viernes, 23 de septiembre de 2016

Evita, Y Argentina Lloró Por Ti

Eva María Duarte de Perón, Evita, es un personaje que me causa fascinación, algo que no solo me ocurre a mi, ya que su figura es una de las mas controvertidas y mas estudiadas de todo el  S.XX . A día de hoy cuando han pasado casi 70 años de su muerte todavía nadie se pone de acuerdo sobre ella, desde la "Santa Evita" que unos proclaman hasta la arribista populista que coqueteó con el fascismo según otros, la paleta de colores que envuelve el mito tiene tantos matices y aristas como la propia Eva. La conjunción de hechos históricos y personales que rodearon su vida, sin duda fueron arte y parte de su enigmática personalidad discutida y discutible.
Cuando uno piensa en Evita piensa en glamour, poder, fascinación, ambición, demagogia y también cierta piedad, ya que su temprana muerte a los 33 años, unida a la caída de su figura política, sin ninguna duda son una combinación digna de una tragedia griega de proporciones que a día de hoy casi nos parecen épicas. Si las motivaciones de ella fueron el revanchismo o una lícita conciencia social, Evita se lo llevó a la tumba, por tanto el mito y la controversia seguirán en pie hasta dentro de muchos años, ya que si algo mantiene la figura de  Eva Duarte hoy en día es la enigmática y contradictoria personalidad del icono argentino por antonomasia.
Que la vida de nuestra heroína fue digna de una ópera no me cabe ninguna duda, y la ópera rock de Andrew Lloyd Webber sobre su figura es para mi uno de los títulos mas interesantes de dicho compositor. En el momento que supe que se reponía esta temporada en el Nuevo Teatro Alcalá, tuve clarísimo que era un título imprescindible en mi bagaje como espectador ya que la mítica producción en español estrenada a finales de 1980 no alcancé a verla dada mi edad, así que uno de mis sueños era poder disfrutar alguna versión de la obra en España. Mi sueño se vio cumplido y ayer en gran noche de estreno presencié uno de los musicales mas importantes compuestos jamás.



La representación que esta crítica ocupa está producida (en una mas que loable iniciativa) por el Cabildo de Tenerife, y se ha llevado escena en versión íntegra con el añadido de la canción  You Must Love Me incluida en la película homónima dirigida por Alan Parker y galardonada con un premio Oscar. La canción en castellano ha sido titulada como Adórame

  
 Evita, ópera rock con música de Andrew Lloyd Webber y letra de Tim Rice estrenada en Londres en 1978, ya había sido grabada en 1975 en disco, con gran éxito, dándose la paradoja de que una obra escénica ya era popular antes de que se llevase a las tablas, algo que dice mucho de la conexión con el público de la obra de Webber. Evita es sin duda piedra angular del musical escénico, uno de los mejores ejemplos del género, y una de las piezas mas difíciles jamás escritas, especialmente para su protagonista. El compositor se sirvió de una música áspera y punzante, para reflejar el entorno de poder de Evita, y de un lirismo muy acertado para los momentos mas emocionales. La obra destila de principio a fin un hiriente sarcasmo muy bien reflejado en la partitura, siendo el resultado un sabroso y profundo reflejo de la psicología de cada personaje. La soberbia orquestación, ampulosa y muy atmosférica es otro de los fuertes de la partitura y una auténtica declaración de principios de lo que la obra ofrece, es decir una obra ambiciosa, y de gran empaque tanto escénico como musical. Dramaticamente se sirve de un astuto libreto, con una evolución interesantísima en el personaje de Eva Perón que nos va llevando poco a poco hacia su emotivo e impactante final. Evita no es un tratado de historia, que duda cabe, pero los momentos mas importantes de su vida y los rasgos mas contradictorios de su personalidad están ahí con sus grandezas y sus miserias, y con una riqueza de matices a todos los niveles realmente notable.



Vayamos con elenco.
Partiquinos perfectos, muy cuidados y que tanto abundan en la función y que cumplen si problema. Dos comprimarios son a destacar el Agustín Magaldi llevado a cabo en código lírico por Argel Campos con gran tino, de amplio agudo, así como un bello timbre que me resulto muy grato. Mención aparte para la conmovedora intervención de Miriam Reyes como amante de Perón, cuyo cristalino timbre y sensible interpretación no pasa desapercibida a pesar de la brevedad del papel.

