jueves, 17 de abril de 2014

Black El Pagliaccio

De todos los títulos de la presente temporada del Teatro De La Zarzuela, el que mas me interesaba era el programa doble que se está representando en estos momentos, Black El Payaso y Pagliacci, dos títulos que amo profundamente, el primero porque me parece el Sorozábal mas personal y que encierra todo aquello por lo que tanto admiro al compositor donostiarra, es decir modernidad, absoluto desprendimiento de los esquemas zarzuelísticos del momento y mensaje, algo que siempre o casi siempre intentaba imprimir en sus obras.
De Pagliacci poco se puede decir que no se haya dicho ya,  yo como adicto puro al Verismo que soy, es entendible que se encuentre dentro de mis óperas de cabecera, una de las que mas escucho y de las que mas versiones tengo, musical y dramaticamente, me parece redonda, muy efectista y bellísima en su música, para mi es una de las obras mas perfectas jamás escritas, aunque algunos la consideren sobrevalorada, yo soy fiel a mis principios, y de esto si que nadie me va a sacar.
Os podéis imaginar que iba ilusionadísimo al teatro, dispuesto a disfrutar de grandes emociones que a fin de cuentas es lo que la música me transmite. Pues no señores, la sensación ha sido bastante agridulce, por dos premisas,  el desafortunado plantel de cantantes, y la poco inspirada dirección musical. Intentaré que esto no sea un testamento, porque hay bastante tela que cortar, así que vayamos con la crítica que hoy me ocupa.


Black El Payaso es una opereta, no zarzuela, de un tardío Pablo Sorozábal ya en plena madurez como compositor. Escrita en plena Posguerra, le salió una obra bastante oscura en lo musical, con momentos ciertamente inquietantes, y con una trama muy política envuelta en un falso cuento de hadas. La versión que se está representando actualmente es una acertada adaptación, que recorta sensiblemente el texto, en la que un narrador a modo de maestro de ceremonias, creado de forma magistral por Emilio Gavira, nos va contando la historia, para ir entrelazando los números musicales. Vayamos con el elenco, quiero matizar que la función que yo vi es el segundo, el de estreno no lo he visto, por tanto desconozco el nivel del mismo.Amén del soberbio Gavira, Jorge Merino hace el Baydarov, pequeño papel de revolucionario, que Merino resuelve sin el mas mínimo problema, esto para el, es como se dice vulgarmente " un paseo". El Barón De Orsava está interpretado por Miguel Sola, excesivamente gritón, e imprimiendo carácter al papel, a mi entender con recursos equivocados, no molesta, pero chirría un poco. José Manuel Montero da vida al periodista Henry Marat de forma convincente tanto en lo actoral como en lo vocal, va sobrado de recursos para un tenor cómico de estas características, y cumple a la perfección con su papel. Trinidad Iglesias da vida a La Condesa Saratov, su papel es casi testimonial, cantando perfectamente el Cuarteto de El Cronicón, tanto su físico como su voz, son los ideales para el papel, reconozco que Iglesias me parece una de las grandes, y como era de esperar no me decepcionó. Miguel Palenzuela como Zinenko, está correcto, pero pasa bastante desapercibido, le falta un poco de ternura para hacer el personaje mas entrañable. Javier Galán como Carlos Dupont, está soberbio, sus dos números están ejecutados a la perfección. La voz es bellísima, se le entiende perfectamente y corre muchísimo, la celebre Romanza " Deja La Guadaña Segador" fue uno de los momentos mas líricos de la función y uno de los mas aplaudidos también. Nuria García - Arrés, claramente insuficiente como Catalina Feodorovna, que se trate de un tiple cómica no quiere decir que no tenga que cantar, a García- Arrés no se la escucha, intuyo que la voz debe de ser bonita, pero no traspasa la orquesta ni a la de tres, algo que tristemente ensombreció, su por otra parte burbujeante interpretación, se mueve muy bien, correctísima actoralmente, pero amigos, esto es opereta y hay que cantar, no queda otra. Rubén Amoretti crea un White mayúsculo, bajo perfecto, que canta su difícil romanza con pasmosa facilidad, la voz es preciosa, y está francamente bien en el papel, uno de los mejores cantantes de la noche sin lugar a dudas. María Rey-Joly como Sofía De Surevia, totalmente inadecuada para el papel en la parte vocal, le falta centro, la voz es muy bonita y en el agudo se defiende perfectamente, pero tanto en La Romanza como en los dos Dúos, se la escucha poco, no es culpa suya, ya que en Pagliacci como luego contaré está fantástica. ¿ Por que no elegir a dos sopranos diferentes para dos papeles tan distintos? misterios insondables del Teatro De La Zarzuela, queda deslucida, y repito no es culpa de ella sino del criterio musical, y de la desafortunada dirección musical como luego explicaré. Actoralmente está perfecta, muy distinguida y bellísima en escena, algo que es de agradecer. Fabián Veloz da vida a Black, correcto, sin mas, bonita voz, pero muy frío cantando, destaco la bella Romanza " Hacer De Un Mísero Payaso" que cantó con gran gusto y el Dúo final con White en el que ambos estuvieron perfectos, un gran momento sin duda dentro de la función. El problema es que está muy sombrón, no transmite mucho y le falta bravura para afrontar tan difícil papel, por tanto su Black es un tanto descafeinado, lastrando un poquito la representación.


