sábado, 30 de junio de 2018

24 Horas Mintiendo, Ahora Que Vamos Despacio...

Lo primero y mas importante antes de hablar de "24 horas mintiendo" es decir que felizmente se ha dado carpetazo al nefasto Decreto de fusión entre el Teatro Real y el Teatro de la Zarzuela. Reconozco que sentí una gran emoción cuando se abrió el telón de La Zarzuela, y aliviado pensé que el futuro del teatro seguía siendo público para disfrute de todos, zarzueleros o no. No me imagino mejor forma de celebrarlo que viendo una revista, y encima viéndola al nivel que se está representando en estos momentos en el coliseo de la Calle Jovellanos. Montajes cómo este justifican sobradamente la existencia de un teatro como el Teatro de La Zarzuela, y que sinceramente de seguir adelante el innombrable gesto del anterior Ministro de Cultura, dudo mucho que se volvieran a ver en Madrid. Dicho ésto, y felicísimo por cómo se han desarrollado los acontecimientos, hablaremos de revista... así que pongámonos los plumeros y las lentejuelas, que la cosa tiene su gracia.



¡Ay! la revista, la entrañable, querida y añorada revista. Género tan nuestro cómo la zarzuela, que ha pasado a un injusto casi-olvido, y que felizmente se está reivindicando e intentando poner de nuevo en el lugar que se merece. Soy un revistero de marca mayor, lo reconozco, de este género adoro la alegría que desprende, las melodías pegadizas e inolvidables, tan populares incluso en la actualidad, y sobre todo su declaración de intenciones. Ir a ver una revista es puro entretenimiento, evasión de la buena, y alejarnos del día a día, para que por un par de horas el mundo nos parezca un poquito mejor. Hay varios tipos de revista, la mas verderona, la elegantona de la Posguerra, con Celia Gámez como bastión único del género, y las mas primigenias como es La Gran Vía, de cierta inspiración vienesa. Todas y cada una de ellas tienen su encanto, y sus virtudes, y a todas las amo por igual. La revista musical española, es un género difícil, muy completo y se puede considerar un caso único en el mundo, ya que los componentes que la caracterizan son realmente singulares y muy reconocibles. Normalmente nos encontramos ante desternillantes vodeviles musicalizados, en los que en la mayoría de las ocasiones los números musicales son independientes de la acción dramática, y donde las dos apoteosis de rigor se encuentran en los dos finales de acto. Otra seña de identidad es lo ecléctico de sus partituras, en las que se funden ritmos netamente estadounidenses, otros de tintes exóticos, con los mas castizos e incluso folclóricos ligeramente azarzuelados en algunos casos, en los que prima lo pegadizo de la melodía.  La suntuosidad en la puesta en escena, la vistosidad y el desenfado también son indispensable para que el espectáculo llegue a buen puerto y que el espectador salga del teatro con la partitura puesta, y siga tarareándola durante un buen rato. Todo esto que planteo se puede disfrutar en "24 horas mintiendo" con Jesús Castejón al mando, y que sin duda es un acierto total en su planteamiento como mas adelante iré contando.




"24 horas mintiendo" denominada como "Comedia musical en 2 actos" se estrenó en el Bretón de Los Herreros de Logroño el 12 de junio de 1947, para estrenarse posteriormente en el Albéniz de Madrid, con gran éxito, el 30 de septiembre del mismo año. El libro de la obra corrió a cargo de Francisco Ramos de Castro y Joaquín Gasa, y la música la compuso Francisco Alonso, gran compositor del género, y que tantas partituras inolvidables ha dado a nuestro teatro frívolo.
La versión que se está representando en estos momentos corre a cargo de Alfredo Sanzol, inspirada en el material literario original, y se encuentra felizmente actualizada, cargada de gracejo y respetando el armazón original del texto, pero sustancialmente cambiada en algunos aspectos. Nos encontramos ante un endiablado enredo de equívocos, crítica a la hipocresía de nuestra sociedad, frases lapidarias y momentos ligeramente surrealistas, que hace las delicias del respetable, con momentos francamente desopilantes, en los que la inteligente trama, brilla y mucho viéndose perfectamente apoyada en los números musicales.



