Después del tremendo fiasco que supuso Carmen en el Teatro De La Zarzuela, estaba ansioso por ver un espectáculo de lírica española que me resarciera de aquella decepción.La producción que en estos momentos se está llevando a cabo en dicho coliseo, apuntaba maneras, tanto por lo que me habían contado como por lo que había vislumbrado en algún vídeo, tanta era mi expectación que en un arrebato mañanero me dije... esta tarde a ver Los Diamantes De La Corona!!, dicho y hecho, llamé a un amigo y nos presentamos en la Calle Jovellanos con cierto mono zarzuelero y algo de reserva ( no mucha) ya que uno está muy escaldado en estas lides.
Por casualidades de la vida era función de estreno, con sus ventajas e inconvenientes, la principal ventaja es encontrarse con amigos y conocidos, y el inconveniente, es el público de estreno , en general frío y poco espontáneo en su labor, pero que sorprendentemente cayó rendido a los pies de de esta soberbia producción, entregándose al estupendo trabajo que pudimos disfrutar.
Encaramado en mi querido gallinero, esta vez sin prismáticos y arrebujado en las cada vez mas destartaladas butacas de uno de los teatros que mas amo, me dispuse a disfrutar de un título poco visto y apetecible como es Los Diamantes De La Corona.
En Barbieri está la madre del cordero, me explico. Barbieri fue el compositor que sentó las bases de la zarzuela, con los parámetros que hoy en día conocemos, pero además de esto, fue un prolífico y estupendo músico cuyo legado es indiscutible e imprescindible en nuestro legado cultural.
Los Diamantes De La Corona, forma parte junto con Pan y Toros y El Barberillo de Lavapiés de la terna mas famosa de composiciones de Asenjo Barbieri.
La obra que esta crítica ocupa denominada como Zarzuela en tres actos, a partir de la ópera cómica francesa de mismo título, con libreto de Francisco Camprodón, tiene en lo literario menos enjundia que las anteriormente citadas y la carga de crítica política es menos importante, dando prioridad a los asuntos amorosos y a la comedia aburguesada de inspiraciones mozartianas, que tan en boga estaban en la época de su estreno. De verso fácil y un poco ripioso (no en exceso) resulta un agradable entretenimiento de suave comicidad y crescendo dramático muy bien resuelto y que culmina en un soberbio último acto, perfectamente tramado.
Musicalmente la obra es una joya, digamos por hacer el chiste fácil, un diamante, de solemne orquestación, grandiosos coros, inspiradísimas romanzas y sorprendentemente moderna en algunos momentos dado el carácter netamente seminal de la misma.
Barbieri compuso una zarzuela muy ambiciosa en lo musical que sigue llegando al espectador por su indudable calidad y lo refinado de su propuesta en lo que a la partitura se refiere.
Vayamos con el elenco, atinadísimo en general y en el que prima la homogeneidad.
Gerardo Bullón, barítono, como Don Sebastián. Bullón está correctísimo, vocalmente impecable, de bonito timbre, emisión perfecta y mas que aceptable volumen. La parte actoral es prodigiosa, gran seguridad, vis cómica y dotando de mucha entidad un personaje bastante desagradecido que Bullón aprovecha consiguiendo una deliciosa pinturita. Reconozco que me supo a poco.
Fernando Latorre, bajo-barítono, como Rebolledo. A Latorre le ha tocado en suerte uno de los bomboncitos de la función, si bien es cierto que el papel no le va vocalmente tanto como debería, cumple. Fuerza un poco en la zona grave y se queda algo calante en algunos momentos, pero no molesta en exceso, sobrado de volumen, lleva muy inteligentemente a su terreno este papel, salvando de esta manera las posibles deficiencias que mas arriba comento. Actoralmente está correcto con momentos muy conseguidos, especialmente al final del Primer Acto y al principio del Tercero.
Ricardo Muñiz, tenor, como el Conde de Campomayor. Muñiz está absolutamente soberbio, en un papel que le va estupendamente. Muñiz es uno de nuestros artistas mas importantes y aquí lo vuelve a demostrar una vez mas. Vocalmente va sobradísimo, para un tenor de sus características acostumbrado a llevar a cabo, Fernandos, Leandros y José Marías varios, este conde es lo que vulgarmente llamaríamos " un paseo ". Seguro, de voz potente, perfecta emisión, bellísimo timbre y sin el mas mínimo problema en las partes mas comprometidas. Actoralmente es un prodigio, natural, muy creíble y muy gracioso. Me sorprendió muy gratamente, ya que si bien correcto, Muñiz suele ser muy sobrio en sus composiciones actorales, En esta función está aprovechadísimo, y se divierte mucho en su papel, algo que se nota. Rotundo éxito de Ricardo Muñiz, y uno de los triunfantes de la noche, vista la respuesta del respetable en los saludos.
