No soy lo que se dice un Wagneriano puro, es decir, no me se sus óperas de memoria, no las escucho enteras nunca, aunque si actos sueltos, y no me considero experto en Wagner en absoluto. Lo que si puedo decir de este compositor es que cuando lo disfruto en directo me transporta a otro planeta. Escuchar una ópera de Wagner en un teatro, es una experiencia sensorial que va mas allá de lo meramente musical, llegando a rozar con lo místico, me cuesta mucho describir con palabras la magia que su música desprende, la fantasía en la que te sumerge y el éxtasis que pueden llegar a producir sus famosos "crescendo". Cuando esto se ejecuta de la forma correcta es una experiencia inolvidable para el espectador. Reconozco que Wagner me abruma un poco, siento que me falta cultura musical para poder disfrutar en profundidad de algunas de sus obras. De todas las obras de Wagner, Lohengrin me parece la mas asequible, y es una de mis favoritas, quizás sea porque dicen que es su ópera mas "italiana". Hace un par de meses disfruté en El Real de un estupendo Tristán e Isolda, obra mucho menos fácil de asimilar, y que vi sin el mas mínimo problema, con esto quiero decir que le voy perdiendo el miedo a Wagner, y empiezo a sentir que ya voy madurando en mis gustos musicales. Con muchísimas ganas me acerqué al Coliseo Madrileño a disfrutar de este Lohengrin que tan buena pinta tenía y que no me ha defraudado en absoluto. Sin duda ha sido todo una experiencia, y un pasito mas, hacia mi intento de entender al Teutón, alejandome de prejuicios y miedo a no estar abrumado ante tanta enjundia musical.
Por abono me tocó segundo reparto, estaba la mar de contento con ello, y la verdad es que no me equivoqué. El elenco en líneas generales es muy homogéneo, está muy bien elegido, y por una vez y sin que sirva de precedentes, hemos tenido una noche de grandes voces en el Teatro Real, algo que se echaba bastante de menos.
Anders Larsson, que canta el Heraldo, está correcto en su breve, pero comprometido papel, la voz es bonita, y se agradecen mucho sus intervenciones, no se puede lucir mucho, pero lo que hace, deja patente la buena materia prima de su instrumento.El Rey Henrich, está interpretado por Goran Juric, me gustó mucho la voz de este bajo croata, que cumple sobradamente, con mucho volumen, bello timbre y estupenda presencia escénica, su voz es grande, traspasa la orquesta, y está muy correcto en lo vocal. En lo actoral, también está muy bien, dotando de mucha distinción a su personaje, como se requiere para interpretar a un rey. Absolutamente impresionante la Ortrud de Dolora Zajick, sin duda una de las mejores cantantes que han pasado por el Real en tiempos. No se si seré capaz de transmitir con palabras lo que me hizo sentir con su interpretación. La voz es enorme, en el final del Primer Acto, con la orquesta que tiene delante, el pedazo de coro que tiene detrás y el resto de los solistas que están en escena, de repente aparece esa voz como un cuchillo que todo lo traspasa. Tiene unos graves de impresión y una facilidad para dar el paso de las notas graves a las mas agudas espectacular, su técnica me fascinó por completo, y la facilidad con la que canta su tremendo papel, está sin duda a la altura de las grandes de verdad. Creo que esta es la mejor cantante que he disfrutado en directo en mi vida, ya que por edad, los grandes no los he podido ver. El caso de Zajick es el de la cantante que no necesita interpretar, su voz lo expresa todo a la perfección, sin lugar a dudas es la mejor de la producción, y he de confesar que me ha causado una profunda impresión. El Real necesita de mas cantantes como ella para afianzarse y llegar a a ser lo que se merece, un teatro de referencia a nivel mundial, algo que sin voces, dificilmente se podrá conseguir.El Telramund de Thomas Jesatko, en mi humilde opinión el mas flojo del elenco, se le ve mucho el plumero en el Dúo con Zajick, ya que ante semejante bestia parda, sus deficiencias son mas notorias. Lo encontré poco refinado en el canto, un poco justo de volumen y con una voz que no me resulto nada atractiva. Muy inteligentemente lleva el papel a lo actoral, donde está soberbio, intentando de esta manera paliar sus deficiencias. A mi no me la dió, aunque fue bastante aplaudido. La Elsa de Anne Schwanewilms ( el apellido se las trae) de mas a menos, pero como se nos advirtió que se encontraba enferma y me consta que era cierto, he de decir que me gustaría a mi verla en plenas facultades, porque en lineas generales ofreció una función fabulosa, si bien es cierto que en el Tercer Acto, ya se acusaba mas su indisposición. La voz es cristal puro, corre muchísimo y traspasa la orquesta sin ningún problema, algo que en Wagner es un reto para cualquier cantante. Tiene unos agudos bellísimos y ofreció los momentos de mas lirismo de la función. Su Dúo con Ortrud, fue uno de los mejores momentos de la noche, cantado con gran delicadeza y siendo el contrapunto perfecto para la voz de Zajick. Que bien están definidos todos los personajes en esta partitura!!, su caracter y su psicología la música los transmite a la perfección. Ese Dúo ya ha pasado a mi historia particular como espectador de ópera, y desde hoy se encuentra entre uno de mis favoritos. Que belleza dios mio!!!. Michael König ofreció un Lohengrin irregular, la voz es muy grande, muy bonita, pero..... llegó bastante cascado al Tercer Acto, que es precisamente su parte mas comprometida, me aburrió soberanamente en su Dúo con Elsa, y no lo encontré especialmente brillante en la parte final de la obra. ¿ Correcto ? si, pero insuficiente en mi humilde entender.