Ignasi Vidal como Juan Domingo Perón.
Perón es un toro bravo difícil de cantar y muy desagradecido. Se trata de un papel marcado por los terribles recitativos que practicamente componen la totalidad del personaje,  y una sobrada y necesaria presencia escénica que no hacen que sea fácil encontrar un cantante con suficiente entidad como para llevarlo a cabo. Vidal gran conocido por los amantes de los musicales afronta su complicado rol sin el mas mínimo problema dotando de gran empaque actoral a su personaje desde un punto de vista muy marcial y cargado de una dureza que llega al paroxismo en su escena final con Evita, donde nos deja helados por su sangre fría y casi despiadada forma de tratar a su esposa. La voz suena impoluta partiendo de la peculiar colocación marca de la casa y que a mi me resulta muy atractiva. De poderoso volumen y gran expresividad en todas sus intervenciones, la creación de Ignasi Vidal musicalmente hablando es superlativa, dotando a su papel de una seguridad vocal y una robustez encomiable. Sólido como una roca y muy en su lugar durante toda la función, remata su trabajo de forma mas que solvente y sin duda aportando gran oficio y conocimiento sobre lo que el papel es y lo que representa. Estamos ante un Perón de altura y con un tratamiento muy cuidado en toda su extensión.

Jadel como Che.
Me ha sorprendido gratamente Jadel en su interpretación vocal. El cantante canario que reconozco que no había escuchado nunca, posee una bonita voz de tenor, quizás un tanto alejado del estereotipo que del personaje tenemos en España, pero que va en consonancia con el Che de los primeros elencos fuera de nuestro país. Llega al agudo sin problema y con brillante resolución. Había leído que tenía ciertos problemas con la dicción y niego la mayor sobre este tema, ya que se entiende absolutamente todo lo que dice, y no solo eso sino que el trabajo hecho a este respecto se percibe desde el patio de butacas de forma muy notoria. Seguro cantando, de perfecta afinación y con una lectura musical muy cuidada donde el fraseo brilló y mucho, sirvió una espléndida función muy braveada por el público. En la parte actoral está un poquito mas flojo, que no quiere decir que no cumpla, simplemente que un poco mas de energía o una interpretación mas carismática hubiesen acabado de rematar su por otra parte mas que notable trabajo vocal.

Inma Mira como Evita.
Mira afronta con bravura el personaje de Eva desde el primer minuto, el endiablado rol escrito por Webber no se sustenta sin una musicalidad por parte del cantante bien definida, y una inteligente forma de cantar, ya que la exigente tesitura del personaje de otra forma sería imposible de abarcar, es una cuestión mas de saber cantar que de voz. Inma Mira sabe cantar, tiene recursos sobrados para ello, y controla a la perfección su instrumento desde el minuto uno. Resolutiva en el agudo, con un correcto paso de la voz (uno de los caballos de batalla del personaje se encuentra precisamente ahí) y un centro de gran belleza y potencia que sabe aprovechar hasta sus últimas consecuencias. Inma Mira da absolutamente todas las notas sin aparente esfuerzo y de mas que interesantes resultados. A esto hay que añadir la soberbia interpretación actoral de un recorrido pasmoso y en total consonancia con el personaje. La Evita que Inma Mira lleva a cabo tiene mas capas que una cebolla, desde la política de dental estudiada y populista sonrisa, pasando por la trepa falta de escrúpulos, para finalizar de forma ciertamente conmovedora la caída del mito y que es precisamente donde se vislumbra la Evita mas humana de todas. Reconozco que el último discurso de Evita me emocionó mucho. Inma Mira llega, no hay otra, por brillo vocal, empaque actoral y honesto planteamiento a todos los niveles, que ni busca ni necesita referentes. Estamos ante una interpretación que se sostiene por si misma, de gran valentía y entrega que no deja indiferente.

