viernes, 28 de febrero de 2014

Curro Vargas, Verismo En La España Negra

Nunca había escuchado completa Curro Vargas, tan solo un par de números sueltos de gran belleza, por tanto este Curro, era una especie de mito que los mas sabios en esto de la zarzuela siempre mencionan como título de referencia, cima de nuestro género lírico y madurez del genio de Chapí, pero que casi nunca se representa, algo que todavía le da un aura de leyenda mayor. Me interesaba muchísimo ver esta zarzuela que uno en su ignorancia pensaba ópera, primero por mi admiración a Ruperto Chapí, para mi uno de los mejores compositores de música escénica que ha dado nuestro país, y segundo por ver de que iba este famoso Curro Vargas, de rotundo título y rodeado de misterio. Me saqué mi entradita habitual de tercer piso en el Teatro De La Zarzuela y prismáticos en ristre me preparé para disfrutar de cuatro horas de lo que suponía música gloriosa y un dramón desaforado. La cosa no defraudó este Curro Vargas supone una vuelta de tuerca a nuestra lírica, una arriesgadísima apuesta y una propuesta de altos vuelos en lo que a lo musical se refiere. Salí profundamente impresionado por la calidad de la obra, tanto en lo literario como en lo musical, y agradablemente sorprendido por la tremenda propuesta escénica de Graham Vick, cualquier cosa menos complaciente y fuera de cualquier topicazo andaluz, dotando a la obra de una profundidad escalofriante, negrísima y muy descorazonadora, que no deja títere con cabeza, como reflejo de la sociedad española actual.


Curro Vargas es un obrón monumental, de altos vuelos en lo musical, de extensísima y dificilísima partitura. La obra consta de tres actos dividido el tercero en dos cuadros, con trece número musicales en su totalidad y a cada cual mas sabroso, siendo los finales de acto de gran impacto y mucha intensidad dramática. La música estriba entre lo Wagneriano y el Verismo mas crudo, siendo especialmente interesantes, los diversos Concertantes, la entrada de Curro Vargas, el Dúo Curro-Doña Angustias (pura Cavalleria Rusticana) y por supuesto su explosivo final. Su música es ambiciosa, rica en orquestación y muy complicada para los cantantes. El libreto está a la altura de la música a pesar de tener un Primer Acto excesivamente reiterativo. El verso es de gran calidad, nada ripioso y bastante difícil de ejecutar. Sin duda una obra difícil, tanto por el altísimo nivel artístico necesario para llevarla a cabo, como por los medios necesarios para ponerla en pie, amén da gran orquesta, requiere banda y coro de niños, sin duda Chapí se planteó algo grande y no una simple zarzuela. Abarcar un proyecto así, sin duda requiere los medios que dispone el Teatro De La Zarzuela, no hay otra.


Vayamos al elenco, extensísimo, por tanto iré a los personajes principales. Los tres arrieros perpetrados por Francisco Sánchez, Juan Manuel Padrón y Sebastíà Perís, mas que correctos, muy bien lo musical y muy graciosos en lo actoral, teniendo una primera entrada gloriosa y ejecutada con mucho ingenio en lo escénico. Israel Lozano como Timoteo, muy gracioso, es el tenor cómico de la función, aunque un poco dferente al resto de los tenores cómicos que se encuentran en nuestra zarzuela, voz muy bien timbrada y estupendo en la parte de actor. El Padre Antonio interpretado por Luis Álvarez, mayúsculo en lo actoral, personaje de gran dificultad interpretativa y que Álvarez con su experiencia dota de la entidad necesaria para que brille como se merece. El Capitan Velasco de Gerardo Bullón muy bien cantado, pero que pasa bastante desapercibido, ya que el personaje es un tanto desagradecido y dentro del calado de los demás roles queda menos desarrollado, no es culpa de Bullón sino del libro. La Rosina de Ruth González estupenda en lo corporal, creando un personaje muy vulgar y gracioso, bastante extremado y correcta en lo vocal, a pesar de pillarle un poco grave para su tesitura. Soberbia sin duda Aurora Frías como la Tía Emplastos, alcahueta chismosa, que Frías dota de una naturalidad pasmosa, siendo su interpretación mayúscula, su papel está muy bien desarrollado, tiene grandes matices y a pesar de no tener una gran extensión llega al espectador por su cotidianidad y la verdad que rezuma. Estupenda Milagros martín como Doña Angustias, papel que requiere de una cantante como ella, ya que no se trata de una mera característica, sino de un personaje muy dramático con bastantes exigencias vocales, su Dúo con Curro es uno de los momentos cumbre de la obra, donde esta madre pide piedad para su hija y literalmente a los pies de Curro le ruega que no la mate. Este momento impacta por su dramatismo y la fuerza que La Martín, como es habitual en ella, imprime. Su creación es maravillosa, madre doliente y callada que solo tiene el consuelo de su fe. Insuficiente el Don Mariano del barítono Joan Martínez-Royo, que en lo actoral ni huele el personaje, excesivamente plano, redicho y poco natural. En lo vocal se queda corto ante el plantel de cantantes tan soberbio que tiene la función, la voz es muy bonita pero en los agudos no se le escucha y la orquesta le tapa en bastantes momentos, algo que en esta producción plagada de grandes voces se nota demasiado. La Soledad de Saioa Hernández, mas que correcta en lo actoral, dando a su personaje un tono de abulia muy acertado, ya que se trata de una mujer bastante hastiada de su propia vida y que dejó pasar a su gran amor casándose por otros intereses con un hombre al que no quiere. En lo vocal está fantástica, de gran voz, potente sonoridad y mas que impactantes agudos, aunque un poco tirantes en el último acto, su papel es muy complicado en lo vocal y cumple con creces. Una gran voz, que sin duda dará mucho que hablar, no me cabe ninguna duda. Para finalizar el Curro Vargas de Andeka Gorrotxategui. Maravilloso sin concesiones, soberbio fraseo, preciosa voz, gran timbre y que aborda los pasajes mas complicados con mucha seguridad, Curro se lo canta todo, es un papel durísimo y a pesar de cierto cansancio vocal según iba avanzando la obra Gorrotxategui consigue emocionar en sus intervenciones, tiene muy pillado el papel, que basicamente en su totalidad es cantado, gran trabajo de este tenor vasco, que se va formando un nombre justamente merecido. En general se trata de un elenco muy cuidado y a la altura de las dificultades que entraña la obra. Sin grandes voces esta producción sería imposible, en este caso muy atinada la elección de los cantantes sin duda.


