lunes, 6 de febrero de 2017

Lo Tuyo y Lo Mío, A 75 Revoluciones Por 75 Minutos

Lo tuyo y lo mío, es el musical de pequeño formato que se está representando en estos momentos en el Nuevo Teatro Alcalá, y que es un viejo conocido de los aficionados madrileños al el género. Esta función lleva varias temporadas por nuestra cartelera, siempre con gran éxito, pero se me escapó las otras veces que estuvo en cartel. La premisa del espectáculo, así como la buena prensa que acarreaba era mas que suficiente como para que pusiera los ojos en esta producción. Por suerte han vuelto y esta vez si que pude asistir el pasado sábado a disfrutar en directo de esta novedosa propuesta, que si bien es cierto conocía, me negué a ver ningún adelanto de la misma, ya que en este caso el efecto sorpresa se me hacía muy atractivo dado el enfoque del espectáculo. La cosa pintaba bien, y me acerqué a la sala pequeña del Nuevo Alcalá con muy buen ánimo y dispuesto sobre todo a pasármelo bien. No salí en absoluto decepcionado dado las (muchas) virtudes del show, que amén de divertido, es ligerito ligerito, y muy fácil de ver como iré desgranando en esta crítica. 



Lo tuyo y lo mío, es un musical de creación colectiva, intuyo que de todos los artífices del espectáculo, en el que durante 75 minutos se cantan 75 canciones muy populares, y además se cuenta una historia. ¿Que se puede contar mejor con música? sin ninguna duda una historia de amor, y exactamente esto se nos narra, la historia de un chico y una chica desde que se conocen hasta que... bueno el que quiera saber como continúa la historia debe ver la función, ya que no pienso soltar prenda. La cuestión es que con una dramaturgia sencilla pero efectiva se nos cuenta sin ningún problema la historia, se entiende perfectamente, y se consigue que la historia tenga ritmo y coherencia de una forma muy atinada, y mas que justificada. Practicamente todos los estilos musicales pasan por Lo tuyo y lo mío, desde la copla, hasta el pop mas rabioso, todo ello arreglado de forma prodigiosa y pasado por el necesario tamiz musicalero, donde el estilo y los giros del género, se encuentran por toda la partitura con gran tino y elegancia, siendo el resultado musical realmente gratificante, y muy atractivo. Didac Flores es el encargado de la dirección musical, siendo el resultado mas que notable y muy a tener en cuenta.



Vayamos con el elenco:
Manuel Ramos, Mariola Peña y Oscar Morchón, ponen en pie la función. No se puede plantear el trabajo de estos tres artistas mas que en conjunto, ya que la compenetración, y la continua implicación de nuestro trío protagonista es fundamental para el desarrollo del espectáculo. Ramos da vida al chico de esta pareja vocalmente impoluto, con muchísimo gusto cantando y manejando todos los recursos sin el mas mínimo problema, convence vocalmente dada la ductilidad de su instrumento que no falla ni por arriba ni por abajo, en un trabajo vocal ciertamente difícil que parece resolver sin esfuerzo incluso en la zona mas aguda, dando todas las notas de forma redonda y brillante. Actoralmente está mas que correcto, dando vida a un personaje ambiguo y un poco cara con total convicción. Le vi muy disfrutón y controlando perfectamente los tiempos teatrales, llegando su trabajo al respetable de forma mas que directa. Mariola Peña, magnífica a todos los níveles, de voz muy bonita con gran volumen y transmitiendo mucho cantando, sirvió una estupenda función en lo musical, tocando todos los estilos con gran gracejo y mucha naturalidad. Actoralmente está absolutamente deliciosa, de muy buena presencia escénica y muy segura, pasa por todos los estados de ánimo, que no son pocos, por los que su papel fluctúa, siendo el resultado muy sólido y con mucha gracia, tiene unos apartes dirigidos al público soltados así como que no quiere la cosa que me resultaron muy divertidos y muy bien integrados en la función. Oscar Morchón ejerce de pianista, no quedándose en mero acompañante, sino siendo un personaje mas dentro de la función, sorprendente y divertido, y con unos recursos vocales estimadísimos, de largos agudos y bello timbre. Su rol no pasa en absoluto desapercibido y es crucial para el desarrollo de la trama, verle tocar el piano es un show, de gran expresividad en el gesto, y mucha comicidad en sus intervenciones. Como pianista está superior, acompañando a sus partenaires de forma perfecta, algo que dado las características del espectáculo no es nada fácil ya que no estamos hablando de un concierto sino de unas canciones apoyadas en unas acciones dramáticas, que por motivos obvios marcan el pulso del espectáculo. El resultado actoral de la función resulta completamente redondo, fluido y de altura, en un juego interpretativo a todos los niveles mas que trabajado y perfectamente ensamblado.



Joan María Segura i Bernadas firma la producción, con varias premisas como marca del espectáculo. Lo primero la claridad en la exposición, la limpieza de movimientos, y las acciones tan bien marcadas para que se entienda perfectamente lo que se quiere decir con cada tema, o con los diferentes temas que se utilizan en cada escena, trabajo harto difícil dada la ausencia de diálogos en el espectáculo y el corsé en el que la letra de las canciones ciñe a actores y espectáculo. Estamos hablando de una dirección cargada de inteligencia y muy medida a todos los niveles donde todo funciona como el mecanismo de un reloj sin que absolutamente nada nos resulte chocante, y el que la acción avanza de forma fluida y cargada de ritmo. Las transiciones resultan muy convincentes y en líneas generales el resultado es tan pulcro a nivel escénico que no puede menos que admirar.
La dirección actoral está enfocada hacia la naturalidad, partiendo de las características del actor, para que así de esta forma nada resulte forzado, y el espectáculo tenga las dosis de frescura necesaria para que no decaiga en ningún momento. Se ve a los tres componentes de elenco muy a gusto, y me da la sensación que Bernadas les ha dejado hacer a su aire para que se encuentren mas cómodos, y que la libertad del actor enriquezca las acciones escénicas.
Joan María Segura da en la diana a todos los niveles, siendo el resultado final redondo desde todo prisma, y que se nos pasa en un suspiro. El comentario generalizado a la salida es que que corto se hace el espectáculo, y eso sin duda es labor de dirección, y así se debe reconocer.



En resumen, una función altamente recomendable, muy fresca y de novedoso formato, que de forma muy honesta da justo lo que tiene. Se trata de un espectáculo de pequeño formato, pero que mantiene una elegancia visual considerable, y un cuidadísimo nivel escénico en el que no hay lugar para el mal gusto y en el que la calidad prima ante todo. ¡Estoy seguro de que no os defraudará!





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