Conjunto impecable, con una cuidadísima interpretación vocal donde el nivel fue elevadísimo. De perfecta afinación y gran solvencia en los momentos mas comprometidos. Brillan especialmente por las alturas de la partitura, en los concertantes y en el difícil número de los oligarcas y militares.
Los coros de Evita son duros y difíciles, y de un buen trabajo de la masa coral depende mucho el éxito de la función. Trabajando todos con gran entrega y moviéndose con gran soltura sobre el escenario y lo que es mas importante, disfrutando mucho con su trabajo.

La función tuvo como director musical al Maestro Francis Hernández que dotó de gran sonoridad a la orquesta, con una lectura de gran dramatismo y muy teatral de la partitura. Tiempos muy atinados y en líneas generales muy cuidados en base a las características de cada cantante, si tengo que elegir una palabra esta quizás sea fluidez, donde todo transcurre sin aparente complicación y la comunión escenario foso es perfecta.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
Jaime Azpilicueta firma el espectáculo, como ya hizo en la anterior producción, y sirviéndose de los recursos que tiene consigue una estupenda función en la que de forma inteligente matiza a los actores, para que la cosa funcione sin problemas. Estamos ante un propuesta modesta en lo escénico, nadie se debe llamar a engaño, pero que apuesta fuertemente por la calidad artística, y a eso se atiene Azpilicueta sacando el máximo de sus protagonistas. Varios recursos son a destacar y que merecen mención, el juego de las sillas de los políticos todo un acierto escénico que resulta visualmente atractivo e ingenioso en su resolución. Otro momento a tener en cuenta es el cargado de empaque visual cuadro del balcón de la Casa Rosada. Esa visión cínica y ligeramente irónica, de lo que es una farsa populista da un prisma muy interesante al tantas veces mal entendido No Llores Por Mi Argentina que es populismo en estado puro, a pesar de que la mayoría de las cantantes lo lleven al desmelene sentimentaloide. Aquí queda muy claro por donde van los tiros marcando una brutal y mas que acertada diferencia con el  último discurso de Eva en el que una vez mas se repite el No Llores Por Mi Argentina con diferente letra, esta vez si desde un prisma realista y desgarrador.
La producción se puede calificar de media en su infraestructura que no en el número de artistas, pero se mueve dentro de unos parámetros mas que dignos, y sobre todo muy honestos. Esta Evita vende lo que tiene, ni mas ni menos, y eso es de agradecer. Su falta de pretensiones la engrandece y nos permite entender que mas vale cuidar lo artístico que el envoltorio, porque cuando esto ocurre la cosa funciona, no siendo así cuando se trata del caso contrario, ya que una suntuosa apuesta no salva un mediocre elenco.
Sencillas pero vistosas coreografías de Ezequiel Dibelo, que mueven a toda la compañía sin problemas e inspiradas luces de Miguel Ponce con alguna atmósferas muy conseguidas especialmente en los momentos mas íntimos dan a la producción la suficiente dotación estética para que nos movamos en unos medios mas que aceptables en líneas generales.



En resumen una apuesta arriesgada, y que ofrece una oportunidad única para que las nuevas generaciones podamos disfrutar de la insigne obra de Webber y Rice. No debemos acudir a comparaciones siempre odiosas a la hora de ver el espectáculo, cuya apuesta es clara y directa hacia la calidad artística, y plantearnos que esta Evita sin duda es una mas que digna propuesta que llega al espectador dado el gran nivel musical ofrecido, algo que nunca se nos debe olvidar, en una ópera es completa y absolutamente primordial. Os la recomiendo encarecidamente, disfrutaréis mucho.



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lunes, 19 de septiembre de 2016