La propuesta escénica de Ignacio García es espléndida, muy vistosa y muy bien iluminada. Toda la acción se desarrolla en una pista de circo, en la que los componentes del circo representan la historia de Black El Payaso. Afortunadísima en general, con momentos de gran belleza plástica, y aunque de sencilla escenografía muy espectacular en los números de conjunto. La gran baza de la producción son las soberbias luces y los maravillosos figurines de Paco Corzo. A este nivel el espectáculo no tiene ni un solo pero. Ignacio García crea una función suntuosa, muy cuidada y muy mimada, amén de la antes citada inteligente versión del texto. Black se ha quedado un poco "ladrillo" para hoy día y encuentro necesaria la revisión a la que ha sido sometida, se que los puristas me van a decir que lo que digo es una barbaridad, simplemente se trata de una cuestión de gustos.


Vayamos con Pagliacci. Aquí es donde la cosa flojea mas. Pagliacci es una obra que tiene que impresionar, no puede pasar sin pena ni gloria, debe dejar al espectador con el corazón en un puño ya que el drama que se vive en escena es tan intenso y su final tan brutal que no puede dejar indiferente a nadie... Estos Pagliacci, adolecen de mucha frialdad, falta mucha chicha para que se aproxime a lo que Leoncavallo pretendió plasmar. Miguel Borrallo da vida a Peppe, no está especialmente brillante en la bellísima serenata y pasa muy desapercibido, la voz es muy normalita, bonita pero no transmite absolutamente nada. Carlos Bergasa da vida a Silvio, amante de Nedda, Bergasa no acabó de convencerme por dos problemas, falta de fiato y afinación poco ajustada. Quizás un barítono mas joven de voz mas fresca se ajustara mas al personaje, su Dúo con Nedda pasa sin pena ni gloria, y actoralmente está muy poco apasionado, cuesta creerse que esté tan enamorado de tan peligrosa pasión. Fabián Veloz, despues del Black da vida a Tonio, el malvado de la función, está mejor actoralmente que en Black, vocalmente igual de frío, y de correcto que en el anterior título, no me dijo absolutamente nada. Que canta bien es innegable, pero no solo hay que cantar, no se si me explico correctamente, no me conmovió ni en el celebérrimo Prólogo, que canta sin dificultad, en algún momento, pocos para ser justos la orquesta le tapa, culpa de la mano, sin duda como luego explicaré. La sorpresa de la noche me la dio María Rey-Joly como Nedda, sin duda la mejor del reparto que cantó de forma brillante su difícil aria, luciéndose estupendamente en los agudos, si bien es cierto que sigue con los mismos problemas en la zona central, aquí molesta menos, por no decir casi nada. Muy segura en lo vocal y sin duda la mas actriz de todo el elenco, apasionada y sensual como el personaje requiere. Nedda es un espíritu libre y ella lo refleja perfectamente. Un diez para Rey-Joly en su creación.
Y finalmente el problema mas notorio de la función, Albert Montserrat como Canio. Montserrat parece encontrarse incómodo en el papel, buscando la voz y las notas según va cantando, con una colocación excesivamente nasal que le afea el sonido, y que parece que solo da importancia a los agudos, muy brillantes por cierto. En el Acto Primero ataca sus difíciles primeras notas con timidez, luego se va defendiendo mas o menos, resuelve dignamente el Vesti La Giubba, y descompone totalmente la voz en el Segundo Acto, perdiendo la linea de canto dejándome a mi personalmente mas frío que a un pescado. Fue muy braveado así que quizás el equivocado sea yo, pero creo conocer bastante bien la obra y he de decir que está lejos del aprobado. Actoralmente está correcto, aunque le vi tan preocupado por cantar que no lograba creerme lo que me estaba contando. Debo exponer lo que vi y oí en la función, y sin duda Montserrat no está a la altura.


