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lunes, 17 de septiembre de 2018

La Ternura, Gozosa Revisión Del Teatro Isabelino.

"La ternura" fue uno de los grandes éxitos de la pasada temporada, y me resultó completamente imposible conseguir entradas para verla, me quedé con las ganas, y daba por perdida la función. Felizmente han vuelto ésta vez en el Infanta Isabel, y en cuanto estrenaron me saqué las entradas para que no me ocurriera lo mismo que en La Abadía. El arranque de la temporada, que se vaticina intensa, no puede ser mejor, y lo que queda de mes tengo al menos cuatro espectáculos pendientes, así que aplicándome aquello de "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy" me acerqué el pasado domingo a la Calle Barquillo dispuesto sobre todo a reírme y a pasar un par de horas lejos de la rutina. No pedía nada mas, y así fue. La Ternura da exactamente todo aquello que ofrece, y lo hace con unos niveles de calidad mas que notables. Propuesta mas que recomendable para pasar una tarde agradable y disfrutar de teatro realizado con gran tino y mucho amor, ya que si hay algo que destila este montaje es eso, amor al teatro, amor a la vida, y amor al buen rollo.





"La ternura" con texto y dirección de Alfredo Sanzol, es un comedión de los que ya no se escriben, de solidisima estructura y que funciona a las mil maravillas cómo remedo de la comedia isabelina, especialmente en lo que a Shakespeare se refiere. Varios títulos de "El Bardo" se encuentran de forma mas o menos velada dentro de la función, por no hablar de los títulos de las obras que se introducen en el texto de forma ingeniosa, y gratificante para el espectador más avezado.
El texto de indudable belleza nos propone un maravilloso engaño, una comedia que parece escrita en el S.XVII, pero que se ha elaborado en el XXI. El trampantojo funciona sin ninguna duda, tanto por el lenguaje empleado por Sanzol, como por la maravillosa estructura de la obra y de sus personajes, siendo la ilusión perfecta a este nivel y redonda desde todo ángulo. No nos engañemos, "La ternura" es una comedia ligera, sencilla en su mensaje y gozosa en su comicidad, desopilante a ratos, siempre bella de principio a fin, con unos personajes cargados de carisma, de conflictos universales y de lírico tratamiento en su acabado formal. La historia se encuentra dentro de lo que se podría denominar comedia amorosa, con la eterna lucha de sexos cómo telón de fondo, con un entramado realmente bien presentado por Sanzol que culmina en unos veinte minutos de absoluto despiporre que no tienen desperdicio y que rematan el texto de forma admirable, pudiendo considerarse el trabajo de Sanzol con el texto muy inspirado, y delicioso dentro de su mágica ingenuidad.



La obra se sustenta con seis actores que sin duda se encuentran en estado de gracia, y que son arte y parte dentro del éxito de ésta "Ternura".
Nos encontramos ante un trabajo netamente coral en el que la solidez es la tónica, y dónde todos los resortes funcionan de la mejor forma posible.

Eva Trancón y Natalia Hernández, como La Princesa Rubí y La Princesa Salmón respectivamente.
Hermanas en la ficción y de muy diferente psicología son la pareja perfecta. Sensible y explosiva Trancón, lacónica y aparentemente impasible Hernández, igual de cómicas en sus composiciones, y tremendamente implicadas ambas, especialmente Trancón ya que dado el temperamento mas extremado de su personaje sabe lucirse mucho en sus escenas mas emotivas. Hernández en un código menos exterior e igual de efectivo, resulta enigmática y deliciosa por momentos, y con unas cuantas frases lapidarias antológicas.

Paco Déniz y Javier Lara, como Leñador Verdemar y Leñador Azul respectivamente.
Igual de diferenciados entre si en sus psicologías que sus compañeras, nuestros actores llevan a cabo un trabajo de indudable altura, y no pocas dificultades. Sus dos papeles se me antojaron muy difíciles, a todos los niveles, con momentos superlativos en el caso de Déniz en la última parte de la función debido a un juego escénico que no desvelaré pero que a nivel técnico resulta arduo, y asombra al mas pintado. Lara me pareció que encarna la esencia de la obra en toda su extensión, y realmente me fascinó en su composición, cuya ternura, perdón por la redundancia, es pilar de la historia y del mensaje de la función. La inocencia que emana detrás de esa mirada de cordero degollado no hace mas que indicarnos el gran trabajo que Lara ofrece y el mágico efecto que se puede conseguir con una interpretación teatral.

Elena González y Juan Antonio Lumbreras, como La Reina Esmeralda y el Leñador Marrón.
Con unas dosis de sabiduría escénica mas que notable, nuestros actores llevan a cabo dos personajes sentadísimos y de sólido acabado. De González hay que destacar una presencia escénica brutal, que apoya a la perfección todo aquello que se le supone a una reina, luciendo poderío y hechuras de primerísima actriz de carácter sin dejar atrás lo cómico, que en "La ternura" es básico. Lumbreras sorprende en su composición, cuya corporalidad además de peculiar me pareció adecuadísima en la definición del personaje. Un tanto redicho, no para mal, es que el Leñador Marrón es así, y con un tratamiento del texto impecable, Lumbreras crea un señor entrañable y muy reconocible dentro de un arquetipo que todos nos hemos encontrado alguna vez en nuestra vida real. Encontré el trabajo de nuestro actor cargado de empaque teatral y un personalísimo sentido del humor de indudables resultados.



Alfredo Sanzol dirige el espectáculo, siendo un acierto en su totalidad. Partimos de la premisa netamente isabelina del escenario desnudo y poco mas. A partir de ahí la magia surge, y no sólo por las artimañas nigromantes de La Reina Esmeralda, sino por lo que Sanzol consigue mediante el inteligente uso del espacio escénico, consistente en dos telones y unas estupendas luces de Pedro Yagüe. Gracias al trabajo de los actores y a las acciones escénicas vemos la isla, vemos las plantas, y hasta el sendero por el que caminan hacia la cima del volcán, porque amiguitos, realmente el resultado es tan absorbente que a poco que pongamos cómo espectadores, a los cinco minutos de empezar la función, ya estamos dentro de ella.
Sanzol sirve un espectáculo ágil, bien movido, y de ascendente comicidad en la que todo se encuentra perfectamente medido, facílismo de ver, y facílisimo de asimilar, donde lo que Sanzol quiere contar queda mgnificamente expuesto, y lo que es mas importante en ésta función, cómo nos lo quiere contar.
El tratamiento del texto en lineas generales es ejemplar, tanto en el ritmo como en las intenciones, que se ven perfectamente apoyadas con lo que transcurre en escena. Sanzol ofrece un espectáculo de calidad, divertido y de mas que justificado éxito.
En resumen, "La ternura" es una comedia disfrutable y disfrutona, en la que sus actores se lo pasan pipa, el público ríe a carcajadas, y con una sensibilidad muy marcada en su planteamiento. Y lo que es mas importante, en la que todos en mayor o menor medida nos podemos ver identificados en algún momento.





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