El genero cabaretero me gusta mucho, en sus múltiples vertientes, desde los espectáculos de transformistas ( hoy drag queens ) hasta las variedades, el espectro en el que se mueve el cabaret como género es muy amplio. Mi cabaret favorito es el que sirviéndose de la estética, modos y formas cabareteras, ofrece básicamente teatro, en un complejo, difícil, y no siempre efectivo, trabajo de comunión de todas las disciplinas escénicas. Si... todo es teatro, pero una cosa es cuando el argumento es un leve pretexto para introducir los números musicales, y otra cuando los números musicales sirven para que la acción dramática avance y reforzar la historia que se quiere contar.
Me surgió la oportunidad de asistir a Cabaret Chihuahua, que se está representando en la sala pequeña del Nuevo Teatro Alcalá, y la verdad es que no me lo pensé ni lo mas mínimo. La fama que precedía a esta producción ante el clamoroso éxito que supuso en las cartelera bilbaína , me la hacía tremendamente interesante, había visto abundante material gráfico de la función, pero no tenía ni la mas remota idea sobre su argumento, un motivo mas para acercarme y dar un vistazo.
Soy curioso por naturaleza, así que el sábado tras una larga y agotadora semanita, levantando el país que me ha tocado en suerte, me acerqué entre intrigado y divertido, a lo que para mi ya empieza a ser una sesión golfa, las diez y media, acostumbrado a los horarios zarzueleros, es el colmo de lo disoluto, porque uno ya va estando en lo mejor de su avanzada edad, que diría uno que yo me sé.
Convenientemente ataviado (el que vea la función sabrá por qué digo esto) me arrellané en mi butaca y empezó el show....
Cabaret Chihuahua, es un inteligente espectáculo, en el que se nos presenta un fresco de la realidad social de la España actual, para ello se sirve de una premisa sencilla, pero muy efectiva. Un chico se muere y cuando llega al mas allá, los muertos fiel reflejo de lo que ocurre en el mas acá, sufren las mismas miserias y disfrutan las mismas gozosas alegrías que nosotros, todo desde un prisma descarnadísimo, que no deja indiferente a nadie. Felipe Loza autor del texto y director del espectáculo, se luce mucho en una función que nos lleva por unos derroteros netamente políticos y que no deja títere con cabeza, en el mas puro estilo de sátira política y social, en los términos mas Brechtianos que uno se pueda imaginar, en cuanto al lenguaje teatral se refiere, y con unas deliciosas pinceladas de Teatro Del Absurdo, donde Ionesco, Beckett y Arrabal también pululan sin ningún complejo. Cabaret Chihuahua, tiene mucho interés en lo que cuenta y en como lo cuenta, esta fue la primera sorpresa de la noche, ya que esperaba ver un espectáculo mas frívolo, y quizás con menos enjundia, que es lo que a priori se puede esperar de un cabaret, si a esto le añadimos un elenco en completo estado de gracia, se puede afirmar que estamos ante una auténtica revelación, en cuanto a propuestas de estas características se refiere.
Vayamos con el elenco.
Mitxel Santamarina, como Montse ,alter ego de Montserrat Caballé en el Otro Barrio, y Broder 2 ( con "d") componente de Lehman Brothers
Santamarina, ofrece una Montse, rotunda, muy graciosa, impoluta en lo corporal, y con ciertos ecos de la Edna de Hairspray, que hizo las delicias del espectador. Sirvió toda un creación en la mas pura línea de caricato, tremendamente graciosa, muy desprejuiciada, y que realmente funciona en todas sus intervenciones. Su final a ritmo de Celia Cruz, fue absolutamente impagable. Como Broder, está estupendo también, dotando a su personaje de cierto tono inquietante que resulta muy conseguido. Santamarina no pasa desapercibido, sobre todo en una interpretación tan extremada como es la de Caballé.
Ugaitz Alegría, como Sabino Arana y Broder 1. Alegría es el que pasa un poco mas desapercibido, no por su mal hacer, sino porque sus personajes están menos desarrollados que el resto, en los dos cumple, y sirve una estupenda canción en euskera, que me llegó a emocionar. Queda muy claro lo que representa, algo harto difícil en un personaje que fuera del entorno vasco quizás nos pille un poco lejano, pero esa visión del nacionalismo tan desfasada me quedó mas que clara en el planteamiento de Alegría, que sabe muy bien lo que se hace.
Diego Pérez, como Winehouse y Cantinflas. De lo mejorcito del espectáculo sin lugar a dudas. Pérez sirve dos interpretaciones soberbias, la una alejadísima de la otra y que no chirrían en absoluto. Cuando interpreta a Cantinflas, no vemos una imitación, vemos a Cantinflas ni mas ni menos, algo extremadamente difícil de llevar a cabo, cuando de un artista tan personal como Mario Moreno era se trata, derrocha encanto y ternura en sus intervenciones. Su Amy Winehouse es un festival. Graciosísimo, de frases lapidarias e imponente físico, me dejó absolutamente pasmado por su ductilidad, vis cómica e impresionante cambio de registro. Nombre a tener en cuenta el de Diego Pérez, si señor, actor que intuyo que dará que hablar, Pérez tiene ese "algo" que muchos buscan y pocos encuentran.
