primero por su insulsa presentación en su Primer Cuadro, completamente alejado de lo que Carmen es, y esa taberna representa, amén de la eterna y carente de cualquier sensualidad escena de Don José y Carmen, que Zamora convierte en un ladrillo de difícil digestión. Peor todavía si cabe fue la bochornosa puesta en escena del Ultimo Acto, plagado de horteras y chonis de los Años 70, aderezada con una Quadrille que no pasó de charlotada, rozando la chabacanería y demostrando lo poco que se ha tomado en serio la magna obra de Bizet, una cosa es la fina ironía y otra lo que ayer presenciamos y que un airado espectador a voz en cuello desde el paraíso tildó de vergonzoso, sinceramente no me extraña en lo mas mínimo. Zamora ha patinado mucho, creo que no hay discusión.
La obra se sirve de un manido efecto de avance en el tiempo, empezando la función en la época en la que se desarrolla originalmente la ópera, para finalizarla en los Años 70,  pasando entre medias por la Guerra Civil, la propuesta tampoco funciona en este aspecto por varios motivos, el primero el desafortunadísimo vestuario, donde prima la uniformidad y el ir a la contra de todos los personajes. Todo el elenco y conjunto van vestidos igual durante la función y lo único que diferencia a los franceses de los españoles son pequeños detalles, distintos dependiendo de la época en la que transcurre cada acción, un desatino profundamente tristón visualmente que deja excesivamente plana la propuesta plasticamente hablando.

Sosísima escenografía, que tanto podría estar como no, con ciertas reminiscencias de teatro griego, pero que se queda en un pan sin sal, y que parece mas bien una especie de foro romano, venido a menos, donde el coro sentado en unas gradas laterales se dedica a cantar los unos enfrente a los otros los distintos números de la función.
Muy poco inspiradas luces, escesivamente planas, muy frías y nada atmosféricas, que me dejaron completamente indiferente.

También me gustaría resaltar los inaceptables parones entre acto y acto, totalmente injustificados cuando de mover un carra y poco mas se trata, por si fuera poco lo anteriormente escrito, estos parones, lastran todavía mas esta fallida producción.




En resumen una propuesta estimable en lo musical, nefasta en lo escénico, y absolutamente prescindible por lo que propone y como lo propone. Si Ana Zamora pretendía " renovar" el género, le ha quedado un pastiche, monolítico, acartonado, falto de ritmo y con poco fuelle, que no satisface a nadie, o a muy pocos. Una pobre puesta en escena, extraña lectura y descafeinada versión, que me deja muy serias dudas, sobre el criterio que rige en estos momentos nuestro Teatro Lírico Nacional. Esta Carmen ni es ópera ni es zarzuela, ni se aproxima a lo que la lírica debe ofrecer, como catártico y sublimación poética de la realidad. Así no, señores!! así no!!!



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