viernes, 2 de octubre de 2020

"La Tempranica" La Mente De María, Produce Monstruos.


Hoy se inauguró la temporada 2020-2021 del Teatro de La Zarzuela, temporada que se plantea complicada, y que deseo de todo corazón que pueda ser llevada a cabo en toda su extensión, ya que sobre el papel resulta francamente atractiva. Di por inaugurada mi temporada lírica con el "Ballo" del Real la semana pasada, pero la nostalgia por la zarzuela, mi género madre y más amado, estaba ahí. Hacía muchos meses que no veía zarzuela y hoy he sentido que me he reencontrado con una vieja amiga. Siempre vibro con su música, siempre me llega por una cuestión quizás más sentimental que objetiva, y sin duda hoy si que estuve con los cinco sentidos en el escenario de Jovellanos, no como el otro día en el Real dónde el interés iba y venía según caían las pesas, que dirían en "La verbena". Volver a La Zarzuela ha sido emocionante, y realmente me sentí afortunado por volver a disfrutar de nuestro género lírico. 

Para empezar temporada se ha optado por un interesante programa doble, que por cuestiones pandémicas, se  verá representado en días alternos. "La Tempranica" de Giménez, se estrenó hoy, y mañana se estrenará "La vida breve" de Falla, tomando como nexo de unión entre las dos obras su ambiente granadino, y la admiración de Falla por Giménez. La unión de estas dos obras se hace bajo el título de "Granada". La obra de Giménez se lleva a cabo en versión libre de Alberto Conejero. Hay que decir que el programa doble se está interpretando con orquesta reducida, ya que las características del foso del teatro no permiten que la Orquesta de la Comunidad de Madrid pueda encontrarse en su totalidad. La reducción de la partitura ha sido realizada por Miquel Ortega, con gran acierto, justo es decirlo, no es en absoluto fácil adaptar una partitura de la densidad de "La Tempranica" a una orquesta de tan reducidas dimensiones.  



"La Tempranica" con partitura de Gerónimo Giménez y libreto de Julián Romea, denominada como "Zarzuela en un acto, dividida en tres cuadros, en prosa", tuvo una gestación y estreno con abundantes anécdotas, siendo la más conocida la expectación que causó su estreno ya que se retrasó mucho. A esto hay que añadir que parece ser que no fue fácil encontrar soprano para el rol protagonista, lo que fue aumentando el morbo hacia la obra, que finalmente vio la luz en el Teatro de La Zarzuela el 19 de septiembre de 1900.

La partitura de Giménez, podemos calificarla de obra maestra y puntal artístico del compositor sevillano, que tanto se prodigó en el género chico, siendo la obra que esta crítica ocupa, junto con "La boda" y "El baile" de Luis Alonso sus obras más reconocidas y populares. "La Tempranica" es una obra sorprendentemente moderna para su época en lo musical, y se combinan, a la forma tan habitual de nuestra zarzuela, los componentes dramáticos con los cómicos, en este caso con una base profundamente folcloristas, basada logicamente en la música andaluza. Es interesante el uso del "leit-motiv" algo poco habitual en nuestra zarzuela y mucho menos en 1900, que nos acerca a la figura de María "La Tempranica" siendo uno de los pasajes más reconocibles de la partitura junto con la célebre "Tarántula", pieza clásica de concierto. También es de gran belleza la romanza principal de la soprano "Sierras de Granada" de difícil ejecución y gran lucimiento dramático. Cabe decir el equilibrio de Giménez a la hora de plantear momentos íntimos de gran lirismo junto con pasajes más ligeros, siendo el contrapunto al drama de nuestra protagonista, los gitanos que ofrecen tipismo a la partitura y un gracejo andaluz, un tanto pasado de rosca, justo es reconocerlo. Orquestalmente la obra es ampulosa, espectacular, y con bastante enjundia, sirviendo muy bien a los personajes para explicar sus diferentes estados de ánimo. Nos encontramos ante un caso claro de partitura muy superior al libro de Romea, de asunto casi anecdótico y que ya fue bastante criticado en su estreno. La historia es simple, una gitana se enamora de un conde, amor no correspondido, viéndose abocada nuestra protagonista a casarse con Miguel un gitano cabal, al enterarse que su amado conde se ha casado con otra mujer. No hay más, una sencilla historia de amor, y una ligera denuncia de diferencia de clases, en la que las clases altas no salen muy bien paradas, siendo los gitanos los que realmente aparecen como personas nobles y de buen corazón. 