Coro estupendo, con gran sonoridad en los concertantes dotando de mucho empaque los momentos cumbres de la producción. Orquesta soberbia dirigida por Martín Baeza- Rubio con gran sonoridad y muchos matices, gran dramatismo que apoya perfectamente lo que ocurre en escena, sin duda nada que ver con la orquesta que escuché en La Del Manojo De Rosas, de ahí se deduce que el trabajo de la mano es primordial, ya que los músicos son los mismos. Gran nivel en lo musical sin ninguna duda.


Vayamos con la propuesta escénica. Muy moderna pero muy bien pensada. Graham Vick huye de cualquier cuadro de tipismo andaluz, ambienta la producción en los tiempos actuales y ofrece una imagen descarnada de la España actual plagada de Chonis y nuevos ricos, de hipócritas convicciones morales, sindo una lectura moderna de la España Negra que tan bien refleja la propia obra. El montaje incomoda por lo crítico que es con nuestra sociedad actual y por la imagen de España que se da, pero que tristemente es real. La producción tiene momentos de gran frialdad, totalmente calculados, para reflejar el gris de las vidas de estos personajes atrapados en sus propias miserias y en el microcosmos que un pequeño pueblo de provincias andaluz con sus luces y sus sombras. La escena de la procesión es tremenda dando una imagen de España beatona y de fe un tanto fanática que puede herir algunas sensibilidades. A mi me causó gran impacto, pero me consta que ha habido polémica, que nos muestren la realidad de una forma tan cruda no nos gusta, los españoles tenemos mucha retranca es cierto, pero una cosa es reírse de nosotros mismos y otra es presentar las cosas con esta crudeza, no todo el mundo lo acepta facilmente.Otro asunto que está muy presente en la producción es el tema de la violencia de género, lacra tremenda de nuestra sociedad y que ya en los tiempos de Chapí estaba presente, espinoso asunto tratado a calzón quitado en la producción. Escenografía conceptual que va tomando sentido según va avanzando la obra, y que tiene grandes aciertos, en particular un sofá que tiene mucha presencia escénica y que representa el núcleo familiar de esa familia que se quiere tan poco. En ese sofá ocurren muchas cosas y muy bien pensadas. Propuesta arriegadísima y muy valiente y que me lleva a una reflexión. Graham Vick es inglés, así que supongo que esta es la imagen que se tiene de nuestro país fuera de nuestras fronteras, algo que me causa un profunda preocupación. Montaje para pensar y de profunda lectura, mas allá de lo meramente melodramático del asunto.



Sin duda una propuesta recomendable para espectadores desprejuiciados, alejada de cualquier convencionalismo y que no va a contentar a todos. Yo salí encantado, y con la sensación de que si se quiere y con el suficiente criterio, si se puede renovar nuestra zarzuela. Los espectadores excesivamente puristas abstenerse porque no saldrán nada satisfechos, a mi me resultó impactante tanto por su valentía como por su altísimo nivel musical. La función fue muy aplaudida y no hubo desbandada general, como me consta que ha ocurrido en otras funciones. El teatro es cuestión de gustos, pero a mi juicio esta producción con sus luces y sus sombras (que alguna tiene) merece ser vista y reconocida como una propuesta de gran calidad.

