viernes, 15 de noviembre de 2019

¿Y Si Nos Enamoramos de Scarpia? Sobre Lirismo, Machismo Y Feminismo.

Vivimos tiempos de cambios sociales, profundos y vertiginosos, y en algunos casos difíciles de asimilar por nuestra sociedad, o algunos sectores de la misma.
No viene mal reflexionar, enfrentar posiciones, siempre desde la dialéctica, y romper tópicos y clichés para de esta manera hacernos una composición más o menos imparcial de la situación.
¿Y si nos enamoramos de Scarpia? la nueva propuesta de Boadella en los Teatros del Canal, habla precisamente de eso. El avance del feminismo en nuestra sociedad, los interrogantes que suscita, y los esteréotipos que tantas veces nos encontramos en nuestra vida, y que en no pocas ocasiones superan lo imaginado.
Boadella, polémico y polemista, se atreve con tan espinoso asunto, desde su particular punto de vista, en un espectáculo que se me antoja oportuno en grado sumo, y que pone el dedo en una llaga dolorosa para muchos y que no es analizada con la suficiente profundidad por otros.
No es mi blog una tribuna política ni creo que sea el foro adecuado para ello, solo constato una realidad, y esa es que lo que va de año más de 50 mujeres han sido asesinadas por parte de sus parejas, y que ciertos comportamientos que deberían haber sido superados hace años, no solo han empeorado, sino que se han polarizado de forma muy triste. Nuestra sociedad debe reflexionar, y replantearse ciertas cosas, pero... sin caer en el discurso facilón o demagogo. Los problemas existen, las posiciones enfrentadas también, y con un trasfondo triste y algo torticero, como es un supuesto enfrentamiento entre hombres y mujeres, a mi entender injustificado y que no se acerca a la realidad.
La cuestión es que el jueves asistí al Canal, virgen del todo,algo que jugó a favor sin ninguna duda, ya que me encontré una agradabilísima sorpresa como iré narrando, y un espectáculo muy a tener en cuenta.


¿Y si nos enamoramos de Scarpia? es una inteligentísima pieza de cámara escrita por Albert Boadella y Martina Cabanas, en la que con un planteamiento sumamente teatral se nos cuenta el ensayo de una gala benéfica contra la violencia de género, en el que se encuentran dos sopranos y el director de orquesta. Con esta excusa se nos presenta lo que pueden ser dos posturas extremas y tratadas con grandes dosis de retranca por parte de los autores del texto. El maestro, machista de manual, purista de la lírica, y de planteamiento fuertemente conservador, frente a Ana, mujer liberal, feminista radical, y que aboga por las re-lecturas de las obras clásicas. Y en medio de estos dos Mihuras nos encontramos con María, la que aporta más sentido común, de aparente simplismo intelectual, y con la que me da la sensación que Boadella y Cabanas quieren dar voz a la postura en la que la mayoría de nuestra sociedad parece encontrarse. Para plantear las diferentes interrogantes que se nos ofrece al espectador, se hace un repaso por las heroínas operísticas más famosas, sirviendo los diferentes arquetipos femeninos que la lírica ofrece, y el error que supone juzgar unos personajes escritos hace muchos años, y que obviamente deben ser contextualizados para entenderlos.
El texto plagado de alfilerazos verbales, y arrollador humor, destila acidez por los cuatro costados, y en el que los discursos cargados de soflamas, en las partes más radicales, y que de reflexivos tienen más bien poco, se ven expuestos de forma mordaz y ánimo critico, sin embages.
El texto contiene unos conflictos marcadísimos, y un lenguaje directo muy efectivo a la hora de plantear cada personaje, en un tono muy cómico y que es puro Boadella en su planteamiento. La obra puede incomodar, estoy seguro, pero en ningún momento llega a ofender, aunque la postura sobre el tema de nuestros autores resulta cristalina, y muy alejada de lo politicamente correcto.


El elenco compuesto por tres artistas de altísimo nivel en todas las disciplinas que la obra contempla, no se puede analizar de otra manera que en conjunto, ya que nos encontramos ante un trabajo netamente coral y muy bien equilibrado en la función.

Antoni Comas como El maestro, resulta rotundo en sus intervenciones, muy implicado, y perfecto en el tono bronco y antipático que se le pretende dar en la función. Dotado de gran presencia escénica, en algunos momentos reconozco que me sacó de mis casillas, tanto por lo que dice como por lo que hace, aunque consigue sin problemas que entendamos su recorrido, en el que el hartazgo por la situación escénica le lleva a extremar su discurso, sacando lo que parece ser su verdadero yo. Comas insufla a su papel de un marcado cinismo, y grandes dosis de sarcasmo, que enriquecen mucho un personaje un tanto monolítico y que en voz y palabra de nuestro artista nos parece muy reconocible, dentro del arquetipo que representa. Canta varias piezas muy conocidas del repertorio operístico, fragmento de la "Romanza" del Duca de "Rigoletto" incluido, con un respetable "pensier" bien timbrado y colocado, así como un solvente "No puede ser" de Sorozábal, con el que consigue aplacar un hueso tan duro de roer como es su antagonista en la función.

