viernes, 3 de febrero de 2017

Eroski Paraíso, Historia De Lo Nuestro

Dijo John Lennon..."La Vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes" y estoy de acuerdo, pero yo añado que curiosamente, luego, recordamos lo que nos va sucediendo de forma muy vivida, y los planes los vamos olvidando (especialmente cuando no los logramos). Nuestras vidas se forman de pequeños-grandes momentos, ínfimos para los demás, y enormes para nuestra existencia, y que están plagados de bellos detalles, que en su sencillez muchas veces hacen que nuestra existencia vital tome unos derroteros muy diferentes de los que en un principio teníamos en mente.
Lo que cuento parece una obviedad, pero no viene mal recordarlo, ya que tendemos a ensalzar, en buena lógica, la trayectoria de personas eminentes, dejando a un lado las sencillas historias que posiblemente sean las que mejor nos haga conocer al ser humano en su enorme insignificancia, si en términos universales hablamos.
Esto viene al hilo de Eroski Paraíso, una propuesta que me habían recomendado muchísimo, que se está llevando a cabo en el Matadero, y en la que mi reflexión está muy patente, por no decir omnipresente por toda la función.
No tenía muy claro que era lo que iba a ver, y a veces mucho mejor así, ya que la sorpresa que me llevé fue mayúscula como iré desgranando en esta crítica, y ahora entiendo porque esta propuesta está teniendo el éxito que está teniendo. A veces lo sencillo es tan enorme en su esencia, que a todos nos llega por igual. Eroski Paraíso lo certifica con brillo y rotundidad.



Eroski Paraíso, de autoría de Chévere (compañía titular) y textos de Manuel Cortés es un compendio de testimonios, completamente reales, de los habitantes del pueblo de Muros en la Provincia de A Coruña, donde se encontraba una sala de fiestas que funcionó desde los años 70 hasta casi los 90 y que actualmente es un supermercado Eroski. Una generación completa pasó por El Paraíso, que es como se llamaba dicha sala, en sus años mozos, y por ende gloriosos. Con esta premisa se nos cuenta la historia de una chica que en un intento de volver a sus raíces está rodando una película en la que se cuenta la noche que fue concebida por sus padres. Gran parte de dicha noche transcurrió en el Paraíso, y hoy en día casualmente la madre de esta chica trabaja como pescadera en el supermercado que antes era Paraíso.
Gracias a esta sencilla y cotidiana premisa, Cortés consigue que una "historia de gente común" adquiera una profundidad realmente apabullante, donde lo que subyace es muy jugoso, y en la que se tratan temas tan importantes y de lectura universal como son el desarraigo, la opresiva atmósfera de los pueblos pequeños, las ilusiones incumplidas, el desencanto, y esta crisis eterna, que seguimos sufriendo, y que todo se lo lleva por delante.
Que nadie se piense que estamos ante un dramón desmelenado, nada mas alejado de la realidad, porque aunque lo que se cuenta es muy serio, el cómo se cuenta está plasmado con una inteligente comicidad que sorprende mucho, y una deliciosa mezcla de naturalismo y costumbrismo de gran empaque escénico, siendo el resultado del texto en líneas generales muy equilibrado, y absolutamente delicioso.




Vayamos con el elenco:

En la obra hay cinco personajes, siendo dos de ellos mudos, destacando en estos dos últimos, Ricardo Lacámara como el abuelo, senil y tierno a partes iguales, que dota de muchísima presencia a un personaje enfocado con gran inteligencia desde lo pequeño y los matices, siendo el resultado tremendamente convincente.

