sábado, 21 de noviembre de 2015

El Alcalde De Zalamea, Un Acontecimiento Teatral

Me cuesta mucho ir a ver teatro clásico español, no porque desprecie el Siglo De Oro, sino por todo lo contrario, lo amo tanto que cuando no está a la altura me cabreo mucho, y además no hay nada mas aburrido que un Lope de Vega o un Calderón mal ejecutado, y como uno ya está curtido en malas experiencias, pues casi siempre le da pereza.
Reencontrarse con los clásicos, cuando se hacen bien siempre es gratificante, y el repertorio español es uno de los mas afamados de toda la literatura universal con gran justicia.
Los grandes títulos del Siglo De Oro, son como un viejo amigo  que no vemos a menudo, pero que cuando nos tropezamos de nuevo, nos hace reflexionar sobre lo pronto que se olvidan las cosas buenas.
Me surgió la oportunidad de asistir al montaje estrella de esta temporada de la Compañía Nacional De Teatro Clásico, El Alcalde de Zalamea con Carmelo Gómez a la cabeza, y no me lo pensé dos veces. Gómez llevaba bastante tiempo sin subirse a nuestros escenarios, y su vuelta me producía gran curiosidad, entre otras cosas porque le admiro mucho, y verle haciendo de Don Pedro Crespo me llamaba mucho la atención
Don Pedro es uno de los personajes mas importantes escritos en lengua castellana, y sin duda se trata de un desafío que requiere de un actor mas que solvente para que sea llevado a buen puerto. Gómez según mi entender estaba a la altura, así que muy animado me presenté en el Teatro De La Comedia, dispuesto a disfrutar de una noche de teatro inolvidable. La cosa estuvo por encima de lo esperado, y me atrevo a aventurar que esta producción es un auténtico acontecimiento teatral, y un hito que nadie debería perderse.



El Alcalde De Zalamea es una de las denominadas " Comedias Serias" de Calderón de La Barca, posiblemente escrita en 1636, y es una de las cimas del repertorio del escritor madrileño, y una de las piedras angulares del teatro universal.
Todos los valores inherentes al ser humano se encuentran en ella, el honor (tan importante en el Siglo de Oro) el amor, la justicia y sobre todo, la psicología humana en todas sus vertientes.
Se trata de un texto mayúsculo que combina a la perfección la comicidad con el drama mas crudo, el costumbrismo con el lirismo mas puro, y que a día de hoy sigue manteniendo pegado al espectador en su butaca, por lo vertiginoso de su acción, lo interesante que resulta el drama, y el magnífico equilibrio que ofrece.
El Alcalde de Zalamea, solo es abarcable con un elenco solvente que lo pueda llevar a cabo. Estamos hablando de un texto de referencia, y difícil de llevar a buen puerto si no se tienen los medios artísticos necesarios para ponerla en pie, algo que en esta producción como iré narrando está mas que demostrado.
Todos deberíamos tener la oportunidad de ver textos como este al menos una vez en la vida. Disfrutar de un Calderón a este nivel es una experiencia inolvidable, catártica y profundamente enriquecedora.



Vayamos con el elenco, extensísimo, así que iré a los principales roles para no hacer esto eterno.

David Lorente y Clara Sanchís, como Rebolledo y La Chispa respectivamente.
Correctos los dos, si bien es cierto que Lorente está un paso por encima ante Sanchís. Lorente sirve una creíble interpretación de un rufián que denota pocos principios, brutalidad y comicidad a partes iguales, estupendo de tono y físico, me resultó muy creíble. Sanchís si bien es cierto que cumple, está un poquito impostada en algunos momentos, siendo el resultado final, menos redondo que el de su compañero, ya que le resta credibilidad a un lucido personaje que tiene momentos de gran brillo pero que no acaba de estar rematado.