El coro, absolutamente espectacular, Lohengrin sin un coro potente no sería nada, tiene gran protagonismo y gran dificultad, repito por enésima vez, que el coro del Real, me parece uno de los mejores del mundo, y en esta producción está mas que demostrado. Que grandiosidad en el sonido!!, menudos finales de acto nos ofrecieron y en que estado de alucinación nos encontrábamos los espectadores. No es que suenen, es que ensordecen, los números de conjunto son fastuosos, nos elevaron a la estratosfera con su bravura, el tremendo empaste y la perfecta afinación. Ninguna cuerda flojea, y escuchar todas esas voces abruma, es auténtico goce para los sentidos, una explosión de arte ensordecedor que pasma al mas valiente. Uno de los mejores trabajos corales que he visto en tiempos, solo superado por el Coro de la Opera de Perm. Un bravo enorme para ellos!!!!
La orquesta fue otra de las estrellas de la noche. La dirección de Walter Althammer, inspiradísima, cargada de matices, y con una ampulosidad en el sonido apabullante, el Final del Segundo Acto, corta la respiración. Estamos ante un director que cuida mucho a los cantantes, sabe cuando debe apretar y cuando aflojar, algo que algunos como ya comenté en mi anterior crítica debería aplicarse. Muy efectista, y con gran sentido de la espectacularidad en el sonido. la comunión entre foso y escena era perfecta, labor indudable del Maestro Althammer que demostró un profundo estudio y conocimiento de la partitura, dando exactamente en cada momento lo que los cantantes y la ópera piden. Repito que me fui a otro planeta, particularmente en el Final del Segundo acto, que me dejó flotando durante todo el intermedio. Que buena orquesta tiene el Real y como se nota cuando la mano sabe lo que hace!!!.
Vayamos con la propuesta escénica. Magnífica sin lugar a dudas, a pesar de no haber cisne como vaticiné hace un año cuando me saqué las entradas. Toda la acción se desarrolla en una espectacular cueva diseñada con gran tino por Alexander Polzin. La belleza de las imágenes que Lukas Hemleb ofrece en su producción es tal, que llega un momento en el que uno se olvida del espacio escénico, y no puede dejar de recrearse en la espectacularidad de los diferentes cuadros que va ofreciendo. Se ha acusado a la producción de excesivamente estática, y a mi me parece que precisamente ese es uno de sus grandes aciertos. La sensación que transmite en el espectador es la de ser testigo de una Grand Opéra a la francesa, con momentos superlativos y grandes aciertos visuales, como es el resaltar la figura de Elsa de un blanco inmaculado ante una gran masa gris que es el coro. Otro de los momentos mas bellos de la función es la preparación de Elsa para la boda, por cierto vestida con un precioso traje de novia con grandes reminiscencias japonesas. Las luces quitan el hipo, sobre todo al final del espectáculo, y las atmósferas de cada momento están conseguidísimas, remarcando perfectamente la acción dramática y añadiendo mas espectacularidad si cabe a esta soberbia producción. En la que por cierto hay telón, algo que a mi personalmente me encanta. En lineas generales, la producción es bastante clásica para los parámetros que rigen al Real,y el peculiar entorno en el que se desarrolla la acción, no hace mas que acrecentar la sensación de estar viendo un cuento de hadas.
En resumen, una propuesta no solo recomendable, sino imprescindible para cualquier amante no ya de la ópera sino de las artes escénicas en general. Creo que estamos ante la producción mas redonda de la actual temporada del Teatro real, y de todo un éxito artístico que ha servido como glorioso final a la Era Mortier. El Rey de La Boutades, se ha despedido a lo grande y ha dejado un fastuoso testamento artístico en esta producción, que estoy seguro que va a pasar a la historia del Teatro Real.
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