Aprovechando una escapada a Milán, con motivo de la Exposición Universal que se está llevando a cabo en tan operística ciudad, me acerqué al sitio web del Templo De La Lírica, léase Teatro Alla Scala, para ver que estaba en cartel los días que me iba a encontrar en dicha ciudad, y cual fue mi sorpresa, al ver que se iba a representar una de mis cinco óperas favoritas, Lucia Di Lammermoor. Me lo pensé un par de veces, por aquello de los precios, pero ante la posibilidad de ver a Diana Damrau, que se supone que era quien cantaba esa noche, digo se supone porque me canceló, pues me dije aquello de que solo se vive una vez, y que Milán bien vale una ópera. Me saqué una entradita, mala con avaricia, que me costó un trocito de riñón, y estuve un mes y pico esperando con mucha ansiedad la soñada noche.
Nada mas llegar a Milán, me acerqué al teatro, y diviso en lontananza un cartelito verde pegado al cartel de la función de la noche, y efectivamente, como me iba yo barruntando, Miss Diana Damrau, por indisposición momentánea, cancelaba la función y el rol de Lucia iba a ser cantado por Miss Elena Mosuc. Decepción mayúscula, aunque no inesperada, y a conformarse con el premio de consolación tocaba, pues ya que estaba allí, me dije, La Mosuc, no es ninguna tontería, y segundona de La Scala, es primerona del Real, ja, ja, ja. Así que ni me planteé no ver la función, uno no va a La Scala, todos los días, así que como dice mi jefe "si llueven limones, pues hacemos limonada".
Llegó la hora soñada, y entré en el teatro de ópera mas importante del mundo, lo primero que me sorprendió fue lo relativamente informal del ambiente, uno nunca va a la ópera de tiros largos, me parece un snobismo, y esta vez no hice una excepción, pensando que daría la nota, y la verdad es que no, público muy normalito, y cuatro empingorotadas para hacerse notar, como ocurre en la mayoría de los teatros de ópera que conozco.
Segunda sorpresa... mi entrada, palco de segundo orden, en el primer piso, era practicamente ciega, menos mal que me tocó un abuelete delante que se pasó todo el primer acto frito, así que la vi tan ricamente, y en el primer descanso le pregunté a una acomodadora si me podía cambiar, ya que había muchos huecos, me dijo que en el foyer había un mostrador para estos menesteres, allí que me fui, y SORPRESÓN, me hicieron a mano una entrada nueva en la fila ocho de butaca de patio, algo que no me hubiera imaginado ni en sueños. Así que amiguitos, si algún día vais a tan excelso teatro, ya sabéis que hacer. Esto es lo que llamo yo una buena gestión de un teatro, si señor!.
Lucia Di Lammermoor, es para mi la cumbre de Donizetti, y una de las mas grandes obras que entra dentro del período del Belcantismo. La obra es un festival para los amantes de la ópera, con estratosféricos duelos canoros, una dificilísima partitura, potentísima orquestación, y un drama muy bien tramado, que hiela la sangre al mas valiente. Todos los tópicos del Romanticismo se encuentran en Lucia, fantasmas, suicidios, locura, amores tortuosos, noches tormentosas, y sangre, mucha sangre.
A pesar de lo arriba narrado, Lucia estuvo en el olvido durante muchos años, hasta que La Divina María Callas, la devolvió a su justo lugar, precisamente en La Scala en 1952, volviendo a ser desde entonces una pieza de repertorio habitual, y la obra mas significativa en cuanto a sopranos de coloratura se refiere. Terrible caballo de batalla para este tipo de cantante, y posiblemente uno de los roles mas difíciles del repertorio belcantista, la tremebunda Aria De La Locura, es el mayor exponente belcantista, donde lo que prima es la voz y la técnica ante todo. Para cantar Lucia, hay que tener grandes y sobradas facultades, que no siempre están a la altura del puñeterito material escrito por Don Gaetano, y que tanto nos embelesa a los amantes de la ópera.
