martes, 21 de julio de 2015

Cosas de Papá y Mamá. De Alfonso Paso, Yo No Paso

El caso de Alfonso Paso, es digno de estudio, el autor teatral mas prolífico de todos los que ha habido en este país, el autor que en su época de mayor esplendor, allá por los años 60, llegó a tener nada menos que siete comedias en cartel en Madrid, y a la vez en siete teatros diferentes, el especialista en las "comedias con muerto" y sin duda el favorito del público durante casi treinta años, hoy en día es casi un desconocido para las nuevas generaciones, y es tremendamente denostado en algunos círculos teatrales por varios motivos. El primero por comercial, eso que algunos nunca perdonan ya que parecen olvidar que el teatro es una industria, el segundo político, ya que por absurdos prejuicios se sigue asociando a Paso con el Franquismo, algo injusto, ya que simplemente tuvo éxito en ese período histórico, pero sus obras practicamente no tienen carga política. Y por último por leve, su teatro era liviano y ciertamente no ahondaba en los grandes dilemas de la vida, pero eso amiguitos no es ningún pecado, al teatro dependiendo del momento se puede ir a muchas cosas, sufrir, reír, llorar, pasar un buen rato, enfadarse, y como ocurre con el teatro de Alfonso Paso, evadirse, algo muy sano, y que ya desde los tiempos de Tespis se hacía en los teatros griegos, y que hoy en día se sigue haciendo sin que se le cuelguen etiquetas a nadie.



Por tanto yo de Alfonso Paso, no paso. Me parece un autor a reivindicar, como exponente de la alta comedia patria, comedia policíaca y comedia netamente cómica, de un período de nuestra historia que se caracteriza por el humor blanco, un tanto bucólico, y de un ingenio literario increíble, donde la palabra era el motor principal en cuanto a comicidad se refiere.

Paso se encuentra en un limbo injusto, y cruel donde sus obras y las de otros autores de su generación están criando telarañas, a la espera de que alguien las desempolve y se atreva con ellas, sin miedos y con la calidad que sus textos necesitan para que sean dignficados y llevados a buen puerto, tal y como se merecen.

Ver alguna comedia de Alfonso Paso en nuestras carteleras no es fácil, por tanto cuando me enteré de que se estaba representando Cosas De Papá y Mamá, con mi adorada María Luisa Merlo, no me lo pensé dos veces a la hora de plantarme en el Teatro Quevedo, por cierto para mi desconocido, para disfrutar de una refrescante comedieta, que teniendo en cuenta el veranito que nos ha caído encima nunca viene mal. La cosa estuvo a la altura, como iré narrando a continuación.



Cosas De Papá y Mamá, es una comedia estrenada en Abril de 1960 para mayor lucimiento de Isabel Garcés. figurón de la época, y hoy en día muy recordada como la abuelita de las películas de Marisol. La función que esta crítica ocupa es un delicioso texto sobre el amor de dos ancianos, que se encuentran mas solos que  la una, y que causan el consabido revuelo familiar una vez que el flechazo es descubierto.
La obra es ligera, pero muy difícil de poner en pie, básicamente porque los dos ancianitos tienen que ser dos actores como la copa de un pino para que la cosa funcione, y el texto realmente difícil dado el humor surrealista que destila en algunos momentos y que para que funcione debe ser ejecutado con mucho tino. Dotada de un soberbio uso del lenguaje, y con unos gags literarios muy efectivos, estas Cosas De Papa y Mama, son un mas que digno ejemplo de comedia bien escrita y magistralmente resuelta, dentro de los parámetros que rige el teatro de Alfonso Paso.



Voy con la crítica:

Alberto Delgado, como el Doctor. 
Sin duda estupendo, en un papel muy tierno que Delgado lleva a la bonhomía, desde un código completamente naturalista, y que cumple a la perfección en su labor de narrador. Delgado ofrece una sentada creación muy en el código que el personaje requiere, perfecto de tono, y con gran complicidad con el público, al que se está dirigiendo continuamente, y al que transmite a la perfección el mensaje de la función. Todo lo dice con mucho sentido y de forma muy acertada. un diez para Alberto Delgado.

