jueves, 19 de marzo de 2015

La Gran Duquesa De Gerolstein, La Opereta Elevada Al Cubo

Me daba mucha pereza La Gran Duquesa De Gerolstein, en el Teatro de la Zarzuela. Una opereta (menor) francesa, de musica centroeuropea y traducción al castellano  de mediados del S.XIX, se me hacía muy cuesta arriba, y mucho mas después de la Carmen en castellano, con sus aireadas consecuencias, y notorios desaciertos.
Nobleza obliga, y me he propuesto intentar ver el mayor número de funciones de lírica que me sea posible, para luego plasmar mis impresiones, así que mas animado por el material que me encontré después de su estreno, que prometía un espectáculo elegantón y divertido, me acerqué al Coliseo de la Calle Jovellanos, dispuesto a pasar un velada de lírica, ligera y desenfadada.
La cosa estuvo a la altura de lo esperado, con sus mas y sus menos como iré contando. Me encaramé en mi gallinerito del alma, cada vez mas destrozadito como ya he comentado alguna vez por estos lares, se apagaron las luces, y comenzó La Gran Duquesa De Gerolstein...





Antes de empezar con la crítica, me gustaría plantear unas reflexiones:
 La Gran Duquesa de Gerolstein es netamente una opereta, por mucho que nos la pinten como zarzuela bufa, en un cierto gesto de acomplejamiento por parte del Teatro De La Zarzuela, ante la temporada actual que se está llevando a cabo.
 ¿ Alguien se imagina en la Volksoper de Viena, que sería un equivalente parecido a la Zarzuela en versión austríaca, una temporada que incluye seis producciones representadas, abriese con Marina, en medio representase los Miserables, y luego programara La Del Soto Del Parral? pues mas o menos eso está ocurriendo en Madrid, zarzuela poca, poca. Así que a una opereta la llamamos zarzuela y santas pascuas.
 Esta reflexión entronca directamente con la segunda:
Diferencia entre opereta y zarzuela. Así que amiguitos como si fuera Coco, os lo voy a explicar.
la zarzuela y la opereta, tienen la misma estructura como espectáculo, es decir unión de música y diálogos en la misma función, algo que en la ópera no es habitual, salvo en la opera-comique. Entonces ¿ Donde estriba la diferencia ? basicamente en dos cosas, la música y el argumento.
 En la zarzuela, en la mayoría de sus obras, aunque no en todas, ya que es un género muy ecléctico, la base de la música es folclórica o popular, se trata casi siempre de una estilización del folclore. La opereta, tiene su propio código musical, de origen centro-europeo, con los valses, marchas, polkas y galops como emblema musical, dicho código se utiliza, en practicamente todas las operetas, se hayan compuesto en el idioma y país que se hayan compuesto, hablamos por supuesto de la opereta que hizo furor desde el S.XIX hasta mas o menos la Primera Guerra Mundial.
Las diferencias en el argumento son muy fáciles de detectar. En la zarzuela, casi siempre, son personajes del pueblo, argumentos sencillos y populares. En la opereta, sus protagonistas, son aristócratas, deidades, o componentes de una acomodada élite social, el enredo casi siempre es amoroso, y mas sofisticado que el de nuestra humilde pero bellísima zarzuela.
Dicho esto repito que la función que esta crónica ocupa, sin ningún asomo de duda, es opereta, y no es ninguna deshonra que lo sea, estaría bueno, es un género delicioso, y muy poco visto en la actualidad por estos lares.



