Los zoológicos humanos, quizás sean uno de los fenómenos mas vergonzosos de toda la historia de la humanidad. Desde al menos el S.XVI hay noticias de personas exhibidas por diversos motivos, en zoológicos y circos, alegando el supuesto "interés" que podría tener el ver personas de razas exóticas, graves malformaciones o enfermedades de impactante sintomatología. Esto que nos puede parecer una aberración viéndolo con los ojos del año 2017, hasta bien entrado el S.XX era común, y nadie se escandalizaba por ello, y para ser sinceros, incluso hoy en día, las reservas indias y de diferentes pueblos de ancestral cultura, no dejan de tener ciertas reminiscencias de lo que aquellos zoológicos eran. Sin ir mas lejos, yo mismo, hace unos años en un viaje a Tailandia, encontrándome en la remota frontera con Birmania, visité el famoso poblado de las mujeres jirafa, y fue una experiencia no muy agradable, en la que me sentí bastante incómodo, ante algo que encontré ciertamente humillante para las propias mujeres, además de profundamente anacrónico. Bien es cierto que viven de los turistas, que están en un entorno lo mas parecido al suyo (son refugiadas birmanas, no tailandesas) y que no parecen ser infelices, a pesar de las durísimas condiciones de vida que tienen. Pero no pude dejar de pensar que quien era yo para ver a otro ser humano como algo exótico e invadir su espacio vital por el mero hecho de ser testigo de unas costumbres muy diferentes a las nuestras. El poblado de las mujeres jirafa, obviamente está a años luz de lo que eran los zoológicos humanos, donde personas eran tratadas como animales, exhibidas en jaulas, y la dignidad de estas gentes se perdía entre los barrotes, mientras los espectadores les lanzaban comida y se reían de ellos como si no sintieran ni padecieran. Es decir un atentado en toda regla contra los derechos humanos y la dignidad de las personas.
Esto que cuento viene a colación de Animales Salvajes, la pieza de Miguel Campion que se está llevando a cabo en Nueve Norte estos días, y que refleja lo que planteo de forma muy directa.
Animales Salvajes, pieza de duración media, nos cuenta la historia de Ota y Kras, un chico y una chica que viven encerrados en un zoo. La historia es sencilla, la vida de Ota, nuestro protagonista, se ve trastocada cuando Kras, la primera mujer que ve en toda su existencia, aparece en el que es su hogar. Ota de naturaleza simple y mas bien conformista con la vida que le ha tocado vivir, ve rotos todos sus esquemas, cuando Kras le hace ver muchas cosas que nunca se había planteado. Con esta premisa Campion refleja al ser humano en su esencia, perfectamente plasmada en nuestros dos personajes, y explora nuestros sentimientos desde diferentes aristas. La obra desprende una ternura infinita, especialmente en el ingenuo personaje de Ota, mientras que Kras, sirve de denuncia ante las injusticias y las vejaciones, así como para que veamos como los vapuleos de la vida van forjando nuestra personalidad y nos van desposeyendo de la inocencia que todos tenemos en nuestra infancia . El despertar al sexo, el amor, la ira, el humor, y todo aquello que nos hacer ser humanos se ve plasmado de forma fluida y acertadísima en un texto que fluctúa entre lo lírico y lo naturalista de forma muy acertada, y sobre todo equilibrada, ya que lo cómico y lo dramático balancea a lo largo de la hora y poco que dura la función de forma admirable y muy dinámica. Campion dosifica en su texto la información de forma muy astuta, ya que se nos va dando con cuentagotas, para de esta manera mantener nuestro interés, y así contarnos todo lo que quiere sin prisa pero sin pausa, de forma amena y de atractivo acabado. Mas allá de la premisa (interesante a todas luces) del zoológico humano, la obra trasciende por la disección de nuestra naturaleza, y el mensaje de intenciones universales que de ella se deducen. La jaula sirve como catalizador del conflicto, ya que los personajes no pueden salir del entorno en el que se encuentran y por tanto se ven abocados a estar juntos, potenciándose de esta manera las emociones, en algunos casos soterradas y bastante primarias, pero para que engañarnos, comunes a todo el ser humano. Nos encontramos ante un texto, que si bien es cierto, está tratado de forma amena y ligera, entraña verdades como puños, y rezuma belleza por todas partes, belleza sencilla y reconocible, sin duda la mas genuina que existe.
