lunes, 17 de febrero de 2014

El Cojo De Inishmaan, Como La Vida Misma

Martin McDonagh es un autor interesantísimo, que en España se conoce poco. Hace muchos años vi una soberbia obra suya titulada La Reina De La Belleza De Leenane, con unas Vicky Peña y Montserrat Carulla en estado de gracia. Aquella producción me marcó profundamente, y me quedé con el nombre de su autor, que nunca mas volví a ver por nuestras carteleras. Cuando hace unos meses se estrenó en el Teatro Español El Cojo De Inishmaan, me fue imposible acudir, entre otras cosas porque este teatro programa las obras tan poco tiempo que cuando uno quiere sacarse las entradas o ya no está en cartel el espectáculo o no hay localidades. Afortunadamente la han repuesto en el Infanta Isabel, y estaba dentro de mis prioridades para esta temporada. El sábado nos animamos, yo con la seguridad de que íbamos a ver una obra de calado, realmente en el teaser parece que se trata de un dramón tremebundo, pero la realidad es que si ,pero no. Me explico, el texto es tan soberbio que tratando un tema durísimo, es capaz de hacer reír al espectador, gracias a la cotidianidad de lo que se expone, la grandeza de sus personajes, y la inmensa verdad que hay en todo lo que en esta obra se cuenta. El texto es mayúsculo, y las interpretaciones están todas a la altura de esta difícil obra. Sin duda un propuesta de calidad, arriesgada y muy bien perpetrada.


La obra transcurre en las Islas De Aran, una de las zonas mas dejadas de la mano de dios, de la paupérrima Irlanda de los Años 30, en este microcosmos se entremezclan una serie de personajes deliciosos, fiel reflejo de la sociedad irlandesa de la época, con sus luces y sus sombras. Toda la trama gira en torno a Billy El Cojo un soñador tullido, que es objeto de las burlas de todo el pueblo, y que es el único que realmente intenta hacer algo por salir del gris que le envuelve a pesar de sus carencias físicas. La obra es un retrato naturalista, negrísimo, tristísimo y cómico a la vez que no deja indiferente a nadie, por varios motivos, el primero la brutalidad de la sociedad de la época con los disminuidos físicos, el segundo el humor tan negro que destila todo el espectáculo con un deje profundamente amargo que nos hiela la sonrisa cada dos por tres, y el tercero la descarnada realidad de todo lo que acontece ante los ojos del espectador. Sin duda estamos ante un texto mayúsculo de muy difícil ejecución y con ecos de Que Verde Era Mi Valle y El Hombre Tranquilo, donde se mezcla por una parte el drama social y por otra el costumbrismo irlandés en su vertiente mas pura.


El reparto es absolutamente impresionante, no hay un pero, todos y cada uno de los componentes del espectáculo están soberbios, como el elenco es muy extenso iré a los principales personajes. 
Adam Jezierski como Bartley, crea un pre-adolescente asombroso, que enamora desde que sale a escena, con una ingenuidad deliciosa, y una punto exasperante que hacen al personaje completamente inolvidable, apoyado de forma impecable en el uso de la voz y el cuerpo. Irene Escolar soberbia como Helen, chica de mucho carácter, muy respondona pero que a pesar de su dureza consigue hacerse con el cariño del público. Escolar es una de las actrices mas prometedoras del panorama actual, sin duda va camino de ser una grande de la escena, de casta le viene al galgo, ya sabemos que es nieta de Irene Gutiérrez Caba, y los genes están mas que presentes, ya en Agosto me dejó pasmado, pero aquí está superior, se mueve en escena como pez en el agua, con una naturalidad impresionante y muchísima presencia. Alberto Castrillo-Ferrer, da vida a Johnny Pateenmike, un personaje dificilísimo, es el correveidile del pueblo que siempre cuanta los chismes sin el menor empacho y un punto de crueldad a cambio de sacarse unos huevos o una pierna de cordero, que le den el sustento para la cena. Este personaje de gran verborrea habla por los codos, llegando a ser un poquito cargante, algo totalmente conseguido por parte de Castrillo sin ningún problema. La escena con su madre borracha interpretada magistralmente por Teresa Lozano, tiene unas cotas de comicidad negrísima superlativa.


Marisa Paredes y Terele Pávez crean a Kate y Eileen respectivamente, dos hermanas que se apoyan la una en la otra de una forma absolutamente magistral, estas dos hermanas parecen ser las dos un mismo personaje, siendo la interpretación de Paredes la mas etérea y la de Pávez la mas terrenal, son dos mujeres muy distintas que juntas crean un carácter único con sus luces y sus sombras, el pragmatismo de Pávez funciona a la perfección ante una Paredes que cuando pierde la cabeza se dedica a literalmente hablar con las piedras. Dos auténticas lecciones de interpretación que calan hondo por su profunda humanidad y la verdad que envuelve todo lo que dicen y hacen en escena. Sin duda gran elección en cuanto a estas dos actrices de primerísimo nivel, que cumplen mas que bien con su trabajo. Un trabajo muy honesto, muy de verdad y muy bien armado, con una solidez difícil de ver hoy en día sobre un escenario.
Para finalizar  Ferran Vilajosana cono Billy El Cojo, Vilajosana crea un vitalista Billy, con una estupenda composición corporal, muy tierno y muy creíble, en un momento dado su interpretación me chirrió un poco, y luego entendí el porqué. La obra engaña un poquito al espectador y esa sobreactuación está justificada al final del espectáculo, es una ilusión magistralmente creada y dirigida. Se hace querer desde que sale a escena, su sensibilidad como actor consigue que nos enamoremos de su personaje desde el minuto uno, dotando a su papel de muchos matices que lo hacen absolutamente delicioso. Sin duda su trabajo es muy lucido, y el personaje es un bombón que el aprovecha al máximo.
El resto del reparto cumple sin problemas, fortaleciendo un elenco tan redondo


La dirección escénica de Gerardo Vera es estupenda, muy sensible e intimista, crea situaciones  con gran altura dramática, el equilibrio entre drama y comedia está muy bien medido y precisamente ese equilibrio es el que le da grandeza a la función. La comicidad está en el texto, pero hay que saber sacarle el jugo y Vera lo hace sin problema. Quizás en algún momento los tiempos son un poco lentos, intuyo yo que es premeditado, para mantener el equilibrio tan importante en esta función. Que haya momentos mas pausados no quiere decir que la obra sea premiosa ni mucho menos, simplemente va dando respiros al espectador, que se ve absorbido por la trama a los pocos minutos de empezar el espectáculo.


La función tiene una estética feísta y evocadora, con algunos dejes poéticos, luces muy oscuras que resaltan todavía mas la pobreza que envuelve a estos personajes. Mención aparte merecen los estupendos figurines de Alejandro Andújar que aportan gran realismo a los personajes. Andújar es también el encargado de la escenografía, que tristemente luce poco en un escenario tan pequeño como el del Infanta Isabel, a pesar de ello, este cinematográfico montaje, tiene momentos de gran belleza plástica y mucho empaque visual, algo que es muy de agradecer.


En resumen, se trata de una sólida propuesta teatral, con un soberbio texto que sorprende por su ambivalencia  entre dureza y ternura y una magnífico elenco actoral, que no debe pasar desapercibido para ningún aficionado al teatro. Merece la pena y mucho. El teatro es mas grande que la vida y la historia de El Cojo De Inishmaan es un claro ejemplo de ello

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