Los Gemelos de Plauto, quizá sea la comedia clásica mas copiada, imitada y versionada de todas cuantas se han escrito. Shakespeare hizo lo propio en La Comedia De Los Errores, uno de sus textos mas divertidos, y una de sus primeras composiciones. Reconozco que me encanta el enredo de esta historia, que no por conocido, deja de tener su gracia.
La historia de estos dos hermanos separados de pequeños, que coinciden sin verse, ya de mayores, en este caso en Éfeso, con el consabido caos de equívocos continuos, es una genialidad, que funciona a día de hoy produciéndonos un regocijo difícil de igualar en algún texto clásico.
Me llamaba mucho la atención la versión de la obra de El Bardo que se estaba representando en el Teatro Lagrada, y en cuanto me surgió la oportunidad de asistir no me lo pensé dos veces. Disfrutar de una de mis comedias favoritas Shakesperianas nunca viene mal, y con los calores que hace se me antojaba la función perfecta para pasar una plomiza tarde de viernes, así que en Lagrada que me presenté dispuesto a pasármelo bien, y evadirme del tedio diario, que para eso está el teatro. La cosa prometía y no me equivoqué, me lo pasé bomba, y disfruté de grandes interpretaciones, de la tan difícil y denostada comedia, género harto complicado, y que habitualmente se desprecia un poquito, porque parece que reírse viste menos que hacer sesudas elucubraciones sobre los tremendos dramas que acontecen encima de un escenario.
Con un teatro lleno hasta la bandera, plagadito de gente joven (algo que me encanta) me dispuse a disfrutar, ni mas ni menos, que de uno de los mas endiablados enredos que se haya planteado jamás.
La Comedia De Los Errores, escrita por William Shakespeare en 1591, también es conocida como La Comedia De Las Equivocaciones, y es practicamente un calco de Los Dos Menecmos de Plauto, que a su vez ya se basó en textos muy arcaicos, practicamente sin datación, y que ya contaban la misma historia. Un joven Shakespeare de 27 años, creó una comedia muy fresca, un tanto desquiciada, y aunque el bueno de Kafka todavía no era ni un brillo en el ojo de sus padres, casi la podríamos denominar como Kafkiana, ante las aparentemente absurdas situaciones que plantea, y el poco entendimiento de estos dos sufridos gemelos a los que les caen los palos, a uno mas que a otro, para que engañarnos, sin saber muy bien por que, ni por donde.
Shakespeare, con un ingenio mas que indudable, un ritmo desenfrenado, y un mas que bien dosificado sentido de la intriga, creó una farsa, con un pizca de sátira social, un mucho de retranca, y un soberbio fresco costumbrista de las gentes de su época, que a día de hoy nos sigue pareciendo un auténtico comedión y que nos sigue llegando exactamente igual que cuando se escribió.
La versión que esta crítica ocupa es de Lidio Sánchez Caro, muy respetuosa con la original, muy atinada y muy bien adaptada a los tiempos que corren, sin salirse de la mas pura ortodoxia en cuanto al texto se trata. Nada chirría en cuanto al verso y suena deliciosamente bien en nuestro idioma, algo que a veces con Shakespeare resulta muy notorio, por culpa de traducciones, excesivamente campanudas, o de lenguaje desfasado. Esta versión se hace fácil al oído y resulta muy entretenida de ver.
Vayamos con el elenco:
Joaquín Oliván como Vincenzo.
Oliván tiene un papel muy cortito, aunque bastante presencia durante la función, está muy correcto, imponente de tono y presencia física. Si bien es cierto que el papel no da para mucho, cumple en todas sus intervenciones.
Mely Herrero como Abadesa, y Criada Andaluza.
Estupenda, un prodigio de naturalidad, que sabe cuando le toca escuchar, y cuando toca que la escuchen, en el mas claro código de actriz característica, sirvió dos interpretaciones, reposadas, sobrias y cargadas de oficio, especialmente cuando de la Abadesa, con sorpresa incluida, se trata.