La propuesta escénica es muy clásica, con ciertas reminiscencias de Zeffirelli, y menos inspirada que la de Black, se trata de un carromato giratorio donde se desarrolla toda la acción. Si en Black encontré a Ignacio García inspiradísimo, aquí no tanto, se trata de una propuesta excesivamente convencional, que no aporta nada que hayamos visto ya. A pesar de ello el Prólogo y el Intermedio están muy bellamente resueltos y funcionan a la perfección, luces perfectas como en la otra producción, igual que el vestuario, muy adecuado para cada personaje, quizás demasiado gris, supongo que en contrapunto al colorido del Black.


El coro estupendo, enorme en la sonoridad, ajustadísimo en los tiempos, muy empastado. Esto es aplicable a las dos funciones, dando momentos realmente espectaculares a la representación. En Pagliacci tienen gran protagonismo y se agradece.
La dirección musical de Donato Renzetti, planísima en general en las dos funciones, con una orquesta a todo gas, que dificulta la labor de los cantantes en todo momento, y carente de matices. Tocar fuerte no es sinónimo de tocar bien, la orquesta suena bien, es cierto, pero la lectura de las dos partituras es muy superficial, buscando el efectismo continuo, algo que yo encuentro tramposo, y que me suele desagradar, no escuche ni un piano, todo un estruendo ensordecedor que acaba cansando al espectador.


En resumen una propuesta irregular y decepcionante en lo musical, mas acertada en lo visual, y que a mi personalmente por lo que estos dos títulos significan en mi mitología personal, no acabó de convencerme. Me gustaría ver el otro elenco para poder comparar, ya que en estos casos, es un factor importantísimo. El Teatro De La Zarzuela, a veces adolece de fallos de elección en los cantantes que no son admisibles en un teatro de su categoría... en fin, unas veces se gana y otras veces se pierde.
El sábado Lohengrin, pero como diría el camarero de Irma La Dulce.... Eso es otra historia

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4 comentarios:

  1. Tus críticas me recuerdan a los forenses de CSI, describes con todo lujo de detalle lo que tienes en la camilla, lo diseccionas minuciosamente dando cuenta de la profundidad y el origen de sus heridas, cuando las tiene… En todo caso se ve fluir la sangre por las venas del espectáculo o fuera de ellas.

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  2. Ay éste critico que confunde el nombre de los personajes…

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  3. Ja ja ja a siempre los confundo!!! ahora mismo lo arreglo

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