lunes, 15 de diciembre de 2014

Dejando Volar A Edipo

La primera tragedia griega que leí fue Edipo Rey, no solo fue la primera, sino la que mas me impresionó, no se cuanto tuvo que ver mi estreno con los mitos griegos en ello. La cuestión es que varias cosas me alucinaron del mas complejo (psicológicamente hablando) personaje que los griegos pusieron sobre las tablas. La primera, la modernidad del texto, que me dejó mas que claro que poco se ha inventado en cuanto a estructura en el teatro desde los tiempos de Sófocles, y la segunda, sin lugar a dudas la tremenda tragedia que se cierne sobre Edipo y Yocasta, desgraciados héroes de esta historia mas grande que la propia vida, plagada de monstruosidades y que tan bien refleja la naturaleza humana en su vertiente mas primigenia. Los mayores tabúes del ser humano, sus mayores miedos, la confirmación de los errores y finalmente la asunción de los mismos de la forma mas salvaje posible, para que de una forma bastante traumática nos adentremos en el verdadero yo de cada uno, se pueden ver en esta tremenda historia. Entendemos a Edipo, entendemos sus motivaciones, y comprendemos que a pesar de acostarse con su madre sin saber la verdadera identidad de esta, cuando lo descubre, no es capaz de soportarlo, y decide en un acto menos piadoso que el suicidio arrancarse los ojos y cargar con su pecado toda la vida.


Ponerse en el lugar de Edipo, ciñéndonos exclusivamente al incesto, además de pedestre, sería poco efectivo como catártico, ya que si bien terrible, acostarse con la madre de uno mismo, no es algo que se encuentre a la orden del día. La vertiente mas psicológica de tan enorme personaje marioneta del destino, el empecinamiento por buscar la verdad y una vez encontrada obrar en consecuencia por muy doloroso que ello sea, es quizás lo que mas nos llega. Grandes cuestiones todas ella que mas allá del asunto de la coyunda maternal (que realmente es el catalizador para que lo anterior suceda) siguen llevándonos de cráneo a todos aquellos que pensamos un poquito, aunque solo sea delante de la taza del desayuno.

Me surgió la posibilidad de asistir a El vuelo De Edipo, monólogo interpretado por Luís Seguí, con la tragedia de Sófocles como telón de fondo, y finalmente después de varias intentonas conseguí ver este espectáculo que tanto me llamaba la atención.
Con un aguacero de mil demonios me acerqué al Barrio De Las Letras, a la Sala Trovador, con el ánimo dispuesto a emociones fuertes, con la seguridad de que iba a asistir a una propuesta arriesgada, y esperando una interpretación de órdago. No me equivoqué en lo mas mínimo.
Este Vuelo De Edipo, me heló la sangre y sorprendió a partes iguales, algo que es muy de agradecer cuando se va al teatro.



El Vuelo De Edipo, se desarrolla en una especie de vertedero donde el protagonista de la tragedia vive su vejez, envuelto en sus propios recuerdos y obsesiones, de las que como es lógico no ha salido indemne. Digamos , y esta es una interpretación única y exclusivamente mía, que se encuentra en su Hades particular, sufriendo su también particular condena, que es revivir una y otra vez su tragedia. De esta forma, de manera abreviada, y muy bien condensada, se nos cuenta la tragedia de Sófocles desde un punto de vista muy psicológico y muy humano, llevándonos directamente a los cuatro grandes conflictos de la obra, el incesto, el parricidio, la búsqueda de la verdad y la sumisión ante los avatares del destino.



Luis Seguí da vida de forma asombrosa a este creíble Edipo, contradictorio y humano como el que mas, que no soporta su pecado, pero que sigue deseando a su madre de forma enfermiza, y que sigue sin asumir, aunque esté resignado, todo aquello que le ha venido encima.
La interpretación de Seguí tiene dos vertientes muy claras, el Edipo Viejo y el Edipo Joven, siendo dos personajes muy distintos y muy bien enlazados en lo dramático. Cuando empieza la función Seguí ofrece una interpretación mas corporal y exterior, que a medida que el personaje avanza se va tornando mas interiorizada y compleja, llegando al paroxismo en el último cuarto del monólogo.Este Edipo de primarios instintos, belicoso y bastante irracional, se va transformando en un hombre mas reflexivo y sobrepasado por la situación según avanza el drama.
Luis Seguí consigue que todos los estados de ánimo se entiendan a la perfección, y su esforzadísimo trabajo, impresiona al mas pintado, tanto por su estupenda forma física, como por la bestial (no encuentro otro adjetivo) implicación emocional, para transmitir la tortura interior por la que Edipo está pasando. El final de la función es de infarto, llegando a producir la tan cacareada catarsis, tan pocas veces conseguida. Seguí nos atraviesa con sus enajenados ojos, y nos deja de piedra cuando se los arranca, algo que si no llega a ser por el espléndido recorrido de su personaje, el monumental estudio de la psicología edípica y el redondo tratamiento de un difícil texto que Seguí hace suyo sin problemas, sería totalmente imposible.
Estamos ante un trabajo mayúsculo, de gran calado, complicadísima ejecución y que no debería pasar desapercibido en absoluto. Seguí se deja la piel en escena, y en un agotador ejercicio de desgaste tanto físico como emocional, deja entrever todos los recovecos del alma humana en todas sus vertientes.
Un diez sin duda para Luis Seguí, por su gallardía a la hora de sumergirse en este difícil papel que tiene entre manos, su honestidad en cuanto a su forma de trabajo, donde prima la verdad y no los golpes de efecto y su conmovedor resultado final, impresionante en su conjunto, y mas que complejo en su esencia.



Vayamos con la propuesta escénica.
Nazan López dirige este monólogo con magistral pulso dramático, gran sentido del ritmo y algunos hallazgos escénicos muy conseguidos, la grabadora como contenedor de los mórbidos recuerdos de Edipo y esa representación de Yocasta como madre nutricia y a la vez oscuro objeto del deseo de Edipo, son sin duda dos grandes aciertos, del mismo modo el uso de los elementos escénicos es notable y las inquietantes atmósferas conseguidas son otro valor a tener en cuenta.
López sabe lo que quiere y la visión de Edipo que nos quiere dar, pero también da alas a la creatividad de Seguí, dejando que todo fluya de forma correcta, y consiguiendo un espectáculo que funciona a las mil maravillas.Influenciado por Peter Brook y la mas reciente Violación de Lucrecia, este Vuelo de Edipo, no deja indiferente a nadie, tanto por su crudeza, como por el altísimo nivel artístico que ofrece. López sorprendentemente joven, consigue dotar de mucho peso esta arriesgada propuesta y da atisbos de un gran poso en cuanto a cultura teatral se refiere.

Mención aparte merece el soberbio texto de Jesús Javier Lázaro, inteligentísimo, nada complaciente y que deja que el espectador reflexione ante lo que está presenciando. Lázaro limpia de polvo y paja a Edipo va al turrón sin pararse en lo superfluo y deja totalmente al descubierto los conflictos humanos y psicológicos de la tragedia de Sófocles.



En resumen una mas que recomendable propuesta, de gran calado en lo literario, impactante interpretación e impoluto acabado formal. Estamos ante TEATRO, así con mayúsculas, de primer nivel y con un trabajo encomiable, intelectual y actoralmente. Una propuesta arriesgada e incómoda, que sin duda deja impactado al espectador.
Solo les queda un sábado mas de representaciones!!! os la recomiendo encarecidamente!!
Largo vuelo a Edipo!!!!


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