lunes, 15 de noviembre de 2021

En Tierra Extraña, Españolito Que Vienes Al Mundo...


¡Ay! la copla, banda sonora de mi infancia, me la cantaba mi abuela para dormirme en la cuna, y me acompañó en mi adolescencia, precisamente en la voz de Concha Piquer, "Doña Concha" para la posteridad. Sus últimos discos, que grabó en Columbia, fueron durante mucho tiempo mi primer acercamiento a un género tan amado como vilipendiado, que siempre parece estar en declive, y que siempre parece ser la gran desconocida de las generaciones actuales. La copla como género tiene varios sambenitos, siendo quizás el más injusto aquel que dice que es un género franquista. La copla no es de nadie, nada más que de los que la amamos, y parafraseando a Rafael de León... "Durante la Guerra Civil el bando republicano escuchaba "Ojos verdes" cantada por Miguel de Molina, y el bando nacional, escuchaba "Ojos verdes" cantada por Concha Piquer", creo que eso ya define a la perfección un género que nació antes que la dictadura, y que hizo las delicias de TODOS los españoles durante muchos años. ¿Por qué adoro la copla? por su teatralidad, por su desgarro, por su ecléctica factura, y sobre todo por la memoria sentimental de un servidor, que creció con aquellas pequeñas historias que en poco más de cuatro minutos abrían en canal a la sufridora de turno, con un nivel musical y vocal realmente notable. 

"En tierra extraña" se estrenó la semana pasada en El Español, y me parece uno de los acontecimientos teatrales de la temporada, que a mi personalmente me parecía absolutamente imprescindible este 2021. Ya hace un tiempo que escuché campanas sobre el proyecto interesándome al momento. El asunto sin duda tiene su morbo, ya que un hipotético encuentro entre la Piquer y Lorca podría resultar la mar de sabroso. A medida que me fue llegando información de la obra tenía clarísimo que la cosa iba por buen camino, y por fin ayer me pude acercar a la Plaza de Santa Ana a ver el espectáculo, que ya adelanto que es un "must" instantáneo que no hay que dejar pasar de ninguna de las maneras.



 

"En tierra extraña" de Juan Carlos Rubio, basado en una idea original del propio autor y el recientemente desaparecido José María Cámara, cuenta lo que más arriba planteo, un encuentro entre dos mitos icónicos de las Dos Españas, y que fabulando con un encuentro nunca producido en las jornadas previas a la Guerra Civil, se nos desgrana la personalidad de Doña Concha, y muy especialmente los problemas de aquella España que desgraciadamente se parece demasiado a la actual. El tercero en discordia en la función es el omnipresente en la vida de la Piquer Rafael de León, que sirve de cicerone de dicho encuentro. 

Rubio, ofrece un texto impecable, de poderosísimo acabado, que mezcla de forma muy equilibrada el drama con la comedia, en el que lo más destaca es la humanización de tres vacas sagradas de nuestra cultura, aderezado con un buen puñado de datos historicistas sobre la vida de los tres protagonistas. En la función se puede disfrutar también de lo más granado del repertorio de la Piquer en voz de Diana Navarro que da vida a la cantante valenciana. Todo encaja en el texto, y fluye a la perfección, desde el magnífico trabajo de documentación que se ve incorporado en la función con sorprendente facilidad, hasta un desarrollo dramático de altura, con un desgarrador crescendo, comenzando la función como una amable comedia cargada de gracejo, para acabar dejándonos sobrecogidos por lo que se plantea en ella, verdades mayúsculas sobre nuestro país, su historia y su sociedad. Esto va más allá de la figura de los tres artistas que se reflejan en la obra, siendo el resultado algo que trasciende más allá del mero homenaje a la Piquer, para englobarse en la función toda la memoria sentimental e histórica de nuestro país. El resultado es sin duda profundamente emotivo, y una función en la que se intenta dejar claro que debe prevalecer lo que nos une por encima de lo que nos separa. 

Los personajes tratados con gran mimo, se ven reflejados en su faceta más humana, y sus conflictos personales, siempre por encima de los políticos, reflejados de manera directa y desprejuiciada, planteándose varias cosas interesantes de los claros y los oscuros, especialmente de Lorca y Piquer. 

