Durante el verano de 1816 ocurrió un hecho que resultó muy importante en la historia de la literatura fantástica, y que además se encuentra envuelto en un halo de misterio, ya que lo acontecido en aquel lejano mes de junio en Villa Diodati entre Percy y Mary Shelley, Lord Byron, el Doctor Polidori y Claire Clairmont, jamás se supo, aunque si se conocen las consecuencias de aquella legendaria reunión de escritores.
El verano de 1816 no existió, y 1816 es conocido como "el año sin verano" ya que la erupción de un volcán en Indonesia provocó dicho curioso fenómeno meteorológico. Este hecho, aparentemente trivial, propició la reunión de los escritores más arriba citados en un villa situada en Suiza, en la que permanecieron recluidos por las inclemencias climáticas, durante tres días. Durante este tiempo inventaron varias historias para entretenerse, saliendo de allí la semilla de dos de los textos más influyentes de la literatura gótica, "Frankenstein, o el moderno Prometeo" de Mary Shelley y "El vampiro" de John William Polidori.
Mucho se habló sobre lo ocurrido durante aquellos días, pero la realidad es que los protagonistas de la historia jamás hablaron de ello, y el misterio sobre lo que allí pasó sigue fascinando en la actualidad a todos los aficionados a la literatura fantástica, y se encuentra presente en la cultura popular de forma fecunda y muy recordada. Desde "La novia de Frankenstein" hasta "Remando al viento" no han sido pocas las ficciones cinematográficas en las que se menciona la reunión de Villa Diodati, así como la infinidad de libros que hablan sobre el tema.
Teatro del Sótano, con Francisco de Los Ríos a la cabeza, siempre buceando por los lados oscuros de la naturaleza humana, se adentra en la sala La Usina en una de las veladas de aquellos tres días y busca una explicación a la gestación de las composiciones literarias y a lo ocurrido en Villa Diodati en "La sombra del monstruo", texto que esta crítica ocupa.
"La sombra del monstruo" de Francisco J. De Los Ríos, es una pieza de duración media, que consta de un prólogo, un epílogo y el eje central de la obra, en la que se disecciona las diferentes personalidades de los escritores reunidos en Villa Diodati, y los diferentes vínculos existentes entre ellos. Obviamente estamos hablando de ficción y lo que se narra en "La sombra del monstruo" es una suposición con ciertos toques fantásticos de lo allí ocurrido, y que sobre todo plantea dos cosas muy interesantes; toda la simbología soterrada en "El vampiro" y de donde le vino la inspiración a Mary Shelley para su Frankenstein.
Para contarnos esta fascinante historia, De Los Ríos, plantea un trabajo tremendamente documentado y que refleja a la perfección lo que suponemos o conocemos de cada uno de los integrantes de la reunión de Villa Diodati. La obra no exenta de un marcado lirismo, resulta profundamente inquietante por momentos, y que más allá de los toques sobrenaturales ofrece una visión muy creíble de todos los personajes, centrándose más en las figuras de Polidori, Mary Shelley y Byron.
De Los Ríos sirve un texto tenso, que empieza como comedia de salón, para ir adentrándonos poco a poco en el horror, siempre psicológico, en el que el abuso de poder, el maltrato emocional que deriva en violencia física, y las relaciones humanas enquistadas de forma insana se encuentran muy patentes, y son sin duda parte fundamental de lo que nuestro dramaturgo nos quiere contar.
"La sombra del monstruo" posee unos personajes muy bien perfilados, y espléndidamente desarrollados en la mayoría de los casos, y que tienen un sitio muy definido en la velada que se nos cuenta. Claire Clairmont un tanto desdibujada, tal y como siempre nos parece en el grupo , Shelley, ausente por momentos, visceral, desequilibrado y profundamente sensible. Polidori cargado de recovecos, introspectivo y con muchas más cosas que decir que las que se le presuponen en un principio. Lord Byron tiránico, carismático e inquietante, y Mary Shelley analítica, comprensiva y empática que observa y sobrevuela los hechos para ejercer de cronista y empaparse de todo lo allí vivido en aras de su posterior novela.
La obra bien tramada y entretenidísima, no está reñida con lo profundo, y ofrece una perspectiva basada en una fabulación ingeniosa sobre los hechos ocurridos perfectamente verosímil.