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lunes, 17 de febrero de 2014

El Cojo De Inishmaan, Como La Vida Misma

Martin McDonagh es un autor interesantísimo, que en España se conoce poco. Hace muchos años vi una soberbia obra suya titulada La Reina De La Belleza De Leenane, con unas Vicky Peña y Montserrat Carulla en estado de gracia. Aquella producción me marcó profundamente, y me quedé con el nombre de su autor, que nunca mas volví a ver por nuestras carteleras. Cuando hace unos meses se estrenó en el Teatro Español El Cojo De Inishmaan, me fue imposible acudir, entre otras cosas porque este teatro programa las obras tan poco tiempo que cuando uno quiere sacarse las entradas o ya no está en cartel el espectáculo o no hay localidades. Afortunadamente la han repuesto en el Infanta Isabel, y estaba dentro de mis prioridades para esta temporada. El sábado nos animamos, yo con la seguridad de que íbamos a ver una obra de calado, realmente en el teaser parece que se trata de un dramón tremebundo, pero la realidad es que si ,pero no. Me explico, el texto es tan soberbio que tratando un tema durísimo, es capaz de hacer reír al espectador, gracias a la cotidianidad de lo que se expone, la grandeza de sus personajes, y la inmensa verdad que hay en todo lo que en esta obra se cuenta. El texto es mayúsculo, y las interpretaciones están todas a la altura de esta difícil obra. Sin duda un propuesta de calidad, arriesgada y muy bien perpetrada.


La obra transcurre en las Islas De Aran, una de las zonas mas dejadas de la mano de dios, de la paupérrima Irlanda de los Años 30, en este microcosmos se entremezclan una serie de personajes deliciosos, fiel reflejo de la sociedad irlandesa de la época, con sus luces y sus sombras. Toda la trama gira en torno a Billy El Cojo un soñador tullido, que es objeto de las burlas de todo el pueblo, y que es el único que realmente intenta hacer algo por salir del gris que le envuelve a pesar de sus carencias físicas. La obra es un retrato naturalista, negrísimo, tristísimo y cómico a la vez que no deja indiferente a nadie, por varios motivos, el primero la brutalidad de la sociedad de la época con los disminuidos físicos, el segundo el humor tan negro que destila todo el espectáculo con un deje profundamente amargo que nos hiela la sonrisa cada dos por tres, y el tercero la descarnada realidad de todo lo que acontece ante los ojos del espectador. Sin duda estamos ante un texto mayúsculo de muy difícil ejecución y con ecos de Que Verde Era Mi Valle y El Hombre Tranquilo, donde se mezcla por una parte el drama social y por otra el costumbrismo irlandés en su vertiente mas pura.


El reparto es absolutamente impresionante, no hay un pero, todos y cada uno de los componentes del espectáculo están soberbios, como el elenco es muy extenso iré a los principales personajes. 
Adam Jezierski como Bartley, crea un pre-adolescente asombroso, que enamora desde que sale a escena, con una ingenuidad deliciosa, y una punto exasperante que hacen al personaje completamente inolvidable, apoyado de forma impecable en el uso de la voz y el cuerpo. Irene Escolar soberbia como Helen, chica de mucho carácter, muy respondona pero que a pesar de su dureza consigue hacerse con el cariño del público. Escolar es una de las actrices mas prometedoras del panorama actual, sin duda va camino de ser una grande de la escena, de casta le viene al galgo, ya sabemos que es nieta de Irene Gutiérrez Caba, y los genes están mas que presentes, ya en Agosto me dejó pasmado, pero aquí está superior, se mueve en escena como pez en el agua, con una naturalidad impresionante y muchísima presencia. Alberto Castrillo-Ferrer, da vida a Johnny Pateenmike, un personaje dificilísimo, es el correveidile del pueblo que siempre cuanta los chismes sin el menor empacho y un punto de crueldad a cambio de sacarse unos huevos o una pierna de cordero, que le den el sustento para la cena. Este personaje de gran verborrea habla por los codos, llegando a ser un poquito cargante, algo totalmente conseguido por parte de Castrillo sin ningún problema. La escena con su madre borracha interpretada magistralmente por Teresa Lozano, tiene unas cotas de comicidad negrísima superlativa.


Marisa Paredes y Terele Pávez crean a Kate y Eileen respectivamente, dos hermanas que se apoyan la una en la otra de una forma absolutamente magistral, estas dos hermanas parecen ser las dos un mismo personaje, siendo la interpretación de Paredes la mas etérea y la de Pávez la mas terrenal, son dos mujeres muy distintas que juntas crean un carácter único con sus luces y sus sombras, el pragmatismo de Pávez funciona a la perfección ante una Paredes que cuando pierde la cabeza se dedica a literalmente hablar con las piedras. Dos auténticas lecciones de interpretación que calan hondo por su profunda humanidad y la verdad que envuelve todo lo que dicen y hacen en escena. Sin duda gran elección en cuanto a estas dos actrices de primerísimo nivel, que cumplen mas que bien con su trabajo. Un trabajo muy honesto, muy de verdad y muy bien armado, con una solidez difícil de ver hoy en día sobre un escenario.
Para finalizar  Ferran Vilajosana cono Billy El Cojo, Vilajosana crea un vitalista Billy, con una estupenda composición corporal, muy tierno y muy creíble, en un momento dado su interpretación me chirrió un poco, y luego entendí el porqué. La obra engaña un poquito al espectador y esa sobreactuación está justificada al final del espectáculo, es una ilusión magistralmente creada y dirigida. Se hace querer desde que sale a escena, su sensibilidad como actor consigue que nos enamoremos de su personaje desde el minuto uno, dotando a su papel de muchos matices que lo hacen absolutamente delicioso. Sin duda su trabajo es muy lucido, y el personaje es un bombón que el aprovecha al máximo.
El resto del reparto cumple sin problemas, fortaleciendo un elenco tan redondo