Juan Carlos Rubio nos da un bofetón, acertadísimo, de realidad, cuando la obra llega a su tercio final, en el que se desatan los conflictos más crudos, y que redondea magnificamente el recorrido de unos personajes devorados por el devenir de la historia que se precipita sobre ellos, viéndose inmersos en la tragedia, que ya se barruntaba, y que nos hiela la sonrisa para llegarnos directamente al corazón, dejando claro que el factor humano está por encima de la forma de entender la vida de cada uno. 

Definir "En tierra extraña" se me antoja difícil, quizás una comedia dramática musical, de enorme capacidad emotiva, y gran calado teatral, que no pasa por un entretenimiento intrascendente si no más bien por todo lo contrario, una obra mayúscula en su planteamiento, enorme en su aparente sencillez, y cuyos giros se encuentran perfectamente dosificados llevándonos Juan Carlos Rubio de la mano desde comienza la función, hasta el punto exacto que nos quiere llevar, meciéndonos entre canciones, chistes y verdades muy duras a cara de perro, con unas escenas de alto voltaje teatral y actoral que no tienen desperdicio de principio a fin.



 

La obra se sustenta por tres artistas en completo estado de gracia, Diana Navarro, Alejandro Vera y Avelino Piedad. Los tres cantan, bailan, tocan el piano, y por supuesto se lucen en lo actoral ya que cada uno tiene su momento de lucimiento, en todas las disciplinas. 

Avelino Piedad, como Rafael de León, absolutamente delicioso, con un enfoque acertadísimo del personaje, cargado de sensibilidad y sobre todo mucha verdad. El personaje se plantea con mucha ternura, y una enorme carga cómica. Brilla en todas las facetas, todo dicho con mucho sentido, en un personaje que vive para afuera la alegría, y un mundo interior muy rico que se ve perfectamente reflejado en toda la extensión del personaje. La escena en la que Lorca canta al piano "Y sin embargo te quiero", resulta mayúscula, en la que aflora en un encomiable ejercicio de interiorización y control de la emoción de todo el sentimiento soterrado que el personaje siente. Perdón por se tan críptico, pero no quiero hacer "spoilers" ya que creo que la función mejor disfrutarla sin saber las cosas más importantes que en ella ocurren. Explosivo en lo cómico, timbradísimo en lo musical, excelente acompañando al piano el espectáculo, sirve uno de los mejores momentos con Alejandro Vera, en la interpretación de " A la lima y al limón" en clave LGTBIQ+ desopilante y enternecedora a partes iguales. El Rafael de León de Avelino apetece llevárselo puesto a casa desde que sale a escena, todo le funciona en su creación, encajando todas sus frases de manera magistral, nunca extremado, siempre desde el más profundo respeto, y sobre todo pasando la batería cada vez que abre la boca. No hay que perder de vista a este chico... 

Alejandro Vera como Lorca, solidísimo, y de enorme presencia, lleva a cabo un Lorca carismático y muy sentado, que deja entrever perfectamente la figura hechizante que tuvo que ser el de Granada, donde se junta la gracia andaluza, con la profundidad de unas convicciones muy marcadas, y que creo que muchos se pueden sentir muy identificados con él. Sirve una interpretación cargada de prestancia, muy bien estructurada y cristalina en su planteamiento. Vera meticuloso y pulcro, llega a cotas superlativas en la gran escena con Diana Navarro en la que explota el conflicto, siendo la implicación emocional realmente notable, y en la que aflora el verdadero carácter de Lorca, mostrándose desnudo en cuanto a su manera de ser y pensar. La química con sus compañeros resulta indudable, y si bien es cierto es quizás el personaje más desagradecido del espectáculo, nuestro actor lo hace suyo por derecho propio, matizadísimo, y con cimientos de acero. También se luce en lo musical, con una bonita voz de ecos baritonales, con mucho gusto en sus intervenciones. No es en absoluto fácil representar a una figura tan idealizada como es Lorca, y que en gracias a su trabajo, podemos descubrir desde un prisma diferente al que estamos acostumbrados. 

