jueves, 29 de junio de 2017

Madama Butterfly, Tragedia a La Japonesa


Por fín llegó la Butterfly al Real! era uno de los títulos que mas me apetecía de esta temporada, ya que se trata de una de mis óperas de cabecera. Butterfly es un título disfrutable al 100%, porque el que suscribe es Pucciniano hasta la médula, y una de las obras maestras del que para mi es uno de los genios indiscutibles del teatro lírico que tiene todos los ingredientes necesarios para que, si se canta en condiciones, la intensidad de lo que acontece sobre el escenario llegue a la estratosfera, y por ende el lagrimal del respetable se encuentre cercano a parecerse a las cataratas del Niágara. Varios momentos de peligro encuentro en esta ópera en cuanto a mi, cada vez mas a prueba de bombas, sensibilidad. La salida de Butterfly, el apasionado dúo soprano tenor, y todo el último acto desde el coro "Bocca Chiusa" hasta el final donde ya practicamente no me puedo contener para bochorno mío y de mis acompañantes, que según van avanzando mis hipeos y llantos contenidos el número de codazos va aumentado en progresión igual de ascendente que la tremenda tragedia que nuestra querida Cio-Cio San sufre en carne propia y que el respetable revive en carne ajena.
Con un cargamento de kleenex y tiernecito en cuanto al ánimo, ayer 28 de Junio me dispuse a sufrir a gusto en el Teatro Real y sobre todo a disfrutar de Madama Butterfly en su segundo reparto, ya que una Butterfly en la que no se sufre, no es una Butterfly como Dios manda.
La velada fue de menos a mas, con un desangeladísimo primer acto y que en cuanto el desafortunado Pinkerton de Andrea Caré retornó a Estados Unidos, la obra fue ganando enteros de forma rotunda y muy notoria.




Madama Butterfly, denominada como "Tragedia Japonesa en Tres Actos" se estrenó en La Scala de Milán el 17 de febrero de 1904, y está basada en el cuento "Madame Butterfly" de John Luter Long y en la novela " Madame Chrysiantème" de Pierre Loti, ambos parece ser que basado en unos hechos reales que ocurrieron en Nagasaki en 1890.
El estreno de Butterfly es uno de los fiascos mas famosos de la historia de la ópera, junto con el de Carmen. En el caso de Butterfly varios fueron los elementos que llevaron a que su estreno fuera excesivamente tibio, lo apresurado del estreno, la falta de ensayos y una partitura que no estaba lo suficientemente redondeada por Puccini, y que le costó nada menos que cinco versiones a su autor hasta la que actualmente se representa de forma habitual, fueron algunos de los motivos por los cuales tras su estreno Puccini retiró la ópera inmediatmente, para reestrenarla, ya de forma triunfante, en Brescia el 28 de mayo de 1904.
Para componer Butterfly, Puccini se empapó de la música japonesa consiguiendo una de sus partituras mas atmosféricas, que hablando de don Giacomo ya es mucho decir. Se trata a mi entender de una de sus obras con mayor inspiración Wagneriana, y llevó a la escena uno de los papeles mas exigentes para soprano de toda la historia de la ópera, así como uno de los mas queridos de todo el repertorio. La música tremendamente descriptiva, se encuentra integrada de forma asombrosa en la acción dramática, algo que sin duda está perfectamente justificado en el astuto libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Ilica, que llevaron a cabo un mas que encomiable ejercicio de dramatismo ascendente, tramado de forma inteligente y de gran efecto teatral. El espectador es testigo de la tragedia antes que los protagonistas de la trama y ahí estriba el secreto de esta ópera, en la que asistimos impotentes a la caída de Butterfly con tan nefastas consecuencias para nuestra heroína. Puccini supo imprimir a su obra del exotismo justo, y de una intensidad pocas veces igualada, que desde las tensas notas del breve preludio hasta su imponente final no da respiro al espectador que se ve atrapado por la sensibilidad de Cio-Cio San y la despreciable ligereza de Pinkerton que desencadena el drama de forma irremediable.
Madama Butterfly es sin duda un título imprescindible para cualquier amante de la ópera, y para los amantes de las artes escénicas en general, ya que sus virtudes tanto musicales como escénicas son indiscutibles, y de carácter universal.



Vayamos con el elenco:
Comprimarios en líneas generales correctos, con dos menciones especiales, una para bien y otra para mal. Scott Wilde como el Tío Bonzo resultó ineficaz y poco impactante, entre otras cosas debido al escaso volumen, practicamente inaudible al final de su intervención. Y para bien, el fantástico Comisario Imperial de Elier Muñoz, componente del Coro Titular del Teatro Real, que amén de una pulcra intervención, cantó con gran gusto y musicalidad exquisita.

Francisco Vas, tenor, como Goro.
Encontré a Vas un tanto irregular en lo vocal, y magnífico en lo actoral. La voz si bien es cierto que escasa en volumen, se encuentra bien matizada, y resulta interesante en el fraseo y la expresividad. Lástima que se le escuchase tan poco en algunos pasajes. Actoralmente se encuentra muy inspirado y realiza un Goro de manual, sibilino y empalagoso tal y como el personaje necesita.