La versión de Alberto Conejero nos plantea una serie de hipotéticos encuentros entre Giménez y Falla, en los que se van desgranando detalles de "La Tempranica" su historia y anécdotas, mientras Julián Romea nos va contando de forma somera la trama para seguir el hilo en los cantables. Encontré afortunada la versión especialmente en cuanto a las escenas Giménez-Falla, sólidas y muy bien estructuradas, con momentos realmente bellos, y un tanto sobado el recurso del narrador, que tantas veces hemos visto en adaptaciones y versión concierto. Me gustó lo que cuenta Conejero, que está muy lejos de la obra original, pero si es cierto que ofrece calidad literaria y respeto por el género, y presentándose el espectáculo como versión libre, no encuentro nada que objetar al respecto. 



Vayamos con el elenco.

La obra abundante en partiquinos, se encontraron muy bien servidos en líneas generales. Destacando Gerardo Bullón, Gustavo Peña, y una colaboración de lujo, Ricardo Muñiz como Zalea. Ruth González como un pizpireto Grabié, muy recortado en la versión, pero que en "La tarántula" menos lírica y más centrada en lo actoral, estupenda en lo corporal, hizo las delicias del respetable. Debo hacer una mención especial al cantaor Jesús Méndez, impecable, en uno de mis partiquinos favoritos de la zarzuela, esa nana cantada con gran sensibilidad me supo a gloría. 

Jesús Castejón y Carlos Hipólito, como Gerónimo Giménez y Manuel de Falla (papeles hablados).

Mayúsculos ambos, Castejón cargado de retranca e Hipólito más ingenuo, pero igual de carismático. Las escenas entre los dos, cargadas de dificultad, son auténtico oro molido, prodigio de ritmo, y sobre todo de veteranía sobre las tablas. La química existente entre los dos resulta superlativa, y el vínculo entre los dos personajes y su desarrollo, es impecable. La relación primeramente distante de Giménez hacia un joven Falla, va derivando en un respeto y simpatía mutuo, que se encuentra perfectamente medido y cargado de verdad. Reconozco que a nivel actoral, las escenas de Hipólito y Castejón son de lo mejorcito que hemos visto en La Zarzuela ultimamente, sobrios, perfectos de tono, y lo más importante, consiguiendo atraparnos en lo que dicen desde el primer momento. Ambos saben muy bien lo que tienen entre manos y cual es su sitio en cada momento, y cargados de verdad. Se ven acompañados en escena de Juan Matute dando vida a Julián Romea, en un código acertado de actor antiguo, de gesto grande, bien medido, y que nos transmite a la perfección el aire pretendido del personaje. 


Ruben Amoretti, bajo, como Don Luis. 

Acostumbrados a verlo en La Zarzuela, y acostumbrados a sus dosis de calidad, me pareció que no se encuentra cómodo en un papel que no se adapta de forma idónea a su vocalidad. Brilló en el dúo con Nancy Fabiola Herrera, pero no acabó de rematar del todo la creación del personaje en lo musical, que pasa bastante desapercibido, y que tampoco le da lugar a mucho lucimiento. Actoralmente muy templado, y logrando caer antipático, como el personaje pide, sirvió un papel de corte vulgar, dentro de que nos encontramos con un noble, bien matizado y muy bien perfilado. 

Nancy Fabiola Herrera, mezzosoprano, como María "La Tempranica".