Irene Bau, como Monroe, alter ego de Marilyn. Bau me gustó muchísimo, en un composición muy bien apoyada en lo corporal y la voz. Su papel no está muy desarrollado pero no pasa desapercibido, sabe estar y sabe escuchar, y sin duda, ofrece gran calidad en su trabajo. Su monólogo al teléfono me pareció una genialidad, que requiere de una gran actriz para que funcione tal y como a Bau le funciona. En un código muy surrealista, ofreció una difícil creación que a pesar de sus complicaciones, ella hace que parezca un paseo. Un diez para Bau sin duda
Enriqueta Vega, como Frida, alter ego de Frida Kahlo. Inmensa, su portentosa voz, imponente presencia física y arrolladora personalidad, me dejaron con la sensación de estar viendo una auténtica bestia parda, un animal escénico de poderosísima energía que crea una Frida, muy temperamental, ferozmente vital, un tanto agresiva y que descoloca al mas pintado. Poner en pie un personaje tan grande es un riesgo, ponerlo en pie con esta solvencia es sin duda un trabajo encomiable. Vega es pura tripa, sale a por todas y lo consigue.
Quique Gago, como Fiambre, el hilo detonante de toda la historia. Gago sirve un trabajo en clave mas naturalista que el resto de sus compañeros, al menos en la primera parte del espectáculo, muy bien apoyado en lo gestual, da perfectamente el papel de chico muy normal, un poco sobrepasado por los acontecimientos, cuando le llega el desmelene, que no desvelaré, cumple a la perfección en un trabajo que igual que ocurre con Diego Pérez, no se limita a imitar, Pérez no hace, es, no hay mas vuelta de hoja.
Itxaso Quintana, como Minelli, alter ego de Liza Minelli, absolutamente soberbia, en el mas claro código de maestro de ceremonias. Quintana, ofrece un trabajo muy corporal, donde la plasticidad de sus movimientos es mas que notable, creando una Liza Minelli perfecta, se bate el cobre a base de bien sobre el escenario, y le toca abrir el espectáculo con su primer número, algo que hace sin ningún problema, para empezar a poner al público en situación. Su personaje es un torbellino, con muchos estados de ánimo diferentes, algo que esta presente en todos los personajes, pero que quizás en Minelli sea mas palpable. Me quedo con su monólogo remedo de el de Rutger Hauer en Blade Runner, todo un prodigio tanto de texto como de interpretación.
Iñaki Maruri como Pianoman. Maruri es el pianista de la función que acompaña a los actores, pero no solo es eso, es el apoyo de todos los que están es escena, y un actor como la copa de un pino, da vida a un enamorado de Elton John, que dice verdades como puños, denota gran sensibilidad, y no para ni un momento. Está toda la función en el escenario, entregándose sin descanso, y tocando el piano de maravilla. Sin duda uno de los sustentos de la función, que consigue dar el tono exacto a cada número para que la música fluya perfectamente.
Vayamos ahora con la producción y dirección escénica.
Felipe Loza destaca mucho y muy bien, en un espectáculo muy pensado, muy trabajado y soberbiamente movido. La gran baza es el frenético ritmo que da a la función y la estupenda dirección de actores, ya que saca lo mejor de cada uno, sabiendo muy bien las características de cada artista y como aplicarlas a sus personajes. Loza sirve un producción sencilla, pero impoluta, de gran fuerza visual, con una continua ruptura de la cuarta pared, acento tremendamente Brechtiano como ya dije mas arriba, y un final que entronca muy mucho con Auge y Caída de la Ciudad de Mahagonny de Kurt Weill y el propio Bertolt Brecht. Todo el espectáculo tiene un aire decadente muy al estilo del Berlín de Entreguerras, que de forma atroz, divertídisma y despiadada, refleja los convulsos tiempos que tenemos entre manos.
Se trata de una propuesta arriesgada, muy valiente y de extrema vigencia, que me recordó, sin haber visto yo aquel espectáculo, pero si material del mismo, la mítica Castañuela 70 del no menos mítico grupo Tábano. Teatro social, necesario en estos tiempos que corren, y que como revulsivo ante lo que estamos viviendo, funciona a las mil maravillas, todo desde un prisma muy lúdico, gamberro y desprejuiciado. La esencia final es que la vida es un carnaval, hay que vivirla aquí y ahora, y que rabien los demás.
Mención aparte merecen las increíbles luces de Iñaki García, que dotan a la función de unas muy conseguidas y enrarecidas atmósferas en completa consonancia con el género que el espectáculo abarca.
En resumen, un propuesta muy recomendable, que no dejará indiferente a nadie, tanto por su arriesgado planteamiento, novedoso formato, absoluto descaro, y enjundia teatral, mas allá de la frivolidad bien entendida del cabaret. Estamos ante una propuesta lúdica, pero que deja un poso reivindicativo la mar de estimulante. Yo no me la perdería!!!
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