Vladimir Stoyanov, barítono, como Sharpless.
De lo mejorcito de la noche, sirvió un canto de gran nobleza, expresivo y elegante a mas no poder. Stoyanov tiene el papel muy bien pillado tanto en lo vocal como en lo actoral, y funciona muy bien en las escenas con Cio-Cio San, no siendo así con Pinkerton, con el que la nula química escénica, y la también nula cohesión de las voces fue uno de los motivos por los cuales el primer acto se vio arruinado de forma irremediable. Stoyanov se fue creciendo a medida que fue avanzando el espectáculo, siendo la escena de la lectura de la carta lo mejor de su interpretación, y donde nuestro barítono domina escena y partitura de forma completamente redonda.

Andrea Caré, tenor, como B.F. Pinkerton.
Imposible desde practicamente todos los ángulos. Caré escasísimo de volumen, adolece de poco cuerpo en la voz para un papel de estas característica, no pasa la orquesta ni a la de tres, los agudos, escuetos, atrás y en algunos casos apretados y abiertos. Poco compenetrado con el resto del elenco se ve completamente eclipsado por la soprano principal especialmente en el gran dúo con el que finaliza el primer acto. Caré sirvió un Pinkerton descafeinado y poco apasionado y muy bajo de tono en líneas generales. Tristemente Caré parece contagiar al resto del elenco durante todo el primer acto bajando el nivel de la función de forma estrepitosa, siendo el resultado decepcionante e irritante a partes iguales.

Gemma Coma-Alabert, mezzosoprano, como Suzuki.
Magnífica a todos los niveles. Coma-Alabert sirvió una sensible función, caracterizada por un canto limpio de delicado fraseo, perfectamente impostado, y voz magnificamente proyectada en todo momento. De bello timbre, ligero y muy grato al oído, me resultó deliciosa especialmente en el dúo con Cio-Cio San, exquisito y con ciertos ecos de Lakmé en su parte final, partitura de la que siempre me acuerdo cuando escucho este pasaje. Gemma Coma-Alabert realiza un gran trabajo y demuestra que le tiene pillado el aire al bello personaje de Suzuki de forma acertadísima sabiendo estar en su lugar en todo momento, tanto en la disciplina vocal, como actoral.

Hui He, soprano, como Cio-Cio San.
Gratísima sorpresa, ya presentida ante los vídeos que había visto de esta soprano china que nunca había disfrutado en directo. Empezó fría y bastante destemplada en su difícil salida, pero que a medida que fue avanzando el primer acto, ya fue demostrando que lo que iba a venir en el segundo y tercero sería de altura. Hui He es a mi entender la voz perfecta para Butterfly, resultando ideal en el complicado rol, tanto por color como por volumen y expresividad. Nos obsequió varios agudos en pianissimi completamente pelopúnticos, así como algunos momentos muy inspirados especialmente en las partes mas heroicas. La despedida de su hijo fue literalmente tremebunda y de gran impacto emocional. Hui He redondea la función de forma esplendida, consiguiendo un medido crescendo dramático que resulta epatante para el espectador especialmente en el tercer acto. Hui He triunfó de plano en la velada de ayer y fue muy braveada por el respetable, entregadísimo y disfrutón a mas no poder.



Coro Titular del Teatro Real, con dirección de Andrés Máspero, mas atinado en las mujeres que en los hombres durante la difícil intervención del primer acto que resultó un tanto caótica, en parte por culpa de la mano de Marco Armiliato que en los números de conjunto no anduvo muy fino. El celebérrimo y dificultoso en extremo "Bocca Chiusa" fue perfectamente servido, resultando uno de los momentos mas mágicos de la función, y que se encuentra prefectamente apoyado en lo escénico, con un resultado de gran lirismo y muy emocionante.

Marco Armiliato dirige la Orquesta Sinfónica de Madrid con la misma progresión ascendente que parece ser la marca de la producción, o al menos de este elenco. La dirección en el primer acto resulto a mi entender excesivamente ramplona, poco matizada,y ligeramente caótica en algún momentos, para ir mejorando poco a poco tanto en intensidad dramática como atmosférica. Armiliato no se anda con sutilezas y se le va la mano con los volúmenes en alguna ocasión. Me ha dado la sensación que cuida mas a las féminas del elenco, algo que con Stoyanov no es problema ya que va sobrado, pero en el caso de Caré resulta problemático y que lastra todavía mas el trabajo de nuestro tenor. Eché de menos mas matices en una partitura tan delicada como la de Madama Butterfly. En este caso ha primado el sentido de la espectacularidad, siendo eficiente, pero de resultado un tanto plano y superficial.





Mario Gas se encarga de las labores de regista en una producción suficientemente conocida por los espectadores del Real, ya que de una reposición se trata. Gas no aporta mucho en su visión de Madama Butterfly ambientada en un plató de cine clásico, y en la que los recursos de la producción hoy en día resultan un tanto sobados, y que se ve muy enriquecida por la belleza visual del espectáculo, todo un logro a ese nivel, y una inspirada dirección actoral que consigue una intensidad dramática muy medida y realmente impactante para el espectador. Gas sabe lo que tiene entre manos, y mueve a los intérpretes con gran soltura sobre las tablas logrando una función dinámica cuando lo requiere y de cuidado y refinado estatismo oriental en los momentos mas calmados de la función. Resultan de gran belleza tanto el final del primer acto, así como el final del segundo y el intermedio con el que comienza el tercero, resultando atmosféricos y de gran sabiduría teatral. Mención especial para los bellos figurines de la oscarizada Franca Squarciapino que visten de forma impecable a la producción, así como a la espectacular escenografía de Ezio Frigerio apoyada en unas magníficas proyecciones de prodigioso efecto.





Como nota aclaratoria decir que las fotos no se corresponden en su mayoría al elenco que esta crítica ocupa.





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