María Rey-Joly como Ana, absolutamente espléndida en todas sus intervenciones, y en un momento vocal dulce, ya que brilló y mucho, en un trabajo realmente difícil, en el que la peculiar lectura de las piezas que le han tocado en suerte, dificultan la interpretación vocal, no siendo esto ningún problema para nuestra cantante a la hora de afrontar el reto. La voz potente y de estupendo agudo, marcó una trabajo tremendamente matizado, y muy expresivo, y con algunos momentos de impactante resolución. Resultó espectacular en la "Cabaletta" de La Traviata, así como en un irónicamente planteado "O mio babbino caro". Actoralmente inspiradísima, algo que por otra parte no me sorprende ya que la he visto en muchos roles y Rey-Joly no solo canta, sino que es una magnífica actriz. Nuestra soprano bucea entre los vericuetos de un personaje contradictorio, y reflejado en el texto de forma bastante crítica, sin dejarse llevar por los prejuicios, en una interpretación valiente, inteligente, y que si bien es cierto resulta extremada en algunos momentos, va en total consonancia con el carácter del rol.

Carmen Solís, como María, magnífica, con una ligereza muy estimable, dentro de una comicidad muy bien entendida, y en un código más contenido que sus compañeros, que resulta imprescindible como dique de contención cuando la función resulta más desmadrada. Para la posteridad una orgásmica (literal) lectura de la Quinta Sinfonía de Beethoven, y sus selfies con sus compañeros cuando mas enredados se encuentran en su pelea verbal. Me impresionó el difícil trabajo de concentración y disociación que lleva a cabo, aguantando la explosiva situación escénica que acontece alrededor suyo sin salirse de las diferentes heroínas operísticas que le han tocado en suerte, y cambiando el registro interpretativo en décimas de segundo. Solís pasa sin pestañear de la sufrida Butterfly a la simple María, para asombro del respetable, y enriquecimiento del espectáculo.
Nuestra soprano lució poderío vocal en todas sus intervenciones, donde la carnosidad del timbre, y la sensibilidad cantando fueron la tónica. Siempre lo digo, porque considero que es una realidad, Carmen Solís es un ejemplo paradigmático de soprano de "rompe y rasga" con un robusto instrumento, muy bien manejado, y que transmite muchísimo en todas sus intervenciones. Insuperable en Tosca, conmovedora en Butterfly y de arrebatador lirismo en la "Canción de la Luna" de Rusalka, reconozco que me supo a poco, ya que dado el carácter del espectáculo los números se ven interrumpidos, por la acción dramática continuamente. A sus insuperables facultades canoras hay que añadir una vis cómica para mi desconocida, y que resulta altamente gratificante.


Albert Boadella dirige el espectáculo de forma impecable, dejando hacer a sus actores, pero dejando muy claro lo que quiere contar y como lo quiere contar. Sabe perfectamente donde cargar las tintas y como hacerlo, ya que aunque parezca que nos encontramos ante un ligero entretenimiento de cámara, la función va más allá de lo que pueda parecer, donde nada es gratuito y todo está perfectamente medido y pensado.
Boadella plantea una función que va tensando la cuerda hasta el límite justo, siempre rozando el extremo, pero sin llegar a ofender en ningún momento y de calculada intensidad, que sube y baja a placer, mientras va repartiendo zascas a diestro y siniestro sin cortarse un pelo.
Esteticamente nuestro director plantea una función elegantísima en lo visual, sencilla en su enfoque, siendo esa una de sus grandes virtudes, ya que la pieza no pide nada más que lo que Boadella plantea. La sobria propuesta escénica cuadra a la perfección con las explosivas interpretaciones, muy "Boadella" en su planteamiento, y que equilibran el espectáculo de una forma realmente notable.
Nos encontramos ante una función de ritmo trepidante, y que se nos pasa en un santiamén, de gran sabor teatral en su fondo, y gran conocimiento de la lírica, en el que unas cuantas verdades son expuestas al respetable a cara de perro, y de forma tremendamente cómica, y profundamente crítica. Los guiños a los profesionales de la lírica son continuos, y un servidor que fue cocinero antes que fraile, supo disfrutar en todo su esplendor no pudiendo contener la carcajada en no pocos momentos.
Boadella sabe lo que hace, y demuestra en ¿Y si nos enamoramos de Scarpia? que polémicas aparte, es una bestia del teatro, que sigue afilándose las garras en los patios de butaca patrios.




*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible.


No hay comentarios:

Publicar un comentario