La revista ha retornado a Madrid y a uno de sus recintos mas emblemáticos, La Latina. Soy un apasionado del teatro frívolo, que tanto éxitos cosechó en nuestros escenarios, y fue uno de los supragéneros teatrales con mas arraigo popular en nuestro país, desgraciadamente cayó en desgracia a raíz de su excesiva vulgarización y la decadencia en cuanto a calidad en las producciones que se fueron llevado a cabo a medida que iba pasando el tiempo. Hoy en día, la revista musical española, se encuentra en un punto difícil, ya que pocas se ponen en pie, y gracias a algún que otro romántico empresario que mantiene con gran voluntad nuestra comedia musical por antonomasia, todavía se puede ver en algunos teatros.
Somos muchos los que reivindicamos la revista, y los que seguimos escuchando revista, otra cosa es que se nos haga caso, y se le vuelva a dar el lustre que se merece, algo que parece que ultimamente empieza a tomar forma. Amén de Luis Pardos que sigue al pie del cañón, el Teatro de La Zarzuela tiene interés en retomar nuestra comedia musical, algo que empezó a cristalizar con Luna de miel en el Cairo hace un par de temporadas, y mas recientemente con el excelente espectáculo La Celia, con Ivanna Rossi y dirección de Emilio Sagi, y ahora con Un chico de revista, producción que se acaba de estrenar, y que sin duda tiene muchísimo interés a todos los niveles, y que me ha emocionado en su visionado por varios motivos que iré desgranando.
Antes de hablar de Un chico de revista, voy a plantear el porqué de mi amor hacia este género (que me perdonen los entendidos si no es correcto el término) y los motivos por los que pienso que no debe caer en el olvido, algo que si no se enmienda de forma urgente, acabará ocurriendo de forma irremisible.
Nuestra revista, la revista musical española, es un fenómeno a mi ver ciertamente único por su estructura teatral, ya que combina varios subgéneros, que llevados por separado funcionan (vodevil cómico, variedades y también burlesque) y que cuando se juntan resultan gloriosamente deliciosos, chispeantes y sobre todo divertidos, que es lo que tiene que ser la revista. Burbujeante evasión, glamour, risas, chicas y chicos guapos, carcajadas, magia teatral, y espectáculo mucho espectáculo. La revista es un género difícil, extremadamente difícil si se quiere hacer bien, tanto de dirigir como de interpretar, ya que requiere una entrega enorme a todos los niveles, para que funcione en toda su extensión, y un durísimo trabajo para sus integrantes, donde se debe cantar, bailar, interpretar, amén de la enorme cantidad de cambios escénicos, de vestuario y coreográficos que conlleva. La revista montada a lo grande es un gran espectáculo de primer nivel que arrastra al espectador en su inmensa liviandad, ya que de un divertimento se trata, pero ojo, complicadísimo a todos los niveles.
Si no se mantiene en vigor se perdería la "forma de hacer" tan particular que tiene per se, y que me parecería imperdonable, ya que es muy nuestra, y tan poco valorada que la única forma de conseguir que perdure es volver a ponerla en su sitio al nivel que se merece, que es muy alto no nos engañemos, pero que estoy completamente convencido que bien llevada a cabo, sigue manteniendo interés y posee los suficientes mimbres como para que siga sobre nuestros escenarios con sus señas de identidad tan queridas para los que tenemos el veneno del teatro en las venas.
Un chico de revista se ha puesto en pie gracias al empeño de un enamorado del género, Juan Andrés Araque Pérez, que ha puesto mucho de su parte (a todos los niveles) para que este espectáculo se haya llevado a cabo.
Araque es el encargado del libreto de la función, todo un prodigio en líneas generales, en el que se junta una deliciosa comedia, liviana, fresca, nada vulgar, y muy bien tramada, en la que todos los arquetipos del género se encuentran felizmente integrados de forma muy fluida y equilibrada pasándose la función en un suspiro. Todo aquello que engrandece a la revista se encuentra plasmado, arrolladora comicidad, mutis de órdago, sensualidad no explícita pero si notable, alejada de prejuicios y actualidad aunque se desarrolle en los años 60 del siglo pasado,
La historia es sencilla, la subida al estrellato de un chico "de provincias" que viene a Madrid para triunfar en lo que le gusta, que es la revista. No falta en el libreto la malvada vedette venida a menos, los cómicos de fuste de frases lapidarias y gloriosa frescachonería, primera y segunda vedette de gran belleza y estupendas facultades, galanes maduros, vicetiples y boys con sus momentos de lucimiento tal y como mandan los cánones revisteriles.
