La temporada pasada se me escapó En El Estanque Dorado, no fui capaz de encontrar alguna entrada con descuento, y teniendo en cuenta el ritmo que llevo en cuanto a teatro se refiere, a poco que uno se ponga, dos entradas para ver esta función se subían de mi presupuesto, en cuanto a teatro de texto se refiere, y como dice mi madre, todo no puede ser. Me resigné y di por supuesto que ya no la vería.
La cuestión es que me dio pena no ver esta producción, y para mi sorpresa se ha repuesto y encima me imagino que para dar impulso a la temporada con precios mas asequibles, así que me dije, esta vez no se me escapa, y me saqué las entradas a toda velocidad para ver una función que me apetecía mucho, por mi idolatrada Lola Herrera y por Héctor Alterio, al que no veía sobre las tablas creo que desde que hizo Yo Claudio, hace un montón de tiempo.
Con una tormenta que derribó buena cantidad de árboles, y un bochorno de mil demonios, me acerqué al Teatro Bellas Artes, para disfrutar de una tarde de sólido teatro ,con un elenco excepcional, y salí con el corazón un poco tocado, ante la sensibilidad del espectáculo que vi.
Sin duda acerté con esta producción, y si me hubiese quedado sin verla, posiblemente me arrepentiría algún día.
En El Estanque Dorado, es una comedia dramática de Ernest Thompson, muy galardonada en su momento y que ha pasado a la historia por una soberbia adaptación cinematográfica, en mente de muchos (yo incluido) protagonizada por Henry Fonda, Katharine Hepburn y Jane Fonda.
La obra posee grandes virtudes literarias, con una concepción de los personajes muy psicológica, muy real y enternecedora. Dos ancianos que llevan veraneando toda su vida en una casita que da al famoso Estanque Dorado, acuden un año mas, cuando su vida está en la recta final. Al Estanque Dorado va la hija de estos, que tiene una conflictiva relación con su padre, y en una acto catártico, sus problemas se tratan a cara descubierta, en un intento de solucionar todo aquello que llevan arrastrando durante toda la vida.
La obra profundamente emotiva, desprende un humor inteligente, y mezcla la suave comedia, con el drama mas intenso de una forma muy acertada, dramaticamente muy rica, sin caer en lo melifluo, pero llegando a conmover profundamente al espectador, y ahondando de forma muy acertada en las relaciones humanas en sus múltiples vertientes, siendo los conflictos familiares el nexo de unión del texto.
En El Estanque Dorado entraña varias dificultades, ya que necesita de un elenco de mucho peso, para que sea llevado a buen puerto especialmente en los papeles del matrimonio mayor, cuyas complicaciones psicológicas, son muy notorias.
El resultado es un texto redondo, férreo en su estructura que atrapa desde que se abre el telón, por su poderoso uso del lenguaje, los deliciosos personajes que en el se plasman, y la cotidianidad de algunas situaciones, que resultan muy familiares para el espectador. La obra rezuma verdad por todos sus poros, cierto que una realidad un tanto bucólica, o sublimada en algunos momentos, pero reconozco que me encantaría que la vida a pesar de la dureza de algunos momentos, fuera tal y como se cuenta en la función.
Vayamos con el elenco:
Adrián Lamana como Billy Rey.
Mas que correcto, aunque reconozco que su primera entrada no me convenció en absoluto. Lamana da vida a un adolescente lenguaraz y un poco rebelde, que fisicamente no le va mucho, ya que si bien es muy joven no aparenta los 16 años que tiene según el texto. Según fue avanzando la función me fui quitando los prejuicios de encima y reconozco que me fue gustando mas, básicamente por una cosa. El vínculo con Alterio está muy conseguido, y lo que al principio encontré forzado, poco a poco se fue ajustando para llegar a resultar francamente disfrutable.
Camilo Rodríguez como Bill Rey.
Flojo esa es la verdad, su papel no es muy agradecido, pero tiene un magnífica escena con Alterio que no aprovecha en absoluto, ligeramente bajo de tono, parece achicarse ente el animal escénico que tiene como partenaire, pasando su interpretación muy desapercibida, falta peso escénico, y la tensión que debería extraerse de una escena incómoda sobre todo para el, no acaba de funcionar. Alterio se lo merienda con patatas, llenando el escenario con su arrolladora personalidad, quedando Rodríguez un tanto sombrón, y con notas de hombre gris, que honestamente no creo que definan al personaje.
