lunes, 25 de septiembre de 2017

El Florido Pensil (Niñas), Mirando Hacia Atrás Sin Ira.

Hay una sensación extraña, que en mi forma de ser me acompaña desde que tengo uso de razón. Se trata de la nostalgia por aquello que no he vivido. Esto me ha llevado a una afición muy marcada por las fotografías de instantes cotidianos de momentos pasados, así como por ser un apasionado de la historia de nuestro país, especialmente del S.XX. Este sentimiento creo que es mas común de lo que parece, y muchas personas, exactamente igual que yo, sienten que extrañan épocas que no vivieron o que eran practicamente unos bebés cuando transcurrieron.
Un servidor, nacido en plena Transición, no vivió el Franquismo, y obviamente no siente ninguna nostalgia del Ancien Régime, pero si es cierto que por la cercanía en el tiempo de mi nacimiento con la Dictadura, hay algunas cosas que se encontraban muy recientes y muy incrustadas en nuestra sociedad durante mi infancia. Como no podía ser menos, la educación era una de ellas, y mis primeros años de colegio todavía se parecían bastante al sistema educativo franquista en algunos aspectos, aunque logicamente, la parte ideológica era muy distinta.
Esto viene a colación de El Florido Pensil (Niñas), dado que la función habla de la educación en la España nacional-católica, período que no viví, pero que conozco y reconozco muy bien, algo que creo que en mi generación es habitual, ya que fuimos la generación justamente posterior a la Dictadura y eso marca, por tanto en mi caso, me resulta igual de interesante que si hubiese vivido ese período, y en algunos casos hasta muy familiar, por actitudes que he vivido en años de democracia reciente, y comentarios escuchados y grabados a fuego en mi memoria.
Vi El Florido Pensil en su montaje original, vi la versión niñas, en catalán, durante una visita a Barcelona hace un par de años, y no pude resistirme a la versión en castellano que se está llevando a cabo en el Marquina estos días. El estupendo plantel actoral que la obra ofrece me pareció garantía suficiente para volver a disfrutar de este texto, que ya es un clásico de nuestros escenarios, y la verdad es que no me equivoqué.



El Florido Pensil se estrenó en en 1996 y fue un bombazo de taquilla sin parangón, siguiendo representándose de forma ininterrumpida durante muchos años, e incluso llevada al cine en 2002 por Juan José Porto. El texto original, muy parecido a la nueva versión, contaba como era la escuela del Nacional-Catolicismo, en el que desde la retranca, unas gotas de nostalgia, y un punto de vista divertido, se nos expone lo que era la España de no hace tanto tiempo, con el arma mas poderosa que existe desde que el mundo es mundo. La risa. La estructura de El florido en versión niñas es idéntica a la versión niños, y se trata de un juego teatral muy jugoso y la mar de efectivo en el que cinco mujeres ya adultas nos cuentan como fue su educación en una especie de viaje al pasado donde ellas mismas hacen de niñas en una típica aula de la época, y a la vez recrean los diferentes tipos de la Dictadura, desde el cura rijoso,  hasta la mismísima directora de la famosa Sección Femenina que tanto influyó en la moral de la época, una serie de personajes, muy reconocibles, pululan por escena con gran fortuna y para regocijo del espectador . La obra se basa en el libro homónimo de Andrés Sopeña y la adaptación teatral corre a cargo de Kike Díaz Rada siendo tremendamente fiel a la obra literaria, cuyo espíritu se encuentra perfectamente reflejado en la obra de teatro. Rada compone un texto entretenídisimo, de lenguaje claro y directo, cuyo mensaje se ve perfectamente plasmado desde un punto de vista amable, pero contundente en el fondo y lo que es mas importante, tremendamente esclarecedor sobre lo que es nuestro país y el poso que la Dictadura ha dejado en nuestra sociedad, con actitudes todavía hoy en día vigentes y en algunos casos de triste actualidad.



