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lunes, 25 de marzo de 2019

Magnani Aperta, Nannarella Nos Abre Las Puertas De Su Casa.

Hace un par de años aproximadamente, se dio uno de esos fenómenos teatrales que ocurren cada cierto tiempo. Es decir, una propuesta aparentemente pequeña, que da la campanada y de repente se convierte en la obra de la que todo el mundo habla, y que todo el mundo quiere ver. Eso es exactamente lo que ocurrió con Magnani Aperta, que se me escapó en su momento, con gran dolor por mi parte, y que el destino ha cruzado de nuevo en mi camino, para esta vez si poder acercarme a un piso de la Calle Desengaño 22 que es donde se representa esta singular y más que atractiva pieza, que digo desde ya, me parece de casi obligado visionado para todo aficionado al teatro que se precie de serlo.
 Reconozco que la época de Anna Magnani, y su esplendor, fue gloriosa para el mundo de la interpretación en Italia, y no solo eso, sino para todo lo que lo rodeaba. La figura de Anna Magnani, su halo de gran trágica dentro y fuera de la escena, casi se da de bruces con el oropel del star-system que imperaba en aquellos tiempos, pero se me antoja imprescindible como un oasis de autenticidad entre tantas divas de cartón piedra. Siempre encontré a Anna Magnani fascinante, poderosísima en pantalla, y una figura que transitaba entre lo temible y el patetismo de una forma peligrosamente visceral, y a un paso del abismo. No me imagino personaje más teatral que la propia Anna Magnani, y por tanto ayer esperaba emociones fuertes, y vaya si las tuve...



Magnani Aperta de Arantxa de Juan, que no solo ha escrito el texto, sino que lo protagoniza y lo ha dirigido, es una pieza de duración media en la que se nos cuenta la última hora de Anna Magnani en su casa, ya carcomida por el cáncer de páncreas, antes de ir al hospital donde moriría pocos días después.
 Este es el pretexto para contarnos la vida y sobre todo explicarnos la personalidad de una de las actrices más importantes del S.XX, y todo un mito en Italia que trasciende más allá de las fronteras de dicho país.
La Magnani, era una estrella por su popularidad, pero era una anti estrella en su fondo, me explico. Nada en ella era artificio, y lo que realmente arrasaba al espectador era su bestial dosis de verdad en todo aquello que hacía, dentro y fuera de la pantalla. Magnani tuvo una carrera intermitente, plagada de interpretaciones brutales, que fueron en consonancia con una vida tumultuosa, e igual de intensa que sus creaciones actorales.
De Juan, mete en una coctelera todos estos elementos que planteo y de ahí sale un cóctel explosivo en el que la Magnani aparece "aperta" en canal, en una disección perfecta y muy humana de lo que la actriz era, así como de su carrera y los momentos mas importantes de su vida. Nos encontramos ante un texto en el que se nos plantea de una forma muy lúcida y cargada de emotividad una personalidad complicada, y en el que la tragedia y la comedia se dan la mano, pasando de la risa al llanto en segundos, en un ejercicio de intensidad teatral muy conseguido, y con un papel que encontramos "más grande que la vida" que dicen en Estados Unidos, y que paradojicamente en sus excesos se encuentra su autenticidad. La Magnani era así, o al menos así ha pasado a la historia, y ese es el testigo que ha cogido Arantxa de Juan, para que después de un asombroso trabajo de documentación, nos presente a su heroína, revivida en carne y hueso, de forma muy reconocible y sobre todo de forma muy real. Aquí no hablamos de un almibarada biografía, o de una sucesión de declaraciones de la artista hilada con más o menos tino, sino de la revisión de la vida y personalidad de una mujer compleja, tratada en profundidad y que realmente sirve como radiografía de Anna Magnani, y en la que incluso aquellos espectadores que no hayan oído hablar de ella, saldrán con un idea muy clara en su cabeza de como era y lo que supuso en su momento.