Luz Valdenebro como Chelsi.
No acabó de convencerme por varios motivos, el primero falta naturalidad, especialmente en sus primeras escenas, que no tienen realmente mucha chicha, y que no acaban de estar redondas. Me sorprendió que el personaje de Chelsi está mucho menos desarrollado en la función que en la película, a pesar de esto debería tener un recorrido interesante que Valdenebro no acaba de atinar del todo. Su escena mas complicada, acontece con Lola Herrera y es la mas dramática de la función. La escena en cuestión se las trae, y no tiene mucho tiempo para meterse en situación, algo que le cuesta, estando un poco plana en sus momentos mas tremendos. Cierto es que el vínculo madre-hija está bien tratado, y en algunos momentos resulta muy creíble, pero ocurre algo parecido que con Camilo Rodríguez, Lola Herrera, se lleva de calle la escena, quedando Valdenebro en un discreto, correcto y frío segundo plano.
Lola Herrera como Etel.
La verdad es que no se que decir, ante la interpretación tan mayúscula que Herrera ofrece. Las grandes interpretaciones, son las que están plagadas de pequeños detalles, que son aquellos que construyen a un personaje, eso Lola lo controla hasta el milímetro. Hay actores que el mero hecho de tomarse un vaso de agua lo convierten en un arte, ese es el caso de Lola Herrera, cuya presencia apabulla, por su solvencia y capacidad de conectar con el espectador, sin el menor esfuerzo, al menos en apariencia.
Su Etel es una vitalista y sensible mujer, que me recordó a mi abuela, no solo porque se parecen fisicamente, que también, sino, por su forma de ser. Generosa, preocupada por su esposo, mas castigado por la edad que ella, y armazón de esa familia, como tantas y tantas mujeres de todo el mundo.
Lola Herrera llena el escenario en cada intervención, y la química que tiene con Héctor Alterio es maravillosa. Su trabajo rezuma verdad, y está completamente lejos de cualquier amaneramiento tan habitual en los grandes figurones escénicos. Me llevé un pedacito de Etel a mi casa, lo reconozco, su dulzura y facilidad para conmover en los momentos mas dramáticos, son absolutamente maravillosos.
Héctor Alterio como Norman.
Pues me pasa lo mismo que con Lola Herrera, su trabajo impoluto desde todo prisma, no tiene ni el mas mínimo pero. Norman muerde, es un personaje de complicada psicología muy caústico en sus intervenciones, ligeramente cruel, con un corazoncito muy bien guardado dentro de sus mútiples conchas, encantador,y descarnado con su entorno, excepto con su adorada Etel. Alterio consigue algo maravilloso, con una especie de farfulleo continuo consigo mismo, define el personaje a la perfección, dotando a Norman de todo aquello que caracteriza a un anciano que empieza a estar senil, un poco ensimismado en su mundo, pero terriblemente inteligente y que sabe dar donde duele.
Está plagado de detalles que hacen tremendamente creíble su composición. Siendo el resultado final imponente y de gran altura.
Magüi Mira, dirige la función en un tono sosegado, que va a la perfección por tratarse los personajes principales dos ancianos, con una inteligente lectura del texto, y un sutil sentido del humor que enriquecen muchísimo la función.
En líneas generales, todos los vínculos, algo tan importante en un texto de estas características están muy logrados, y el enfoque de cada personaje es atinadísimo.
La obra es muy tierna, con un deje melancólico que está muy bien apoyado en las cálidas luces de José Manuel Guerra, que consiguen unas atmósferas muy elaboradas.
A nivel dirección, Mira sin duda ha estado atinadísima, se nota que ha mimado mucho a sus actores, y que ha mimado mucho al texto, logrando un sensible espectáculo muy conseguido en toda su extensión.
En resumen un espectáculo mas que recomendable, donde priman las interpretaciones de Lola Herrea y Héctor Alterio. Dos actores que llenan de pequeños matices dos difíciles papeles, engrandecidos por el noble arte de la interpretación en su vertiente mas pura y mas honesta. Me quedo con el final de la función y dos ancianos bailando lentamente, con maestría de sabios, y con la emoción contenida ante lo que he visto. Salí como en una nube y con la certeza absoluta, de que en esta vida lo que realmente importa son las pequeñas cosas.
Yo no me la perdería!!! avisados estáis.
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