Miguel Frías de Molina, nacido en Málaga el 10 de abril de 1908 y fallecido en Buenos Aires en 1993, es uno de los mitos de la canción española mas incómodo y peor tratado en este país habitualmente tan ingrato con sus artistas. Miguel de Molina fue una figura molesta para unos durante el Franquismo y para otros después de la muerte de Franco. La combinación explosiva de fenómeno de masas, izquierdista y abiertamente homosexual, fueron los sambenitos con los que tuvo que bregar durante toda su vida al menos en España, ya que Argentina lo recibió con los brazos abiertos y lo llevó a algo cercano a una gloria nacional. La historia de Miguel es triste e injusta en grado sumo. Artista de raza, intuitivo, y un animal escénico como pocos, se vio obligado a huir de España después de la Guerra Civil, ya que su vida privada e ideas políticas no cuadraban con la Dictadura. Los detonantes para su exilio fueron una paliza infringida por destacados falangistas que casi lo mata con una posterior estancia en prisión y la prohibición expresa de que se subiera a un escenario. Los motivos reales de la inquina hacia Miguel no están del todo claros, y nunca lo estarán ya que había mas intereses que los meramente políticos en que se fuera de España. Polémicas aparte, la figura de Miguel de Molina hoy en día nos resulta muy lejana y excesivamente difusa como para calibrarla en lo artístico en su justa medida, si a ello le añadimos el ostracismo en el que se le hundió en España, pues resulta que generaciones completas nunca oyeron hablar de el. Su mito fue recuperado tardíamente, y jamás desde medios institucionales, sino mas bien desde ámbitos culturales tan dispares como son el propio mundo de la copla y la cultura underground, que a principios de los 80 tanto se prodigaba en nuestra tierra. Falleció Miguel de Molina llevándose con el mucho resentimiento hacia España, que solamente tuvo el decoro de entregarle el Lazo De Isabel La Católica pocos meses antes de su muerte, mas por vergüenza torera que por un reconocimiento auténtico por parte de nuestro políticos.
Por suerte hay muchas grabaciones que dejan constancia de lo que Miguel fue, de la tremenda fuerza que desprendía en sus interpretaciones, y el inigualable artista que nos perdimos por los problemas mas arriba expuestos, pero cualquier tributo es poco, y sin duda se deben reivindicar tanto su figura como su historia para que nunca vuelva a repetirse lo ocurrido con su persona.
Se me escapó Miguel De Molina Al Desnudo en el Infanta Isabel la temporada pasada, me apetecía muchísimo, pero los horarios de la función me hacían imposible ir a verla. Felizmente se ha repuesto en el Rialto, y en cuanto he podido me he acercado a ver este espectáculo que tan buenos comentarios había suscitado, y que sin duda me llamaba muchísimo la atención.
Ángel Ruiz ejerce tanto de dramaturgo como de protagonista absoluto de la función que esta crítica ocupa, y para ser sinceros se luce en ambas disciplinas. Siendo el resultado redondo y mas que estimable en toda su extensión.
El texto de Miguel De Molina Al Desnudo parte de una premisa sencilla pero jugosa. Nuestro protagonista da una rueda de prensa para contar "toda" la verdad de su vida. Con la disculpa de la rueda de prensa, durante hora y media se nos narra la historia de Miguel y la de la propia España del primer tercio del S.XX, ya que ambas van estrechamente ligadas. Ángel Ruiz se sirve de un lenguaje cercano y de un profundo estudio sobre la forma de hablar del propio Miguel De Molina, que parece revivir en su texto y tomar la palabra por derecho propio para contar todo aquello que quiere, y como lo quiere. Encontré la función muy equilibrada entre lo cómico y lo dramático, y en la que las concesiones al lirismo son tan acertadas que conmueven al mas pintado. Ruiz de una madurez asombrosa como dramaturgo ha escrito un texto redondo que engancha de principio a fin, y que nos emocionan por lo auténtico y reconocible que es todo lo que se nos narra sobre el escenario. A esto hay que añadir las medidas y perfectamente integradas partes musicales que no hacen mas que elevar este Miguel De Molina Al Desnudo hasta lo mas alto, convirtiéndolo en uno de los mas acertados tributos que un servidor ha visto.