Darío Schmunck, tenor, como el Marqués de Sandoval. Irregular, de menos a mas, pero en líneas generales el mas flojo a nivel vocal de todo el elenco. Schmunck sirvió una destempladísima romanza, o aria (ya que así viene en partitura) inicial. Reconozco la dificultad de esta pieza que tanto me gusta, y que cantarla en frío tiene sus complicaciones, y que a Schmunck le pilla fatal, la defiende como puede, sin ser del todo satisfactorio. Me quedo con su bonito timbre y bello agudo, el paso de la voz lo tiene muy extraño, y en general pierde la línea de canto durante toda la función. Estuvo mas acertado en sus dos dúos con las sopranos de la obra, pero en líneas generales no acabó de convencerme del todo por los problemas que relato. En la parte actoral está correcto, muy gracioso, con momentos ciertamente interesantes. Si su interpretación vocal hubiese sido mas redonda, estaríamos ante un trabajo superlativo, pero Schmunck aprueba solo por los pelos.
Cristina Faus, mezzosoprano, como Diana, maravillosa en un papel que parece escrito para ella. Sirvió una Diana muy refinada en la parte vocal, con una bonita voz, grande, de agudo fácil, mucha musicalidad y bello fraseo. Perfecta en el celebérrimo Bolero, su dúo con el tenor fue una delicia y en los distintos concertantes de la función cumple con creces sin el mas mínimo problema. La voz no pesa nada, suena muy fresca y resulta muy placentero escucharla. Actoralmente está fabulosa, tiene el papel pilladísimo y convierte en sencillo lo difícil, alejada de cualquier amaneramiento es un prodigio de naturalidad escénica, el vínculo con su padre interpretado por Ricardo Muñiz es estupendo, y sus intervenciones en el Último Acto oro puro. Un diez para Cristina Faus, que ha sido una de las sorpresas de la velada.
María José Moreno, soprano, como Catalina. Moreno sirvió una refinadísima función, especialmente en el Segundo y Tercer Acto, que nos deleitó con una interpretación vocal de altura. Su romanza final fue absolutamente espectacular, dando la nota mas lírica de la noche, y llevándose la ovación de la velada. Voz bellísima, de ricos matices que nos encandiló con su sensible creación, plagada de buen gusto y con una lectura muy acertada, dando exactamente lo que Barbieri pretendía en su partitura. Escuchar su romanza fue mágico, en ese instante el mundo se paró en el Teatro De La Zarzuela, para fortuna de los que ayer nos encontrábamos entre el público. Soberbia es poco. Que voz, señores que voz!!. Actoralmente está correctísima y va de menos a más a medida que avanza el espectáculo, cumple sobradamente y aunque no cumpliera nos daría igual ante la calidad que ofrece en la parte musical. Sobresaliente con matrícula de honor para María José Moreno.
Mención aparte merece el coro, otra de las estrellas de la noche, especialmente atinado fue el Coro de Monederos, una de mis piezas favoritas de Barbieri, el Concertante del Segundo Acto y la Introducción al Tercero. Empastadísimo, gran afinación y de increíble emisión, ya que no se pierde ni una coma de lo que cantan. Nos ofrecieron una función soberbia. Escénicamente están estupendo, se divierten mucho y se nota, y parecen resarcirse del desastre de Ana Zamora y su Carmen, que parecía desconocer totalmente el lujo que supone tener en escena un coro de las características del que esta crítica ocupa.
Oliver Díaz, dirigió la Orquesta De La Comunidad De Madrid con mano de hierro, consiguiendo un sonido muy conciso, ampuloso y con una estupenda conexión foso-escenario que enriquece muchísimo la función. Díaz ofreció una visión muy teatral de la partitura, cuidando muchísimo a los cantantes y con gran sentido del espectáculo. Dirigir música escénica no es lo mismo que dirigir un concierto, algo que Díaz sabe muy bien. Se nos sirvió una función muy viva, muy matizada y sobre todo muy pensada.
Vayamos ahora con la propuesta escénica.
José Carlos Plaza, sin duda alguna se ha lucido, la producción es de una belleza exquisita, siendo un armonioso crescendo visual que culmina en un Acto Tercero, cercano a la suntuosidad de la opereta, y que no deja indiferente a nadie. La apertura de telón del Último Acto, fue aplaudida con gran justicia, algo que no es habitual en nuestros teatros. Plaza en un derroche imaginativo, ofrece una serie de cuadros de un refinamiento extremo, basado en algo tan sencillo como son los telones pintados y que funciona a las mil maravillas, dotando a todo el espectáculo de una pátina de irrealidad un tanto mágica que encandila al mas valiente, gran parte del mérito está en las magníficas luces de Francisco Leal, tremendamente atmosféricas, que dotan de mucho volumen al espacio escénico y que engrandecen todavía mas, esta interesantísima propuesta. Igualmente soberbios son los espectaculares figurines de Pedro Moreno que ayer fue homenajeado en el Teatro De La Zarzuela. La función está vestida de forma impecable, dotando todavía de mas empaque al espectáculo.
En resumen, una propuesta imprescindible para el aficionado a nuestro género lírico y para cualquier aficionado al teatro. Su exquisitez visual, su inmejorable plantel artístico, y su impecable acabado formal, hacen muy apetecible a este espectáculo que cumple con creces las expectativas puestas en el. Están hasta el catorce de diciembre, os lo recomiendo encarecidamente, y el seguro servidor que aquí suscribe, que diría un zarzuelero, piensa volver para ver el segundo reparto, que tampoco es manco, je, je, je. Como aclaración decir que las fotos, no se corresponden en su totalidad al elenco que yo vi.
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