Cantando bajo la lluvia... ¿Quien no ha tarareado la mítica canción alguna vez en su vida, en un momento de alegría, y debajo de un aguacero imprevisto?. Hay títulos que trascienden más allá de lo meramente artístico para convertirse en verdaderos iconos populares, tan incrustados en nuestra sociedad que no necesitan carta de presentación, ya que practicamente todo el mundo los conoce, por diferentes motivos, formando parte de nuestra memoria colectiva de manera muy viva.
Cantando bajo la lluvia es uno de esos casos, ya que su popularidad y prestigio es tal que está considerada como la mejor película musical de la historia, y una de los mejores filmes jamás rodado. Varias veces se ha intentado llevar al escenario, casi siempre con desigual fortuna, teniendo fama de ser uno de esos títulos que no funcionan en el teatro, aseveración con la que estoy de acuerdo a medias, ya que si hay un musical cinematográfico sin duda es Cantando bajo la lluvia, pero que cuando se hace bien, funciona en cualquier lugar. Los mimbres del cesto son indudablemente buenos, lo único que hay que hacer es saber lo que se tiene entre manos, y ponerle ganas.
Ayer se estrenó en Madrid la celebrada producción del musical, que triunfó la temporada pasada en Barcelona, y sin duda todo es un acierto en el espectáculo como iré desgranando, dejando claro que el sambenito de obra no adecuada para llevar a escena en este caso no está justificada en absoluto. Fue una noche memorable, y sin duda el espectáculo es absolutamente imprescindible para los amantes del género.
Cantando bajo la lluvia, se estrenó en cines hace exactamente 70 años, bueno los hizo en abril, ya que su estreno fue en abril de 1952, la dirección corrió a cargo de uno de los grandes directores de musicales de La Metro, Stanley Donen con ayuda del propio Gene Kelly, a la sazón protagonista de la película. Hay alguna curiosidad sobre la película que es interesante recordar antes de entrar en harina sobre la función de teatro. La idea del musical surgió como homenaje a las canciones compuestas en los albores del cine sonoro, siendo la película una especie de jukebox (cuando el término no se había inventado todavía), en la que una historia que nos habla del cine dentro del cine sirve como excusa para recordar, o en ese momento re-descubrir una serie de temas que ya habían sido utilizados en varias películas con diferente éxito, siendo interesante reseñar que el tema principal de la película ya era bastante conocido, aunque no con los niveles de popularidad posteriores al film.
Para unir las canciones en la película se contó con uno de los grandes dúos de libretistas del género Betty Comden y Adolph Green, que crearon una inteligente farsa sobre el salto del cine mudo al sonoro, de marcada retranca e indudable chispa que hizo las delicias en su momento, y que aguanta el tipo admirablemente bien, dejando para la posteridad dos personajes realmente inolvidables, la "insufrible y malvada" Lina Lamont, y el sin par Cosmo Brown. El resultado fue una vitalista y chispeante película, toda una oda al buen rollo, y una auténtica obra maestra a nivel técnico, con planos y escenas absolutamente inolvidables, que son lo suficientemente conocidos como para reseñar aquí. La mayoría de los temas del film fueron compuestos por Arthur Freed y Nacio Herb Brown, añadiéndose algunos temas de nueva creación, como el célebre "Haz reír". Todas y cada una de las canciones de la película se pueden considerar míticas, y clásicos indiscutibles del género, pasando a la historia de manera practicamente instantánea.
El musical que se está representando en el Nuevo Apolo, bebe directamente del filme en su estética y en la parte literaria, siendo muy parecido al material original, teniendo en cuenta que el cine y el teatro, son obviamente lenguajes diferentes.
Vayamos con el elenco:
Todo los artistas se mueven en un nivel muy alto, y las pequeñas partes, tan importantes en todo espectáculo, aquí brillan mucho, hay que destacar a Clara Altarriba como Miss Dinsmore, la profesora de dicción de Lina Lamont, en una de las mejores escenas del espectáculo, así como a Diego Molero, solidísimo en sus intervenciones, habitual del género, siempre cumplidor y efectivo. Inconmensurable Bittor Fernández como profesor de dicción de Cosmo y Don, en una composición interesantísima en lo corporal, cargada de humor, y resulta de manera muy brillante, en una escena de indudables complicaciones.