Nacho Diezma como El Duque.
Diezma está estupendo, en un sentado Duque que corta el bacalao, como buen regente. Ofrece interesantísimos giros de voz y una espléndida expresividad corporal casi etérea que dota a su personaje de mucha entidad. Su hablar pausado y metidabundo me gustó mucho, pura sobriedad y un trabajo bastante introspectivo, con momentos superlativos, especialmente en su primera escena. Hacer personajes que transmitan autoridad como Nacho Diezma lo hace, es muy complicado, cumple con su cometido a la perfección.
Quico García, como Egeonte.
García ofrece bonhomía y ternura a un desagradecido personaje, que aprovecha al máximo. Es un señor un tanto sobrepasado por el duro destino que le ha tocado en suerte y que derrocha humanidad cuando recupera finalmente a la familia que daba por desaparecida. Está mas que correcto en un personaje que le va muy bien fisicamente y que dota de gran dignidad.
Manuela Morales, como Cortesana.
Muy graciosa, con momentos de genialidad, y una escena con Luis Seguí absolutamente impagable. Armada con tacones de vértigo y minishort de escándalo, no solo luce palmito, en una frescachona creación, de esta mujer de vida alegre, que se mueve por el vil metal, tiene habilidades ocultas que le vienen muy bien para su oficio, además de tocar el violín. Y da grandes dosis de retranca en una desprejuciadísima interpretación, que me resultó muy interesante.
Irene Soler como Luciana.
Correctísima, en otro papel un tanto desagradecido, las damas jóvenes, siempre tienen poca chicha, pero que Soler consigue llevar a buen puerto, gracias a su espontaneidad, lo bien que dice el texto, y su mas que interesante cambio en el personaje, cuando el amor le pasa por delante, y se deja llevar, aunque la primera damnificada con ello sea su propia hermana.
Manuel Aguilar, como El Pinch y El Platero.
Soberbio en dos interpretaciones opuestas, pero ambas superlativas. Crea un Platero, sibilino, interesado y un poco ratonil, que en algunos momentos deja entrever solapada malignidad con pasmosa facilidad y unos apartes gloriosos. Pero amiguitos, donde realmente se bate el cobre es como el Pinch, exorcista de Éfeso, realizando una creación mayúscula, excesivo y genial a partes iguales, que realmente hizo las delicias del público, con este señor vestido de Greta Garbo, que ve al Maligno por todos lados , y que va acompañado de dos acólitos igual de "peculiares" que el. Aguilar es un torbellino de energía, que con su tremenda voz, y estupenda presencia escénica, sabe muy bien lo que se tiene entre manos, a la hora de lucirse. Saca punta a todo, labor como no, también de dirección, que es muy de agradecer. Aguilar cuece y enriquece, para solaz del respetable. ¡Bravo!
Carlos López como Dromio de Éfeso.
Graciosísimo, como criado de uno de los gemelos , gemelo a su vez del criado del otro gemelo, que lío ¿verdad? ja, ja, ja, ja. López hace una genial creación de este un tanto obtuso chavalete, que no entiende nada de lo que ocurre y que solo sabe que pase lo que pase, alguna le va a caer. Tiene momentos de gran comicidad, especialmente cuando le lleva a su amo una cuerda que no le había pedido, ya que en uno de los múltiples equívocos se la había pedido al otro criado. Su mirada inocentona, y su aniñado físico, hacen delicioso uno de los personajes que mas brilla en la función.
Luis Flor, como Dromio de Siracusa.
E-NOR-ME. Flor está de lujo en un personaje que parece escrito para el, de gran comicidad, increíble plasticidad de movimientos y un dominio del texto absolutamente encomiable, me dejó pasmado por su versatilidad. Nunca le había visto trabajar y reconozco que me ha sorprendido mucho y para bien. Es una de las estrellas de la función, con momentos de gran comicidad muy bien entendida, y una interpretación muy pensada que no pasa en absoluto desapercibida. Gran química en escena con Luis Seguí algo que el respetable percibe, y que agradece con grandes carcajadas. Flor es pura polvorilla, sube, baja, entra, sale, corre, en un frenético ir y venir que pasma al mas valiente.