Los cinco actores que dan vida a los personajes de la función están muy bien elegidos, y cumplen con las características físicas de cada uno, especialmente un Alejandro Dorado mimetizadísimo con la figura de Byron, ambiguo, y fisicamente frágil, pero cruel y duro en su interior. Dorado extremadamente inquietante en su composición es una de las grandes bazas del espectáculo, construyendo un Lord Byron de una pieza, corporalmente muy ajustado, y muy matizado en sus estados de ánimo. Esther González como Claire Clairmont, resulta adecuada en una difícil composición y con motivaciones diferentes a la del resto de los protagonistas. González parece estar de paso, y más preocupada en su relación con Byron que con las cosas que ocurren en escena, siendo un acierto de visión del personaje, sin duda la mas frívola del grupo, y cuya sensualidad se encuentra muy latente. Claire es el personaje que quizás se encuentre menos desarrollado en el texto, pero ciertamente González no pasa desapercibida aportando cierto aire desvalido que va en total consonancia con lo que se nos quiere contar de ella. Germán García, habitual en Teatro del Sótano, da vida a Percy Shelley de forma muy convincente, y con un mundo interior muy rico. Voy viendo la evolución de este actor y la encuentro muy gratificante, la escucha ha mejorado, el recorrido hacia la emoción se encuentra notablemente trabajado, y los estupendos recursos con los que cuenta, se ven reforzados. Su poderosa voz resulta muy efectiva en ciertos momentos, uno en particular que nos deja secos por su fuerza y lo inesperado del mismo. Otra cosa a tener en cuenta es su vínculo con Mary Shelley, continuamente la busca, la mira, y deja muy claro el vínculo amoroso que los une con ternura y naturalidad. Mattis de la Fuente, como Polidori, fue uno de los actores que más me convenció en un difícil papel, el mas difícil del texto diría yo, y que de la Fuente carga de mucha verdad, y pasmosa profundidad. El leve tartamudeo nada impostado, la continua sensación de estar por debajo del resto, el trabajo de observador de lo que allí ocurre, y por supuesto la durísima escena que le ha tocado en suerte, se encuentran perfectamente definidos en nuestro actor. Resulta asimismo muy importante la relación que tiene con Byron que pasa por el amor más perruno al terror mas profundo con fluidez y sin que nos resulte forzado en absoluto. Mattis de la Fuente lleva a cabo una personalísima creación de gran calidad, y de cerebral composición. Por último Jennifer Baldoria, como Mary Shelley, en un código netamente de primera actriz, sirve una construcción sólida, emotiva y muy implicada emocionalmente, como suele ser habitual en ella. Su gran escena con Polidori resulta de las mejores de la obra y muy definitoria en cuanto al personaje se refiere, así como el epílogo, brillantemente expuesto en forma de monólogo con adecuada progresión dramática. El uso de la voz es magnífico, así como la dicción, y absolutamente todo el texto está dicho con gran sensibilidad, es decir aquello que define el trabajo de nuestra actriz siempre que la veo, solidez, implicación y pulcritud extrema.
Francisco J, de los Ríos, en las labores de dirección, nos lleva exactamente al lugar al que quiere, empezando la obra de forma ligera, para ir cargando las tintas a medida que se desarrolla la trama. Varias cosas son a tener en cuenta, la primera la visión de cada personaje, muy cuidada y bien expuesta, así como la dosificación en cuanto a los momentos mas duros, sin dejar de mantener cierta tensión necesaria que nos deja entender que se está cociendo algo a fuego lento, aunque no sepamos muy bien lo que está por venir, y que una vez que llega nos deja clavados en la butaca, por inesperado y violento. Hay algo enfermizo que pulula por toda la velada, y que nos hace estar alerta durante todo el espectáculo y que sin ser una obra de terror como tal, si que podemos plantearla como de suspense, psicológico, y con unas enrarecidas atmósferas. De los Ríos se sirve de unas poderosas imágenes en momentos puntuales, la sombra del monstruo tan bien planteada y que nos deja bien claro a quien se refería Mary Shelley cuando escribió Frankenstein, la dura escena de Polidori con Lord Byron, y un inspiradísimo epílogo cargado de magia teatral, que concluye la función de forma acertadísima, y con un regusto romántico en perfecta consonancia con la época en la que se desarrolla la acción. Esa forma de acabar el espectáculo y de contarnos el trágico destino de sus protagonistas es uno de los mayores hallazgos de la obra y que nos deja un delicioso sabor de boca al finalizar la función. "La sombra del monstruo" resulta una atractiva propuesta, que aporta una visión diferente de unos hechos muchas veces planteados, pero nunca desde este prisma, en el que el análisis psicológico, el sometimiento de los fuertes hacia los mas débiles, y la gestación de las obras de arte, se encuentran reflejados de forma impecable, y con situaciones de no poca enjundia teatral.
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