Hay textos mas grandes que la propia vida, que trascienden mas allá de lo meramente teatral, para formar parte del saber popular y sobre todo para enriquecer el espíritu humano por encima de cualquier época, cultura o ideología política. Julio César forma parte de esas creaciones universales, y que plantean los grandes dilemas del ser humano, desde una óptica épica, profunda, y sobre todo perdurable sobre todas las cosas. Dentro de los grandes títulos Shakesperianos, Julio César está dentro de mis favoritos, el primero sin duda es Macbeth, el segundo el título que esta crítica me ocupa y el tercero posiblemente sea Hamlet, aunque está en pugna con Ricardo III. La semana pasada de sorpresa apareció en la cartelera madrileña este Julio César, ante el plantel actoral y sobre todo ante el título, tan poco representado ultimamente en este nuestro país, ni me lo pensé a la hora de sacarme las entradas. Julio César me resulta muy atractivo desde mis tiempos de estudiante de interpretación, nunca lo había disfrutado en directo, y en mi retina estaba la soberbia versión cinematográfica que me impresionó mucho en su momento, si a esto le añado que el celebérrimo monólogo de Marco Antonio en las escaleras del Senado, me lo tuve que aprender para una muestra, os podéis imaginar que no podía dejar pasar esta propuesta escénica precedida de muy buenas críticas en su estreno en el Festival de Mérida. Algo cauto, como siempre me ocurre con los grandes textos me acerqué al Bellas Artes, para ver si la cosa cumplía con mis espectativas, o se quedaba en un bluff digno de mejor causa. He de decir que salimos mas que satisfechos, y que cuando las cosas se hacen bien, no hay discusión. Este Julio César es un claro ejemplo de como abordar a Shakespeare hoy en día, así que sin mas preámbulos voy a la crónica en cuestión.
Esta producción, se podría considerar una adaptación debido a los grandes e inteligentes cortes a los que se somete el texto, aligerando la obra en casi una hora, quedándose el espectáculo en hora y media larga, y yendo directamente a la esencia de la obra de El Bardo. No hay ni un pero en los cortes, todo tiene lógica, el espectador entiende perfectamente la trama, y limpia de polvo y paja un texto que a ojos de hoy en día se queda demasiado extenso en duración y personajes. Digamos que se va al turrón sin dilaciones, se cortan los secundarios que no aportan mucho, y queda expuesta la tragedia de la forma mas cruda y descarnada. La gran baza de la producción está en su elenco actoral y en sus poderosas imágenes, de gran efectismo visual y gran intensidad dramática. Sin duda una propuesta estimable y realizada con mucho tino.
Vayamos con los actores.
La obra se sustenta en cuatro grandes personajes, Julio César, Marco Antonio, Casio y Bruto. Julio César lo interpreta un Mario Gas inmenso, a pesar de lo breve del papel, consigue dotar de gran identidad y humanidad a tan difícil rol. Su presencia escénica y su voz son una gran baza, que dan la dosis exacta de distinción y grandeza que se requiere para ejecutar de forma correcta al eje central de la tragedia. Este Julio Cesar impone y tiene ecos de gran interpretación, Gas es muy grande, y aquí lo demuestra con creces. Sergio Perís-Mencheta da vida a Marco Antonio, de forma hosca y convincente, aunque en algunos momentos está un poco gritón y parece perder el personaje. Su Marco Antonio no se anda con florituras, y tiene momentos de gran impacto, aunque todavía le falta un poco de peso escénico para abordar un papel de esta magnitud, cumple, sin duda, pero al tenor de los compañeros que le han tocado en lid, se le ve escaso de matices, a pesar de ello, está correcto, su trabajo es honesto y con una línea clara, que irá puliendo, estoy absolutamente convencido. José Luis Alcobendas crea un Casio mayúsculo, socarrón y malévolo como una araña, que emponzoña todo lo que se encuentra a su paso con una sonrisa de hielo, que corta la respiración, este calculador e intrigante Casio, eje de la traición y motivado por instintos mas primarios que racionales, impone. Impone por lo que representa y por la credibilidad que transmite, es un intrigante muy actual y muy real, que no me gustaría encontrarme en mi vida por nada del mundo, sin duda su interpretación es de altura, sabe lo que se hace y sabe muy mucho lo que su personaje representa, se trata de una inteligentísima creación, que impresiona al mas pintado. Tristán Ulloa es sin duda la estrella de la función, crea un Bruto atormentado, de complicadísima psicología y muy cercano. Es el único de los traidores que traiciona a su amado César por convicción y no por venganza, es el único que actúa cerebralmente y es el único que sufre ya que se ve abocado a hacer lo que hace muy a su pesar. Su interpretación es grande, traspasa al espectador como un cuchillo y entendemos perfectamente todo lo que está pasando por su cabeza, eso es un trabajo dificilísimo, que demuestra la altura interpretativa de este soberbio actor. Su monólogo ante el pueblo de Roma, es una lección de interpretación, esas lágrimas lejos de cualquier afectación que brotan de sus ojos cuando habla del hombre que acaba de asesinar, son sin duda una muestra de como se debe entender uno de los mas grades personajes Shakesperianos que existen. Cuando digo que Ulloa está de premio me quedo corto. Estamos ante una de las mejores interpretaciones masculinas que he visto en tiempos.