Vayamos con elenco:
Eduardo Milletti, tenor, como Nomanno.
Insufrible, la verdad, con una voz de principiante, de timbre feote, poca emisión y un continuo vibrato que me puso de los nervios durante todas sus intervenciones, teniendo en cuenta que abre el telón, me temí lo peor, por suerte, no fue la tónica de la función en cuanto al resto del elenco. Empezó nervioso, y acabo la función como pudo siendo tremendo el inicio del Segundo Acto, donde sus carencias quedaron todavía mas en evidencia, ante el compañero que tenía en escena.
Chiara Isotton, mezzosoprano, como Alisa.
Correctísima, con una voz grande, de profundidad cavernosa dio momentos muy interesantes durante todas sus intervenciones, que me supieron a poco, dado la calidad que ofreció.
Juan José De León, tenor, como Lord Arturo Bucklaw.
Insuficiente, en un desagradecido rol, que no he sido capaz de escuchar en condiciones, mas que en contadas ocasiones. Sus solos, fueron muy deslucidos, con un timbre no muy agradable, y una voz bastante descontrolada, que no me convenció en absoluto. En el famoso Sexteto, estuvo mucho mejor, y quizás disimulaba mejor sus carencias, ante el resto de los cantantes, y el explosivo momento que se desarrolla en la función.
Alexander Tsymbalyuk, bajo, como Raimondo Bidebent.
Correcto, aunque un poco escaso de volumen, en los momentos mas graves, algo que no supe dilucidar si era culpa suya, de la mano, o de la escenografía, ya que es tan abierta, que el sonido se escapa hacía el peine de forma muy inclemente. La difícil aria que prologa a la celebre Escena De La Locura, y que le tocó en suerte, estuvo a la altura, con una voz muy timbrada, un tanto atrás en algunos momentos, pero que en las últimas partes de la misma, acompañado del coro, me llevó al séptimo cielo, en un "Viva Cartagena" en toda regla, y que hizo las delicias del respetable.
Vittorio Grigolo, tenor, como Edgardo Di Ravenswood.
Estupendo, tirando a maravilloso. Grigolo fue la sorpresa de la noche, con un timbre que me recuerda a José Carreras en sus buenos tiempos, y una imponente presencia escénica, la mar de sabrosa. Se llevó la función de largo, ante un público rendido a sus pies, que le braveo al grito de !Bravo Vittorio! durante toda la función.
Grigolo, salió a por todas y lo consiguió, dotando de gran fuerza y dramatismo a todas sus intervenciones, cantó con gran bravura, y su última aria, que habitualmente me aburre, me dejó pasmado.
Problemas, canta de garganta, estira mucho el cuello en el agudo, y como siga cantando así, acabará en poco tiempo como Rolando Villazón. A su favor la belleza del timbre, el gusto cantando, lo mucho que transmite, el imponente volumen, y el brillo generalizado con el que sirvió su interpretación. Sin duda estamos ante un cantante de primer nivel, que no me gustaría que se echara a perder, por los problemas que mas arriba planteo.
Muy divo sobre el escenario, llevándose al público en el bolsillo, en los saludos fue la mar de pintoresco, besando el suelo de la Scala, y lanzando besos al respetable como si de una estrella cinematográfica se tratara. Milán lo quiere, el lo sabe y se crece en sus excesos de divo, venido a mas, ya que es un tenor en alza, que puede dar mucho que hablar, aunque sus detractores que son muchos, se encargan de ponerle a caldo cada vez que pueden. A mi me sorprendió muy gratamente, la verdad.
Gabriele Viviani, barítono, como Lord Enrico Ashon.
Magnífico, en todas sus intervenciones, con un volumen que despeina, un bello timbre, y un fraseo maravilloso, ofreció lo mejor de su instrumento en el Dúo con Lucia del Segundo Acto. De gran presencia escénica, muy sentado, y seguro, dio un canto de gran calidad, donde el legato fue el fuerte y la sonoridad tan redonda que nos sirvió.
Elena Mosuc, soprano de coloratura, como Miss Lucia.