Helena Lanza, como Adriana.
Estupenda, en un papel, que le va muy bien por sus características físicas, y que muy inteligentemente lleva a su terreno, dotando a esta mujer, un toque "marujil" un tanto histérico que resulta la mar de gracioso. Su uso de la voz es prodigioso, y dota de mucha entidad a esta señora de armas tomar que saca el carácter a pasear a la primera de cambio. Está perfecta en todas sus intervenciones, y su agilidad con el texto resulta perfecta para una comedia, tan desenfrenada, como es esta producción.
Borja Floü, como Antífolo de Éfeso.
Magnífico. De prodigiosa voz, sirvió un personaje un tanto chulángano, un poco cani, desquiciadísimo y esforzadísimo, dejándose la piel en el escenario. Disfruta mucho de un duro papel, muy físico, que puede llegar a resultar temible en sus momentos de crisis. Floü en completo estado de gracia, con su enérgica creación dota de gran peso al complicado rol que le ha tocado en suerte y que lleva a cabo con gran solvencia, y madurez actoral.
Luis Seguí, como Antífolo de Siracusa.
Siento debilidad por Seguí, lo reconozco, desde que lo vi en El Vuelo De Edipo, mantengo que se trata de un actor con gran proyección, que dará mucho que hablar en nuestro panorama teatral. Seguí una vez mas se entrega hasta el tuétano, en una refinadísima composición actoral, cercana a la alta comedia. Seguí hila fino, y da exactamente todos los estados de ánimo que el personaje requiere. Los dos gemelos, necesitan ser llevados a cabo por dos actores con el suficiente peso, para que la función llegue a buen puerto, en este caso ha sido atinadísima la elección de los dos actores que lo llevan a cabo, siendo el contrapunto perfecto el uno del otro. Rudo Floü y delicado Seguí. Gemelos pero tan distintos, en su carácter como habitualmente ocurre en la vida real.
Vayamos ahora con la dirección escénica.
Lidio Sánchez Caro, lleva la función al mas puro vodevil de puertas, con un prodigioso sentido del ritmo, y un inteligente uso del espacio escénico, que literalmente envuelve al espectador continuamente en la función.
Sánchez Caro, ofrece una producción al mas puro estilo de Grotowski, donde priman las interpretaciones. Para que el teatro exista no hace falta nada mas que dos cosas, actores y público, máxima que el regista aplica al milímetro, y que solo es posible cuando se tiene el elenco que en esta producción se puede vislumbrar.
Uno de los aciertos es el crescendo cómico, tan bien controlado y tan bien dosificado, en el que lo que empieza siendo una comedia de costumbres, acaba como un esquizofrénico embrollo, en el que el espectador se deja llevar ante las surrealistas situaciones que presencia y que chocan por lo inesperadas de las mismas. Y solo en apariencia incompresibles, hasta que se destapa todo el pastel.
Dirige a sus actores en un código variado y muy atinado, dependiendo del carácter de cada personaje, en un interesante ejercicio de equilibrio, entre lo extremado y lo contenido de gran eficacia. Se ve que ha dejado disfrutar y jugar a los actores, y se refleja en un trabajo casi de laboratorio, con resultados mas que brillantes que dejan un sabroso regusto a teatro bien realizado, y amorosamente tratado.
En resumen, una de las sorpresas de la temporada, que solo han estado tres fines de semana, abarrotando el teatro, eso si, y que merece mucho mas vuelo en su andadura por los escenarios. Espero que vuelvan a ponerla en pie, y espero que todos vayáis a verla. Sin duda merece la pena, disfrutar de teatro tan bien llevado a cabo, y con tanto criterio.
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