El resto del elenco, está a la altura de las circunstancias. Agus Ruiz, Pau Cólera, Carlos Martos y Pedro Chamizo, sin tener la responsabilidad de los anteriores descritos, dotan de tensión y de intensidad la propuesta de la que me ocupo. Si bien es cierto que sus personajes están menos desarrollados, la inteligente versión de Paco Azorín, consigue perfilar sus apariciones perfectamente, sirviendo sin ningún problema las interpretaciones del cuarteto principal. Sin duda muy buena la elección de los actores. Los secundarios cuando no funcionan cantan por soleares, en este caso enriquecen la propuesta de forma correcta y convincente.
Este montaje de estética fascistoide y militarista, tiene el suficiente empaque visual como para que el espectador en algunos momentos se sienta impactado. Reconozco que el tema de las proyecciones ya me empieza a cansar, cuando algo se pone de moda, está hasta en la sopa, pero en esta producción funcionan, y ayudan a realzar lo que está ocurriendo en escena, no son gratuitas o un alarde técnico, están integradas en la acción dramática y tienen su lógica dentro de la propuesta. Paco Azorín realiza una labor de dirección impecable, dotando a los actores de unas premisas muy físicas y muy válidas que sin lugar a dudas, les ayuda en sus composiciones actorales. La función tiene un ritmo vertiginoso, no hay ni el mas mínimo atisbo de afectación en los diálogos y el trabajo de dirección de actores no tiene ni un pero, Azorín lleva a todos exactamente hacia donde quiere, cosa que se agradece muchísimo. La claridad en cuanto al criterio por parte del director es una baza esencial para el funcionamiento de un espectáculo, algo que en este Julio César es muy notorio.
La propuesta escénica propiamente dicha está muy conseguida, con unas luces mas que notables, unas inquietantes atmósferas, y una sencilla pero mas que efectiva escenografía. La estética oscurantista, militar y claramente fascista, la dotan de una halo inquietante muy conseguido, así como los movimientos entre el público de los actores, que hacen subir la tensión en una función ya de por si con momento de gran altura en cuanto a intensidad dramática se trata. El espectáculo tiene momentos un tanto violentos que considero necesarios, ¿que crímen no es violento? mucho mas cuando como todos sabemos Julio César fue literalmente cosido a puñaladas, curiosamente la violencia verbal está mas presente que la física, el texto lo da todo, esto apoyado en el soberbio envoltorio y las convincentes interpretaciones, hacen que no se nos pase por alto la agresividad de la sociedad romana y también de la actual. Estos personajes son muy actuales, y eso amiguitos míos, si que da miedo.
En resumen, una propuesta mas que recomendable, un Shakespeare muy bien perpetrado, y una ocasión única de disfrutar de una sólida propuesta teatral, de un complejísimo texto, que solo se puede abordar con un plantel artístico de este nivel. Sin duda una gratísima sorpresa, que satisface las expectativas del espectador mas exigente. Cuando el teatro lo da todo es justo reconocerlo, y este es un claro caso de teatro en el que se da todo. NO OS LA PODÉIS PERDER!!
*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego que me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible
Lástima que esté tan lejos porque después de leer tu extraordinaria crítica (extraordinaria por lo que dices y por cómo lo dices) está claro que estoy deseando disfrutar de la obra. Bravo!
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras!! Me alegro de que te guste!!!
EliminarMe has convencido, he de verla. Gracias.
ResponderEliminarYa me contaras!!! Un abrazote!!
Eliminar