La Venganza De Don Mendo, Garras De Astracán

Se estrenó la semana pasada (mas bien reestrenó ya que se trata de una reposición) una producción de La Venganza De Don Mendo en el Fernán Gómez, como no pude ver su estreno primigenio en unos Veranos de La Villa de hace un par de años, reconozco que tenía curiosidad por ver uno de los textos que mas me gustan de nuestra comedia cómica patria. Este Don Mendo creo que es el cuarto que veo en directo, amén de películas, grabaciones escénicas y lecturas del texto varias. Es decir, me la conozco muy bien y siempre me llama la atención. Aunque ya no me ría con ella como reía hace años me sigue resultando un título muy atractivo, y que suelo ver cada vez que se repone.
Don Mendo es para mí recuerdos de infancia, de descubrimientos y de búsqueda de textos parecidos casi febril durante ese momento de la vida en el que uno va dejando de ser niño para ir formándose como persona. El teatro cómico fue mi primer contacto como espectador con las tablas, y sigue siendo uno de mis géneros favoritos por encima de la alta comedia. Hacer reír a carcajadas, el noble arte de hacer reír, sigue siendo uno de mis favoritos y de los que mas admiro por su dificultad y por lo poco habitual que es encontrarlo en su vertiente mas noble o mas pura. Si un texto representa ese arte en toda su grandeza, ese texto es La Venganza De Don Mendo, así que con ganas de pasármelo bien me acerqué el pasado sábado al teatro dispuesto a no perderme ni una coma de este mítico título, y sobre todo dispuesto a reírme, me reí, me lo pasé bien y no perdí ni una coma porqué me encontraba sentado en la fila dos je, je, je.



Para hablar de La venganza De Don Mendo hay que hablar de la astracanada, ya que es inherente a la propia obra.
Astracanada o astracán: Subgénero teatral cómico muy popular en los escenarios españoles durante el primer tercio del S.XX cultivado por Pedro Muñoz Seca y Pedro Pérez Fernández (Wikipedia) .
La astracanada se caracteriza por lo extremado de su planteamiento cómico, donde lo único que importa es hacer reír y donde la trama argumental casi se resume a lo anecdótico, siendo mas importante el como se cuenta que lo que se cuenta. Para ello lo mas destacable es el uso del lenguaje, plagado de retruécanos y ripios a modo de parodia de nuestro idioma y de sus géneros literarios y teatrales,
La astracanada mas famosa de todas las escritas en pleno apogeo del género y quizás la única que realmente ha quedado en el repertorio español es La Venganza De Don Mendo, la cuarta obra mas representada en todo el mundo de nuestro teatro, y creo que uno de los textos mas recordados y populares de nuestro repertorio.
La Venganza De Don Mendo de Pedro Muñoz Seca  estrenada en Madrid en 1918 es una parodia de nuestro teatro del Siglo De Oro y de los dramones históricos decimonónicos de acartonado lenguaje e inamovible estructura igual de rígida que su métrica en cuanto a la versificación se refiere. Ambientada en el SXII nos cuenta la traición y el posterior intento de venganza de nuestro héroe aunque mas bien deberíamos llamarlo antihéroe.
Muñoz Seca sin duda escribió una obra maestra de gran eficacia tanto literaria como escénica que si bien no es el colmo del refinamiento en sus recursos cómicos, la inteligente parodia y sobre todo el alucinante uso del lenguaje son su fuerte, siendo el resultado muy apreciable y soportando el paso del tiempo sin el mas mínimo problema.



Vayamos con el elenco:

Marcelo Casas como Alfonso VI, Abad Mitrado y Clodulfo.
Dado el número de personajes de La Venganza, siempre hay algún actor que dobla personaje, en este caso Casas no hace dos si no tres papeles, siendo su trabajo perfecto y moviéndose en unos parámetros diferentes y atinados, desde el mas estereotipado Clodulfo en un código muy físico hasta un contenido Rey Alfonso VI pasando por el lacónico y graciosisimo Abad Mitrado cuyo uso de la letra "D" es todo un clásico del humor español. Casas cumple en todos los papeles y deja bien patente su verstilidad sin ningún problema.

Karmele Aranburu como Berenguela de Bacelona.
Soberbia es poco, en una impagable creación de una catalínisima Berenguela algo calenturienta y graciosísima desde que sale a escena. La Reina Berenguela siempre a pesar de la brevedad del papel suele ser representada por primeras actrices para darle el empaque necesario. Aranburu  demuestra que en escena sabe mandar, y su corto pero sustancioso monólogo es un ejemplo de aquello de que no hay papeles pequeños, sino actores pequeños. Brilla mucho y divierte al respetable en sus intervenciones. Con un verso impecablemente dicho (algo que es una tónica en todos los actores) y una presencia mas que notable.