La dirección escénica de Gerardo Vera es estupenda, muy sensible e intimista, crea situaciones  con gran altura dramática, el equilibrio entre drama y comedia está muy bien medido y precisamente ese equilibrio es el que le da grandeza a la función. La comicidad está en el texto, pero hay que saber sacarle el jugo y Vera lo hace sin problema. Quizás en algún momento los tiempos son un poco lentos, intuyo yo que es premeditado, para mantener el equilibrio tan importante en esta función. Que haya momentos mas pausados no quiere decir que la obra sea premiosa ni mucho menos, simplemente va dando respiros al espectador, que se ve absorbido por la trama a los pocos minutos de empezar el espectáculo.


La función tiene una estética feísta y evocadora, con algunos dejes poéticos, luces muy oscuras que resaltan todavía mas la pobreza que envuelve a estos personajes. Mención aparte merecen los estupendos figurines de Alejandro Andújar que aportan gran realismo a los personajes. Andújar es también el encargado de la escenografía, que tristemente luce poco en un escenario tan pequeño como el del Infanta Isabel, a pesar de ello, este cinematográfico montaje, tiene momentos de gran belleza plástica y mucho empaque visual, algo que es muy de agradecer.


En resumen, se trata de una sólida propuesta teatral, con un soberbio texto que sorprende por su ambivalencia  entre dureza y ternura y una magnífico elenco actoral, que no debe pasar desapercibido para ningún aficionado al teatro. Merece la pena y mucho. El teatro es mas grande que la vida y la historia de El Cojo De Inishmaan es un claro ejemplo de ello

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sábado, 15 de febrero de 2014

Fallece Pepa Rosado, La Zarzuela Se Queda Huérfana

Se nos ha ido Pepa Rosado " La Pepa". Insigne característica de zarzuela, personalísima artista, y sin duda una de las Tías Antonia de La Verbena De La Paloma de referencia en el SXX. Su muerte me ha afectado bastante, ya que tuve el privilegio de trabajar con ella en múltiples ocasiones, y el cariño que le profesaba ( como toda la profesión, para ser sinceros ) era grande. No me gustaría que se pasara de puntillas ante la desaparición de esta genial actriz, no tan mediática como otras pero respetadísima y conocídísima en el mundillo teatral. Su carrera fue muy larga, fecunda y prestigiosa. Y para rematar fue la matriarca de la saga Castejón-Rosado, ya que su matrimonio con Rafael Castejón, otro grande de la escena, ha dado como fruto, tres hijos que son parte indiscutible  de nuestro panorama teatral, Jesús primero como actor y ahora como director de escena, Rafa como actor y Nuria como coreógrafa. Pepa era el claro ejemplo de una actriz de raza, que llevaba el teatro en las venas, su naturalidad sobre el escenario, y su gracia innata la hacían única. Literalmente sobre el escenario estaba como en su casa, y eso era lo que le transmitía al publico. Sin duda una forma de entender la interpretación totalmente diferente a como se entiende hoy en día, donde el aprendizaje era el día a día, y la piel del artista se curtía a golpe de bolos, sin tener miedo a ningún género, si tocaba drama, hoy drama, que tocaba revista, hoy revista, que tocaba zarzuela, hoy zarzuela, lo que siempre tocaba era trabajar, y dignificar esta profesión tan denostada y tan difícil. Pepa sin duda lo hizo, era generosa con su arte y con sus compañeros, y eso todavía la hacía mas grande.


La información sobre su vida esta sacada de la siguiente página http://lazarzuela.webcindario.com/

Pepa nació en Madrid, el 15 de febrero de 1931. Debutó como bailarina en el Teatro de La Latina, de Madrid, y pasó después al Maravillas como actriz. Su relación con la zarzuela se inició en la Compañía Ases Líricos. Tras una larga permanencia en Hispanoamérica, donde grabó diversos programas para la televisión de Caracas, entró a formar parte de la compañía de zarzuela de Juan José Seoane como actriz de carácter. 

Interpretó la versión teatral de LA HOJA ROJA, de Miguel Delibes, bajo la dirección de Manuel Collado; BOHEMIOS en La Corrala de Madrid bajo la dirección de Miguel Narros; LOS CACIQUES, de Arniches, en el Teatro de La Latina, dirigida por José Luis Alonso. 