La obra tiene como acompañamiento musical muchos de los números mas emblemáticos del género, desde el Viva Madrid de El águila de fuego que hizo inolvidable la gran Celia Gámez hasta el mítico Gracias por venir, mascarón de proa de Lina Morgan, una retahíla de afortunadísimos e inolvidables números se pasean por el escenario con perfecta coherencia dentro de la historia y que infunden al espectáculo un sabor clásico absolutamente delicioso y entrañable en grado sumo.
Vayamos con el elenco:
Gran nivel en los cómicos, empezando por Amelia Font, absolutamente soberbia en un papel que tiene ciertos ecos de Rafaela Aparicio, dando vida a la abuela de nuestro protagonista con empaque, gracejo, y la solidez actoral que solo los bien curtidos sobre las tablas poseen con la calidad que Font aporta. María Vidal da vida a la madre del artista de forma correcta, en un código menos extremado que el resto del elenco pero cumplidora, y sirvió un nena con aires flamencos ciertamente conmovedor. Muy destacable el personaje llevado a cabo por parte de Andreu Castro, cuya homosexualidad está plasmada con gran cariño, y que se encuentra deliciosamente cómico y sensible, con una acertadísima interpretación de Es mi hombre, absolutamente impagable. Pepa Rus soberbia a todos los niveles, resultando una de las estrellas de la función. Rus es un torbellino, rotunda, lapidaria y tremendamente divertida, con los mejores mutis que he visto sobre un escenario en años, y una composición actoral electrizante que se lleva el público de calle en cuanto pisa el escenario, además se atreve a cantar, no diré que, para no destripar la sorpresa, uno de los números estrella de la función.
Ángel Pardo aporta mucho oficio y prestancia a su papel, llevando a cabo un trabajo cargado de sensibilidad y presencia, siendo idóneo para un personaje que aprovecha al máximo y que en otro actor pasaría mas desapercibido pero que Pardo dota de la suficiente entidad como para que resulte un engranaje perfecto en la trama.
Como segunda y tercera vedette nos encontramos a Graciela Monterde y Marchu Lorente. Monterde sirvió un bonito número musical, cargado de sensualidad, y con bonita voz y gran presencia escénica. Actoralmente se encuentra correcta en el típico papel de dama joven que lleva a cabo sin complicaciones, y grandes dotes de naturalidad. Lorente correctísima en su número musical, encontrándose en la justa sazón de picardía que la revista requiere, y de atinada ejecución en líneas generales.
Edu Morlans, da vida al primo de nuestro protagonista, y acierta a todos los niveles. Lleva a cabo un fresco trabajo, muy medido en líneas generales y con grandes dotes en todas las disciplinas que le han tocado en suerte. Baila estupendamente, canta sus partes mas aflamencadas con sumo gusto, y bonita voz, y a nivel actoral no hay ni un reproche, se le ve muy seguro y disfrutón algo que se transmite en su trabajo a la perfección.
Cayetano Fernández, da vida a nuestro chico de revista y resulta un acierto de casting realmente grande. Fernández me gusta mucho, esta es la tercera producción en la que le veo, y me parece uno de los artistas mas completos del panorama teatral actual. Su interpretación estuvo cargada de gracejo en la parte actoral, resultando ligero en su composición, mesurado y templado. Pero amiguitos, cuando se pone revistero la cosa llega a la estratosfera, con un bello timbre de barítono que carga de sensualidad sus dos numerazos mas importantes, Pobrecita yo (en este caso pobrecito), y La pícara ingenua. Fernández brilla en un trabajo cargado de atractivo, insinuación e intención, sin pasarse, perfectamente medido y que poseen unas miras artísticas muy elevadas. Baila con mucho estilo en unas coreografías elaboradas que ejecuta con precisión y gran plasticidad de movimientos. Espero que Cayetano Fernández siga muchos años en nuestros escenarios, se lo merece por derecho propio, y sus elevadísimas aptitudes le hacen idóneo para el género musical, que con buena lógica es en el que mas se prodiga.