Francesco Carril y Alvaro De Juan, como Don Mendo y Don Nuño respectivamente.
Fantásticos ambos, especialmente De Juan, en una sensible, divertídisima y cargada de humanidad creación de un sirviente de un señorito del pan pringao, que pasa mucha hambre y que al final acaba recibiendo los golpes sin comerlo ni beberlo. Ver a De Juan en escena es una gustazo, tan concentrado, tan orgánico y sobre todo tan disfrutón. Carril, sirve una extremada y desopilante interpretación en un claro código de caricatura del noble venido a menos de la época. Las escenas que tienen en conjunto son estupendas, y el contrapunto perfecto para el drama principal de la obra.

Rafa Castejón como Don Juan
Le ha tocado a Castejón un personaje poco lucido, que esta vez no aprovecha del todo, el tono sosegado (excesivamente sosegado) que se la ha dado, no se si por parte de la dirección escénica para ser sinceros, lastra un poco su interpretación. Ante el brillo que tiene el resto del elenco parece un poco apagado. Cumple que duda cabe, pero si ya de por si, el personaje no está muy bien desarrollado en la trama, y no se le imprime el carácter necesario para darle mas relevancia, se va desdibujando a medida que avanza la función, para finalmente pasar mas desapercibido que a lo que nos tiene acostumbrado Castejón, habitualmente muy atinado en sus interpretaciones.

Jesús Noguero, como Don Alvaro De Ataide.
Tiene Noguero uno de los bombones de la obra, el malvado. Los malos siempre tienen mucha miga, y sin duda el actor  lo sabe. Si bien es cierto que ofrece una interpretación excesivamente convencional, con algunos recursos un tanto manidos, resulta muy eficaz, logrando una intensa creación que llega al respetable sin problemas, y que provoca  exactamente aquello que debe provocar. 

Nuria Gallardo, como Isabel.
Maravillosa, especialmente a medida que va subiendo el tono dramático de la función, tal y como su papel lo pide. Gallardo sabe estar en donde le toca y como le toca de una forma absolutamente pasmosa, desde sus discretas primeras escenas, hasta su explosivo monólogo después de la violación, que resulta ciertamente conmovedor.
El vínculo con su padre Carmelo Gómez es estupendo, y la durísima escena que tienen juntos, fue uno de los momentos mas emocionantes de la función.
Gallardo destila sensibilidad y buen hacer, en una interpretación que invita a la compasión y que es completamente redonda se mire por donde se mire.

Joaquín Notario, como Don Lope De Figueroa.
Notario está inspiradísimo en un papel que parece que el bueno de Calderón escribiese para este maravillos actor hace 500 años.
Notario es uno de nuestros mas destacables actores de teatro clásico, y se encuentra con gran justicia dentro de los habituales de CNTC.
Verle en escena es un gusto por varios motivos, su sabiduría escénica, la profundidad de su trabajo donde los recovecos de su personaje están a flor de piel, la impresionante presencia que ofrece y la absolutamente apabullante química con Carmelo Gómez, son lo que convierten su trabajo en mayúsculo. El duelo escénico durante toda la función entre Don Lope y Don Pedro, me atrevo a aventurar que es uno de los ejercicios teatrales de mas altura que he visto en mucho tiempo. No hay palabras para describir los sublimes momentos ofrecidos y el estratosférico juego actoral que Notario ofrece.

Carmelo Gómez, como Don Pedro Crespo.
A ver como explico yo esto, hay interpretaciones que trascienden mas allá de lo netamente escénico, del mismo modo que hay personajes que son "mas grandes que la propia vida" eso Gómez lo lleva hasta sus últimas consecuencias. Su forma de decir el verso, roto de forma impecable, y lo que es mas importante tan desbordantemente descriptiva ofrece algo que pocas veces he visto. Lo que Carmelo dice, el público lo recibe y lo saborea, consiguiendo que literalmente veamos y sintamos lo que describe. Gómez consigue que algo tan difícil como es abarcar a Don Pedro Crespo, parezca fácil, fácil sobre todo de digerir para el respetable que entiende perfectamente todo lo que dice y el motivo por el que lo dice y que empatiza desde el minuto uno con su sentado, preclaro y magistral trabajo.
Cuando el trabajo del actor fluye a este nivel la magia surge y nos arrastra en un torrente emocional que a mi personalmente me llevó casi al delirio. Gómez es sin duda uno de los  mas grandes actores de este momento, no me cabe ni la mas mínima duda.




