jueves, 17 de noviembre de 2022

Magnolia, Agridulce Comedia En Torno Al Amor.

 


La comedia romántica no es un género muy cultivado en nuestro país, aunque si goza de mucha popularidad en el mundo anglosajón, y algunos productos han sido exportados con indudable éxito. En mi mente está "Descalzos por el parque" de Neil Simon, como uno de los más claros exponentes de comedia romántica en cuanto a teatro se refiere, aunque hay bastantes ejemplos que han cuajado entre nosotros de manera muy notoria, en el cine quizás es donde más se ha prodigado el género por estos lares, con éxitos masivos y muy incrustados en la cultura popular. Si algo caracteriza este tipo de comedia es el tono intimista, sensible, y en muchas ocasiones de agridulce final, ya que no todas las historias de amor acaban bien, y a nivel dramático tienen sin duda más jugo las que se plantean con sus aristas. De vez en cuando surgen historias de este tipo que son toda una sorpresa, y que más allá del tono almibarado que a veces se utiliza en el género, nos plantean una serie de cuestiones muy interesantes sobre los conflictos de pareja. Esta disertación viene a colación por una estupenda pieza de cámara que he tenido ocasión de ver hace unos días en los Teatros Luchana y que sin duda ha sido una agradabilísima sorpresa, de esas que nos encontramos así sin darnos cuenta, y que te alegran el ojo cuando las descubres. La obra en cuestión es Magnolia, texto muy recomendable, y que sin duda merece un largo recorrido. 

  


Magnolia de Steven Dietz, es un sólido texto en el que dos personajes se encuentran de manera fortuita en un aeropuerto durante una tormenta que ha retrasado sus vuelos. No son dos desconocidos, si no una pareja rota hace muchos años y cuyas vidas has transcurrido de maneras muy diferentes. El encuentro sirve para plantearnos una serie de cuestiones muy interesantes sobre las relaciones de pareja, la incomunicación, las motivaciones de las mismas, y algo muy importante las concesiones que se hacen y que luego se van cargando en una mochila muy difícil de transportar. En un tono agridulce Dietz nos va desgranando esta íntima historia que nos llega de manera muy directa y muy sencilla, con su pizca de lirismo, y su gran verdad en la composición de los personajes, por cierto espléndidamente escritos. Los dos protagonistas de la obra tiene sus momentos de lucimiento, diferentes estados emocionales, y un amplio recorrido desde que empieza la función hasta que acaba. En Magnolia nos encontramos ante un viaje emocional hacia el interior de una pareja que fue, y que nunca se olvidó, con muchas cuentas pendientes, muchas cosas que decirse... y un final inconcluso. A esto que planteo hay que añadir un equilibrado sentido del humor, muy bien dosificado, que nos va dando respiro ante los momentos más dramáticos. Los giros se encuentran bien expuestos, y las dos psicologías perfectamente definidas, en un juego actoral de alto voltaje para los dos intérpretes de la función.



 

La obra está protagonizada por Marina Muñoz y David Villanueva, en un trabajo que solo puede ser medido en conjunto, ya que el nivel de comunicación, química e implicación entre nuestros dos actores es mayúsculo. Si algo caracteriza a la composición actoral de la obra, es la verdad. Si, esa verdad tan buscada en el teatro y tan poco encontrada. Villanueva en un principio un poco más arquetípico que su compañera, dadas las características, del personaje ofrece una interpretación pulcra, interiorizada, y de gran desarrollo durante la función, siendo muy interesante ver la evolución de un personaje que empieza mostrándose en su exterior para acabar desnudando su alma a medida que se van desarrollando los conflictos. Con buena capacidad para llegar a la emoción, muy entregado y un gran sentido de la escucha, algo en lo que se apoya a la perfección Marina Muñoz, más explosiva, dado que su personaje también lo es. Muñoz, un prodigio de naturalidad, las da todas en sus momentos más comprometidos, nos enternece y nos hace sonreír en un papel de esos que nos apetece llevarnos para casa. Muñoz posee un gran capacidad para el drama, y brilla mucho en un par de escenas muy comprometidas que son solventadas de manera admirable consiguiendo emocionarnos en sus intervenciones, en lo que parece un tratado sobre la bondad y el alma del ser humano. Ambas interpretaciones, mesuradísimas, casi cinematográficas en el estilo, y muy bien medidas, bucean en los vericuetos del intimismo, siendo las miradas importantísimas, y las cosas que se dicen de cerca y de verdad, consiguiendo el maravilloso e ilusorio efecto de que lo que estamos viendo en escena es absolutamente real. Nos encontramos ante un duelo actoral de altura, y lo que es más importante, de enorme sensibilidad. Sobresaliente pues para nuestros dos actores, que se ajustan como un guante a lo que el texto pide, consiguiendo dos interpretaciones carismáticas y ajustadísimas al texto.



Vayamos con la dirección escénica, que corre a cargo de Antonio Cantos, y que conoce muy bien el material que tiene entre manos. Cantos juega con el espectador de manera muy astuta planteándonos el espectáculo en su inicio como una comedia al estilo de Cuando Harry encontró a Sally, de manera inteligentemente engañosa, con premeditación y alevosía, ya que cuando nos pensamos que vamos a ver un comedieta romántica al uso, nos deja con un palmo de narices, apostando por el dramatismo, la intensidad, y un intimismo muy marcado, que se ve enriquecido por las características de la sala, algo que refuerza a la propuesta hasta lo estratosférico.

La dirección pulcra, con unas líneas clarísimas en cuanto a los objetivos y a las acciones, se caracteriza por dos cosas, lo bien que se entiende todo lo que se nos plantea en el espectáculo, y que nada ocurre de manera gratuita. Me encanta cuando los actores tienen cosas que hacer mientras sueltan texto, y sobre todo cuando estas acciones además de lógicas apoyan lo que se dice, en Magnolia, eso es precisamente lo que más subyace, amén de un brillante sentido del ritmo, y de la intriga, ya que se nos van dejando miguitas a lo largo de la función que recogemos al momento, para saborearlas según se nos van desgranando conflictos. En este tipo de texto, lo más importante y lo que a fin de cuentas se nos quiere contar es el vínculo entre los personajes, estando igual de bien perfilado que las acciones, algo que sin duda convierten a la función en un juguetito pequeño, entrañable, sentido, y sobre todo emotivo, nunca cayendo en el romanticismo facilón, la cosa va por otros derroteros, y siempre apostando por los sentimientos de verdad y a flor de piel, y donde el amor se nos plantea con sus virtudes y sus defectos.

Magnolia es una propuesta sólida, sensible, ejecutada con un amor infinito y que nos deja huella cuando la vemos, por su sencillez y honestidad, desde el punto justo que se debe abordar un texto así, es decir, la cercanía y la verdad. 

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