En 1984 actuó en CURRO VARGAS en el Teatro de La Zarzuela, donde participó también en LA REVOLTOSA y EL AÑO PASADO POR AGUA. En 1988 se presentó en Buenos Aires, junto a la Compañía del Teatro Lírico Nacional La Zarzuela, con LA VERBENA DE LA PALOMA, dirigida por Gerardo Malla. En esa misma temporada cantó en La Zarzuela LA CHULAPONA, junto a su marido Rafael Castejón; en la temporada siguiente DON GIL DE ALCALÁ, junto a su hijo Jesús Castejón; y en la temporada 2008, y bajo la dirección de éste último, LA LEYENDA DEL BESO en compañía de su marido y de su hijo pequeño, Rafa Castejón. 

Regresó a la comedia de la mano de José Osuna, interpretando la comedia de Jardiel Poncela ELOÍSA ESTÁ DEBAJO DE UN ALMENDRO, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid. 

En 1994 participó en el I Festival Lírico de Asturias con AGUA, AZUCARILLOS Y AGUARDIENTE y LA VERBENA DE LA PALOMA, y al año siguiente con LA GRAN VÍA y GIGANTES Y CABEZUDOS. En 1996 actuó en el Festival de Zarzuela de Canarias en LOS CLAVELES, LA DOLOROSA y LA TABERNERA DEL PUERTO. 

En la temporada 1995-96 estuvo como primera actriz cómica en la Compañía Lírica del Teatro Calderón, de Madrid, formada bajo la dirección de José Luis Moreno; posteriormente, pasaría con dicha formación al Teatro Maravillas. Durante esa temporada, y siempre como primera actriz de carácter, grabó algunas de esas zarzuelas para TVE. 

En 2003 interpretó un pequeño papel en la película de Jesús Bonilla EL ORO DE MOSCÚ.




En su semblanza se puede ver lo dilatado de su carrera, y su versatilidad, como actriz, actuando practicamente en todo los géneros existentes. Pepa era una todoterreno, que lo mismo hacía reír que hacía llorar, aunque era eminentemente una cómica, tocada por esa gracia que algunos tienen y que el mero hecho de estar en escena producía la hilaridad del espectador. Cuento una anécdota que su propio marido me relató para que sirva de ilustración sobre lo que eran sobre el escenario esta pareja. Estaban Pepa y Rafael Castejón actuando en Valencia, no se si en el Olimpia o en el Ruzafa, no lo recuerdo exactamente, y en mitad de la función se fue la luz, Pepa y Rafa empezaron a improvisar, durante al menos media hora hasta que se arreglo el problema, mientras el público se desternillaba en sus butacas, a tal punto llego el asunto que cuando volvió la luz, la gente pedía que la volviesen a apagar, esto señores es oficio... y lo demás cuento.



Pepa llevó su arte mas allá de nuestras fronteras, dignificó nuestra zarzuela y fue espejo y maestra de muchas actrices, repito que siempre fue generosa con su arte, y sobre todo, fue una inmensa compañera, querida por todos, de personalidad arrolladora y encantadora, tal cual era en escena era fuera. Un torbellino de energía que se las sabía todas. Cuando se juntaba con su marido ya eran la bomba, y como le diese un ataque de risa en escena.... ya la habíamos liado, así era Pepa, su forma de improvisar y su forma de hacer, son sin duda historia de nuestro teatro y de nuestra lírica. Descansa en paz Pepa Rosado, nunca te olvidaremos.



Su Doña Virtudes de La Gran Vía tenía muchísima gracia, dejo un vídeo  donde se puede disfrutar de su inmenso arte. Esta era Pepa Rosado en su salsa, disfrutando con su trabajo, como pocos lo saben hacer.




La zarzuela se queda huérfana de una de sus matriarcas. La pérdida de Pepa Rosado es totalmente insustituible, e irreparable, ojalá hubiese muchas Pepas Rosado, la crisis de nuestro género lírico, tendría los días contados. Pero amiguitos genios hay muy pocos, y cuando se van no se pueden reemplazar. Larga vida a Pepa Rosado, aunque sea en la memoria de nuestro teatro, sin duda se merece un hueco escrito con letras de oro


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lunes, 10 de febrero de 2014

El Ladrido De Hécuba

Reconozco que los clásicos griegos me llaman mucho la atención, son el reflejo mas primario de la esencia del ser humano, y lo que cuentan, ciertamente muy a lo bruto, fue, es y será común a cualquier ser humano que se precie de serlo. Los clásicos griegos, siempre hablan de los tres pilares básicos de la existencia, el amor, la muerte y la supervivencia, estas motivaciones, luego llevan a sus personajes hacia otras, pero básicamente de eso hablan. De las grandes trágicas griegas, Hécuba es para mi la mas desconocida, recordaba su historia vagamente y su pintoresca forma de acabar sus días, pero el entramado que la lleva a pasarse la eternidad convertida en perra para aullar su dolor, no lo recordaba. Los clásicos, funcionan casi como culebrones, con intrincadas tramas, truculencia y dramatismo casi inconcebibles por el público actual, para conseguir que el espectador entre en la famosa catarsis, y de paso el mensaje del mito, llegue al respetable. Esta Hécuba me resultaba muy atractiva, en primer lugar, por La Velasco, Mi Concha del alma, a la que adoro, y tantas veces he visto en directo. Disfrutarla en un papel de esta envergadura me apetecía un montonazo, y luego por el título en si, ya que en Madrid, no es fácil ver teatro griego. Ni cortos ni perezosos nos sacamos las entradas, para lo que prometía ser una velada de gran teatro, y nos acercamos al Teatro Español casi en canoa, porque estaba cayendo el diluvio universal. Teatro lleno a rebosar, algo que siempre me pone de buen humor, y que le da vidilla a la función. Se apagaron las luces y empezó Hécuba......