Diana Navarro como Concha Piquer, se deja literalmente la piel en el escenario, esforzadísima en lo actoral y en lo musical, con un meticuloso estudio del personaje, en el que se pueden ver en algunos momentos sus gestos más característicos, así como su particular manera de usar los brazos. Implicadísima en lo actoral, sorprende su entrega y control de los tiempos y del texto, dado que es su debut como actriz. Todo está bien dicho, todo se entiende perfectamente, y el papel se encuentra de una pieza de principio a fin, con recorrido impecable, y bien manejado en los momentos más comprometidos. En lo musical, realiza un trabajo exquisito, alejada de su estilo tan particular, y se puede ver el característico fraseo de la Piquer, así como la forma de llevar la voz al pecho, y el uso del portamento, que hizo de Doña Concha, ser precisamente Doña Concha. La voz dúctil luce en todos los temas, incluido cuando del periplo estadounidense de la cantante se trata, atreviéndose con la comedia musical, en un inglés impecable. Hay un pero, abusa del trino, Doña Concha no era dada a él, y Diana Navarro en algún momento no puede evitar hacer suyos algunos temas, sinceramente no me molestó, ya que estaba tan embelesado por lo que estaba viendo, que fue lo de menos, aunque si es cierto que si el enfoque del personaje es historicista, y en otras facetas musicales de la cantante se ha tratado así, se rompe un poco la coherencia del personaje. Navarro sale airosa con creces del desafío, dota de muchas aristas a su personaje, que se nos presenta profundamente humano, y alejado de estereotipos, rompiéndonos los esquemas de diva altiva que se tiene de ella. Trabajo de altura el de Diana Navarro, que desde el respeto y el amor lleva a buen puerto un papel de armas tomar. Para la posteridad unos "Ojos verdes" pelopúnticos, un "No te mires en el río" cargado de gracejo que canta mientras toca los palillos, y el momentazo de la función, un "En tierra extraña" en un código diferente al habitual de enorme capacidad catártica, con el que consigue traspasarnos el alma en su ejecución, por lo que significa en la función, y su enorme carga simbólica. 

Julio Awad encargado de la dirección musical del espectáculo, merece una mención especial, con un tratamiento exquisito, cargando de matices a los cantantes, y dando el aire exacto a cada tema. Todos los números se encuentran cuidadísimos, y dadas las características intimistas del espectáculo, ha sabido ir a la esencia de cada copla, con sabiduría y gran regusto teatral.



 

Juan Carlos Rubio en la dirección escénica acierta de plano, en un espectáculo, de enorme elegancia visual, en el que sirviéndose de pocos elementos se consigue la magia teatral desde que se levanta el telón, en una función en la que nada sobra ni nada falta. No hay un gesto ni un elemento superfluo y que no esté siempre al servicio de la acción dramática. Los personajes tienen un tratamiento actoral exquisito, no hay estridencias, todo fluye, todo funciona, y ningún actor pasa por encima del otro, en un ejercicio de equilibrio interpretativo encomiable. Es destacable el sentido del ritmo del espectáculo, que no decae en ningún momento, haciéndose cortísimo, y que nos deja con la justa sensación de necesitar más, para que el recuerdo sea imborrable. Rubio maneja a la perfección los diferentes códigos del texto, triunfando en la comedia, y llevando el drama a unas contas de intensidad notables, siendo el resultado de gran interés teatral y tremendamente emotivo. Poco a poco nuestro director nos va metiendo en la función hasta atraparnos de forma muy inteligente, dejándonos llevar sin problema a todos los lugares que se plantean en ella y que no son pocos. Es destacable la funcional y cargada de teatralidad escenografía de Estudios Curt Allen Wilmer y Leticia Galán, las acertadas y elegantes luces de Paloma Parra, así como el vestuario de Ana Llena muy definitorio de cada personaje, así como el espléndido trabajo en la caracterización que corre a cargo de Chema Noci. Las coreografías de José Antonio Torres brillan, y mucho, dotando de gran empaque a los números musicales, redondeando de forma perfecta el conjunto.



"En tierra extraña" es Teatro con mayúsculas, de una belleza inconmensurable, que deja un profundo poso en el espectador, y que nos lleva a unos cuantos lugares comunes que siempre se deben recordar, por los que los vivieron, por los que no los han vivido, y por los que los han olvidado. Aunque sea doloroso recordarlo, forma parte de nuestra historia... como nuestra copla y por supuesto como Doña Concha. NO SE LA PIERDAN. 

3 comentarios:

  1. Leyendo tu comentario lo hago mio. Es exactamente lo que sentí y pensé y me emocionó en muchos momentos. Debería ser obligación ver esta obra a todos los que ambos el teatro. Das en en clavo en todo lo que dices! Ojalá se siga la tradición americana y tengamos cd!!! Gracias!!

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  2. A ello voy en el puente de diciembre...muchas ganas, más, después de leerte. Gracias.

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  3. La obra es maravillosa yo la he visto dos veces y aun la vere alguna vez más, no se la pierdan vale la pena

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