Los cuatro protagonista del espectáculo se me antojan absolutamente insuperables en su cometido, pudiendo considerarse el elenco principal el perfecto para la función.
Ricky Mata como Cosmo Brown, tiene sin lugar a dudas una responsabilidad enorme, ya que las comparaciones con la referencial interpretación de Donald O´Connor para algunos puede ser inevitable. Hay que decir, que Mata hace suyo el papel sin el menor problema, realizando una personalísima creación de tan electrizante personaje, de manera fresca, divertida y con un dominio escénico realmente encomiable. El papel es de una dificultad enorme, ya que requiere de un alto nivel en todas las disciplinas, nivel superando con creces por nuestro artista, incluso en ese desafío para cualquier actor-cantante-bailarín que se precie que es "Haz reir". Mata lo clava, no hay discusión, y el nivel de energía, la calidad del baile, y también de la acrobacia es absolutamente notable. Controla el tap sin problemas, el uso del cuerpo es ejemplar, y los resortes de la voz, juegos escénicos, y gags visuales con los que adereza al personaje se entienden como adecuadísimos y acertadísimos a partes iguales. Actor con gran técnica gestual, impecable dominio en lo musical, estupendo bailarín y excelente en lo textual, Mata, se me antoja como uno de los grandes del género. Ya lo demostró en La jaula de las locas, siendo Cantando bajo la lluvia una constatación más de su consagración definitiva y rotunda dentro de los musicales. Tenemos Ricky Mata para largo, y yo que me alegro.
Mireia Portas como Lina Lamont acertadísima, en un personaje inconmensurable que literalmente borda en su trabajo. Portas muy conocida en Cataluña por su trabajo en Polònia, es una cómica de primera, que desgrana la psicología de su personaje de manera milimétrica, pulcra y lo que es más importante, mesurada y con una carga cómica realmente notable. Impagable resulta su manera de hablar y su manera de cantar, que sin quedarse en la mera caricatura pasa por la verdad, en un personaje extremado por motivos obvios, pero que se nos antoja pasmosamente natural. Se lleva la función de calle junto con Ricky Mata, y sus intervenciones hacen sin duda las delicias del público, llevándonos a la carcajada cada dos por tres, sin utilizar el recurso fácil o el mal gusto en ningún momento. Nuestra artista se mueve en unos parámetros actorales elevadísimos, haciendo con el público literalmente lo que le da la gana, al que tiene comiendo de su mano desde que sale a escena. Actriz inteligente, pulcrísima, y de indudable vis cómica, consigue que su Lina Lamont sea absolutamente deliciosa de principio a fin, cayéndonos simpática, a pesar de su mezquindad, de manera irremediable.
Diana Roig como Kathy Selden, sólida y segura a partes iguales, consigue darle el punto justo que precisa el personaje, sin pasarse en dulzura o cursilería, dando imagen de mujer fuerte, y perfecta como heroína romántica. Es cierto que tanto Kathy como Don, siendo los dos personajes "mas serios" del cuarteto principal son menos lucidos, algo que no quiere decir que sean más fáciles. Roig tiene una estupenda voz que maneja a la perfección, resolviendo muy bien las frases, y con un timbre muy bonito que se adecúa perfectamente a las canciones, siendo una auténtica delicia su número principal "Mi estrella de la suerte" uno de los numerazos a nivel musical del espectáculo. Muy expresiva cantando y de gran sensibilidad en sus temas, Roig da exactamente todo lo que el papel necesita.