La capacidad de nuestro actor para mimetizarse en Miguel De Molina me dejó alucinado, todo está cuidado al milímetro, desde el difícil acento que tenía Molina, mezcla de cerrado andaluz con un vago deje porteño, hasta el desplante del artista sobre el escenario. Del mismo modo es necesario hablar sobre el extraordinario trabajo vocal de Ángel Ruiz, donde la peculiar colocación del cantante, la forma de llevar la voz al pecho tan característica del artista, y esa particular manera de dejar salir todo el torrente vocal de forma incluso un poco descontrolada, están llevados a cabo tan impecablemente, que el efecto que produce en el respetable es de emoción y sorpresa en igual medida. Varias veces se me saltaron las lágrimas escuchando a Ángel Ruiz ya que sus intervenciones llegan de una forma muy fuerte al espectador. Fueron especialmente destacables las interpretaciones de "Triniá" "Ojos verdes" " Compuesto y sin novia" y muy especialmente "Te lo juro yo".
El trabajo actoral de Ruiz no se basa en una mera imitación, ojo, la implicación es tan grande que nos creemos que Miguel de Molina nos esté hablando, y nos creemos absolutamente todo lo que nos cuenta. El desgaste emocional para Ruiz es considerable teniendo en cuenta los diferentes y difíciles estados de ánimo por los que nuestro protagonista pasa. Cuando hay que reír se ríe y cuando hay que llorar se llora, todo ello perfectamente justificado, con un desarrollo dramático impoluto y muy estudiado. Espeluznante resulta el relato de la agresión que Ruiz defiende con tremendo realismo, y dando mucho énfasis en la dignidad como persona de Miguel de Molina, algo que me resultó ciertamente conmovedor, y que es una tónica durante todo el espectáculo. La reivindicación de Molina como lo que fue, un gran artista muy injustamente tratado y juzgado, en donde se funde la grandeza como cantante con la calidad humana de un manera muy entrañable y perfectamente ejecutada por Ángel Ruiz.
Finalmente también es destacable la plasticidad del cuerpo de nuestro protagonista, cuyos brazos hipnotizan por la belleza de sus movimientos, y el tremendo empaque con el que sirvió todos los números musicales que son una absoluta delicia y que cualquiera que vea el espectáculo lo comprobará por si mismo.
Ángel Ruiz se abre en canal para brindar todo su arte al servicio de Miguel De Molina y sirve una de las mejores interpretaciones que he visto en mucho tiempo, siendo el resultado final una explosiva mezcla de organicidad, emotividad, amor hacia Miguel de Molina, y sabiduría escénica, que realmente son apabullantes.
Mención especial para César Belda al piano que como es habitual estuvo magnífico, acompañando de forma espectacular a Ángel Ruiz.
La producción viene firmada por Félix Estaire, que lleva a su actor al límite en los momentos mas comprometidos, y le deja hacer sin problema, siendo el resultado muy fresco en su totalidad, y con un ritmo atinadísimo que hace que en ningún momento decaiga el espectáculo. La función es pura Magia como en el título digo, donde con muy poquitas cosas se consigue una producción de una belleza y elegancia superior, en la que sin duda tienen arte y parte las como siempre mas que atinadas luces de ese genio que es Juanjo Llorens. Una cámara negra, un baúl, y talento mucho talento, con eso Estaire levanta la función hasta lo estratosférico, consiguiendo que la Magia del teatro contagie al respetable y que hasta sintamos que el espíritu de Miguel de Molina nos está mirando por un agujerito. Pocas veces ocurre esto que planteo y que no es fácil de explicar, pero que todo aficionado conoce y aprecia, ya que esa es la pura esencia del teatro.
Miguel de Molina Al Desnudo, es una propuesta IMPRESCINDIBLE, esta temporada. Pocas veces se puede disfrutar de una conjunción de talentos de esta envergadura, en la que una electrizante interpretación, un texto mayúsculo y una inspiradísima dirección de escena, consiguen engrandeces el arte del teatro, fraguado como en este montaje se aprecia, a base de amor y trabajo.
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