Correcta con peros, el primero, es mas fría que un pescado, y transmite poco, la voz es de una belleza sublime, pero no excesivamente grande, aunque corre sin problemas, muy poca sonoridad en la zona central y con unos sobreagudos estratosféricos, Su fuerte es la coloratura, y ahí estriba uno de los problemas de Lucia, hay que dar los agudos, sin duda, pero el centro es importante, y aquí brilla por su ausencia. Esto que comento no quita para que en el Aria De La Locura, me dejara profundamente impresionado, y el sobreagudo final del Sexteto, fue digno de pasar a mis anales de la historia como espectador de ópera.
Mosuc, fue una mas que solvente Lucia, que a pesar de lo que arriba narro, cumple y demostró que es una cantante como la copa de un pino, que está cantando en La Scala con gran justicia. Sin duda el nivel es muy alto, pero amiguitos, si la voz tuviera mas peso en el centro... sería la repera!!!.
Coro Del Teatro Alla Scala, decepcionante. Uno espera encontrarse unos coros impresionantes cuando va aciertos teatros y se encuentra que la cosa no es para tanto, amén de necesitar una urgente renovación, dado que la mayoría de sus componentes son muy mayores, el sonido no es lo suficientemente brillante como para emocionar. No tiene el volumen esperado en una masa coral de semejante envergadura, y los encontré ligeramente desganados en sus movimientos escénicos. Me acordé mucho del soberbio coro del Teatro Real, que se encuentra a todos los niveles a años luz del coro de La Scala.
La Orquesta Del Teatro Alla Scala, dirigida en esta ocasión por Stefano Ranzani, imponente. Con un volumen mas que notorio, fue dirigida de forma muy efectista por Ranzani, con unos crescendo de gran dramatismo, y una cuidada lectura, muy ortodoxa en su planteamiento, ampulosa y de gran resolución en los finales de número. El momento álgido de la función fue el Sexteto, dirigido con mano de hierro y de una calidad musical asombrosa. Dramaticamente fue sin duda lo mejor de la noche, labor de Ranzani, sin lugar a dudas.
Vayamos ahora con la propuesta escénica:
Se trata de la producción del MET, puesta en pie por Mary Zimmerman, que está editada en DVD con Netrebko como Lucia, por tanto es mas que conocida.
La producción es la típica que queda muy bonita cuando se filma, pero que en directo no da ni para pipas. Desangeladísima, con momentos gélidos y muy rancios, que no me transmitieron nada. Producción netamente yanqui, que para el espectador europeo, se queda en manidos fuegos artificiales, vacía en forma y contenido, y que no aporta absolutamente nada que no se haya contado ya. A todo esto se suma lo excesivamente abierto de todas las escenografías, especialmente durante la Escena de La Locura, en la que parece que nos encontramos en una casa de lujo de Texas, con escalera enorme, que siempre viste, y nada mas. Estos escenarios tan abiertos van en continuo detrimento de las voces que se acaban diluyendo en la enormidad del escenario de La Scala, uno de los mas grandes del mundo, no se nos olvide.
Coro completamente estático durante toda la representación, al mas puro estilo de épocas pasada, y unos cantantes torpemente movidos, a excepción de Grigolo, que claramente va por libre, para vender lo suyo como mandan los cánones.
En resumen, una noche gloriosa, para mi, como espectador, por lo que conlleva, ir a La Scala, ver Lucia en semejante teatro, y el elevado nivel musical que presencié.
Nunca olvidaré la que ha sido mi primera noche en La Scala, así que viva cien años. Uno es romántico por naturaleza, quizás por eso ame tanto Lucia Di Lammermoor. Sin duda no me arrepiento de haber asistido a esta representación, que ya está guardada en mi mitología particular, y que tendré presente durante mucho tiempo.
Decir como nota aclaratoria, que las fotos no se corresponden en su totalidad al elenco que yo vi.
Decir como nota aclaratoria, que las fotos no se corresponden en su totalidad al elenco que yo vi.
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