Miguel Ángel Belotto como Don Lockwood, muy entregado y disfrutón desde que comienza el espectáculo. Belotto bailarín de gran nivel, afronta los desafíos de la obra desde una técnica impoluta, indispensable en este caso, ya que la mayoría de los números son de gran dificultad musical y coreográfica, siendo su trabajo preciso y de enorme calidad. Consigue emocionarnos en el número principal, ya que nos llega a nuestro corazoncito de manera muy directa por motivos obvios, en el que Belotto consigue pasar la batería de largo, hasta hacernos vibrar en la butaca, empaque escénico del número aparte. De gran presencia escénica, muy en el papel de galán sin dejar atrás la acidez que destila en no pocos momentos, consigue matizar sin problemas su personaje, resultándonos creíble y disfrutable a partes iguales.
Conjunto impecable, todos con su pequeño momento de gloria en la función, energéticos y entusiastas de principio a fin, y con grandes aptitudes para el canto y el baile, brillando obviamente más en los momentos en los que el claqué toma protagonismo. Siempre digo que el conjunto es un personaje más dentro de la función, siendo aquí un caso paradigmático de lo que planteo, apoyando de manera eficiente las acciones principales, y tomando el relevo de los principales cuando es necesario.
La orquesta aparece en el programa con dos directores al frente, Andreu Gallén y Borja Arias, desconozco a cual de los dos le correspondió dirigir ayer, ya que no se especificó. La lectura musical de la obra pasa por la espectacularidad. La orquesta bien servida en cuanto a número de músicos, tiene gran protagonismo en la función, y sin duda envuelve de gran empaque al espectáculo resultando unos de los grandes activos de la función.
Àngel Llàcer firma la función, y como ya hiciera con la superlativa La jaula de las locas, lleva el género a unas cotas de calidad realmente notables, y poco usuales en nuestro país. Ver este Cantando bajo la lluvia es transportarnos a Broadway o a Londres, demostrando nuestro director su profundo conocimiento del género, dándonos absolutamente todo lo que el espectáculo puede ofrecer. Hay que diferenciar muy claramente la parte actoral de la técnica dada la complejidad del montaje, y en ambos casos Llàcer se luce. Magistralmente dirigida en cuanto al texto, todos los actores se encuentran el código ideal de cada personaje, todos los vínculos se encuentran perfectamente perfilados, así como el ritmo tan bien medido, en constante ascenso. Es cierto que la obra en su introducción es excesivamente larga, pero desde la dirección se ha sabido solventar con una serie de pinceladitas que enriquecen el texto hasta que ya sin apenas darnos cuenta nos vemos inmersos en la historia de manera ascendente y equilibrada. La comicidad va subiendo de intensidad a medida que avanza la acción, y pasamos de la inicial calma a un medido frenetismo que hace que se nos pase el espectáculo volando. Visualmente la obra es un delirio, he leído que hay 75 cambios durante las dos horas y media que dura el espectáculo, siendo cada transición un ejercicio de magia escénica, modélica en su ejecución, que pasan casi desapercibidas para el espectador, por la plasticidad de las mismas, y fluidez conseguida. El resultado es el de un espectáculo tremendamente ágil, fresco y de impactante acabado con cuadros de gran belleza y poder evocador en no pocos momentos. Destaca a este respecto la escena que se desarrolla en un plató de cine desnudo, y por supuesto el número principal de la obra, en el que un abundante aguacero riega a los artistas mientras nos deleitan con una coreografía inspiradísima, de original acabado y gran fuerza escénica. Myriam Benedited encargada del trabajo coreográfico se ha lucido, en todos y cada uno de los números, no remitiéndose unicamente a replicar lo que se puede ver en la película, en un derroche de imaginación y belleza. Mención especial a la escenografía de Enric Planas, funcional y de impactante resultado.
Cantando bajo la lluvia posiblemente sea la producción de la temporada, por su impecable acabado, impresionante plantel artístico e inspiradísima dirección. Solo queda decir que es un espectáculo para gozarlo de principio a fin, una función hermosa por los cuatro costados, y de esas con las que uno sale pensando que el mundo es un lugar un poquito mejor... aunque sea por un ratito. IM-PRES-CIN-DI-BLE.
Después de leer atentamente cuantas sensaciones percibiste durante el mítico musical y habida cuenta que siempre coincido contigo...¡NO MELO PERDERÉ!
ResponderEliminarGracias por tan espléndida crítica