Rosa Valenty como una vedette en sus horas mas bajas, que vive engañada pensándose que sigue en el candelero, y que como no podía ser de otra manera ejerce de villana del espectáculo, aunque tiene su corazoncito para ser justos. Valenty sirvió una sensible función, entregadísima y muy emocionada desde que inició el espectáculo. Da todo de si misma, y en sus números musicales resulta en el código perfecto de la revista. El gesto grande de los brazos, la bajada de escalera, la elegancia y complicidad con el público, fueron la tónica de un trabajo que no es fácil ver en nuestros escenarios y que demuestra que Valenty conoce la revista y sus códigos al dedillo. Ver a nuestra estrella en escena, haciendo revista y a este nivel, me resultó tremendamente emotivo y entrañable, la noche de ayer la guardo en mi corazoncito para siempre, resultando el momento en el que la Valenty señaló el palco de Lina Morgan dedicándole unas palabras, el mas tierno de la función, en una jornada cargada de emoción y amor al género.
Conjunto perfecto, formado por cinco vicetiples y cinco boys que trabajan de lo lindo en una dura función que practicamente no les da respiro, y en la que brilla mucho el trabajo coreográfico de Luis Santamaría cuya labor es espectacular, llevando a cabo unos números de difícil ejecución y cuidados en extremo. No solo en el conjunto sino en los números de solista que están impecablemente servidos.
Cesar Belda dirige la función en lo musical de forma perfecta, con unos cuidados arreglos, modernos pero que respetan al máximo las partituras originales, y que casan a la perfección con el tono general del espectáculo, demostrando Belda una vez mas que sabe perfectamente lo que hace.
Vayamos con la propuesta escénica.
Juan Luís Iborra firma el espectáculo, y lo hace con gran sabiduría escénica. Todos los códigos del género (a excepción de la pasarela) se encuentran en la función, los telones en las mutaciones, los mutis briosos, la ligereza en el desarrollo de la función, y la dinámica dirección de los actores. Iborra está acertadísimo en su trabajo, llevando a cabo un espectáculo que es pura revista a todos los niveles. De ritmo trepidante, divertidísima y ligera como el género requiere. Escenicamente nos encontramos con un espectáculo de gran elegancia visual, cuidadísimo y que aprovecha al máximo las lógicas limitaciones del escenario de La Latina y en el que se aprovechan también al máximo los elementos que la producción tiene. Las luces de Juanjo Llorens se mueven en los parámetros de excelencia en nuestro iluminador, que sabe perfectamente lo que tiene entre manos planteando unas atmósferas muy conseguidas, y algunos momentos de inspiración Fosse realmente destacables. Todo el espectáculo se mueve a un nivel alto, y sin ninguna duda dignifica el género y lo lleva a nuestros días de forma mas que acertada y estimable, dándome la sensación de que este es el camino que la revista debe seguir para volver y quedarse. El respeto hacia el género es total, y el amor hacia la revista que en esta producción se vislumbra es mayúsculo. Siendo el resultado de la misma redondo, apreciable y realmente emocionante. Sin duda la revista ha vuelto a Madrid por la puerta grande !Viva la revista!
*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible.
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¡Lo he releído. Qué gran crítica! Aunque se ve que,o no viste muchas revistas (lógico por la edad), o has decidido escribir todo en clave positiva, sin "peros". Porque suscribo todo lo que dices, pero hay un "pero": se ve que no hay dinero y la producción se queda corta en decorados y vestuario. La parte de los decorados está solventada con inteligencia y mucho arte, dándole a toda la función un aire como de musical, que en definitiva puede aportarle incluso un aire más moderno y cercano a un público más joven. Pero el vestuario... El que hay es digno, sin alardes; pero hay poco. Por eso yo en mi crítica le di un 9,5; si no, le hubiese puesto un 10.
ResponderEliminar¡Ah! ¡Y qué introducción! Esa sí es de 10.