martes, 25 de septiembre de 2018

Faust, La Grand Òpera En Todo Su Esplendor.

Por fin empezó la temporada lírica 18-19. Reconozco que llevaba con ganas de ópera desde hacía un tiempo, por no hablar de zarzuela, que el día cuatro de octubre empieza la temporada con una Katiuska de gran interés con Ainhoa Arteta a la cabeza.
La cuestión es que por fechas, el Real adelanta a la Zarzuela en cuestión de inicio de temporada, y este año Matabosch se decantó por "Faust" operón francés muy querido por el público, y que reconozco que al ver que La Fura estaba al frente del proyecto me daba un poco de pereza. Como es habitual en mi me equivoqué de parte a parte, y a medida que iban apareciendo imágenes del espectáculo, y se vislumbraba por donde iban los tiros más me apetecía ir.
El "Faust" del Real prometía un reparto sólido; incluso más que eso en algunos casos, también prometía una espectacular e imaginativa propuesta escénica, y unas funciones de las que nadie iba a salir indiferente.
La velada de ayer estuvo marcada por la calidad, a todos los niveles, y aunque nos dieron las tantas en el Real, ya que la cosa entre "ponte bien y estate quieto" se quedó en las tres horitas y media, salí casi eufórico, algo que dice mucho sobre los sufridos aficionados a la ópera, que asistimos muchas veces a representaciones, por aquello de ver si suena la flauta por casualidad y nos lo pasamos bien en el teatro. Ahora ya en serio, una función como la de ayer, tan disfrutable a todos los niveles, resume perfectamente porqué me gusta la Ópera, con sus excesos, con sus defectos,  con sus virtudes, y en todo su esplendor. En el Real estos días, sin ninguna duda se está representando Ópera y no ópera. Avisados estáis, que algo así no pasa todos los días y todavía quedan entradas, creo.



"Faust" denominada como "Grand Opèra en cinco actos" fue estrenada en el Théâtre Lyrique de París el 19 de marzo de 1859. La partitura corrió a cargo de Charles Gounod y el libreto fue escrito Jules Barbier y Michel Carré. Tuvo un estreno mas bien frío, y después de varios cambios y estrenos, fue en 1861, cuando si alcanzó el éxito deseado, pasando a ser una de las obras puntales del compositor galo. 
La ópera a nivel musical pasa de los pasajes mas efectistas a los mas intimistas, con considerable fluidez, aunque encuentro la obra un tanto irregular, en la que algunos momentos son absolutamente majestuosos, y otros un tanto prescindibles, y que entiendo que se justifican por el mero hecho de hacer avanzar la acción dramática. La obra precisa de un terceto solista de gran solvencia, que debe afrontar las no pocas dificultades de una partitura exigente, y escrita para grandes voces. El libreto simplifica una parte del mito de Fausto, aquella en la que se cuentan los amores con la desdichada Margarita, siendo el resultado mas bien un melodrama de tintes sobrenaturales, que la obra de cargada filosofía que Goethe planteó, y en el que la grandilocuencia de la Grand Òpera, se encuentra muy presente, gozosamente presente, durante toda la ópera, siendo "Faust" uno de los títulos mas queridos por el aficionado, dado las altas dosis de espectacularidad tanto escénica como musical que la obra ofrece, y un titulo de aquellos que si se "da bien" nos puede llevar al delirio en no pocos momentos.
Adoro "Faust" encuentro deliciosos sus pasajes mas ligeros, y aquellos de mas enjundia me resultan fascinantes, especialmente el terceto final, uno de mis primeros acercamientos a la ópera, ya que Jeanette Macdonald canta varios fragmentos de ésta ópera en la película San Francisco, uno de mis títulos favoritos de mi infancia, y que me revolvió el gusto por la ópera gracias a los trinos de la de Philadelphia en tan mítica película.