La Gran Duquesa De Gerolstein de Offenbach, se estrenó en 1867 a propósito de los fastos de la Gran Exposición que tuvo lugar en dicha ciudad, para mayor gloria de la diva francesa del momento la celebérrima Hortense Schneider.
Esta composición de muy leve argumento, al menos para el público de hoy en día y excesivamente repetitivos libro y partitura, no posee el interés musical que otras obras del género pueden tener. Offenbach parece que pusiera el piloto automático, y le dice al público, ¿ os gusta el caldo? pues vengan tres tazas, ya que la estructura musical y también dramática es exacta en cada uno de los tres actos en los que está dividida. Can- Can, marchas y galops se funden en un interminable bucle que parece no tener fin con ampulosos crescendos e idénticos finales de acto, que acaban por dejar agotado al espectador. Sería algo así como la opereta elevada al cubo, en un continuo dar al espectador de la época lo que causaba furor, y que finalmente acaba perjudicando el acabado de la obra, excesivamente convencional y superficial, llegando a la autoparodia en algunos momentos. Y por supuesto sin llegar a la enjundia de las mas grandes obras de Offenbach. Cierto que en su momento el argumento tan crítico con el ejército y las clases dominantes, causaron bastante revuelo, y propiciaron algunas prohibiciones, ya que los paralelismos con algunas monarcas de la época (léase Isabel II de España) levantaron ampollas. De aquello ya no queda nada. A todo esto hay que sumar la nuevamente desfasadísima traducción con los sempiternos problemas de métrica en los cantables, y plagada de arcaísmos y dequeísmos que no tienen razón de ser hoy en día, amén del florido verso metido con calzador, y que le resta verosimilitud a los personajes.
Después de ver este espectáculo, uno se plantea, si realmente recuperar estas obras tiene interés hoy en día. Yo me hubiese quedado mucho mas contento con una buena Viuda Alegre, Giuditta, u Orfeo En los Infiernos, que son emblemáticas por lo que son, si de rescatar la opereta en nuestras carteleras se trata.



Vayamos con el elenco, bastante homogéneo y acertado en lineas generales.

Enrique Ruiz Del Portal, tenor, como el Capitán Nepomuceno.
Del Portal, figura imprescindible de nuestro género lírico, las da todas en una pinceladita, que es este personaje, con un poco de dibujo animado, gran presencia física, y mucha sabiduría escénica. Se le echaba mucho de menos a Del Portal en el Teatro De La Zarzuela, retorna por la puerta grande, sabiendo como siempre muy bien lo que se hace, y un conocimento del género casi quirúrgico. No hay papeles pequeños, hay artistas pequeños, máxima que viene como anillo al dedo para el trabajo de Enrique, que ofrece todo lo que tiene con mucho tino, y engrandece lo pequeño con su oficio.

Gustavo Peña, tenor, como el Príncipe Pol.
A Peña, le ha tocado el bombón de la función, y lo aprovecha al máximo, realizando una auténtica creación que el público agradeció enormemente. Este estupendo tenor, de poderosa voz, mas que correcto volumen y dicción perfecta, sirvió una aria deliciosa, que le va de perlas a un cantante de sus características, con un interesante trabajo de unión de lo actoral con lo musical. Su interpretación es de campanillas, y personalmente fue uno de los que mas me gustó de todo el elenco.

Cesar San Martin, barítono, y Manuel De Diego, tenor, como General Bum y Conde Puck respectivamente.
Estos dos personajes, parejos y practicamente iguales en su psicología, están perfectamente recreados en el trabajo de San Martín y De Diego. Muy graciosos, aunque quizás brilla un poquito mas San Martín que De Diego, ya que su papel tiene mas visibilidad, y el primer número del General Bum en la pasarela, es muy divertido y pegadizo. Si me tengo que quedar con algo, sin duda el mejor momento de estos dos cantantes es el terceto junto con Gustavo Peña del segundo acto. Estupendo trabajo, mas que correcto y muy divertido en lineas generales el de estos dos artistas, que van sobrados a nivel vocal, para lo que se necesitaría a priori, en dos personajes de este estilo.

Elena Sancho, soprano, como Wanda.
Sancho sirvió una sensible creación en total consonancia con el papel que le ha tocado en suerte. De bonito timbre, correcto volumen y notable fraseo, quizás tenga un pequeño exceso de vibrato que no molesta demasiado, fue de menos a mas, comenzando la función ligeramente destemplada en un dúo al que resulta difícil entrar, tanto a los cantantes como al público. La desafortunada traducción tampoco ayuda, para ser justos. Vocalmente es ideal para este personaje de suave coloratura. Delicada sonoridad, y emisión perfecta, son sus mayores bazas, algo muy de agradecer en las féminas.

