"Grease" ha vuelto a nuestras carteleras, es quizás el título más recurrente de todos del repertorio de musicales en nuestro país, y posiblemente el que más veces se ha representado. La primera vez que vi "Grease" en teatro fue en la producción de Luis Ramírez del 98 (aparatosa, carísima y aburridísima), y a pesar del enorme fracaso que supuso aquel proyecto, los empresarios teatrales siempre han tenido fe en la obra y sobre todo sus posibilidades comerciales, poniéndose en pie tantas veces después de aquel fiasco, que un servidor ya ha perdido la cuenta del número de veces que he visto este musical. "Grease" forma parte de nuestra vida, los que la vieron en su momento porque los llevaba directamente a su adolescencia, y los que posteriormente la volvimos a ver, que si bien en los años 50 no habíamos nacido, si que en los 90 tuvimos la oportunidad de introducirla en nuestra nostalgia colectiva.
El público cuando ve este musical se sabe las canciones de memoria, se sabe los diálogos de memoria, y lleva a sus hijos a verlo para que descubran una obra que para ellos (nosotros) fue mítica, esperando que también lo sea para las futuras generaciones, algo que posiblemente ocurra, ya que sus canciones siguen sonando y me da a mi que lo seguirán haciendo.
Cuando se planteó que se iba a hacer de nuevo, reconozco que me dio pereza, por la de veces que la he visto y la de veces que se ha hecho, pero a medida que se fueron avanzando detalles de la producción me fue picando la curiosidad. Lo primero que se planteó es que iba a ser la primera vez que se iba a representar con actores en la edad que se les supone a los protagonistas, después una revisión estética completa en la que se huiría del referente principal que es la película, y por último el volver a hacerla en gran producción ya que después de la del 98, siempre se había puesto en pie en medio formato, sin grandes alardes escénicos, a esto hay que añadir una revisión del texto original en la que se pondera la figura de la mujer, de forma más acorde con los tiempos que corren. Visto todo esto y vistas las primeras imágenes del montaje, decidí que no me la podía perder, así que ayer me acerqué al Nuevo Alcalá dispuesto a pasármelo bien y sobre todo dejarme sorprender... la cosa funciona a medias como iré desgranando en la siguiente crítica.
El caso de "Grease" es curioso, el musical se ha visto fagocitado de manera inclemente por la icónica película de Randall Kleiser, que difiere bastante de la obra original de 1971, manteniéndose como versión standard la del film, con sus canciones añadidas, sus cambios con respecto al libreto original, y con su estética tan marcada como referencial. La versión original de "Grease" se estrenó en Chicago, y fue producto de una compañía de teatro independiente, para llevar a cabo el musical, Jim Jacobs y Warren Casey se basaron en sus experiencias de juventud en un instituto de Chicago durante los años 50 del siglo pasado. El éxito de la obra fue brutal, y de ahí el salto a Broadway era solo cuestión de tiempo, donde se mantuvo en cartel durante ocho años, llevándose varios premios en su momento. Después vino la película... y el resto es historia.
La adaptación que se está representando viene firmada por David Serrano, y aquí es donde empiezan los problemas. El secreto de "Grease" no está en su libreto, no es "El rey Lear" precisamente, ni en una partitura de altos vuelos, el secreto es el tono paródico que destila, la mala baba nada soterrada que se vislumbra, la burla a los estereotipos de los años 50 en cuanto a roles sexuales se refiere, y a la forma de ver la vida en aquella época. Todo eso se ha esfumado, o sacrificado por dar valor a los personajes femeninos, y por aquello de lo politicamente correcto, yendo completamente a la contra de la esencia de la obra. Cierto es que hay conductas en el material original que nos pueden chocar, el baboseo continuo de Vince Fontaine, la aparente falta de carácter de Sandy, el machismo tan exacerbado de los T-Birds, o la frivolidad de las Pink Ladies, pero amigos, la forma de cambiar eso no está en quitarlo del texto, está en mostrarlo de forma que se vea que aunque antes era así, no está bien, y que los tiempos que corren condenan esas conductas. Hay una cosa que no se nos debe olvidar, en el "Grease" original, al final la que se sale con la suya es Sandy, Rizzo se muestra como una mujer fuerte y valiente y los personajes masculinos son caricaturizados hasta el ridículo. Todo eso ha desaparecido, el recorrido de Sandy se pierde por el camino, ya que desde el principio se nos presenta como una chica de carácter y en general toda la mala baba se ha suavizado, siendo el resultado una función ambientada en los años 50 con unos adolescentes que se comportan como lo hacen los de 2021. Por tanto se ha empobrecido el material original, en aquello que precisamente destacaba, y se ha convertido en una mera historia de amor con pinceladas de humor, que no acaban de cuajar, perdiendo gran parte del encanto de la obra original. La infantilización de "Grease" con el paso de los años es un hecho, llegando al paroxismo en esta nueva versión, algo que yo entiendo desde el punto de vista comercial por aquello de ampliar el espectro de público potencial, pero que a mi personalmente me apenó bastante ya que se han limitado mucho las posibilidades de la obra tanto a nivel dramático como actoral. "Grease" nunca se planteó como una comedia de humor blanco, y si como una revisión adulta de los tics de una época y sus convenciones sociales, desde un punto de vista ligero, que duda cabe, pero con sus retazos de ironía que sin duda es lo que le dan chicha a la función. Así que si vais a ver este "Grease" pensad que es otro punto de vista de la función, a mi entender descafeinado, y eso si... para todos los públicos.