La función se desarrolla en una playa, triste testimonio del desastre que supuso la guerra para Troya, después del rapto de Helena por parte de Paris. En esta playa se encuentran los objetos mas variopintos, se trata casi de un vertedero. Al fondo una tela roja, rasgada y preludio de la tragedia que se vive, preside el foro sobre un practicable. La ambientación es muy buena y las luces apoyan la atmosférica propuesta escénica. Un inquietante coro griego de mujeres se lamenta de la suerte que les toca correr a las troyanas.
El principio de la función impacta, tiene mucha fuerza y resulta desgarrador, e inquietante, es tal cual uno se imagina que se representaban las tragedias en la Grecia clásica, ecos fúnebres y plañideras anuncian lo que ocurre.No hay cambios de escenografía, no son necesarios, todo se desarrolla en la desolación de ese lugar, que tan bien cuadra con la desolación de los personajes de esta tragedia.


Vayamos con el elenco. Irregular, sobre todo en lo que a los hombres se refiere, empezaré por José Pedro Carrión, eminente actor que perpetra un Ulises excesivamente chulesco, maniqueo y superficial, tiene una estupenda voz, de sobra es conocida, pero no solo de voz vive el actor, se escucha demasiado, siente poco y posa mucho, lamento decir esto de un actor que habitualmente me gusta, pero cuando algo falla hay que decirlo. Alberto Iglesias crea un Poliméstor un tanto pasado de vueltas, pero efectivo, y teniendo en cuenta lo fuerte que es todo lo que le ocurre a su personaje, incluso le arrancan los ojos, se le puede perdonar, su rol tiene gran importancia para el desarrollo de la trama y cumple, aunque sin brillar en exceso. Correcto Luis Rallo como Polidoro, muy galán y muy sentido dando vida al espectro del hijo de Hécuba, su escena es de la mas líricas de la producción y es un remanso de paz dentro de la inmensa tragedia que se desarrolla en el escenario, a pesar del triste mensaje que viene a traer, la escena desborda poesía. Juan Gea estupendo como Agamenón, dota al personaje de mucho empaque, tal y como se requiere, mucha calma y serenidad como juez que imparte justicia, no se yo, si del todo justa, pero justicia a fin de cuentas, sin duda Gea, crea la composición mas redonda de las masculinas, siendo creíble y muy atinado en cuanto a lo que el personaje representa.



Continúo con el elenco femenino. Hécuba es eminentemente una obra de mujeres, y como tal se refleja en esta producción, Denise Perdidkidis, Zaira Montes y Marta De La Aldea, son el coro de esta tragedia, cumplen a la perfección, dotando de mucha intensidad sus intervenciones, tanto en lo musical como en lo actoral, están muy bien elegidas las tres por sus diferencias físicas y sus diferentes formas de trabajar, Me sobró un momento musical, no por su interpretación, sino por la música elegida, muy poco adecuada, y bastante fuera de la linea de la función, esa misma escena con otra música tendría mucha mas fuerza. Pilar Bayona como la Cautiva Loca, está absolutamente soberbia, en lo corporal es impresionante, crea una mujer  de sinuosos movimientos, desconcertante e inquietante a la vez, tiene muy poquito texto, pero no se le quitan los ojos de encima durante todo el espectáculo, que Bayona es una actriz como la copa de un pino es cosa sabida, pero nunca está de mas recordarlo, crear personajes que casi no tienen texto y que se conviertan en inolvidables, es trabajo harto difícil, Bayona no pasa desapercibida, sin duda una primerísima actriz, que demuestra su valía con solo pisar el escenario. María Isasi, crea una Polixena , serena valiente, y lejos de cualquier aspaviento, acepta su trágico destino con resignación y entereza,  se despide de su madre Hécuba con gran emotividad, siendo esta escena una de las mas logradas de la producción, crea una mujer de gran caracter, que en otra actriz posiblemente estaría mas enfocada hacia el desmelene, aqui es todo lo contrario, cosa que se agradece.
Para finalizar Concha Velasco como Hécuba, un papel que se las trae sin duda. Concha hace una creación lejos de cualquier afectación, huye del grito fácil, y utiliza sus mas que sobrados recursos, para dotar de toda la dignidad que esta reina convertida en esclava desposeída de todo requiere. Su Hécuba es una gran trágica, pero no excesiva, sino interiorizada, con un crescendo interpretativo muy conseguido, y que solo se arranca a gritar cuando ve que su venganza consumada no logra calmar su inmenso dolor. Ese grito antesala del lamento eterno que le espera convertida en perra hasta el día de su muerte hiela la sangre, hiela la sangre por inesperado y por creíble. La grandeza de Hécuba está en su humanidad, y Concha sin lugar a dudas sabe dotar al personaje de una inmensa humanidad y credibilidad. Enorme creación, honesta y contenida, dentro de los parámetros tan excesivos en los que se mueve la obra. Una interpretación para recordar, tal y como esperábamos.


