sábado, 12 de septiembre de 2015

Nuestras Mujeres, Sosa Comedia Para Una Tarde De Verano

La comedia teatral francesa, tan de moda, reconozco que empieza a cansarme. Uno ve las carteleras madrileñas cuajadas de vodeviles, de mayor o menor envergadura, de mas o menos carga intelectual, y parece que viniendo de Francia, país tan cultural el, pues la cosa tiene mas enjundia que la que tiene.
Reconozco que varias veces he picado, y he visto algunos espectáculos que no me han satisfecho en absoluto, el ejemplo mas claro, ha sido La Cena De Los Idiotas, función que no me gustó y un tipo de teatro que reconozco que no me interesa mucho.
Con esto digo que no acabo yo de pillarle la gracia a esto del humor francés, y tengo la sensación de que vista una obra vistas todas.
A pesar de todo lo que arriba narro, ante las buenas críticas que arrastraba Nuestras Mujeres, y las alabanzas por parte de los espectadores, me dije... ¡habrá que ir a verla! y di por inaugurada la temporada 2015-2016 de forma oficial en el Teatro de La Latina.
La verdad es que la cosa resultó irregular, como iré narrando, y volví a salir con la misma sensación de ver algo ya visto, y que no es lo que parece que va a ser.



Nuestras Mujeres, Nos Femmes, en su idioma original, es la comedia revelación en Francia de esta temporada pasada, arrasó en taquilla, y parece ser que va a seguir arrasando, se ha adaptado a varios idiomas, y se espera que funcione de la misma forma en todo el mundo.
La idea de la comedia es muy buena, pero el desarrollo de la misma no lo es tanto. Tres amigos quedan para cenar, uno de ellos se retrasa, y cuando finalmente llega, les confiesa que acaba de asesinar a su mujer, con el consabido shock por parte de los colegas. Una vez digerido el asunto, la historia deriva sobre los límites de la amistad y lo que se está dispuesto a ofrecer por la misma.
Problemas:
Cuesta entrar en la historia, debido al inverosímil punto de partida, y el nudo de la función divaga, en un pseudo-mensaje muy trillado, carente de interés y con poco pulso dramático, por tanto la obra se cae a partir de la media hora inicial, hasta que empieza a remontar el vuelo en su último acto. Nuestras Mujeres no cuenta nada que no se haya contado antes, y encima no lo cuenta de forma novedosa, ahí estriban básicamente los problemas del texto, que francamente encontré soporífero. Al final el regusto de estar viendo esta historia, remozada de cierto tufo cultureta acabó por exasperarme, dejándome francamente indiferente.



Vayamos con el elenco.

Antonio Hortelano como Simón-
Hortelano crea un esforzado personaje, le ha tocado en suerte el asesino, y si bien es cierto que se lo trabaja mucho a nivel físico, falta verdad, no resulta creíble sobre todo en su primera escena, su juego tanto como con el alcohol como con las pastillas, resulta forzado, y no acaba de redondear una interpretación de un personaje con matices interesantes que no son aprovechados en toda su extensión y que no me convencieron. Recuerdo lo maravilloso que estaba en Burundanga y me resulta curioso que aquí no esté en la misma línea.

Antonio Garrido como Max.
Correcto con peros. Garrido tiene dos bazas importantes, su voz y su físico, imponentes en ambos casos, pero que a la vez son sus principales enemigos, especialmente la voz, ya que se escucha mucho, y eso le resta naturalidad al personaje, su personaje tiene mas capas que una cebolla, y la lectura del mismo queda un poco superficial, resultando mas interesante en los momentos cómicos que en los mas serios. Su código de interpretación está mas extremado que el de sus compañeros, por tanto chirría un poco, ya que se le escucha un tanto gritón, y buscando comicidad con algunos recursos excesivamente manidos, pareciendo que está un poco sobreactuado, algo que no se diferenciar si es por el código de la función, o porque realmente lo está. Si se buscaba un contraste por parte de la dirección, que me parece a mi que si, no funciona, ya que da la sensación de que Garrido va por libre, y rompiendo la línea del espectáculo.
A pesar de lo que narro, Garrido cumple, y tiene visos de brillantez en algunos momentos y sin duda, es el que mejor parado sale de la función, ya que su trabajo es el mas agradecido de los tres.

