Llegó por fin Norma al Real después de muchos años, algo que algunos han magnificado un poco para darle mas lustre al evento, pero que si bien es cierto que la célebre ópera belcantista no se ha prodigado mucho en nuestra ciudad, en este siglo que ha pasado desde la última función del Real, se ha llevado a cabo en otros teatros de la ciudad con gran fortuna en algunos casos por no decir de forma memorable.
Logicamente la Norma que esta crítica ocupa ha causado mucha expectación en Madrid, y cierto morbo, algo entendible cuando de una de las óperas mas famosas se trata.
Por abono me tocó segundo reparto, y he de reconocer que era mi favorito (intervención estelar de Devia aparte), ya que a priori había unos mimbres suficientes para que fuese una noche ciertamente disfrutable. La verdad es que no me equivoqué y me lo pasé bomba, con sus mas y sus menos, pero en líneas generales salí del teatro bastante satisfecho.
Norma es una ópera que conozco muy bien, me gusta mucho y me parece una de las mas bellas que se han escrito. De la producción y del elenco había leído de todo, bueno y malo, así que no sabía muy bien lo que me iba a encontrar, pero a diferencia del día que vi Otello, http://yovoyalteatro.blogspot.com.es/search/label/Otello , esta vez si que iba animado, y dispuesto a pasármelo bien, así que prismáticos en ristre, me encaramé en mi tribuna muy concentrado para no perder ripio, e intentar disfrutar de la ópera sin referentes en la cabeza y sin prejuicios hacia los cantantes, algo que en esta ópera, algunos aficionados lo siguen como una religión. Normas ha habido muchas y algunas realmente históricas, pero a mi la que el pasado día 31 me interesaba era la que me había tocado en suerte. Los referentes no son para comparar sino para aprender de ellos. Si seguís mi consejo disfrutaréis mas de la ópera en directo, os lo prometo, ya que vivir de las glorias del pasado solo trae frustración.
Norma, denominada como Tragedia Lírica en dos actos, compuesta por Vincenzo Bellini y con libreto de Felice Romani, estrenada en La Scala el 26 de diciembre de 1831, es uno de los mas afamados títulos del periodo belcantista, algo por otra parte completamente justificado. La heroína protagonista de la función está considerada como una de las mas difíciles de cantar dada la endiablada tesitura que Norma posee y los diferentes estados de ánimo que debe transmitir, algo que no todas las sopranos son capaces de abordar de forma correcta, o al menos tal y como Bellini concibió a la temperamental sacerdotisa celta. Las melodías de Bellini, largas, emotivas y de una belleza absolutamente arrebatadora, junto con dos de los mas hermosos dúos femeninos escritos jamás (Norma-Adalgisa) acaban por cerrar el mito de Norma y nos dan las claves de los motivos por los cuales esta ópera es tan popular y tan querida. El libreto bien ensamblando pero un tanto simplón sobre el triángulo amoroso principal, quizás no esté a la altura de la música, pero realmente a quien le importa eso, cuando de este tipo de ópera se está hablando. Norma es para disfrutarla aunque sea con los ojos cerrados, no hay mas vuelta de hoja.
Vayamos con el elenco:
Correctos comprimarios. Antonio Lozano sirvió un estupendo Flavio de gran volumen y bellos matices vocales. Mención especial para la magnífica Clotilde de María Miró, que no pasó desapercibida en tan desagradecido papel gracias a su bonita voz, y estupenda emisión.
Simón Orfila, bajo-barítono, como Oroveso:
Me sorprendió mucho Orfila, al que encontré en un magnífico momento vocal. Orfila ofreció una mas que correcta función en la que brilló muchísimo, gracias al enorme volumen que posee, el magnífico fraseo y un legato muy apreciable, y de noble interpretación en líneas generales. Orfila manda en sus momentos, dotando a su personaje de gran autoridad, tanto vocal como escénica, y así se lo reconoció el público que lo ovacionó con rotundidad.
Roberto Aronica, tenor, como Pollione:
Aronica no acabó de afinar el instrumento en toda la función, aunque si es cierto que fue de menos a mas. Empezó con la voz bastante descontrolada, un tanto velada, con un cierto toque de nasalidad de tintes opacos, y no excesivo gusto cantando. A medida que fue avanzando la función la cosa mejoró notablemente, y cierta sensibilidad empezó a aparecer e incluso la voz le sonó mas bonita. Mas contenido vocalmente la cosa funciona mejor. A pesar de los problemas que cuento Aronica merece un aprobado, ya que sacó la función adelante de forma mas que digna y a ratos estimable.
Veronica Simeoni, mezzosoprano, como Adalgisa:
Otra agradable sorpresa, y eso que me desconciertan un poco las mezzos como Simeoni, que a mi me parecen mas bien sopranos, ya que el color de voz de mezzo tiene poco.