Roberto Quintana como Doña Ramírez.
Quintana lleva a cabo una de las mejores creaciones del espectáculo, Doña Ramírez el aya de Magdalena, un tanto chismosa y mas fea que un dolor. Quintana es oro puro, no solo cuando habla, sino cuando simplemente escucha. Concentradísimo y cargado de matices ofrece un trabajo tan redondo que no hay fisura ninguna. Su continua complicidad con el público y sus apartes son de ovación y vuelta al ruedo, y lo que es mas importante la verdad que transmite en su personaje. Nos creemos a su Doña Ramírez, no vemos a un hombre haciendo de mujer vemos a una mujer en toda regla, y nos reímos con su peculiar forma de ser y su rico mundo interior de testigo y parte del "drama".

Jesús Cabrero como Marqués de Moncada.
Correcto con peros. Cierto que es un papel un tanto ingrato, pero se le puede sacar cierta chicha en algún momento que Cabrero desaprovecha durante el acto de la celda de Don Mendo. Cabrero "lava" un poco los textos y algunas frases están dichas excesivamente de paso, pero esto no es obstáculo para que cumpla y no nos chirríe en sus intervenciones. Muy galán y de estupenda presencia salva los trastos aunque no brille especialmente.

Vallery Tellechea como Azofaifa.
Azofaifa requiere de una actriz de carácter con cierta vis cómica, pero que basicamente transmita esa huracanada pasión hacia su amado Renato-Don Mendo. Tellechea correcta aunque un tanto rutinaria cumple en las escenas con Don Mendo, ya que la química con Ángel Ruiz es muy notoria, y en sus apartes se queda un poquito mas coja. Reconozco que estos papeles que todo el rato están diciendo lo mismo son ciertamente difíciles de ahí que no es fácil conseguir que no pase mas desapercibida. Un poquito mas de peso escénico o quizás una interpretación mas carismática hubiesen acabado de rematar su interpretación.

Chema Pizarro como Don Pero.
Pizarro aprovecha bien otro desagradecido personaje, demostrando que con presencia, control del texto y una buena vis cómica papeles que otras veces pasan desapercibidos se convierten en estimables. Su Don Pero, va creciendo a medida que avanza la función siendo a partir del acto del bosque donde el desarrollo del de Toro se va haciendo mas y mas interesante hasta la sabrosa "puntilla final" que redondea su interpretación de forma muy acertada.

Jesús Berenguer como Don Nuño.
Berenguer dota de aplomo y sabiduría escénica a este Don Nuño un poco despistado y ajado por los años. Berenguer sabe lo que hace y con su pachorra dota de la medida justa a su personaje, un tanto desdibujado en el texto de Muñoz Seca, y resuelto con solvencia desde todo ángulo.

Cristina Goyanes como Magdalena.
Goyanes dota de gran peso escénico a un personaje que suele ser bastante mal tratado en esta función, ya que se suele buscar actrices muy guapas pero poco talentosas para llevarla a cabo, en el caso de Cristina se cumplen las dos premisas necesarias para llevarla a buen puerto, bella y además buena actriz. Con un buen uso de la voz y sin llevar el personaje a lo extremado consigue que nos la creamos en un rol difícil que Goyanes mima y defiende con uñas y dientes  dotando de mucha personalidad a su Magdalena durante toda la función. Con un impecable tratamiento del verso y una dicción estupenda, Cristina Goyanes ofreció un trabajo de altura.

Ángel Ruiz, como Don Mendo.
Ángel Ruiz me ha ganado por la mano, lo reconozco, su interpretación cargadísima de matices de este difícil Don Mendo de enormes monólogos y retorcidos juegos de palabras es superior. Dotando al papel de una frescura inusitada y con una cuidadísima lectura del texto, consigue que todas sus intervenciones se nos pasen en un santiamén y que absolutamente todo lo que dice se entienda a la perfección, algo que dada la endiablada extensión del personaje no es ninguna broma. Concentrado hasta lo indecible, matizadísimo  y con una entrega muy de agradecer, Ángel Ruiz demuestra que su Don Mendo de personalísima lectura es un acierto de principio a fin.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
Jesús Castejón firma la propuesta de forma acertadísima, alejado de cualquier estridencia y sin caer en los excesos que el Don Mendo puede acarrear, va al turrón y con gran tino carga las tintas en el texto, en las interpretaciones y las acciones, siendo el resultado muy dinámico y donde todo está justificado como en el buen teatro ocurre. Castejón sabe que la comicidad del Don Mendo estriba en un porcentaje muy elevado en la palabra y para ello se sirve de un ritmo no frenético, pero si ligerito que hace que la función se nos pase en un suspiro. No quiero dejarme en el tintero el mayúsculo trabajo como asesora del verso de María José Goyanes, que realmente ha llevado a cabo una labor impecable, alejado de cualquier amaneramiento, esta   Venganza De Don Mendo posiblemente sea de todas las que he visto donde mejor dicho está el texto y donde mas se cuida la palabra. Los imposibles y difíciles textos de Muñoz Seca suenan con completo sentido, y todo se entiende a la perfección.
La obra planteada en un código bastante ortodoxo sin caer en lo rancio se sustenta en una funcional y casi conceptual escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda, escenógrafo que tantas alegrías nos da al respetable con sus insuperables creaciones. Sin duda la conjunción de todos los profesionales que en esta producción se encuentran dan un resultado excelente a todas luces, y de una solidez pasmosa, gracias a la solvencia profesional de toda la compañía.