El elenco, numerosísimo se sostiene en su mayor parte por alumnos de la escuela de musicales que SOM Produce ha puesto en pie el año pasado y que apunta maneras en cuanto a cantera de nuevos artistas del género se refiere. Hay que destacar la juventud y entusiasmo de todo el reparto, que si bien es cierto, se entrega a tope en el espectáculo, en algunos casos todavía se encuentran un tanto verde a la hora de afrontar un musical de esta envergadura. Todo el elenco tiene un elevadísimo nivel en la disciplina de danza, y aportan un tremendo empaque al espectáculo, que llenan con su energía el escenario del Nuevo Alcalá, muy especialmente en la escena del concurso de baile.
Dentro del gran número de pequeños personajes que tiene la función destaca la Marty de Mia Lander, impagable en sus momentos con Vince Fontaine, repitiendo todo lo que su ídolo dice, fue una de las actrices que más gracia me hizo, así como por su número musical, bien servido y muy bien movido. También destaca Sonia Vall como Frenchy, muy alejada del estereotipo del personaje pero sin duda le funciona, con grandes dosis de verdad y ternura. Entre los chicos se desdibuja un poco la cosa, ya que no se encuentra bien definida la personalidad de cada uno, aunque el Doodye de Lucas Miramón me gustó con algunas frases muy bien encajadas entre las escenas de conjunto.
La pareja formada por Ana de Alva y Jan Buxaderas, como Rizzo y Kenickie respectivamente, funciona, aunque a de Alva le falta todavía peso escénico para llegar al carácter de Rizzo. Donde mejor se aprecia el personaje es en su número musical, y posterior escena con Sandy, ya que logra crear una atmósfera muy particular y acertada de ese momento. La voz de especial timbre, resulta adecuada para el papel, y no está mal manejada. Jan Buxaderas si que brilla y mucho en todas las disciplinas, cantando su número principal cargado de energía y gran control del instrumento. Buxaderas me pareció el más sólido del elenco joven, y reconozco que me encantaría verlo como Danny, sin duda está preparado para el papel.
Victor Massan como Vince Fontaine, me resultó irregular en lo actoral, y estupendo en lo vocal. No parece cogerle el aire al papel, que debe mandar en sus escenas, faltándome presencia y carisma, aunque si es cierto que en momentos puntuales, especialmente cuando apela a la nostalgia y al amor de juventud, si que hay cierto peso actoral. Pasa bastante desapercibido durante la función, cuando debe de ser una de las estrellas, y su número, deslucido en los escénico no salva las carencias de su trabajo, que yo creo que se encuentra mal enfocado desde la dirección. Posiblemente unas directrices más claras sobre el personaje le hubiesen ayudado a encontrar su sitio, ya que en general parece descolgado del resto del elenco, sin encontrar su sitio en la función. La voz bien timbrada, resolutiva en el agudo y con buenos final de frase si que se adecúa al personaje sin el menor problema.
Lucía Pemán y Quique González, como Sandy y Danny respectivamente, también acusan cierta falta de carácter, no tan marcada como en otros personajes, pero si que me faltó peso escénico, algo que es una tónica en la función. Pemán convincente y menos sosa de lo que suele presentarse el personaje, tiene una voz muy bonita que se ajusta a la vocalidad de Sandy, donde más flojea es en el número final, ya que no vi a la Sandy "dura" que cambia para sorprender a su chico, es la misma Sandy de toda la función, solo que vestida de manera diferente. González, con buena presencia salva los trastos en lo actoral, aunque un poco más de comicidad no le vendría mal, en un personaje muy bien controlado en lo corporal, quizás un poco justo de carisma, y que funciona más como héroe romántico que como parodia de chuleta de tres al cuarto, algo que quizás no sea culpa suya, si no del tratamiento actoral de todos los personajes. En lo vocal un tanto irregular, no acabó de rematar satisfactoriamente su famoso Sandy, si bien es cierto que la voz apunta maneras, todavía no está madura para afrontar según que momentos. Me gustaría remarcar una cosa que se extiende a la mayoría del elenco joven con números en solitario, el manejo de la voz en general no es el adecuado, y creo necesaria una revisión con un coach que les marque las directrices vocales de cada número, ya que ninguno acaba de ser rematado del todo por cierto descontrol de los instrumentos de cada artista.