Francisco Alonso compuso una partitura de marcado signo híbrido donde nos podemos encontrar swings, fox, valses, sambas y pasodobles, de forma equilibradísima, y muy moderna para su época. Toda la obra es de una considerable belleza, burbujeante en su concepción musical, con una orquestación absolutamente deliciosa y con gran empaque en muchos momentos. Que duda cabe que nos encontramos ante música ligera, pero de impecable factura, gran sentido de la teatralidad y de no pocas dificultades a la hora de ser interpretada. Alonso llevó a cabo un obra plagada de "hits" y elegantes melodías. Todo esto que planteo, por si solo ya justifica la recuperación del título, y espero con esperanza, que en próximas temporadas se siga apostando por este repertorio, es de justicia que se haga, y el disfrute del respetable está garantizado.
La obra compuesta para vedettes y actores-cantantes, debe ser interpretada en algunos casos con técnica mixta, ya que tiene momentos francamente comprometidos para los parámetros del género.



Vayamos con el elenco extensísimo, y acertadísmo en su totalidad.

José Luis Martínez y María José Suárez, como Bombardino y Magdalena respectivamente:
Ambos adecuadísimos en sus papeles, aportan oficio, y mucho gracejo en dos secundarios que necesitan de gran solidez para ser llevados a buen puerto. Martínez con grandes dosis de comicidad, da vida a un personaje que nos resulta muy familiar, el del político corrupto acosado por las imputaciones y al borde de un ataque de nervios, mientras que Suárez aporta la justa dosis de cómica matronil un poco a por uvas, que en cuanto puede saca la vena chismosa. Suárez, con gran presencia resulta un acierto total de casting, ya que se encuentra inspiradísima en su rol, siendo perfecta para el papel. 

Mario Martín y Raffaela Chacón, como Fileto y Ramona.
Sólidos como una roca, sirvieron una magnífica función, en la que primó la sobriedad de Martín, con gran oficio, en un papel a priori desagradecido pero del que saca oro puro en todas sus escenas, consiguiendo no pasar desapercibido en ningún momento. Chacón igual de solvente que su compañero, resulta maravillosa como remedo de Casta y sirvió un imponente "Claveles Granadinos" con un admirable desplante escénico y en un código mas aflamencado que la interpretación habitual del tema, con interesantes quiebros en la voz e indudable gusto cantando.

Joselu Lopez y Nuria Pérez, como Ricardo y Charito.
Ambos se encuentran en el justo punto de sazón de dama joven y galán, dotando de gran entidad a sus personajes, en los que la frescura fueron la tónica, y una musicalidad mas que considerable en los cantables, interpretados con gran  expresividad. López tiene un bello instrumento de ecos baritonales como mandan los cánones y Pérez de tecnica mixta y bonita voz, cumplen sin problema en todas sus intervenciones, especialmente en la marchiña, uno de los números mas inspirados de la partitura, y en el que se mueven como pez en el agua,

Luis Maesso y Estibaliz Martyn como Fernandito y Totó.
Maesso de presencia casi testimonial ya que el papel es ciertamente corto, cumple en galanura, y en un código de actor-cantante que resulta adecuado para las características vocales del personaje. Martín, de mimbres mas líricos, posee un bonito timbre, aunque la voz no es esxcesivamente grande, y tiene gran facilidad para el agudo. Debo decir que la microfonación en esta obra no sólo se debe admitir sin problemas, sino que debería ser costumbre habitual. El Teatro de La Zarzuela debe alejarse de prejuicios en este tema cuando de este repertorio hablamos. No tiene nada de malo, ya que lo que se valora en la revista es otra cosa, y no es de justicia hacer una crítica a una cantante lírica, en una partitura que no lo es. Disquisiciones musicales aparte, Martin va sobrada de sensualidad y gracejo actoral, cumple en su cometido de segunda vedette, y que estoy convencido de que con un conveniente diseño de sonido hubiese brillado mucho mas en sus números, algo extensible también a Nuria Pérez, ojo.