Gabino Diego como Paul.
De menos a mas, con una brillante resolución de su personaje, y una planísima interpretación durante practicamente toda la función. Entiendo que su papel es un pusilánime traumatólogo, entiendo que es un hombre de vida gris y de aburrido matrimonio, pero eso no justifica su destemplada interpretación, bajísima de tono, y con tan poca chicha hasta el último acto. En ese último acto llega el milagro, y Diego cambia el registro con gran tino, convirtiéndose en sustento de la función, y dando todo aquello que sabe dar. A partir de ese momento si me empezó a interesar lo que estaba viendo sobre el escenario, y esto no va solo por Gabino Diego sino por los tres actores que trabajan la función.



Vayamos con la dirección escénica.
Gabriel Olivares, que habitualmente me gusta como lleva sus espectáculos, no consigue pillarle el punto a este comedia, dotándola de un humor un tanto ramplón en sus gags, que no acaban de funcionar como deberían y que no resultan del todo satisfactorios a la hora de resolver las situaciones escénicamente. Encontré todo un tanto forzado, de ahí que la cosa no funcione, una comedia sin frescura no hace gracia, y repetir acciones sin intención, se queda en eso, mera acción.
Otro problema, y este es mas complicado que el anterior, es el ritmo, la obra tiene una eterna escena entre Gabino Diego y Antonio Garrido durante el segundo acto, que no cronometré, pero que si no llega a la media hora, cerca está. Esa escena se cae desde el principio, los personajes hablan y hablan, pero no pasa nada, absolutamente nada, al menos de alguna trascendencia. Si la obra tiene el problema de texto que mas arriba cuento, se debe buscar el ritmo, para que al menos se le saque cierta agilidad, a algo que realmente a nivel teatral tiene muy poco interés.
Si el material de base no es todo lo idóneo que debería ser, y no se le da el tono justo, entonces si que tenemos un problema grande, ya que el espectáculo se va diluyendo, entre vaporosas nubes de sopor. No hay nada peor que me pueda ocurrir viendo una función que el hecho de ponerme a pensar en lo que tengo que hacer el día siguiente, en Nuestras Mujeres, se me fue el santo al cielo unas cuantas veces, algo que en una comedia es imperdonable.





Dos cosas son muy remarcables para bien, la primera la genial escenografía de Anna Tusell, que como he podido ver, no tiene nada que ver con la producción francesa, y que es un prodigio en cuanto a definir el personaje de Garrido, pulcritud escénica, armonía estética, y la frialdad necesaria, en la casa de un tipo como este Max que pretende controlar todo al dedillo.
Y por último, las también inspiradísimas luces Carlos Alzueta, muy en consonancia con lo que ocurre en escena y con la escenografía de Tusell.
A nivel técnico la verdad es que la producción es impoluta, y se desmarca bastante de la austeridad casi espartana, a la que estamos acostumbrados desde que las nefastas políticas culturales que llevamos sufriendo desde hace un tiempo, se han llevado por delante a una parte del negocio teatral.



En resumen, una propuesta ¿recomendable? pues la verdad es que depende de las espectativas que tengas, lo que te apetezca ver, y el tipo de humor que te guste.
Yo la encontré decepcionante, pero quizás porque siempre me pasa lo mismo cuando voy a ver este tipo de comedias, pienso que voy a ver otra cosa, y al final no puedo evitar sentirme decepcionado.


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2 comentarios:

  1. Supongo que todo es segun el cristal con que se mira ,para algunos un lienzo en blanco (BLANCO SOBRE BLANCO)es arte y para otros no deja de ser un lienzo pintado de blanco.
    Yo pase un rato agradable, y me gusto bastante la obra, pero ya digo todo es cuestion del color del cristal con que se mira .

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  2. Gracias por tu crìtica, en Argentina se acaba de estrenar con actores buenos, pero el argumento y nudo es muy Cliche!

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