La producción es estupenda, con una premisa bastante convencional, pero nada rancia, unas luces impactantes, y unas atmósferas muy conseguidas que calan dentro del espectador, el principio del espectáculo es soberbio, metiendo al respetable en la función desde el minuto uno. Después de el decepcionante programa doble de el Teatro De La Zarzuela, me he reconciliado con José Carlos Plaza que en esta producción parece volver por sus fueros. Su dirección de actrices es maravillosa, aunque en los actores la encontré un tanto descuidada, ha cargado las tintas en las interpretaciones femeninas, sin duda mas importantes que las masculinas en la función, pero este detalle, hace que la producción no sea redonda del todo. La versión de Juan Mayorga, es asequible y permite que el espectador no pierda ripio de este gran texto que es historia del teatro por sobradas razones. La función se ve facilmente, no aburre, es muy ágil y se pasa volando, cosa que a veces con los grandes textos griegos es difícil de conseguir, ya que mal ejecutados pueden ser ligeramente indigestos. Esto sin duda es mérito de Plaza, que dota de mucho ritmo al espectáculo, con los silencios justos, y perfecto sentido del texto. Se entiende absolutamente todo, y eso es muy de agradecer.


En resumen, una mas que decente propuesta de un texto muy complejo,  que no defrauda, en parte por el carisma de La Velasco y en parte por el impecable envoltorio que hace esta producción un título muy apetecible. Posiblemente dentro de unos años diremos que nosotros vimos a Concha Velasco haciendo Hécuba. Así es el teatro y  sus mitos (griegos, o hispánicos da igual). Están muy poquito tiempo en cartel y la verdad es que ver a Concha en este papel, no deja de ser un acontecimiento teatral, máxime cuando lleva diciendo que se retira desde hace un tiempo, je je je. Si no os gusta no me arranquéis los ojos, eso era mas propio de aquello bárbaros que tanto admiraban los griegos.....


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lunes, 3 de febrero de 2014

La Fanciulla Del Folies Bergere

Ir a la ópera en París se ha convertido para mi en un pequeña tradición, ya que cada vez que voy a la capital gala se me da la oportunidad de hacerlo. Aprovechando un fin de semana largo, me acerqué a la Ciudad De La Luz, y me pasé por Opera Bastille, ya que mi estancia en tan bella ciudad, coincidía con el estreno de una de mis obras favoritas de Puccini La Fanciulla Del West. En París he visto La Forza, Cavalleria con Payasos y una producción maravillosa de La Cenicienta de Prokofiev con coreografía de Nureyev, que ha pasado a mi historia personal como espectador. Opera Bastille, se encuentra a un nivel parecido al de el Teatro Real en cuanto a producciones y nivel de los cantantes se refiere, así que uno nunca sabe lo que se va a encontrar. Como es relativamente fácil conseguir entradas baratas antes de la función, allí me presenté como un clavo una hora antes de empezar el espectáculo, y por mor de la reventa, me ofrecieron una estupenda butaca de patio a mitad de precio, no me lo pensé dos veces, se la compré al franchute, y sin apenas darme cuenta estaba yo tan campante sentadito en este inmenso teatro que tan buenos recuerdos me trae. Andaba escamado por la producción, ya que las fotos de la misma no eran muy prometedoras, pero os aseguro que lo que me encontré estaba muy por encima de cualquier cosa que pudiera imaginar.


Para empezar, decir que Minnie la protagonista de tan curiosa obra, en vez de un Saloon del Salvaje Oeste, regenta una especie de casino, vive en una autocaravana rosa chicle, y parece ser muy devota de la Virgen De Fátima al tenor de la luminosa imagen de tan famosa y milagrera estatua virginal, que luce en su casa. Os podéis imaginar que el público andaba entre flipando y riéndose a mandíbula batiente de semejante despropósito, que yo a decir verdad, encontré mas bien inofensivo, quizás influenciado por mi mas habitual referente operístico, que es el Teatro Real. Como en el coliseo madrileño ya hemos visto de todo, pues uno ya está curado de espantos, y es difícil que se me escandalice con una propuesta escénica mas o menos provocativa.