Vayamos con la propuesta escénica.
Helena Pimenta, a la que sigo mucho, creo que se ha lucido, con la que me parece su mejor producción de todas las que he visto.
Pimenta ofrece un espectáculo de gran fuerza visual, desde que empieza hasta que acaba, apoyada en una sencilla pero eficiente escenografía de Max Glaenzel. La primera escena de los dos jugadores de frontón a cámara lenta, es de una belleza exquisita y engañosa, ya que es un remanso de paz ante la frenética acción en la que nos vemos envueltos desde que se dice la primera palabra sobre el escenario.
Una dirección escénica en completo estado de gracia lleva el espectáculo por unos exquisitos derroteros a todos los niveles siendo el resultado final una poderosa producción, asequible para el espectador, de efectista, efectiva y mas que pensada ejecución que no tiene ni un pero. Conocedora hasta el tuétano de nuestro Siglo De Oro, Pimenta con mano de hierro dirige a sus actores hacia donde ella quiere, lleva al público también hacia donde ella quiere y lo que es mas importante hace suyo el texto para dotarlo de la entidad, el ritmo y el empaque que una obra como esta se merece. Las soberbias luces de Juan Gómez Cornejo, son otro punto a tener muy en cuenta, ya que dotan a la producción de una belleza y una calidez ciertamente notable, reflejando perfectamente el lugar y el momento en el que acontece el drama, así como las diferentes atmósferas necesarias para que el trabajo de los actores llegué, mas si cabe, al espectador.



Además de lo anteriormente expuesto merecen mención aparte las estupendas y sorprendentes músicas elegidas para el espectáculo y las brillantes intervenciones musicales de la cantante Rita Barber, que en algunos momentos resultan muy impactantes. Otro punto a tener en cuenta son los bellos y funcionales figurines de Pedro Moreno que definen muy bien cada personaje.



En resumen, una imprescindible propuesta, que es una de las mejores producciones que este humilde servidor ha disfrutado ultimamente, y que ya forma parte de mi mitología personal como espectador. Salí del espectáculo con la adrenalina por las nubes, y con la sensación de haber asistido a un montaje histórico.
Lamentablemente, o gozosamente según se mire, está absolutamente todo vendido hasta que finalicen la temporada, si no fuera así yo repetiría seguro, me tendré que conformar con el recuerdo de lo vivido, y con las emociones a flor de piel que esta producción ofrece y que ya están incrustadas en mi memoria para siempre


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5 comentarios:

  1. Apetecible 100% , aunque es una pena, difícil conseguir entradas.... Igual tengo suerte. Muchas gracias por tu recomendación :)

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  2. De acuerdo contigo al 100%, en los MAX hará pleno. Me ha encanto tu crítica, has hecho una disección perfecta de la obra. Como siempre, es un verdadero placer leer tus críticas.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Me gustaría recordarles que en Enero "El Alcalde de Zalamea" se repondrá en el Teatro de la Comedia y que se podrán adquirir en cuanto se pongan a la venta las entradas en Septiembre cuando comience la temporada 2016-17. Gracias por tan bella crítica.

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  5. He visto la obra en Bilbao el 30/9/16. Me ha parecido una maravilla en todos los conceptos. Solo hay algo que quiero comentar. El mal sonido que dispone el teatro Arriaga de Bilbao. En la fila 16, se pierde el 60% de los versos. Es una pena.

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