Vayamos con el elenco

Nerea Portela, como la enfermera que la está cuidando en su casa a Anna Magnani, en un importante ejercicio de escucha, ayuda a motivarse a su compañera, y sirve para que Arantxa de Juan plantee sus textos en una curiosa estructura que si bien podemos considerar monólogo, se ve pertinentemente interrumpida por nuestra actriz de forma efectiva e implicada. Portela da lo mejor de si misma y responde a todos los estímulos que Magnani le ofrece sin dejar de estar en su sitio ni un solo momento. Los personajes "servidores" de texto tienen todo mi respeto, ya que sus dificultades son muchas y cuando no se hacen bien resultan extremadamente molestos. En este caso Nerea Portela transita al lado de su señora, con la transparencia de un fantasma, necesario y que reconozco que me conmovió en la última escena de la función cargada de patetismo, y muy bien resuelta en lo dramático.

Arantxa de Juan, como Anna Magnani resulta absolutamente inconmensurable en un papel que parece que realmente ha nacido para llevar a cabo. El mimetismo Magnani-de Juan es asombroso, y sinceramente me costó diferenciar donde acaba el personaje y donde empieza la actriz, siendo el resultado una creación cargada de verdad, y empaque teatral que nos retrotrae directamente a la propia Magnani, que se se ve reflejada hasta el milímetro en el trabajo de Arantxa de Juan, todos los gestos, la risa, y las inflexiones de la voz de la diva, están ahí, y lo que es más importante, incorporados de forma completamente orgánica, sin tener la sensación de ver a una actriz imitando a otra. De Juan no imita, es, estribando ahí la grandeza de su creación.  Resulta muy destacable también la tremenda implicación emocional de nuestra protagonista, en la que todo surge de forma natural y aparentemente fácil, llegando sin problemas a todos los estados de ánimo por los que transita la Magnani, y cambiando el registro a velocidad vertiginosa y de forma perfectamente canalizada. El control del texto es prodigioso, y parafraseando a la propia Magnani, todas las palabras están dichas por algo, ni una frase se pasa por encima, y absolutamente todo lo que de Juan nos ha querido contar con su personaje queda cristalino en su exposición. El trabajo de nuestra actriz resulta explosivo en su acabado, emotivo en grado sumo, y de pasmosa verosimilitud, llegando de una forma muy directa al espectador en toda su enormidad. Nos encontramos con un trabajo en el que la honestidad, la ausencia de afectación, y el respeto absoluto hacia la figura de Anna Magnani son definitorios como declaración de principios, y como senda a seguir para llegar al sitio que se nos quiere llevar. 



En cuanto a la dirección escénica nos encontramos con grandes hallazgos, siendo primordial el entorno. La función transcurre en el piso de la propia autora, que hace de hogar de Magnani funcionando como un personaje más dentro del espectáculo. De Juan-Magnani aprovecha el espacio hasta el límite de sus posibilidades, y todas las acciones se encuentran plenamente justificadas dentro del microcosmos que simboliza ese piso, empezando por una escena de un intimismo casi incómodo en el que nos encontramos con el despertar de nuestra protagonista al que asistimos en primera persona, a menos de dos metros. Sin llegar a hacer partícipe al público, ya que no se rompe la cuarta pared en ningún momento, nuestra directora consigue una maravillosa ilusión, y esa es que el respetable se sienta parte del mundo mas íntimo de Anna Magnani, y que nos sintamos completamente dentro de la función formando parte de ella sin que sea así realmente. 
Arantxa de Juan mima su texto, lo estira, lo encoge, juega con él, y lo modula en un trabajo profundamente naturalista, y que apuesta por el riesgo lanzándose al vació sin miedo, y llegando al único lugar posible, a mi entender, para que Magnani aflore como es debido. La obra funciona como un carrusel emocional que nos va llevando de forma vertiginosa por los vericuetos del alma de la Magnani, sin que nunca sepamos por donde va a salirnos con su explosivo carácter, y arrastrándonos con ella tanto cuando ríe como cuando llora. Todo esto que planteo se encuentra dotado de un impoluto sentido del ritmo que sirve precisamente para que nos identifiquemos plenamente con lo que pasa por la cabeza de la protagonista del espectáculo.



Nos encontramos ante una propuesta redonda a todas luces, de gran capacidad catártica, realizada con una enorme solidez, siendo el resultado el de una función muy inspirada a todos los niveles, de gran interés teatral, y que estoy seguro que será recordada por mucho tiempo. Magnani Aperta es teatro del bueno, teatro de verdad, y sobre todo teatro cargado de verdad. Yo no me lo perdería... avisados estáis.

 *Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible. 


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