Sin duda la triunfadora de la noche, largamente ovacionada en su romanza, que hubiese dado para un bis, nos ofreció una auténtica lección de canto. Refinadísima en lo musical, su "Tempranica" pasa por la partitura de forma preciosista, matizada, y con una carnosidad en la voz tremendamente atractiva. Juega a placer con el material escrito por Giménez, haciendo un uso modélico de todos los recursos estilísticos. Bellísimo el fraseo y cargado de sentido, legato impecable, y único color en todo el registro. Los agudos perfectos tanto en volumen como en su resolución, además de bien dosificados y servidos con gran gusto. No se quedó a la zaga en expresividad, resultando desgarradora en sus momentos más dramáticos, logrando conmovernos con un canto limpio, cargado de musicalidad y de inteligente factura. Entregadísima en lo actoral, afrontó el papel con bravura, empaque, y cierto tremendismo, muy acorde con la propuesta de Giancarlo del Monaco. Herrera hace todo lo que le ha propuesto su regista sin miedo, y hay que decir que las exigencias son muchas, y realmente difíciles.



 

Coro titular, con Antonio Fauró a la cabeza, más tímidos de lo habitual, aunque hay que decir que son menos de lo que suelen ser. Me gustaron especialmente en el primer coro "La caza ya se esconde" de gran dificultad, bien servido y empastado. Donde quizás se acusa más la falta de voces es en los números de los gitanos, si bien los matices siguieron, y ofrecieron un buena velada. Quizás un par de funciones más y se encuentre todo más ajustado, de lo que lo encontré, algo entendible, dadas las dificultades para ensayar el espectáculo por los protocolos sanitarios.

Miguel Ángel Gómez Martínez a la batuta de la OCM, sirvió una función un tanto irregular, en la que se acusó la falta músicos en el foso, algo de lo que obviamente no tiene culpa, pero, eso no está reñido con cierta morosidad en los tiempos que si es responsabilidad suya, y la falta de aire andaluz en algunos pasajes, especialmente los que al conjunto se refiere, en los que me faltó brío, algo imperdonable en un compositor al que Vives denominó como "músico del garbo". La lectura de Gómez Martínez pasa por lo discreto, aunque va en cierta progresión llegando al "Intermedio" con soltura y más acento dramático que en el resto de la función. Encontré el sonido poco compacto en algunos pasajes habiendo algunos tropezones en la orquesta, que supongo se irán solventando a medida que avancen las funciones.



 

Giancarlo del Monaco firma la función, dividiéndola claramente en dos planos diferentes, medidos por la psicología de María, una primera parte más bien ortodoxa, que cambia completamente después del dúo entre María y Don Luis, pasando a ser la segunda parte una visión alegórica y enajenada de la realidad, tal y como la protagonista de la zarzuela la percibe al verse rechazada por su amor. Precisamente a partir de ese momento es cuando me empezó a interesar la función en lo visual, sirviendo del Monaco unas imágenes de gran fuerza y poder evocador. La boda resulta escalofriante, entendida por "La Tempranica" como una suerte de viacrucis, agotador e inquietante a partes iguales. He de decir que a la salida del espectáculo, había diversidad de opiniones en cuanto a la propuesta de del Monaco, siendo una de ellas la que plantea el no entender lo que estaba ocurriendo en escena. Yo capté sin problemas el discurso del regista, pero conozco el libreto de Romea, y por tanto puedo entender que algunas simbologías no queden claras, o directamente confusas si no se tiene la referencia original. Del Mónaco carga las tintas en la estética, en los cantables, para dejar un tanto de lado la obra original, buscando de forma acertada el impacto para llegar al subconsciente del espectador a través del delirio de María. Encontré de gran interés la propuesta, que a lo mejor puede pasar por una lectura única del personaje principal y por tanto un poco superficial, pero que funciona con gran capacidad catártica en algunos momentos. Más confuso resulta el final, en el que una simbólica muerte de la protagonista, no incluida en el libreto original, no queda del todo clarificada, aunque una vez más es servida con exquisitez estética y fuerza visual. Giancarlo del Monaco sin duda apuesta por una visión que no va a ser del gusto de todos los paladares, y que pasa por un personalísimo enfoque, que encontré válido, y cercano a las propuestas operísticas actuales y al konzept, algo tan alejado del mundo de la zarzuela, y que entiendo como una de las vías para sacar al género del anquilosamiento en el que se encuentra inmerso. Mención especial a los figurines de Jesús Ruiz y a las coreografías de Nuria Castejón, inquietantes, y en el lado opuesto del folclorismo al que se asocia esta obra. Precisamente el huir de esa visión arquetípica y la visión tan oscura e inquietante que Giancarlo del Monaco plantea, me parece uno de los más grandes aciertos del espectáculo, que empieza pareciendo una cosa, y que se convierte en otra a la mitad, en una especie de guiño completamente premeditado, que a mi personalmente me sorprendió y resultó gratificante. Esta "Tempranica" huye del tópico, y puede ser que genere debate, pero sin duda resulta interesante, y explora un lenguaje poco habitual en nuestra lírica, que insisto, debe abrirse a diferentes lecturas para garantizar su permanencia en el tiempo. Lo ideal sería ver el programa doble según se pensó originalmente ya que el hecho de ver los dos títulos en días diferentes, siento que resta continuidad el espectáculo, algo que mañana podré comprobar en el estreno de "La Vida Breve". Es menester hacer otra mención especial a las magníficas luces de Vinicio Cheli, hermosas, espectaculares y dotando de una enrarecida atmósfera a todo lo que rodea los momentos más impactantes de la función.