Empezaré por lo musical y luego iré con lo escénico, que hay mucha tela que cortar.
Musicalmente esta Fanciulla estuvo correctita sin aspavientos, tirando a sosa, y en el Primer Acto (que en mi humilde opinión es el mas flojo de la obra) francamente aburrida. La terna de cantantes principal la formaban, Claudio Sgura como Jack Rance, Marco Bertti como Dick Johnson y Nina Stemme como Minnie.
Sgura estuvo bastante correcto como Rance, con la voz un tanto atrás, bonito timbre e irregular en el volumen, perdiendo la línea de canto de vez en cuando, aunque sin llegar a molestar en exceso.Bastante anodina presencia escénica a pesar de la imponente ropa de moderno vaquero que le pusieron y su altura digna de un jugador de baloncesto. Pasó bastante desapercibido, teniendo en cuenta que su mayor lucimiento es durante el Primer Acto, y que la desafortunada dirección musical de Carlo Rizzi, lo convirtió en un anestésico potentísimo, solo puedo decir, que no fue un desastre, pero lo encontré bastante prescindible.
Marco Bertti, estupendo, cantó un Johnson, poderoso, de grandes agudos, centro muy sonoro y bellísimo fraseo, su pequeña aria del Tercer Acto fue uno de los momentos mas bonitos de la función, dotándola de gran sensibilidad y mucho gusto cantando. Sin duda fue la estrella de la noche y un cantante notable dentro del panorama actual, tan escaso de voces grandes.
Nina Stemme, muy muy floja como Minnie, el papel muerde, nadie lo duda, pero es que ni por arriba ni por abajo, centro inaudible y agudos escasos, comedidos y gritados. En el programa de mano la venden como una sopranaza del copón, pero ante títulos de esta envergadura, se queda corta de recursos, y está a años luz de lo que vocalmente exige esta heroína del Far West. Quizás no esté pasando su mejor momento vocal, al tenor del repertorio que habitualmente abarca debería estar mas que suficientemente dotada para este papel. A mi me dejó bastante frío, pero claro, mi referente en esta ópera es Renata Tebaldi y por tanto las comparaciones son odiosas, mitos aparte puedo decir que no estaba a la altura de las circunstancias de ninguna manera. A pesar de ello el respetable la braveó mucho, así que a lo mejor el equivocado soy yo, cosa por otra parte bastante probable.
Comprimarios correctos, sin mas, nada destacable ni para bien ni para mal
El coro regulero sobre todo en el Primer Acto, con serios desajustes y poca sonoridad, esta ópera es bastante difícil para el coro, y es necesario que se esté muy seguro en las entradas, algo que aquí no ocurría, el Tercer Acto menos comprometido, pero mas lucido, estuvo bastante mejor, con momentos realmente superlativos.
La orquesta practicamente no existía, Carlo Rizzi no se hizo con ella en ningún momento, el sonido era carente de emoción y no había prácticamente ningún matiz que apoyase la acción dramática, de ahí el sopor general y el tremendo abucheo que se llevó el bueno de Rizzi en los saludos.




Vayamos con la parte escénica, sin duda un despropósito, pero eso si, muy divertido. Cambiar de época una ópera es algo a lo que ya estamos habituados y que bien realizado no debe molestar. En esta producción chirría, al tratarse de una época histórica tan marcada como es la de los colonizadores americanos, con sus mineros y buscadores de oro, que esto transcurra en los Años 50, queda raro. Nikolaus Lehnhoff parece no tomarse en serio esta peculiar ópera, y eso lastra el espectáculo, dotando la propuesta escénica de cierta mofa que cercena el dramatismo del libreto, que necesita ser muy bien ejecutado para que funcione, La Fanciulla es una de vaqueros, de acuerdo, pero tiene un segundo acto muy potente en cuanto a acción dramática se refiere y con ciertos ecos de Tosca, que si el director de escena no se toma en serio, produce la hilaridad del espectador, como en esta producción ocurre, y ya la cosa pasa a mayores, cuando el final de la ópera parece mas una producción del Folies Bergere parisino con su escalera de vedette luminosa, e inmenso león de la Metro de fondo. Una cosa es modernizar el género y otra banalizarlo hasta límites casi chabacanos, y que demuestran muy poco respeto ante esta maravillosa ópera. La Fanciulla, es una obra extraña, que se desmarca de cualquier otra ópera por su peculiar argumento, pero eso no quiere decir que no se deba tomar en serio. A pesar de lo que cuento, reconozco que me divirtió la gamberrada de Lehnhoff, y me reí, pero ojo, siendo muy consciente de que aquello no era La Fanciulla, sino otra cosa, que no estoy muy seguro yo, del favor que le hace al mundo de la ópera, y ahí empieza el espinoso asunto de donde está el límite entre la renovación y el desvirtuar la esencia de las obras.
Hubo un sonoro y divertido pataleo por parte de la mitad del respetable, obligando a echar telón y que solo saliesen a saludar los cantantes, largamente ovacionados. Yo asistí a todo esto con gran regocijo y recordando otros pateos vividos por mi, mucho menos lúdicos y bastante mas tensos.



En resumen una propuesta prescindible, que si tenéis la oportunidad de ver, os diré que la veáis por lo difícil que resulta disfrutar de este título en directo, pero que no da ni la mitad de lo que esta ópera ofrece ¿Esta Fanciulla es ópera? en mi humilde opinión, no, es un show digno de otro recinto, pero no de un teatro de ópera como es Bastille, cuyo cometido es fomentar otras cosas.

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