En resumen un Don Mendo que no defrauda, con un plantel actoral mayúsculo y de gran honestidad en su acabado formal, demostrando que sin grandes alharacas se puede llegar a grandes dosis de excelencia en el resultado final. Si queréis pasar un buen rato sin preocupaciones, disfrutar de teatro sólido, y reíros sin complejos ésta es vuestra función. ¡Advertidos estáis!


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sábado, 10 de septiembre de 2016

La Asamblea De Las Mujeres, La Importancia De Una Buena Adaptación

He dado por inaugurada la temporada  teatral 16-17 con La Asamblea De Las Mujeres que se está llevando a cabo en La Latina. Este título es especialmente atractivo para mi, ya que fue uno de los primeros textos en los que trabajé cuando me dedicaba a estar sobre las tablas y no de observador en las plateas. La versión en la que yo formé parte fue la escrita por Alberto Miralles, que encuentro realmente deliciosa y francamente asequible. Iba con una vago recuerdo de lo que aquel montaje era, ya que han pasado muchos años, pero si recordaba perfectamente la historia, y el pequeño estudio que hice sobre el original, así que me parecía que revisar aquel texto tan querido para mi, y con un elenco tan apetecible era un gran acierto y una magnífica forma de empezar la temporada. La Latina se encontraba abarrotada el pasado fin de semana, una tónica cada vez que acudo a ese teatro y que sin duda es por obra y gracia de la suculenta programación que se nos está ofreciendo en los últimos años, y que acertadamente nos acerca las producciones del Festival De Teatro Clásico de Mérida al público madrileño, algo muy de agradecer y que siempre tiene interés.



La Asamblea de Las Mujeres, conocida también como Las Asambleístas y Las Eclesiazusas, escrita por Aristófanes en el 392 A.C es uno de los títulos mas conocidos de la comedia griega clásica y del propio Aristófanes, La Asamblea es una obra netamente política, y una ácida crítica a las desigualdades entre hombres y mujeres, el argumento sigue en completa vigencia, ya que ni los problemas de nuestros políticos ni los problemas de una sociedad todavía machista como es la nuestra, han cambiado tanto en su esencia. Aristófanes maestro del trazo grueso y la comedia brutota tan cercana a los griegos, con este texto consiguió que en una época de profunda crisis en Grecia, la situación política se reflejase de forma magistral en esta obra satírica, y muy crítica con unos estereotipos que todavía a día de hoy se mantienen (para desgracia nuestra) y que demuestra que en cuestiones políticas todo está inventado, y que en una situación económica parecida a la actual, las dudas, la indignación y el supuesto cambio en la sociedad, es igual hoy en día que hace dos mil años. Nunca viene mal recordarlo, la verdad, ya que olvidar la historia, para bien y para mal, es una condena a repetirla.