Ángel Ruiz y Cecilia Solaguren como, Fernando y Laura.
Ambos magníficos, especialmente Ruiz, que se encuentra absolutamente inconmensurable, en el papel de argentino caradura, que parece irle como anillo al dedo. Ruiz es uno de los mejores intérpretes del espectáculo, donde un perfecto tono corporal y una impecable creación musical fueron la tónica. Nuestro actor impoluto, pulcro y personalísimo en su creación sigue en su magnífica línea habitual de intérprete total, dotadísimo para todas las disciplinas, y con una destacadísima vis cómica. El concepto de artista total, en Ángel Ruiz es un hecho incuestionable. Solaguren cumple sin problemas, en un papel fogoso y llevado a buen puerto sin problemas, con algunos momentos de desmelene realmente desopilantes, especialmente en la magnífica escena que tiene con Jesús Castejón.

Ènrique Viana, como Amo Lolo.
Viana en su código habitual, resulta acertadísimo en su papel, casi de primera vedette del espectáculo. Graciosísimo como ambiguo, por decirlo suavemente, mayordomo, con alma de Margarita Xirgu en su interior, cuyas alusiones teatrales resultan francamente impagable, y donde sus sentencias lapidarias son realmente oro puro, dentro de su personalísima forma de hacer, que en este caso se adecua como un guante a la psicología de Amo Lolo. Mención aparte merece su numero "Bananas del Perú" me atrevo a aventurar que es sin duda el momentazo de la función. Mas allá del empaque de la música, Viana hace una auténtica creación en un código inimitable, y que aunque ya visto en él anteriormente, enriquece hasta lo estratosférico el cantable, con arrolladora comicidad e imponente tono vocal. A ello hay que añadir un desplante al mas puro estilo de vedette clásica, hierática y altiva en un delicioso tono paródico. Viana es con gran justicia una de las estrellas de la noche, y otro acierto de elenco total.

Jesús Castejón y Gurutze Beitia, como Casto y Casta.
Dos animales escénicos que salen a matar desde que se levanta el telón. Castejón con su calidad habitual lleva a cabo una inteligente interpretación en el mas puro código de primer actor. Sólido, gracioso, impecable y cargado de sabiduría escénica. Nada sobra ni falta en su trabajo, y demuestra una vez mas que además de ser un dotadísimo actor con un control de los tiempos escénicos admirable y con gran vis cómica, se mueve por los cantables como le da la gana, cargando de intención a los números musicales, y dotando de mucho sentido a todo lo que dice. Beitia se encuentra maravillosa, en un personaje cargado de frescahonería, mutis de órdago y rotunda presencia. Resulta comiquísima dominando el gesto grande como nadie, y dotando de gran empaque al arquetípico personaje de característica de armas tomar, que en manos de nuestra actriz se ve enormemente dignificado, y tratado con gran cariño. Sus números musicales resultan graciosísimos, especialmente la ranchera con Ángel Ruiz, y obviamente otro de los numerazos de la función, el dúo en forma de chotis con Jesús Castejón. Beitia mas actriz que cantante utiliza su voz de forma inteligentísima llevando los números musicales a su terreno con gran tino. Es necesario remarcar la necesidad de dos actores de la talla de Castejón y Beitia para los dos papeles principales de la función, nada fáciles en su composición, y que resultan perfectos en ambos intérpretes.



Como conjunto nos encontramos a 6 vicetiples y 3 boys, completísimos en todas las disciplinas, brillando especialmente en las coreografías de una Nuria Castejón en completo estado de gracia, que mueve la función con gran dinamismo, e indudable plasticidad. Nuestras chicas y chicos de conjunto, cantan, bailan e interpretan con gran soltura, en un espectáculo de difícil ejecución, y en el que tienen gran protagonismo.

Carlos Aragón lleva la batuta de la Orquesta de la Comunidad de Madrid, de forma mas que acertada, en una lectura donde primaron las dinámicas, la ampulosidad del sonido, y un conseguídisimo sabor teatral que enriquece muchísimo el espectáculo, dotando a la función de las dosis necesarias de ligereza y alegría que la revista requiere. Aragón sabe perfectamente lo que tiene entre manos y saca el mayor partido posible a la gran partitura que Alonso escribió, sin dejar de lado el rigor musical. Hay un detalle muy a tener en cuenta, y es el estilo en los cantables de las vicetiples, que cantan tal y cómo cantaban en la época en la que se estrenó la obra, siendo el resultado deliciosamente nostálgico y que resulta muy esclarecedor en cuanto a la detallada lectura musical de la obra. 



