Desde que en un lejano 1997 vi en Londres Miss Saigon y sufrí una de mis primeras catarsis, me hice amante irredento del musical. En aquellos tiempos el género en España estaba en mantillas, y pocos habían sido los intentos de llevar a escena alguno de los grandes títulos musicaleros en este pais. Mucha agua ha corrido bajo el puente casi veinte años después. Producciones como aquel Miss Saigon, no se podían ver en España, no había ni escuela, ni público, ni tradición por este tipo de espectáculos que poco a poco se han ido haciendo su hueco en nuestro panorama cultural, para regocijo de los aficionados que nos permite disfrutar de obras que antes no nos planteábamos ver nunca.
Después de aquel Miss Saigon, he disfrutado de innumerables espectáculos de distinto pelaje, mejores y peores, e incluso vi un Cole Porter insigne como es Anything Goes en Broadway, que quizás sea la mejor propuesta de un musical que haya presenciado jamás. Incluso el mismo Rey León lo vi en Londres hace unos años, con gran satisfacción por cierto. ¿ A que viene todo esto ?, a que uno ya está escamado, no le vale cualquier cosa y su capacidad de asombro con ciertos shows no es la misma que dos décadas atrás. Por eso he esperado tres temporadas para acudir al Rey León, y lo hice con dudas. La primera es que uno cuando trata de comprarse un par de entradas para un musical se lo piensa por el pastizal que acarrea, y como un servidor ya tiene el trasero pelado de pagar un Potosí por ver espectáculos que no lo valen, pues no quiere que le tomen el pelo, y lo segundo que teniendo el referente londinense, pues como que no se atreve con el remedo patrio por aquello de que si no está a la altura el cabreo es doble, chovinismo herido y cartera dolorida. Finalmente sin pensármelo mucho me dije... A ver el Rey León!! Y con cierto espíritu temerario y escamado e ilusionado en igual medida me acerqué al Lope de Vega, a ver la obra que todo el mundo ha visto o quiere ver.
El Rey León no es una obra que destaque por su brillante partitura, o por lo inspirado de su texto, ligeramente acartonado y con unos personajes bastante maniqueos que no tienen mucha complicación dramática que digamos. El Rey León es un show, por eso utilizo este término, que se basa en su fuerza visual, su empaque técnico y exhuberante propuesta escénica, que lo convierte en el segundo mejor espectáculo de estas características en mi humilde opinión por detrás ( muy por detrás ) de Wicked, obra mucho mas redonda en todos los sentidos, que este entrañable pero liviano Rey León de inspiración shakesperiana, dulce como el caramelo e ingenuo como las películas de antes.
La propuesta española es idéntica a la de los demás países en los que se está representando con ciertas salvedades técnicas que un teatro como el Lope De Vega, no puede abarcar en su totalidad, que si bien es cierto merman un poco el resultado final, deja un agradable poso y resulta muy grato de ver, saliendo el espectador con la sensación de haber disfrutado de un buen show. Dinero a espuertas, un elenco larguísimo, brillantes efectos especiales y una presentación de primera hacen que esta producción no defraude en lo visual. Da lo que se espera, que ya es bastante para los tiempos que corren.
Vayamos con el elenco, irregular aunque correcto en líneas generales con algunos desaciertos que iré relatando según desgrane cada personaje.
Empezaré por los niños Adrian Mier y Saelel Pimenta, como los Simba y Nala jovencitos respectivamente:
Correctos sobre todo Mier tanto en lo vocal como en lo actoral, Mier tiene una bonita voz, y se mueve con soltura en escena, me sorprendió muy gratamente cantando, muy seguro y con voz bastante grande. Pimenta en lo actoral está un poquito mas floja, pero cuando se pone a cantar se nos olvida, ya que su voz es muy linda y muy dulce tal y como Nala requiere. Reconozco que los niños en escena me suelen chirriar, pero en este caso y dado el peso que tienen en el Primer Acto, he de decir que estuvieron a la altura de la responsabilidad que les ha tocado en suerte y que no es moco de pavo.
Damaris Martínez, Rafael Granados y Javier Toca, dan vida a las tres malvadas y bastante estúpidas hienas secuaces de Scar. Están perfectos, muy bien conjuntados, y siendo cada uno un puntal de este trío que forma un personaje desdoblado en tres. Cada hiena tiene su carácter perfectamente definido, los movimientos son impecables y musicalmente si bien es cierto que no están del todo empastados suenan muy bien, un poquito mas de articulación no les vendría mal, ya que se pierden algunos de los cantables, pero en líneas generales están mas que correctos y divierten en todas sus intervenciones.
Jordi Serra y Beltrán Iraburu, como Timón y Pumba estupendos en sus intervenciones. Serra brilla mucho en su Timón de acento andaluz, que ha sido muy criticado, pero que a mi no me resultó nada molesto, mas bien lo contrario, dando mucho gracejo a este delicioso personaje. Iraburu, mas sobrio es el contrapunto perfecto con su Pumba a este torbellino que Serra de forma muy atinada lleva a su terreno sin problemas. Estamos ante dos de los bombones de la obra, que estos dos estupendos artistas aprovechan al máximo para delicia del respetable.
Esteban Oliver, soberbio como Zazu, el pájaro encargado de la educación del joven Simba. Estamos ante una de las mejores creaciones del espectáculo. Oliver es uno de los grandes, su técnica es impresionante, y la comunión con la marioneta con la que tiene que trabajar es absoluta. Trabajo de premio el de Oliver, que dota de gran calado a tan difícil personaje. Uno no puede quitarle los ojos de encima cuando está en escena, cada gesto, inflexión de voz o movimiento son una auténtica lección de interpretación, un diez para Esteban Oliver, que es con gran justicia uno de los figurones de nuestro panorama musicalero.