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8 comentarios:

  1. Da gusto leer tus críticas, nos trasladas al momento con nitidez.
    Bravo...👏👏👏

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  2. Espero ansiosamente la retransmisión por redes sociales. Gracias por tu crítica que siempre es un gusto leer.

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  3. No podré entrar en Madrid para verla. Ojalá se retransmita. Tu crítica me deja la miel en los labios y adoro a Castejón e Hipólito
    Si se ha respetado, como dices, merecerá la pena

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  4. El Coro........más tímidos de lo habitual ? Alguien se puede hacer idea de lo que es cantar solo 16 personas de Coro, atrás del todo del escenario, con la mascarilla que se come la mitad del sonido, y en algunos casos cantando a gatas o tirados por el suelo ? Venga hombre! No es timidez, es protocolo Covid, con coro súper reducido y mascarilla y posición escénica. Y........no, esto no se arregla con dos funciones más.

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    1. Estimado Alberto, entiendo lo que planteas, y por supuesto mi comentario no tiene nada que ver con el volumen, logicamente mermado por la reducción de coro. En La vida breve no encontré lo que planteo de La Tempranica. El trabajo de concertación intuyo que ha sido terrible, y obviamente las posiciones no os ayudan, pero a mi entender, al menos así se percibió desde fuera, es lo que comento, que insisto en La vida breve no fue así.

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  5. Estimado Jonathan, a mi entender, el coro súper reducido de Vida Breve funciona mejor que el de Tempranica pero sólo x una cuestión de tesitura. Las voces femeninas de Tempranica cantan muy x debajo (de tesitura me refiero) de las voces femeninas de Vida Breve y eso hace q necesitemos más masa coral (q no podemos tener x protocolo covid) y resulte más tímido todo. Es mi humilde opinión desde este otro lado del espectáculo. Un saludo.

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    1. Hola Carolina, gracias por la aclaración, volveré a ver la función, como casi siempre hago y me fijaré en lo que planteas. Un abrazo y gracias por leerme.

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  6. Bueno, ahora entiendo porque no pudieron encontrar una soprano para hacer éste papel. Después de escuchar la conferencia sobre La Tempranica y que dijeran que la protagonista es negra, lo cual el hermano que canta "La Tarántula" también debería serlo, no me sorprende que tuvieron dificultad encontrar una soprano del perfil en 1900. Incluso hoy en día es difícil en españa. Si la producieran en éste lado del mundo, tendrían más suerte. Ver los comentarios de los puristas fue triste porque ellos quieren regresar a esos tiempos que les causaba tanta alegría. Pero he visto otras obras de Giancarlo del Monaco, y simplemente pienso que él se sentía tal como hizo el escenario. Al final de la obra, un comentario fue que era como ver al "Fausto" de Gounod y no La Tempranica. Personalmente, me gustó el toque gótico.

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