jueves, 12 de diciembre de 2013

L´elisir D´amore, Los Elixires De La Playa

Soy lo que en algunos círculos operísticos se considera de gustos rancios, me gusta Donizetti, me gusta Puccini, y disfruto muchísimo con La Traviata. Esto no quiere decir que un buen Berg o Britten no me interesen, pero en la lírica por desgracia, las etiquetas se ponen enseguida, y por mis gustos se me etiquetaría dentro de los rancios. No me cierro a ningún compositor, ni a ninguna propuesta escénica siempre y cuando la propuesta sea válida y me llegue dentro, sea una Tosca o un Wozzeck, completamente convencionales, o supermodernos. Me gusta que me sorprendan, siempre que se haga con criterio, y con lógica, es decir no me considero rancio, sino desprejuiciado. Después de explicar esto, voy a romper una lanza por la propuesta de L´Elisir D´Amore, que en estos momentos se está representando en el Teatro Real y que la crítica ha recibido con bastante tibieza.
Con poquito ánimo me acerqué al Real a ver esta producción, ya que por motivos personales, ando decaído, incluso me planteé seriamente no ir, pero al final me animé, ya que es un título difícil de ver en Madrid, y que me parecía perfecto para animarme un poco. A fin de cuentas, solo puedo ver cinco óperas al año, así que ir al Real siempre es un pequeño acontecimiento, que suelo disfrutar. Incluso de las producciones mas infames, siempre se saca algo positivo. Con poco ánimo, entre curioso y escamado por la producción, y un poco desganado, me acerqué al coliseo madrileño, para disfrutar de una de mis óperas favoritas.



Esta producción de El  Elixir De Amor, se desarrolla en una playa supuestamente del Levante Español, con un toque un tanto hortera y muy colorista. Después de la apertura de telón, asistimos a un espectáculo muy conseguido en lo visual, desenfadado y sobre todo divertido. Al principio despista un poco ya que ocurren demasiadas cosas en escena y el impacto que conlleva que se alce un telón negro y aparezca esta producción casi en " glorioso Technicolor" hace que el espectador necesite un rato para reponerse. Una vez que la producción se centra en los personajes principales, la cosa ya funciona perfectamente, y el respetable entra en el código sin problemas. No entiendo como otras producciones con mas incongruencias que esta, que no respetan la esencia de los personajes y que requieren un esfuerzo mas que ímprobo por parte del espectador para creerse y sobre todo enterarse de lo que está pasando sobre el escenario, hayan tenido el beneplácito de la crítica, y este montaje, que respeta muchisimo la esencia de la obra, en la que todo se entiende a la perfección y que encima es ágil y divertido ha sido vapuleado por ciertos medios. Uno empieza a pensar, que en esto de las críticas hay intereses que se nos escapan, y hacer mas leña del Sr. Mortier, ahora que ya ha caído en desgracia, es fácil. Mortier no es santo de mi devoción, pero hay que reconocer cuando algo está bien y cuando no.



Por abono me tocó segundo reparto y estaba bastante contento con ello, sobre todo por Ismael Jordi, que me interesaba mas que Celso Albelo, que es el tenor del primer reparto. Encontré el elenco irregular en lo vocal, voces discretas y claramente insuficientes en algunos casos, pero que en lo actoral salvaban los trastos, consiguiendo que la obra se viese con agrado, y se pasase en un suspiro.  La Gianetta de Mariangela Sicilia, mas que sobrada en lo que a instrumento se refiere, timbre precioso,y con ganas de escucharla en un papel mas extenso, ya que la cosa no da para mucho. El Dulcamara de Paolo Bordogna, sin ningún tipo de duda el mas flojo de todo el reparto. Calante en ciertos momentos, exceso de vibrato, voz pequeña y  continuamente tapado por la orquesta, creo que no está cantando en la tesitura adecuada, eso si, actoralmente está delicioso, y hace una composición apoyada en lo corporal, muy creíble de un pseudotraficante playero, entre chulángano y cani, con mucha gracia. Lástima que la voz no acompañara. No terminó de convencerme el Belcore de José Carbó, de timbre vulgarote y con los mismos problemas que Bordogna en cuanto al volumen. Estos dos cantantes en los concertantes desaparecen, y se pierden como una voz mas del coro. Carbó estuvo poco refinado en el canto y no fue capaz de dotar de entidad a su personaje, correctito en lo actoral, pero sin destacar, por tanto un papel de por si bastante desagradecido pasa mas que desapercibido. La Adina de Camilla Tilling, fue de menos a mas, con un primer acto bastante anodino, que me dejó mas bien frío, y una remontada muy notoria en el segundo, destacando el Recitativo y Dúo con Dulcamara y el bellísimo Dúo final con Nemorino, que fue uno de los momentos mas bonitos de la velada.Brilló en lo vocal, demostrando su virtuosismo por las estratosferas, zona media, como parece ser la tónica de esta producción, inexistente e inaudible. Se salva por el brillante Segundo Acto que ofreció, y por lo creíble de su interpretación, con una evolución muy interesante, que permite que el espectador entienda perfectamente porque se acaba enamorando de alguien que en un principio casi desprecia. Para finalizar Ismael Jordi, fantástico en un Nemorino que le va como anillo al dedo, fue el único que dio momentos de gran lirismo a la representación, tiene un fraseo imponente, si bien la voz es pequeñita, corre mucho, y el timbre es muy bello. Dotó de gran sensibilidad la celebérrima Furtiva Lágrima, y sin duda fue la estrella de la función. Su Nemorino es tierno, cercano, creíble y encima está muy bien cantado, así que no se le puede pedir mas, me hizo disfrutar mucho. Espero que le veamos mas en Real, sin duda se lo merece.


Coro estupendo, como siempre, dotando de gran sonoridad los concertantes, y destaco el estupendo coro femenino del Segundo Acto que acompaña a Gianetta, muy gracioso y muy cuidado en lo musical. La orquesta no estuvo todo lo bien que yo esperaba, poco volumen (cosa que no me extraña ante el generalizado pequeño tamaño de las voces que había sobre las tablas) y un poco perdida al principio. Le costó a Marc Piollet hacerse con la orquesta durante el Preludio, siendo poco concisa en el sonido, posteriormente la cosa fue mejorando, pero sin ser para tirar cohetes, poca chispa y un tanto rutinaria la dirección de Piollet.


En resumen, se trata de un propuesta amable en lo escénico, muy colorista, bien presentada y muy lograda a nivel técnico. Con un reparto que acusa el eterno problema del Teatro Real, que es la ausencia de voces con suficiente entidad, como para convertir una noche correctita en una noche gloriosa. Esta producción se ve con agrado, se disfruta en algunos momentos, pero no acaba de llenar al espectador del todo, por los problemas anteriormente expuestos. Teniendo en cuenta los fiascos realeros que me he tragado, salí como unas castañuelas. La función fue muy aplaudida al final, sobre todo Ismael Jordi, sin duda el triunfador de la velada. El Elixir es una obra ligerita, sin grandes complicaciones para el espectador,y que siempre se disfruta cuando se escucha. Si os apetece una tarde de ópera agradable y entretenida os la recomiendo, están hasta el día veinte de este mes y todavía hay entradas.



Añado un video de Jordi, interpretando su famosísima aria, en otra producción de esta ópera.

Este post se lo dedico humildemente a mi abuela, fallecida el dia Nueve de Diciembre de 2013.

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