Daniela Pobega como Nala, floja en lo actoral, y bastante bien en lo musical. Posee una bonita voz que modula con mucho gusto, aunque no se la entiende practicamente nada de lo que canta, el sonido es bonito y las inflexiones están muy bien matizadas. Como actriz un poco paradita y falta de fuerza para un papel que debería denotar mas carácter que el que Pobega imprime. Fisicamente perfecta con gran elegancia de movimientos y muy bella, algo que le va fenomenal a esta bonita leona.
Daniel Mejía como Simba, también flojo en lo actoral, aunque un poco mejor que Pobega, y estupendo como bailarín y como cantante. Mejía fisicamente es el Simba perfecto, tiene una técnica de bailarín envidiable y una bonita voz de tenor que le da mucho juego y que utiliza con mucho gusto. Tuvo momentos de gran brillantez en lo musical, aunque el papel no tenga un gran número de lucimiento vocal. Agradecí mucho sus intervenciones y disfruté bastante de su trabajo, aunque le falte fuelle actoral, suple una cosa con la otra.
Mukelisiwe Goba, como Rafiki, la mejor sin duda del elenco, tanto vocal como actoralmente, el papel es un bombonazo, es cierto, pero es que Goba las da todas. Tiene una voz de impresión tanto por arriba como por abajo, afinación perfecta, poderoso volumen y bellísimo timbre. Actoralmente está deliciosa, y tiene perfectamente pillado el papel, sin duda la estrella de la función, y de la que mas grato recuerdo me llevé a casa.
David Comrie como Mufasa, claramente insuficiente. Si bien es cierto que tiene gran presencia escénica, actoralmente está muy flojo, le queda mucho camino por recorrer todavía para ganar peso como actor, le falta caracter y autoridad para llevar a buen término un personaje que ofrece mas dificultades actorales que vocales. Vocalmente está correcto pero en este caso no es suficiente ya que la parte musical tiene mucho menos peso que la actoral.
Para finalizar Sergi Albert como Scar, el malo malísimo de la función. Albert cumple en ambas disciplinas, en lo actoral está bastante correcto, un tanto " reinona " pero sin molestar, ya que su personaje es tan extremado que cuadra perfectamente dentro de ese código. En lo vocal posee una interesante voz baritonal, con la que juega sin problemas, dando a cada número el acento exacto que requiere. Finales de número muy brillantes y escuela netamente de musical. Albert cumple sin problemas, aunque para mi gusto no acaba de parecernos tan malo como es, je je je. Al final siempre nos acabamos encariñando con los malos de Disney. Acierto en la elección de Albert sin duda.
Coro y ballet soberbios, sin duda de lo mejorcito de la función, especialmente brillante estuvo el coro en el número que abre el Segundo Acto, donde se pueden apreciar las maravillosas voces que hay en el conjunto.
El ballet es un puntal dentro de la producción, aportando gran plasticidad a las imágenes, y a los movimientos de los diferentes animales a los que dan vida. El Rey León sin un ballet de gran nivel no sería lo que es, estamos ante un trabajo mayúsculo de gran complicación y de excelentes resultados en todos los números de la obra.
La orquesta dirigida por el Maestro Borja Barrigüete, fue llevada con mano de hierro, muy matizada y gran sentido del dramatismo. Barrigüete está a todas, no se le pasa ni una entrada, y lleva a cabo un trabajo impecable, de una obra en mi humilde opinión bastante difícil de dirigir ante la complejidad de las melodías, cambios de tiempo y diversos números de conjunto de difícil ejecución.
Vayamos ahora con la propuesta escénica:
De relumbrón, sin duda, no esperaba menos, aquí nada se deja a la improvisación, ya sabemos que estas producciones son un calco a las que se hacen en medio mundo, todo está medido al milímetro, y así debe ser para que llegue a buen puerto dado las dificultades escénicas del mismo. El espectáculo funciona a la perfección en lo visual, tecnicamente apabulla, y el envoltorio formal es impresionante. Los primeros quince minutos de función son un festival, que se quedan en la retina del espectador para siempre. Pero, siempre hay un pero amiguitos, le falta cierta espontaneidad. La obra es muy bonita, se disfruta mucho, impresiona ante su grandeza, pero no emociona hasta el punto que debería emocionar. Cierto es que a mi cada día me cuesta mas emocionarme en un teatro, ya estoy muy maleado amiguitos. Pero un poco menos de corrección y un poco mas de tripa, a mi no me hubiese molestado ni lo mas mínimo.
En resumen, una propuesta altamente recomendable por lo que ofrece, un show impresionante, un despliegue técnico asombroso, un derroche de talento en lo visual impactante, y en definitiva un espectáculo al nivel de lo que el West End o Broadway está ofreciendo en estos momentos. En España se pueden hacer las cosas a lo grande y este Rey León así lo confirma. Ni que decir tiene que el público estaba literalmente alucinado con lo que estaba presenciando, las ovaciones rotundísimas y los comentarios de sorpresa continuos. Un servidor de ustedes, como ya conocía el espectáculo, disfrutaba de otras cosas aparte de los mas que justificados y perfectamente ejecutados fuegos de artificio. Por esta vez, si que mereció la pena pagar precios de Broadway en La Gran Vía. Espero que vengan mas propuestas como esta, y que tengan el mismo respaldo que este Rey León que está haciendo historia en la cartelera madrileña.
*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego que me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible
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¡¡¡Qué buena crítica!!! ¡¡Gracias!!!!
ResponderEliminarGracias a ti por leerla!! un abrazo!!
ResponderEliminarmuy buena me gusto mucho te anima a ir
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