Marta Valverde, como Luisa, hija de la ancianita.
Encontré a Valverde un tanto desganada en el papel, a mi habitualmente me suele gustar mucho en su trabajo y me dio la sensación que se achica un poco por lo deslucido del papel. Está correcta, que duda cabe, y su fabulosa presencia es innegable, pero la vi falta de fuelle, en comparación con otras ocasiones. Valverde siempre cumple, pero como es conocida su solvencia, estoy convencido de que podría dar un poquito mas, para lucirse como ella sabe hacer.

Naím Thomas, como Julio, hijo del anciano.
Fantástico, Thomas al que ya había visto en el musical El Rey De Bodas, me parece un actor muy desaprovechado, que no acaba de despuntar como se merece. En Cosas De Papa y Mamá, estando ante otro papel, que practicamente está para servir los chistes a la pareja protagonista, demuestra que no hay papeles pequeños, sino actores pequeños. Muy concentrado, de gran presencia y estupenda voz, sirvió una estupenda interpretación dentro de lo que el papel da de sí. No entiende nada de lo que está pasando, y da un aire muy pragmático completamente acertado, paro lo que este Julio pide. No voy a decir que ha sido una sorpresa, pero si un agradable reencuentro, con un artista que no he visto mucho ultimamente sobre las tablas.

Juan Messeguer como Leandro.
Messeguer está de dulce, en un papel que le va estupendamente bien. Un poco extremado en los momentos que la función lo requiere, pero en líneas generales poseedor de una comicidad arrolladora, Messeguer no ofrece carcajadas continuas, ofrece una creíble interpretación de un otoñal, que se siente primaveral ante el descubrimiento de un nuevo amor. Está tratado con tal delicadeza y mimo, que lo que podría ser una hiriente caricatura se queda en una deliciosa y enternecedora creación que no pasa en absoluto desapercibida. Messeguer es un actor sólido como una roca, que entra y hace entrar a todas con aparente facilidad y pasmosa naturalidad. La escena en la que se está acicalando para su amada es oro puro, da gusto ver actores así sobre un escenario.

María Luisa Merlo como Elena.
Absolutamente inconmensurable. Siento adoración por María Luisa, me parece una actriz soberbia, con una facultad absolutamente impagable, lo muchísimo que disfruta sobre el escenario, consiguiendo transmitirnos esa vitalidad al espectador desde el minuto uno. Sus apartes son gloriosos, y su dominio del texto, por otra parte dificilísimo, absolutamente espectacular. Tiene momentos de gran lucimiento durante toda la función, dotando de mucho empaque a esta adorable Elena, de frases lapidarias, y enternecedora desde lo mas profundo de su ser. María Luisa Merlo conoce muy bien el teatro, y sus códigos, y no puedo mas que quitarme el sombrero una vez mas, ante el genio de este animal escénico, que siempre que la veo me deja fascinado. Sus juegos con el texto, la doble intención que utiliza en parlamentos aparentemente tan banales como es explicar como prepara un arroz a la cubana y su arrolladora simpatía, hacen que se me haya quedado grabada su creación en el corazoncito.



La obra está dirigida por José Manuel Pardo, con un concepto completamente ortodoxo de la misma. Hay un gran tratamiento del texto, perfectamente apoyado en unas inspiradísimas acciones que enriquecen mucho la obra, especialmente en las escenas entre Elena y Leandro, que son absolutamente maravillosas. La obra tiene un pequeño problema, y es que si bien se supone que se desarrolla en la época en la que el texto se escribió, algunos elementos chirrían, como pueden ser los teléfonos móviles y la ropa, completamente actual, a pesar de esto que narro se ve con muchísimo agrado, pasándose el espectáculo en un suspiro y ofreciendo nada mas y nada menos, que lo que la obra da, entretener, unas cuantas carcajadas y un estupendo rato de teatro sin complicaciones. El ritmo está muy bien conseguido, algo imprescindible para la comedia.



En resumen, una función altamente recomendable, llevada a cabo con sencillez y sin pretensiones, que da mucho mas de lo que ofrece gracias a su estupendo elenco, su genial concepción de la comedia de humor blanco, y su impecable factura artística.

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