Vayamos con el elenco:
Correctos comprimarios, bonita voz y bien timbrado el Wagner de Isaac Galán. Muy disfrutable Serena Malfi, como Siébel, que se lució mucho en un bomboncito para el que está sobrada de facultades, y en el que un carnoso timbre de mezzo pura, con agudo brillante, se adapta a la perfección a la vocalidad del personaje. Y mucho ojito a la Marthe de Sylvie Brunet-Grupposo, que sacó todo el partido a nivel escénico de su papel, llevando a cabo una auténtica creación en lo actoral y una mas que aseada interpretación vocal.

Stéphane Degout, barítono, como Valentín.
Muy expresivo y de bella voz, me resultó impactante en su escena final, durante la maldición a Marguerite. Tuvo algunos problemas con el volumen, pero bien es cierto, que no me quedó muy claro si la mano tuvo algo de culpa en ello como mas adelante explicaré, ya que el instrumento de Degout me pareció robusto y bien templado. 

Marina Rebeka, soprano, como Marguerite.
De menos a mas, empezando de forma bastante anodina, especialmente en la celebre "Aria de las joyas" que resultó insulsa y un tanto rutinaria. A partir del cuarto acto, la cosa cambio notablemente, para terminar la función de forma mas que satisfactoria. Algunos agudos resultaron un tanto estridentes, sin llegar a molestar, y en los pasajes  heroicos es donde resultó mas satisfactoria, cuyo esforzado trabajo es muy de agradecer. En los pasajes más líricos me pareció fría, y poco implicada. La voz es grande, pasa la orquesta sin problemas, y se complementa muy bien con Faust.  Muy acertada en lo actoral, consigue transmitir a la perfección la inocencia, por decirlo suavemente, de Marguerite, dando sensación de estar completamente desvalida entre la fauna que la rodea. 

Luca Pisaroni, bajo-barítono, como Méphistophélès.
Mas barítono que bajo, Pisaroni estuvo muy voluntarioso durante toda la función, sirviendo una interpretación de calidad, aunque si es cierto que en los pasajes mas graves de la partitura se pierde la voz entre la bestial orquestación de la obra, no escuchándose por completo la "Ronda del becerro de oro" ni su intervención en el terceto final. Me faltó mas entidad en la voz, o al menos la entidad que el papel requiere, y que no me parece el mas adecuado para las características de nuestro cantante. No quiero que parezca que no me gustó, porque faltaría a la verdad, la voz es preciosa, muy matizada, y sobre todo por lo que mas me ganó fue por un interesantísimo tratamiento actoral del personaje, que suple de largo las carencias que mas arriba narro. A nivel actoral el Méphistophélès de Pisaroni se encuentra cargado de empaque y teatralidad, todo dentro de los cánones que se le presuponen al personaje. 

Piotr Beczala, tenor, como Dr. Faust. 
Rotundo triunfador de la noche a nivel vocal, ofreció una interpretación sólida, de pasmosa musicalidad, atronador volumen y brillantísimo agudo, obsequiándonos con unos cuantos pepinazos de infarto, en no pocos momentos. La voz de Beczala tiene ecos de cantante clásico, y sin duda nos encontramos ante un tenor de primerísimo nivel que navega por todos los recovecos de la partitura sin problema ni aparente esfuerzo. Brilla en lo heroico con impactante resolución, y resulta de gran sensibilidad cuando el papel lo pide, rematando sus intervenciones con un férreo control del aire, un exquisito fraseo, y una interpretación a nivel técnico realmente notable. Beczala no se achica en ningún momento, siendo generoso con el público, sin reservarse en ningún momento, algo que dadas las durísimas características del personaje no es ninguna broma, otros se reservan para los momentos mas comprometidos y de esta manera cubren el expediente. Beczala me pareció un cantante refinado, de noble acabado, voz pareja, alejado de los adornos superfluos, y que da absolutamente todo lo que tiene, que en su caso es mucho, sirviendo un Faust de altura, y de los que ya no se ven habitualmente. En algunos momentos, no pocos, me recordó a Carreras en su mejor momento, y aunque no soy amigo de comparaciones, reconozco que en este caso el timbre es tan parecido, y la voz tan bella que es inevitable el que me viniese a la mente el cantante de barcelonés.