Vayamos con el elenco:
La obra la lleva a cabo un entregadísimo plantel femenino de primer nivel, que ejecutan una función agotadora, y que no les da un respiro de principio a fin, donde todas las actrices realizan diferentes papeles, de variada psicología y tipismo.
Resulta difícil quedarse con una interpretación en si, ya que todas la intérpretes se mueven en un nivel muy alto, y en un trabajo de conjunto perfecto, de gran química escénica y mucha sabiduría teatral. Mariola Fuentes quizás sea la que mas diversidad de papeles lleve a cabo, resultando deliciosa en todos ellos, destacando quizás como la criada ligera de cascos de arrolladora frescachonería, que causa admiración en las jovencitas que la observan entre embelesadas y un poco temerosas. Nuria Gonzalez resulta superlativa en sus intervenciones, siendo especialmente destacable su creación del "director espiritual" que actúa con morbosa delectación al explicar los detalles mas terroríficos de las consecuencias del pecado, eso si con afán unicamente "didáctico" y en una tremenda escena de confesión, que mas de uno y una, vivió en carne propia en aquellos tiempos, donde queda bien claro que el que peca es el que confiesa y no quien se confiesa. González lleva a cabo una admirable composición corporal, con un control absoluto de la voz y su particular forma de interpretar resulta perfecta en todas sus intervenciones. Chiqui Fernández pasa por una creación quizás un poco mas tierna que el resto de sus compañeras, dando las dosis justas de ingenuidad a sus papeles y rotundidad escénica. Africa Gonzalbes resulta sorprendente en su creación de una profesora de gimnasia con aires de dominatrix, de dureza inesperada y comicidad de altos vuelos en algunos momentos. Encontré a Gonzalbes en un código diferente al habitual y de sorprendente ductilidad en sus interpretaciones, de gran energía y muy medidas. Y por último Esperanza Elipe, otra actriz de marcada personalidad, que da lo mejor de si misma en la última escena de la función, como una crispada directora de la Sección Feménina que pasa revista a las alumnas del colegio en el que transcurre la acción. Elipe borda un papel cargado de matices a todos los niveles y que rezuma verdad y credibilidad por los cuatro costados, siendo el resultado redondo y divertídisismo. Nuestras cinco actrices se compenetran a la perfección en escena y se destila muy buena vibración de la producción, en la que todas y cada una de ellas trabajan como fieras llevando a buen puerto una difícil función de altas exigencias interpretativas y donde lo que mas brilla es lo mucho que disfrutan las intérpretes de su trabajo, algo que en esta producción es indispensable para que el resultado sea el deseado.



Fernando Bernués y Mireia Gabilondo firman la función, con algunas diferencias en ciertos gags con respecto a la producción en catalán por los lógicos motivos de la propia idiosincrasia de Cataluña que en Madrid no tendría la misma gracia,  y especialemente lingüísitcos, y que en Barcelona tienen gran relevancia.
Bernués y Gabilondo sirven un espectáculo plagado de aciertos, donde absolutamente todos los juegos escénicos funcionan, manejando la comicidad a la perfección y por ende al público, que se deja llevar si problema por la función. Nuestros directores dejan hacer a sus actrices que aportan mucho de si mismas para recrear los diferentes personajes que hay en el texto. Si algo caracteriza la producción es un acusado sentido del ritmo que fluctúa de forma acertada dependiendo del tipo de escena que se está llevando a cabo, y unas acertadas transiciones entre escena y escena que dinamizan todavía mas, si cabe, un espectáculo que transcurre de forma muy fluida y de estudiado crescendo en lo cómico que explosiona de forma brutal en la desopilante escena final con la directora de la Sección Femenina como hilo conductor, y que resume a la perfección el batiburrillo mental que tenían los niños de aquellos años, donde los diferentes y abundantes tabúes políticos y sociales, daban lugar a unos equívocos que hoy nos resultan gracioso, pero que marcaron profundamente a generaciones de españoles. Otro acierto consiste en el tono del espectáculo, entre tierno y ligeramente ácido, pero en ningún momento airado o hiriente. Precisamente ese aire un tanto condescendiente, y pretendidamente ligero, consigue que el mensaje trascienda como lo que es, crítica feroz, en la que nuestra madurez democrática, es suficiente para que sea el espectador quien juzgue lo brutal de la represión franquista, y la castración moral y política a la que eran sometidos los españolitos de a pie.
Bernués y Gabilondo ofrecen un espectáculo sólido, bien servido, e impecablemente interpretado, que resulta delicioso para el espectador, y en el que se reflexiona, sobre lo que hemos sido, lo que somos, y hacia donde vamos, como país y como sociedad. Algo muy sano, y que si además se hace desde el prisma del desenfado, con sus momentos de seriedad, pues el resultado es de altura a todos los niveles. El Florido Pensil tiene interés tanto para los que vivieron aquella oscura época, como para los que no, especialmente estos últimos, que con esta función verán un reflejo muy vivo de lo que fuimos, y de aquello que nunca se debe volver a repetir.





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2 comentarios:

  1. Como siempre, es un placer leer tus críticas. Muy positiva . Invita a ser espectadora. Muchas gracias.

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  2. Vi en su dia la version masculina ye parecio estupenda. Segun leo tu critica esta es igual o mejor. Habra que intentar verla. Gracias por tu opinion!

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