Vayamos con el elenco.
Tino Antelo y Patricia Fuertes dan vida a los dos protagonistas, en códigos interpretativos similares, aunque con diferentes caracteres y dificultades actorales.
Antelo como Ota lleva a cabo un trabajo cargado de ternura, sin caer en lo melífluo y con gran empaque actoral, donde prima un tono físico y vocal de altura, y un sentido del texto muy acuciado. Todo está dicho de forma certera, pensado y estudiado sin restar naturalidad, a un personaje de gran dificultad, ya que si bien es cierto que es ingenuo no es tonto, y encontrar ese equilibrio no es fácil. Muy sentado en sus intervenciones sirvió una función con gran peso escénico, llena de verdad y muy emotiva por momentos. Reconozco que me encantó su trabajo, honesto y que consigue la empatía del público practicamente desde que empieza la función. Antelo es ese tipo de actor que todo lo que dice parece que acaba de venirle a la cabeza, trabajo que yo encuentro sumamente difícil y que valoro mucho sobre un escenario, y que denota una implicación importante a todos los niveles, y que siempre se refleja, como en este caso, en un resultado brillante y muy gratificante para el espectador.
Patricia Fuertes, como Kra, ofrece un trabajo con mas carácter en sus intervenciones dada la naturaleza de su personaje. Resulta el contrapunto perfecto de su compañero, siendo muy notoria la química existente entre los dos. Le ha tocado a nuestra actriz el personaje mas emocional de la función, no resultando esto ningún problema, ya que llega a todos los estados de ánimo sin problemas y de forma adecuada. Fuertes dota a Kra de cierto aire de misterio muy conseguido, ya que vislumbramos un pasado (que existe) y que mide a la perfección, dando pistas pero no relatándolo, hasta bien avanzada la función. Por otro lado su personaje tiene muchas aristas, y encuentra perfectamente la forma de que entendamos que lo que no quiere es que le hagan daño, de ahí sus reservas ante ese jovencito sin desbravar que es Ota. Kra viene de vuelta, y sirve para abrirle los ojos a Ota de forma dura, convincente y mas que acertada, siendo esto sin duda mérito de Patricia Fuertes, que redondea muy bien su trabajo y de forma mas que acertada.
Miguel Campion se encarga también de la labor de director de escena, además de dramaturgo. Nos encontramos ante un montaje sencillo, pero eficiente, que en algunos momentos busca la complicidad del público que en ocasiones actúa como visitante del zoo en el que Ota y Kra se encuentran, como efecto funciona y está muy bien integrado en la acción. Campion deja hacer a sus actores, pero sabe conducirlos por los vericuetos del texto, sobre todo en cuanto al aire de cada personaje, que nuestro director y dramaturgo sabe imprimir a la perfección en los actores para que todo se entienda tal y como concibió en el texto. Se intuye un trabajo consensuado y cuasi de laboratorio en el que se aprecia unos previos interesantes y muy bien tramados. Todo plasmado desde un prisma de verdad y organicidad mas que notable y que enriquece la función en grado sumo. Si bien es cierto que la propuesta es modesta, si que posee de unas adecuadas músicas y unas logradas transiciones entre escena y escena, de perfecta coherencia dramática y de asequible lenguaje teatral. La obra se disfruta enormemente, y el regusto agridulce que se desprende del espectáculo se encuentra en el punto justo de sazón para que después de verlo lo pensemos en nuestra casa y saquemos nuestras propias conclusiones.
En resumen, Animales Salvajes es un ejemplo claro de teatro sólido, de envoltorio sencillo pero realizado de forma muy inspirada y de claras intenciones en su planteamiento. Disfruté mucho viendo la función y mi sonrisa casi perpetua durante todo el espectáculo se vio congelada en mas de una ocasión ante la dureza de lo plasmado, eso si, de forma delicada pero contundente, y sin ningún atisbo de afectación en su acabado.
*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible.
En resumen, Animales Salvajes es un ejemplo claro de teatro sólido, de envoltorio sencillo pero realizado de forma muy inspirada y de claras intenciones en su planteamiento. Disfruté mucho viendo la función y mi sonrisa casi perpetua durante todo el espectáculo se vio congelada en mas de una ocasión ante la dureza de lo plasmado, eso si, de forma delicada pero contundente, y sin ningún atisbo de afectación en su acabado.
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