Andeka Gorrotxetegui, tenor, como Fritz.
Correctisimo en lo vocal, si bien es cierto que el papel no le va en exceso. Sabe lucirse cuando toca, y su fuerte está en el agudo, largo y de brillante ejecución, su bello timbre, y singular fraseo que me resulta muy interesante. Actoralmente está para comérselo, en un papel imposible de llevar a buen puerto como no sea en el código que Gorrotxetegui utiliza, alguien cuya muletilla continua es " caspitina" evidentemente es un Mihura duro de torear, Andeka de forma asombrosa consigue naturalizar el rebuscado, cursi y muy trasnochado lenguaje de un personaje que ya era muy relamido en su época y que hoy en día solo puede tomarse en serio, como pura parodia.

Nicolla Beller Carbone, soprano, como la Gran Duquesa.
Beller, ofreció una irregular interpretación vocal y una absolutamente espectacular interpretación actoral, voy por partes. Beller Carbone, no es la soprano idónea para un papel de las características de esta Gran Duquesa, que muerde vocalmente. Necesita una soprano de gran centro, mucho cuerpo en la voz y que en el agudo sea resolutiva sin problemas, a Carbone le falta volumen en la zona central, y en algunos momentos le falta ligereza a la hora de atacar el agudo, esto que comento no quita para que en líneas generales cumpla, sobre todo en el bello dueto con el tenor, que transcurre durante el segundo acto, en el que dio lo mejor a nivel vocal, logrando momentos de gran vuelo lírico.
Actoralmente es harina de otro costal, perfecta es poco, gran presencia escénica, elegantísima, y con aires de gran diva, Beller Carbone vende todo el pescado, cautivando al respetable con este difícil personaje, muy queer en su planteamiento, y rotundo en su acabado, siendo redonda la creación psicológica del mismo.



El Coro Del Teatro De La Zarzuela, soberbio como es habitual de gran empaste y electrizante sonoridad en los números mas lucidos. Escénicamente desaprovechadísimos donde prima la excelente propuesta musical a la escénica, durante casi toda la representación, a excepción de el final del segundo acto, que es donde llega el desmelene.

Ballet, perfecto en especial en el delicioso galop, con el que comienza el segundo cuadro del tercer acto, y que es uno de los momentos mas brillantes de la función

Cristobal Soler, dirigió la Orquesta De La Comunidad, en una poco inspirada lectura, buscando el efectismo, pero superficial y mas bien cercana al chim-pum que a los matices necesarios. Me resultó un tanto aburrida, si bien es cierto que el material de base no da para mucha floritura, un poco mas de vida no hubiese venido mal. La OCM suena muy bien que duda cabe, otra cosa son los matices, que en este caso brillan por su ausencia.




Vayamos con el montaje:
Bonito, sencillo ( excesivamente sencillo ) e igual de repetitivo que la función. Si bien es cierto que el empaque visual de la producción es notorio, el conjunto de la obra se ha quedado ciertamente trasnochado, con unos coros excesivamente estáticos, con excepción de uno de los grandes aciertos de la función que es el final del segundo acto, con el fantástico Carillón de La Abuelita, un " Viva Cartagena " en toda regla que me supo a gloria, entre tanta entrada y salida de gente en el mas puro estilo "zarzuelero" y posiciones mas dignas de un concierto del Orfeón Donostiarra que de una representación escénica.
Los solistas están mucho mejor movidos, y hacen un estupendo uso de la pasarela. La producción tiene un problema, visto el primer acto vistos los tres, todo es igual, no hay practicamente cambios ni de vestuario ni de escenografía, y teniendo en cuenta que la función tiene una estructura idéntica en sus tres actos, pues parece que estamos viendo tres veces exactamente lo mismo.
Pier Luigi Pizzi dirige a sus actores en unos parámetros un tanto excesivos, pero eficientes, y saca partido del material que tiene a nivel literario, consiguiendo una función de sonrisa mas que de carcajada, con algunos momentos bastante conseguidos, y que en líneas generales no chirría. El principal problema de la producción estriba en lo rutinario, y ya muy visto de su planteamiento, que no acaba de darle el vuelo necesario al espectáculo, para que no se nos acaben eternizando las tres horas y cuarto que dura la función, por culpa de los innecesarios dos descansos.




En resumen, una propuesta agradable de ver, no del todo redonda, y que el aficionado a la lírica no debería perderse por varios motivos, el primero lo difícil que resulta ver este repertorio en nuestro país, y lo segundo porque con sus luces y sus sombras, no deja de ser un espectáculo de primer nivel y de gran calidad en su acabado. Están hasta el 28 de Marzo, avisados estáis!!!




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