Cristina Iglesias, como Alex.
Iglesias está magnífica en un papel bastante complicado y que define mucho el tono del espectáculo, siendo su trabajo muy importante para el desarrollo de la función. Cristina Iglesias además de una naturalidad encomiable, tiene cierto "ángel" escénico que resulta muy atractivo. Su personaje es menos cómico que el de sus padres, pero es absolutamente necesario para dar el contrapunto en las escenas mas extremadas, siendo el trabajo a este nivel impoluto. Destaco un momento en particular, un hecho tan sencillo como puede ser comerse un Pepito de ternera, define el trabajo de nuestra actriz y a nuestro personaje. Ese Pepito lo come Alexandra con su psicología y su conflicto, no Cristina Iglesias, hasta ahí llega la milimétrica labor actoral, y que es una tónica en la función.

Miguel de Lira, como Antonio.
De Lira me pareció un torbellino de energía y de verdad interpretativa. Su tono hablado, pretendidamente  coloquial, que define a un señor que destila bonhomía a raudales y que nos resulta muy familiar, resulta acertadísimo. Antonio nos va a contar la que posiblemente sea la noche mas gloriosa de toda su vida, y para ello de Lira saca toda la artillería pesada, resultando un magnífico narrador de historias que nos dejó embelesados durante todo su relato. El gran sentido del ritmo escénico y el control absoluto del gesto grande (plenamente justificado) fueron los detalles por los que mas destaca una interpretación muy conseguida y de arrolladora comicidad.

Patricia de Lorenzo, como Eva.
Magnífia desde todo prisma. De Lorenzo aborda un complicadísimo personaje desde la introspección y un trabajo de implicación interior absolutamente magistral. Su Eva es de una credibilidad pasmosa, en la que se destila una ternura y un mundo interior muy rico, que nuestra actriz refleja de una forma asombrosa en todas las facetas. No se sale ni un momento de situación en un trabajo de concentración realmente complicado y muy gratificante. La sensación de verdad es tan intensa que nos cuesta diferenciar que estamos ante un trabajo actoral, ya que la actriz se funde con el personaje con tanta convicción que nos llegamos a creer que Patricia de Lorenzo sea realmente así, obviamente se trata de una ilusión que deja muy clara la entidad como actriz de Patricia de Lorenzo, que es literalmente estratosférica. La creación que sirvió es uno de los trabajos actorales mas completos y con mas empaque que he visto en mucho tiempo, no me cabe la menor duda.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
La función viene firmada por Xesús Ros, responsable a su vez de la fabulosa dramataurgia, y sin ninguna duda acierta. Varias cosas son a destacar. El principio de la función, con cierto aire de performance, que de forma pretendida desconcierta al público, y que se va justificando de forma espectacular a medida que el espectáculo va avanzando, así como los medidísimos tiempos escénicos que sin prisa pero sin pausa nos van adentrado en la trama hasta vernos completamente subyugados por la misma. 
El estilo fuertemente naturalista que caracteriza a las interpretaciones es sin duda lo mas lógico y mas acertado dado lo que se cuenta en el espectáculo, poniendo especial acento en la ausencia total de afectación en los actores, y en la verdad que se rezuma de cada interpretación. Encontré la función muy refrescante y dotada de un novedoso estilo que me atrapó y sorprendió a partes iguales desde el principio, y siendo el resultado final de gran altura e interés teatral, y lo que es mas importante, realizada con un mimo exquisito y una entrañable ternura que justifica totalmente el porqué del espectáculo y lo que nos quiere contar.



En resumen, una propuesta absolutamente imprescindible, que sorprende dado su empaque teatral fuera de toda duda, la enorme calidad actoral de su elenco, y lo que tiene de novedoso el envoltorio del espectáculo, que no revelaré por razones obvias. Hay espectáculos que uno siente que son los que consiguen que las artes escénicas avancen, Eroski Paraíso lo es de forma rotunda y brillantísima.
Si os queréis reír, emocionar y pasar una velada acompañados de unos carismáticos personajes, sin duda Eroski Paraíso es vuestra función.

Como nota aclaratoria decir que las fotos no se corresponden en su totalidad al elenco que esta crítica ocupa, y que el espectáculo es bilingüe, representándose en gallego y castellano, y con subtitulos en castellano.




*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible. 






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