viernes, 24 de mayo de 2019

Anastasia El Musical, Ojalá Hubiese Sido Así.

La leyenda sobre la supuesta escapatoria de la Gran Duquesa Anastasia la fatídica noche del 17 de julio de 1918 me fascinó durante no pocos años de mi vida. Una mujer llamada Anna Anderson, afirmó hasta su muerte que era Anastasia, y la verdad es que hubo ciertas dudas, dudas que fueron disipadas años después del deceso de la propia Anderson, ya que varias pruebas de ADN dejaron clara cual era su identidad, y lo poco que tenía que ver con la familia Romanov.
La realidad de la historia como se puede ver, es bastante más prosaica que la leyenda, ya que Anastasia murió en un sótano de una villa en Ekaterimburgo junto con el resto de su familia. Sobre la  supuesta huida y posterior reaparición de Anastasia se ha fabulado mucho, tanto en el cine como en el teatro. Así a bote pronto me viene a la mente la película de Anatole Litvak con Ingrid Bergman en el papel protagonista, "Anya" un musical que ha pasado a la historia como uno de los grandes fracasos del viejo Broadway, cuya música basada en la composición de Rachmaninoff debió de parecer excesivamente sobria para los parámetros habituales de la comedia musical, así como la película de animación que toda una generación tiene en su retina, aunque a mi ya me pilló talludito en su estreno.
En las diferentes versiones que se han hecho sobre la historia, siempre se ha huido del rigor histórico, para potenciar el carácter operístico de la historia, y darle cierto aire de melodrama aristocrático a lo que realmente nunca ocurrió.
Este cuento de hadas que se nos plantea, es el que a mi me fascina más allá de la historia de Anna Anderson, y me fascina por su potencial escénico, y por su incrustación en la cultura popular, siendo tan pronunciado, que algunos todavía afirman que la historia ocurrió como se narra en la película y musicales varios, cuando la realidad es que Anna Anderson nunca fue reconocida por la familia imperial, María Fiódorovna nunca la recibió, y nuestra heroína se limitó a pasearse por medio mundo jugando a mantener vivo el misterio y con ello ganarse la vida de la mejor forma posible.
Eso en este momento es lo de menos, centrémonos en lo que hubiese ocurrido si las cosas hubiesen sido de otra manera, y sumerjámonos en el musical Anastasia, que por fin vi el sábado pasado, y en el que se cuenta precisamente el cuento de hadas que todos hemos pensado en algún momento aquello de "Ojalá que hubiese sido así"



Anastasia, con música de Stephen Flaherty, letras de Lynn Ahrens, y libreto de Terrence McNally, tuvo su estreno en Broadway en 2017, estando dos años en cartel, y con dos nominaciones a los Tony de 2017.
La obra está basada en la película de animación, aunque con bastantes cambios con respecto al original, buscando un poso más adulto, y que me pareció una mezcla de la versión cinematográfica de Litvak y de la Anastasia de dibujos. Se suprime cualquier atisbo de fantasía, así como algunos personajes, para contarnos una historia de corte melodramático con unas gotas de humor bien dosificadas. El libreto es ligeramente irregular, especialmente en el primer acto, que resulta un tanto premioso y no bien desarrollado,  con algunas escenas excesivamente largas y en algunos casos repetitivas. Después del descanso la cosa mejora notoriamente, aligerándose la trama gracias a algunos secundarios, y al desenlace de la historia, bien contado y con indudable interés.
Musicalmente nos encontramos con la partitura del film de dibujos animados, así como con varios números musicales añadidos para completar el espectáculo, siendo el resultado francamente acertado, y de gran lirismo en no pocos momentos. La partitura de corte ecléctico y con ciertos aires de opereta resulta agradabilísima de escuchar, pegadiza y de gran belleza en líneas generales, siendo el numero estrella del espectáculo el popular "Una vez en diciembre". Anastasia es un musical de abundante y difícil partitura especialmente para su terceto protagonista, elegante factura e indudable calidad en lo musical, de aires clásicos pero en absoluto desfasada, y que sin duda es uno de los mayores atractivos de la función, deficiencias del libreto aparte.



Vayamos con el elenco.
Conjunto perfecto a todos los niveles, y con muchos pequeños papeles, en general bien llevados a cabo. Mención especial para Juan Bey, que realiza varios papeles, de muy diferente código, y que son realizados con solvencia y solidez, tanto en la disciplina actoral como musical.

Angels Jimenez, como la Emperatriz.
Jimenez, muy conocida por  los aficionados al musical, va sobrada de recursos para un papel claramente de primera actriz, que se diría hace años, y que en manos de nuestra actriz se ve perfectamente reflejado, con una vocalidad muy bien ajustada a las exigencias del papel e indudable empaque en lo actoral.


Silvia Luchetti y Javier Navares, como Condesa Lily y Vlad, respectivamente.
Espléndidos los dos, en los bombones de la función, y que se compenetraron a la perfección en lo actoral con gran química escénica. Luchetti aprovecha al máximo su estilo mixto, sabiendo perfectamente donde aportar el toque lírico, sin abusar y de forma perfectamente medida y muy bien  servida. Navares de hermoso timbre, ofreció una muy buena interpretación musical, en la que se funde a la perfección la faceta actoral con la de cantante, el fraseo resultó especialmente bueno, así como la intención en sus partes cantadas. Ambos se encuentran deliciosos, y resultan realmente cómicos en sus intervenciones, especialmente en un dúo de ecos de opereta, plagado de frescura y guiños entre ellos, que dotaron de gran frescura al número, siendo uno de los mejores momentos de la función.