La versión que se está llevando a cabo en La Latina viene firmada por Bernardo Sánchez, y tiene varios problemas que lastran el espectáculo de forma estrepitosa, que si bien es cierto actoralmente es bastante sólido se queda cojo por la endeble adaptación. Varias cosas son de destacar, el primero el exceso de vulgaridad que destila, es cierto que Aristófanes no era precisamente el colmo del refinamiento en sus planteamientos humorísticos, pero cuando uno escucha a Maria Galiana mas de 15 veces hacer alusión a sus genitales pierde la gracia. El trazo grueso supuestamente revulsivo no funciona, y no lo hace por extremado y repetitivo especialmente en la segunda parte del espectáculo, donde los exabruptos suenan forzados, y casi extenuantes para el espectador un poco cansado de que todos los gags se basen en lo mismo. Esto conlleva que se pierda la esencia tan interesante de la función, derivando hacia unos derroteros que no son los deseados, donde abunda la sal gorda y el mensaje se va diluyendo cada vez mas. Otro problema y bastante grande estriba en que a medida que avanza la función la historia se va desdibujando y empiezan a aparecer personajes que no están explicados y que no sabemos muy bien que pintan en el espectáculo. Los que conocemos el texto original, sabemos que se trata de varias escenas en las que se cuenta los cambios en los que se ve envuelta la sociedad cuando las mujeres toman el poder, para el espectador neófito no está justificado y no queda muy claro, así como el excesivamente abierto y desconcertante final que no tiene fuerza ninguna y que deja al respetable un tanto perplejo y dudando sobre si realmente se ha acabado la función o le falta un trozo. Menos mal que Echanove que firma la producción, parece consciente de ello, incluyendo un brillante final de ecos musicales que levanta la floja última escena y su fallida conclusión.




Vayamos ahora con el elenco:
Santiago Crespo como Cliente.
Flojo, su personaje es uno de los aciertos de la función, ya que el hecho de plantear que Sófocles creó Edipo Rey mientras tres prostitutas se lo rifan me parece un recurso teatral muy bueno... pero Crespo no llega. Muy desmadejado en lo corporal, no muy entonado en la voz, y con una visión del personaje excesivamente amanerada que resta credibilidad a su escena. Todavía le queda camino que recorrer a Santiago Crespo en nuestros escenarios no me cabe duda, pero de momento está un poquito verde. Todo se andará estoy seguro.

Bart Santana como Ciudadano 1.
Correcto tirando a estupendo y eso que el papel no da ni para pipas, y que su escena es una de las mas aburridas del texto, y que cae en el escenario sin que uno sepa muy bien como ha llegado allí. A pesar de lo que narro Santana salva los trastos gracias a una esforzada interpretación, una entrega muy de agradecer y una interpretación bastante equilibrada en todos los aspectos. Sacar algo de tan ingrato papel es una labor que merece ser elogiada y que Santana de forma muy inteligente consigue. Me hubiese gustado verle en un personaje de mas entidad que estoy seguro que hubiese abordado sin el mas mínimo problema.

Sergio Pazos como Cremes.
Pazos es un actor de peculiar forma de hacer, que o gusta o espanta, no hay término medio. Su creación resulta en mi entender excesivamente monótona. Teniendo en cuenta los larguísimos parlamentos que tiene, la escasez de matices es un problema, y reconozco que desconecté varias veces en sus escenas por lo plano de su lectura. Si bien es cierto que posee una estupenda presencia y que cuando sale a escena sorprende, a los diez minutos ya ha ofrecido todo lo que tiene que ofrecer, y su personaje se va desinflando como un globo, hasta resultar ciertamente irritante.

Luis Fernando Alvés como Ciudadano II.
Alvés pasa tan desapercibido que practicamente ni se le reconoce. Su personaje con muy poca chicha no deja de ser episódico, y no permite que veamos mucho su trabajo. Correcto sin duda, decir lo contrario sería mentir, pero con poca sustancia, no por culpa suya sino por lo que poco que su personaje ofrece.

Concha Delgado, como Lavinia.
Estupenda, especialmente en sus primeras escenas, en un código muy físico y una comicidad muy bien medida, con grandes dotes de frescura y una solvente presencia que permite que se luzca y mucho en sus escenas. Posteriormente debido a las deficiencias del texto Delgado salva su actuación gracias a una desprejuiciada y valiente interpretación de una escena que bordea el mal gusto y que debido a su plasticidad de movimientos y a su control del texto se ve reforzada a pesar del trazo grueso de su monólogo. Concha Delgado a la que ya he visto varias veces en diferentes espectáculos siempre cumple y eso es de agradecer muy mucho.