Simeoni sirvió una sensible creación un tanto rutinaria en las arias, pero que dio lo mejor de si en los dúos con Norma, que realmente fueron de lo mejorcito de la velada. La voz de Simeoni bien timbrada y de brillante agudo, se caracteriza por la belleza del sonido, y la facilidad con la que corre. Tiene un ligero engolamiento en la zona aguda que no molesta en absoluto y dado el redondo trabajo final se le perdona sin el mas mínimo problema. Disfruté mucho con sus intervenciones y fue una de las triunfadoras de la velada. Su interpretación fue la mas implicada emocionalmente del cuarteto protagonista y se reflejó perfectamente en su trabajo vocal, resultando muy gratificante y sin ninguna duda en un nivel mas que aceptable.
Angela Meade, soprano, como Norma:
Magnífica sin lugar a dudas. Meade es una de esas voces de las que ya no quedan, grande, plena, de agudo afilado como un cuchillo, y un material vocal de primera división. Ciertamente no es el timbre mas bello del panorama lírico actual, pero la fuerza que tiene, los matices tan estupendos y sobre todo el gran volumen me impactaron sobremanera. Dosificándose de forma muy inteligente consiguió momentos de gran intensidad lírica y gran heroicidad cuando la exigente partitura lo pide. Da absolutamente todas las notas sin aparente dificultad, y gracias a la robustez de su técnica durante toda la función tuve la sensación de que no iba a fallar, exactamente tal y como ocurrió. Escénicamente como luego comentaré está muy mal dirigida, pero en este caso, estamos ante una cantante de tal envergadura, que no me importó. Me dejó alucinado en algunos momentos, en los que el belcantismo brilló mucho, y en los que un canto noble fueron la tónica de la función.
Coro Intermezzo en los parámetros de excelencia habitual, y si bien es cierto que Norma no es una obra en la que el coro se luzca tanto como en otras óperas, estuvieron muy cumplidores, especialmente en el último cuarto de la función donde tienen mas protagonismo y realmente direon gran empaque al acabado de la función.
La Orquesta Sinfónica de Madrid, fue dirigida por Roberto Abbado de forma bastante irregular, especialmente durante la sinfonía de inicio de la ópera, una de mis favoritas, y que fue llevada a cabo de forma bastante ramplona y con un sonido mas bien farragoso que me dejó un poco frío. En general encontré la lectura de la ópera un tanto superficial, aunque si es cierto que en ningún momento cae en lo aburrido, pero si que eché de menos mas sensibilidad y menos truenos ensordecedores. Bellini, lo que se dice Bellini, mas bien poco en el foso para ser sinceros.
Vayamos con la propuesta escénica:
Davide Livermore firma la producción, que encontré ciertamente indigesta por varios motivos. El primero y el mas grave la nula dirección actoral de los cantantes, que personalmente me pareció de lo mas rancio. Me pareció estar viendo una función del MET de hace cuarenta años en los que los solistas salen a escena, cantan y se van, a excepción de Pollione y Adalgisa que van por libres y al menos dieron un poco de chicha a sus personajes, no hay ni el mas mínimo atisbo de la psicología de los roles principales y todo está trabajado de forma excesivamente superficial, siendo el resultado un trabajo actoral maníqueo y carente de emoción. La función adolece de un estatismo casi exasperante especialmente en los números de conjunto en los que no pasa absolutamente nada. Estéticamente también puede ser discutible y en algunos momentos de dudoso gusto, especialmente gracias a los excesivamente kitsch figurines de Mariana Fracasso, que ayudan muy poco a los cantantes, y al mastodóntico árbol de polivalente función que con sus torpes movimientos me pareció un poco pegote, algo que teniendo en cuenta las dimensiones escénicas del Teatro Real ya dice mucho sobre lo pretencioso del mismo. De empalagosa y muy manida estética Tolkien, no acabó de convencerme, pareciéndome que la producción tiene mucho de ínfulas y poco de profundidad. Para los anales de la historia quedarán los desafortunados rayos cósmicos con los que Norma obsequia a sus paisanos, y que me dejó con un palmo de narices, y que no supe si tomármelo a guasa o cabrearme ante lo innecesario y ciertamente desafortunado del efecto. Yo para ser sinceros me abstraje completamente de escenografía, proyecciones y árbol, y me dedique a disfrutar de la música. Y eso al menos es de agradecer, ya que la ópera se entiende a la perfección y el tratamiento de la obra es respetuoso con el material original, problemas estéticos a parte.
En resumen, una propuesta recomendable en lo musical, muy disfrutable, y que a mi personalmente no me defraudó. Advierto que dependiendo del reparto creo que la cosa cambia bastante, y ya se sabe que esto del orden de los repartos, no es necesariamente señal de mayor o menor calidad.
Como nota aclaratoria decir que las fotos no se corresponden en su mayoría al elenco que esta crítica ocupa.
Como nota aclaratoria decir que las fotos no se corresponden en su mayoría al elenco que esta crítica ocupa.
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Muy acertada exposición, como siempre.
ResponderEliminarMuy interesante.
ResponderEliminarEs una verdadera pena que, una vez más, en el Real tengamos que abstraernos de la escenografía y limitarnos a disfrutar de la música, pero ya sabemos que es lo que hay
Gracias por tu trabajo... Señor!!
ResponderEliminarGracias por tu trabajo... Señor!!
ResponderEliminarGracias por tu trabajo... Señor!!
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