Jesús Castejón dirige el espectáculo, y acierta de plano, no hay discusión. Castejón conocedor del género hasta el tuétano, de casta le viene al galgo, sirve una función en la que todos los resortes de la revista se encuentran muy presentes, y en el que lo que nos quiere contar se encuentra plasmado de forma clarísima. Lo mas importante es el enorme amor hacia el género que se destila, y el respeto con el que está realizada la función. Castejón dirige a sus actores dentro del gesto grande, no hay otra forma, o al menos no me la imagino, para que el texto y el enredo funcionen como lo debe hacer, siendo el resultado del trabajo actoral rotundo y tremendamente efectivo. La función es difícil de dirigir, ya que todo se debe exponer de forma clara para que se entienda la trama, y Castejón sabe dar el acento justo a las escenas explicativas sin que en ningún momento decaiga el ritmo de un espectáculo ágil, con comicidad explosiva a ratos y cargado de magia teatral. Encontré maravilloso el detalle del armario "polivalente", una pinturita magistral que define a la perfección el tono de la función y la visión del espectáculo que tiene Jesús Castejón, en el que los detalles son parte importantísima y magistralmente resueltos por nuestro director. Por poner un pero, me faltaron dos cosas, una gran escalera en las apoteosis, y una pasarela, ya que la partitura las piden a gritos. Si llegamos a tener estos dos elementos, el espectáculo hubiese sido el acabose. Lo que planteo reconozco que es "buscarle el pelo al huevo" ya que nos encontramos ante una función de un nivel altísimo, un espectáculo realmente magnífico, que se me antoja imprescindible dentro de nuestra cartelera, y que merece mas recorrido del que tiene. Mención especial para los impresionantes figurines de Ana Garay, igual de eclécticos que la función, de gran belleza y maravillosamente documentados.
24 horas mintiendo es de lo mejorcito que se ha visto este año en el Teatro de La Zarzuela, una propuesta de altura, de indudable calidad a todos los niveles, con una inspiradísima dirección escénica, y lo mas importante, divertidísima y un claro ejemplo de lo que supone dignificar uno de los géneros mas queridos, injustamente tratados y mas difíciles de todos los que tenemos en nuestro país. Yo quiero mas títulos como 24 horas mintiendo, obras estimables y dignas de ser rescatadas hay muchas. Esperemos que veamos mas revista en el futuro y con el nivel de la función de hoy, y aprovecho para lanzar al aire una petición a Daniel Bianco. ¿Para cuando unas Leandras? la que para mi es la mejor de todas las revistas, y título puntal del Maestro Alonso. ¡Viva la revista! 





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2 comentarios:

  1. Absolutamente magistral, la crítica y, por supuesto la obra. Es delicioso leerte y delicioso asistir al renacimiento de un género que ha tenido tantos altibajos al no dotarlo en los últimos años, de un entorno y medios como en esta ocasión. Una GRAN función. ¡VIVA, SÍ! VIVA POR SIEMPRE SM La Revista! Y yo que lo vea y la interprete... Sueño con cantar La Lola en ese escenario...

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  2. Dentro de semana y pico te diré si estoy o no de acuerdo, y en qué. Seguro que en mucho sí, si no en todo; que ya nos vamos conociendo. Seguro que yo también echaré en falta la escalera, y no digamos la pasarela, que tanto añoro. Hay quien sigue haciendo "pasarelas" maravillosas, incluso sin pasarela; pero no es exactamente lo mismo. Jesús Castejón, como bien dices, es un monstruo escénico, como lo eran su padre y su madre, y siempre es una garantía. ¿Qué puedo decir de Angel Ruiz? ¿O de Enrique Viana? Ambos magníficos, cada uno a su manera. Y de Gurutze Beitia, que la adoro desde que la conocí hace... unos cuantos años. Tambiém Mª José Suarez me gusta... O sea, que con ganas voy; y con gran ilusión me compre la entrada, hará unos ocho meses. Lo que temo es que, después de haber leído tal laudatoria crítica, la función me defraude en alguna medida.

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