Pastora Vega como Clytia.
Pastora Vega no acaba de redondear su trabajo por varios problemas, el primero es la falta de verdad, todo su trabajo tiene cierto aire de impostación que no nos permite que nos la creamos en ningún momento, desaprovecha de forma estrepitosa su escena como prostituta, donde se queda corta de empaque y rotundidad. Vega se esfuerza no me cabe ninguna duda, pero no llega, un poco mas de chicha no vendría nada mal.

María Galiana como Althea.
Estupenda a pesar del enfoque tan ramplón de su personaje según el texto. Galiana hace maravillas con su aplomo escénico, y su control de los tiempos en la palabra. Hay personas con una gracia innata que conecta con el público en cuanto sale a escena, Galiana la tiene con creces. Si a eso le añadimos un acertado laconismo y una parquedad de gestos encomiable y de una eficacia apabullante, nos encontramos ante un trabajo de altura. Un diez para Galiana que suelta barbaridades sin pestañear, con gran oficio y una contenida socarronería que resulta deliciosa.

Pedro Mari Sánchez como Blípero.
Soberbio, Sánchez férreo como una viga, crea un Blípero de gran caracter, apoyado en su magnifica voz con maestría y en su imponente tono físico. Pedro Mari sale a matar, rebosante de energía, dejándose la piel en el escenario, y dejando bien claro que es por derecho propio un actor de solvencia mas que probada y un todoterreno que aporta su oficio con generosidad y sabiduría. Si bien es cierto que está dirigido en un código un tanto excesivo, resulta el contrapunto perfecto de la contenida Praxágora de Lolita, la larga escena entre Praxágora y Blípero son a mi entender la joya de la función y el momento mas conseguido de todo el espectáculo, siendo Pedro Mari Sánchez uno de los artífices de ello.


Lolita Flores como Praxágora.
Lolita ha llegado a nuestros escenarios para quedarse, y de forma muy merecida. Su Praxágora es magnífica, preclara, calmada y de impoluta lectura del texto, siendo el resultado final redondo desde todo prisma. Su química en escena con sus compañeros, especialmente su "marido" Pedro Mari Sánchez es muy notoria, y las dificultades de un papel como Praxágora (que entre otras cosas habla por los codos textos en algunos momentos ciertamente áridos y muy políticos) son solventadas por Lolita con aplomo e inteligencia. Su tono didáctico y a la vez natural engrandecen una creación alejada de cualquier tipo de afectación y que realmente no hace mas que confirmar que el camino de Lolita en el mundo de la interpretación no ha hecho mas que empezar, a pesar de los múltiples montajes que lleva a sus espaldas.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
Juan Echanove firma el espectáculo, y acierta. Dotando a la función de un festivo ambiente, consigue cargar las tintas en las interpretaciones de los personajes principales para solventar de esta manera las deficiencias del texto. Manejar esta función no es fácil y para ello Echanove se sirve de una equilibrada gama de estilos interpretativos muy bien ensamblados entre si, y de un ritmo muy apropiado, para que la función no decaiga en ningún momento. Del mismo modo encontré acertadas las pinceladas musicales, tan cercanas al espíritu del teatro clásico, y que enriquecen mucho tanto el principio como el final del espectáculo. Echanove demuestra saber lo que tiene entre manos, y demuestra como enfocar el por otra parte muchas veces desenfocado texto, mimando a sus actores, y con directrices muy claras sobre la línea de cada personaje y la línea del espectáculo.
La propuesta esteticamente es sencilla, algo entendible dado que viene del Teatro Romano de Mérida, donde la escenografía es el propio entorno. Un practicable y una tarima redonda como espacio escénico son suficientes para un espectáculo en el que prima el trabajo actoral.




En resumen, una propuesta que no se salva por el desafortunado texto, y que merece ser estimada por su elenco y su dirección escénica. La obra se deja ver, pero igual que se ve se olvida, y la grandeza de Aristófanes y su inmortal comedia no aparece por ningún lado siendo el resultado final excesivamente intranscendente. Yo esperaba mas retranca y menos obviedad, pero me encontré con una comedia de trazo grueso poco inspirada, y lo que es peor, no excesivamente graciosa. Así es el teatro... 



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