Carlos Salgado, como Gleb.
Le ha tocado a Salgado el que posiblemente sea el papel más difícil a nivel musical de la partitura, y si bien es cierto que cumple, no acabó de convencerme en algunos pasajes, especialmente en la zona aguda, donde me pareció que iba un tanto justo por no decir forzado. Un papel como el suyo necesita una línea de canto depurada, y ciertamente lírica en no pocos momentos, habiendo excesivos cambios en el color. La zona central y grave suena perfecta, y el gusto cantando es indudable, en una interpretación musical que hubiese sido redondeada de mejor forma sin los pequeños problemas que mas arriba comento. En líneas generales se puede decir que se encuentra correcto, y se disfruta de su trabajo en no pocos momentos, para ser sinceros. A ello hay que añadir una sobriedad en lo actoral muy de agradecer, en un papel no muy bien tratado en el libreto, y que Salgado defiende a las mil maravillas. 

Iñigo Etayo, como Dimitry.
Adecuadísimo en todas las disciplinas, y con un bonito timbre atenorado que se ajusta muy bien al papel. Etayo da todas las notas sin problema, se implica en lo musical de forma muy efectiva, y resuelve sin problema los pasajes más comprometidos, que no son pocos, siendo el resultado el de un trabajo sensible y esforzado a partes iguales. Perfecto a nivel actoral, nada afectado, y en un código galanesco muy acertado, consigue dotar al personaje de la dosis justa de carisma necesaria, así como de cierto empuje juvenil que define muy bien a su personaje. La voz se ensambla perfectamente con Xènia García, siendo las partes cantadas de los dos de lo mejorcito de la noche.


Xènia García, como Anya. 
Excelente a todas luces. Si algo caracterizó a García fue la solidez en lo musical, con una voz bonita, muy bien timbrada, perfectamente colocada, muy redonda en su acabado, y un agudo muy bien resuelto. Nuestra cantante resulta muy expresiva en todas sus intervenciones, y ofreció una interpretación sin fisuras en lo vocal, siendo su trabajo realmente superlativo en no pocos momentos. La misma solidez se le puede atribuir en la parte actoral, ya que sirvió un personaje de una pieza, bien entendido, y con un carácter muy marcado cuando el libreto lo requiere. Reconozco que Xènia García ha sido un descubrimiento para mí, ya nunca la había visto en un papel de esta envergadura. Me parece que con nuestra artista tenemos un gran activo para el mundo del musical, que todavía tiene mucho que decir sobre las tablas. 



Xavier Torras al frente de la orquesta titular, sirvió una correcta función, siempre anteponiendo la espectacularidad del sonido, y aquello que la partitura pide a nivel dramático. Torras ofreció un estupendo trabajo de concertación, así como un espléndido tratamiento del coro, en una función difícil para el conjunto, del que estuvo muy pendiente durante todo el espectáculo. Es destacable su trabajo en dos momentos de la función, muy especialmente en la escena del ballet con ecos de concertante operístico, y en el coro que sirve de despedida de los nobles en la estación de Moscú. Ambos números comprometidísimos y muy bien resueltos por parte de foso y escenario con Xavier Torras al timón. 




Vayamos con la propuesta escénica.
La función es un calco a la de Broadway, y viene firmada por Darko Trenjak. Nos encontramos sin duda ante un espectáculo de primer nivel en lo escénico, en el que el punto fuerte viene dado por una insuperables proyecciones de Aaron Rhyne de gran calidad, y notable efecto teatral, pero... siempre hay un pero, me resultaron un tanto repetitivas. Me explico, la función es francamente bonita, pero parece no contarnos mucho más después de haber visto la primera media hora. Cada escena está resuelta de forma más espectacular que la anterior, y uno está esperando la siguiente proyección para ver como nos cuentan los diferentes espacios en los que se desarrolla la acción, pero el recurso llega un momento que ya no sorprende, pasando un servidor a fijarse en los actores más que en el envoltorio en si. No digo yo que esto esté mal, pero si es cierto que me faltó cierto empaque o capacidad catártica en lo visual. 
Trenjak ofrece un espectáculo pulcro, de elegante acabado, perfectas transiciones e irreprochable a nivel técnico, al que quizás le falte un poco de tripa en su acabado final, ya que todo es muy correcto, muy deslumbrante y también un poco frío. Hay que hacer una mención especial a los impresionantes figurines de Linda Cho, vistosísimos, dotando al espectáculo de un aire de suntuosidad muy conseguido, y perfectamente estudiado.
En resumen, Anastasia es sin duda un musical de primer nivel, con una cuidada propuesta musical y escénica, que ofrece exactamente todo aquello que busca, es decir un entretenimiento de calidad, bien presentado y de gran formato, tal y como el género, y este título en particular, necesita. No defrauda en absoluto, y me parece uno de los títulos imprescindibles de esta temporada plagada de musicales, donde la competencia y el nivel, parece ser que en general han estado a la altura. 



*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible. 

**Como nota aclaratoria, decir que las fotos que acompañan esta crítica no se corresponden en su totalidad al elenco del que se habla en ella.




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