Coro Intermezzo, con Andrés Máspero a la cabeza, sirvió una de las mejores interpretaciones que he visto en ellos, si bien es cierto que siempre están a la altura, en éste "Faust" se lucen mucho y muy bien. La ópera abundante en coros, no es fácil para la masa coral, que precisa de gran volumen y empaste en no pocos momentos, siendo esto superado con creces. De especial impacto resultó el final del segundo acto, y el atronador y de espectacular resolución "Coro de soldados" que reconozco que me dejó seco en mi butaca. Mención aparte para el arriesgado y difícil trabajo escénico que llevan a cabo, sorprendente y una de las bazas mas importantes del espectáculo. 

Dan Ettinger llevó la batuta de la OSM, con escasa sutileza, y con grandes dosis de efectismo. Se puede acusar la lectura de un tanto plana, es cierto, pero a nivel teatral, que a fin de cuentas en este caso es casi mas interesante, resulta completamente satisfactoria. Todo parece excesivo, desaforado diría yo, pero el disfrute en los momentos mas tremendos de la ópera es tal, que se nos olvida que no baja del forte en toda la función, a fin de cuentas de voces íbamos sobrados, y nos dejamos arrastrar por un sonido ampuloso y de espectacular factura, sin duda alguna discutible, especialmente en los volúmenes, pero de impactante acabado. 



Àlex Ollé de La Fura Del Baus corre con las labores de regista, y lo hace de forma completamente acertada. Toda la iconografía de La Fura se encuentra muy patente en una función de espectaculares resultados, impoluta dramaturgia y momentos de gran impacto. Ollé conocedor del mito de Fausto, transporta en el tiempo la ópera en un futuro un tanto distópico, violento, de inquietante estética, extraña sexualidad en las mujeres, y cargado de retranca. Todo aquello por lo que se puede acusar a "Faust" de maniqueísta se ve superado por una mala leche muy bien distribuida y que funciona a todas luces. Varios momentos son destacables, pero si me quedo con algo es con la forma en la que nuestro director hila las dos orgías que se ven en la ópera, la cercana a la opereta, y con no pocas dosis de humor en el final del segundo acto, que se ve grotescamente retorcida en la brutal, y no encuentro otro adjetivo, "Noche de Walpurgis" que me dejó impactado ante la enorme capacidad catártica de la escena. Si algo podemos decir de este "Faust" es que su imaginativa propuesta supera con creces las expectativas puestas en la producción. Ollé no nos aburre en ningún momento, y las inconsistencias habituales en los montajes de ópera mas rompedores, en este caso se encuentran en su mínima expresión, ya que todo tiene coherencia con respecto al libreto, y se entiende perfectamente. Visualmente la función es una gozada, con momentos de considerable empaque, sin dejar de lado el concepto de gran espectáculo que se le supone a una Grand Òpera. Los personajes se encuentran muy bien delimitados en sus caractéres, y los entendemos en su psicología sin el mas mínimo problema. Ollé sirve una función admirablemente movida, de dinámica resolución y en la que consigue que mantengamos la atención en todo momento para ver como se van resolviendo las diferentes situaciones escénicas que se plantean en el libreto. Dos menciones especiales son de rigor, por un lado las magníficas luces de Urs Schönebaum, un absoluto prodigio escénico que llenan de magia el escenario del Real, y los espléndidos figurines de Lluc Castells, que definen a los personajes, especialmente a las féminas y a Méphistophélès de forma realmente admirable, y cuyos diseños de Cyber-Barbies y lascivas matronas de monstruosos pechos se quedarán en mi retina por mucho tiempo.
No me imagino mejor inicio de temporada que este "Faust" que ofrece una Grand Òpera en todo su esplendor, en su punto justo de exceso, y lo que es mas importante, con un superlativo nivel musical. Esperemos que los derroteros del Real sigan en ésta línea, sin duda los aficionados lo agradeceremos.



  
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1 comentario:

  1. Gracias por esta descripción... Se queda uno con todas las ganas de ir. Debo añadir que los trabajos de La Fura siempre me han gustado mucho y, como has podido comprobar, tu mismo has quedado encantado.

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