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viernes, 23 de mayo de 2014

La Violación De Lucrecia,Ensayo De Una Violación

Mi admiración hacia Nuria Espert, se ha ido acrecentando con los años, la primera vez que la vi en directo, fue en un montaje de ¿Quien Teme a Virginia Woolf? con Adolfo Marsillach en el Año 99, y reconozco que me dejó bastante frío, mas tarde la vi en El Cerco De Leningrado con María Jesús Valdés, y he de decir que La Valdés se la merendaba, y posteriormente me fui reconciliando con ella en múltiples montajes, hasta sentir verdadera veneración por su particular forma de hacer. Espert es una actriz única, con un código muy suyo y una forma de trabajar muy especial que no a todos gusta. Sus mayores virtudes en mi modesto entender, son su entrega, honestidad en su trabajo y la sensibilidad tan extrema que caracteriza sus interpretaciones. Se me escapó La Violación De Lucrecia en su estreno hace ya un par de años, y cuando me enteré de su reposición en el Teatro De La Abadía no me lo pensé dos veces. Por azares de la vida me equivoqué de día y me presenté en el teatro el domingo en vez del sábado, y he de decir que el personal de La Abadía se portó estupendamente facilitándome dos pases para hoy, es de justicia decirlo, ya que hubiese perdido el dinero, y la oportunidad de ver este espectáculo que tanto me llamaba la atención. Dispuesto a vivir emociones fuertes me acerqué esta tarde al teatro, y con bastante buen ánimo. La cosa no me defraudó como iré desgranando en esta crítica que me ocupa, así que vayamos al lío que es lo que interesa.


La Violación De Lucrecia, es un poema de un joven  William Shakespeare, en el que se narra el hecho que desencadenó la caída de la monarquía en la Antigua Roma y el advenimiento de la república. Este importante hecho histórico, ha sido plasmado en múltiples ocasiones tanto en la literatura como en la pintura, siendo el tema de la misma una excusa para mostrar el desnudo femenino en épocas mucho mas conservadoras que la actual. El poema de Shakespeare está considerado uno de los mas difíciles textos de El bardo, y es de auténtica justicia esa consideración. La profundidad de los personajes, el calado de la historia y la crudeza del mismo lo convierten en un reto interpretativo de altura. En este montaje que me ocupa, Nuria Espert, en un auténtico tour de force, da vida a todos los personajes que aparecen en el drama. Algo que muy poc@s se atreven a abordar. Espert sale airosa por varios motivos como luego explicaré. En esta producción mediante un pequeño juego escénico se nos indica al espectador que Nuria se encuentra en su casa estudiando el texto que da título a la obra, tras esta breve introducción, que encontré un poco innecesaria aunque no molesta mucho, empieza el festival de interpretación mas pasmoso del que he sido testigo ultimamente.


Nuria Espert, da vida al Narrador del Poema, la ultrajada Lucrecia, su violador Sexto Tarquinio, el marido de Lucrecia Lucio Tarquinio Colatino, y Bruto amigo de el marido de Lucrecia. No desentona en absoluto en ninguno de los papeles, destacando especialmente como Tarquinio, en una crudísima escena preámbulo de la violación y en la propia Lucrecia, donde da notas mayúscula de gran trágica, con gran capacidad para conmover al respetable. Su trabajo es apabullante, el continuo cambio de registro, y la complicación corporal que esto conlleva, pasma al mas valiente. Espert es despiadado y masculino cuando el personaje lo requiere y rebosa candor y tristeza cuando Lucrecia ya ha sido violada. Su voz aporta matices interesantísimos, dotando de gran personalidad a cada personaje, y su interpretación está tan desnuda, y desprovista de artificio que tan solo se apoya en unas bellísimas telas, que sirven de vestimenta para diferenciar a los personajes. Estamos ante un trabajo muy de verdad, que no necesita mas que lo que tiene, un bello y sencillo envoltorio, y talento, mucho talento. Espert hace una lectura muy profunda de todos los personajes, dotándolos de mucha humanidad y una grandeza épica digna de lo que la historia cuenta. A este respecto destaco el momento en el que Tarquinio siente arrepentimiento ante el salvaje acto que acaba de cometer. La obra ofrece momentos de gran lirismo,sobre todo cuando se desarrolla el paralelismo que hace Shakespeare entre Lucrecia y Hécuba, otra reina ultrajada cuya historia también sirve como fin de Troya, y en definitiva el fin de otra época. Dos mujeres con varias cosas en común, y que Shakespeare muy astutamente incluye en la trama cuando Lucrecia rota de dolor observa varias pinturas donde se narra la historia de Hécuba. En esos momentos Espert dota de gran dignidad a esta mujer destruida y asqueada ante lo que le acaba de ocurrir. Su interpretación es un crescendo de intensidad y tensión que culmina en el momento del suicidio, sin aspavientos, en un silencio sepulcral que me dejó helado. Humildemente pienso que Nuria Espert ha hecho historia en el teatro español ( una vez mas ) por su esforzadísima interpretación, que roza lo sublime en algunos momentos, y que mantiene al espectador en vilo durante toda la función. Uno siente cuando el respetable está completamente concentrado en lo que está viendo, algo que en esta función fue muy notorio, y que finalizó con una sonora ovación, mas que merecidísima, tanto por el esfuerzo como por la calidad de lo que Espert ofrece. Mención aparte merece lo bien que dice el texto, ya que absolutamente todo lo que en el se cuenta se entiende a la perfección, algo que dado la dificultad del mismo no hace mas que refutar el enorme trabajo que hay detrás de este espectáculo.


La función visualmente es bellísima, Miguel Del Arco ofrece una producción muy elegante, con sugerentes figuras visuales, escasa pero bonita escenografía y un aprovechamiento de los elementos escénicos magistral. Del Arco dirige a Espert con gran fluidez, se nota el trabajo conjunto realizado y la suavidad con la que ha tratado a su actriz. Estoy absolutamente convencido que la genialidad de la producción radica en la perfecta comunión entre actriz-director, dando alas a la interpretación y al profundo estudio del texto. La función está muy medida, muy cuidada y muy matizada, algo que se refleja en la perfecta continuidad entre escena y escena, y lo que es mas difícil, la transición entre personaje y personaje que transcurre en décimas de segundo. El recorrido de Espert está muy medido, y los tiempos son perfectos, labor indiscutible de Miguel Del Arco, que sin lugar a dudas sabe muy bien lo que hace, y como tratar a su actriz. 
Mención aparte merecen las impresionantes luces de Juanjo Llorens, que sin lugar a duda son de premio, transmiten gran belleza y apoyan perfectamente la acción dramática, se trata de una propuesta oscurantista, algo que acrecienta el tremendo drama del que se es testigo. Del mismo modo destaco también la estupenda escenografía y figurines de Ikerne Giménez. Elegantísimos y muy funcionales, sin restar ni un ápice de plasticidad a las bellas imágenes que Del Arco propone.


En resumen, una propuesta absolutamente imprescindible para cualquier amante del teatro. Tanto por lo arriesgado de su planteamiento, el impresionante trabajo de Nuria Espert y la cuidadísima puesta en escena. Estamos hablando de Teatro con mayúsculas, sin artificios, desnudo y muy, pero que muy recomendable. Los monólogos tienen fama de áridos, yo siempre digo que depende de quien lo haga y como se lleven a cabo. Salí impresionado, algo que cada día me cuesta mas cuando asisto a una función, y estoy absolutamente convencido de que nadie que asista a este espectáculo sentirá indiferencia. No quedan muchas funciones.... avisados estáis, je, je, je


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