Hay que destacar la estupenda lectura musical por parte de Joan Miquel Pérez, que dirige la orquesta con gran pulso, un sonido espectacular, de gran impacto teatral, y que acompaña perfectamente no solo los números musicales, si no también la acción dramática. Muy pendiente de los artistas durante toda la función, sin duda, su trabajo pasa por un mimo y un cuidado exquisito del material original.
El espectáculo viene firmado por David Serrano, y hay que diferenciar muy claramente la propuesta escénica y visual, con el tratamiento actoral, ya que nos encontramos ante un espectáculo de impactante acabado, gran formato, sorpresiva resolución de cada escena (en casi todos los casos), y una función con un pobre planteamiento actoral que no acaba de pillarle el punto al material original.
El mayor acierto de este "Grease", recae sin duda en el concepto visual, completamente alejado de la película, responsabilidad en parte de la monumental e inspirada, aunque un tanto limitadora, escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda. A este respecto destaca la escena del baile, muy imaginativa y de espectacular acabado. También resulta acertado el vestuario de Ana Llena colorido y bien adaptado para las múltiples coreografías que trufan el espectáculo. Los problemas surgen en el enfoque que se le ha dado a la función, se han limado, en exceso para mi gusto, los estereotipos que "Grease" plantea, quedando en general todas las interpretaciones un tanto planas. Me faltó chulería en líneas generales, y ciertos personajes que en la trama se deben plantear como más extremados pasan muy desapercibidos diluyéndose el carácter de los mismos. Los chistes no acaban de funcionar, y en las escenas en las que muchos personajes hablan juntos, hay cierta tendencia a ralentizar el texto, con pausas entre los bocadillos que lastran el ritmo de la función. El resultado el de un espectáculo un tanto apagado, que si es cierto, se suple con la entrega y energía del elenco, pero falta chicha actoral en general. Otro problema que nos encontramos son las transiciones, sorprendentemente torpes para un espectáculo de esta envergadura, ya que no parecen fluir lo suficiente, restándole agilidad a la función. Se abusa del oscuro en los cambios, y quizás las mutaciones vistas hubiesen sido un mejor recurso para aligerar la función. Hay dos momentos en la función que me sorprendieron por su falta de fuerza, el número del Ángel, a mi entender un "Viva Cartagena" en toda regla, no llega a la expectativas, y no se encuentra arropado ni en el aparataje escénico ni en la coreografía, así como el mítico "You´re the one what I want", sorprendentemente desangelado, y poco espectacular como final de obra. Mejor resuelto a todas luces se encuentra el número principal de Rizzo y la escena posterior, así como toda la escena de la fiesta de pijamas. Otro de los aciertos se encuentra en el entrenamiento de Danny Zuko, único momento de la función en el que se sentí que el espíritu de "Grease" se encontraba muy presente. David Serrano no le pilla el punto a la función, y su intento de actualizar el humor de la función no acaba de cuajar, y los chistes parecen lavados, blanqueados y centrifugados, quedándose en una bonita dosis de chapa y pintura, aséptica e inmaculada, y con poquísima chicha teatral. Quizás "Grease" no necesita que se la tome tan en serio, y en vez de envolverla en cierta pátina de didáctica moralina, debería dejarse como lo que es, una comedieta con su puntita de mala baba, mucha retranca, y ligereza festiva. El resto del trabajo ya lo puede hacer el espectador por su cuenta, que sin duda es capaz de discernir que los comportamientos no son los mismos ahora que en los años 50. Si esto se hubiera planteado así, la función hubiera ganado unos cuantos enteros, y teniendo en cuenta la infraestructura del espectáculo, quizás nos podríamos haber encontrado con la producción definitiva del musical en nuestro de país. Dado el enfoque nos hemos quedado en un espectáculo monumental en lo visual, y un tanto olvidable en lo demás, que no deja huella, aunque se disfruta de forma agradable, leve y más intranscendental de lo que la obra en si ya lo es.
Mención especial para la coreografías de Toni Espinosa, que si bien es cierto pecan de repetitivas, están tan bien resueltas, y desprenden tanta fuerza que son uno de los grandes activos de la función, así como para las luces de Juanjo Llorens, que visten a la perfección el espectáculo en todos los cuadros que se presentan.
Este "Grease" de impecable factura, se puede disfrutar como la gran producción que es, la verdad es que da gusto ver ese escenario tan lleno de artistas, después de este periplo de espectáculos de medio o pequeño formato, y si de pasar la tarde se trata, sin duda el cometido está logrado. Pero... se ha perdido la oportunidad de realizar el "Grease" definitivo, o aquel que deje una huella indeleble en el que lo vea, una pena, porque esto que planteo se puede subsanar con un par de retoques que refuercen y sobre todo carguen de chicha al espectáculo.
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