Esta temporada cargada de musicales, sin duda es una de las más apetitosas para los aficionados al género, siendo la oferta variada y amplia. Hay títulos para todos los gustos, y de todos los colores, y la verdad es que me he propuesto ver la mayoría de lo que se está representando, ya que me interesan la mayoría de las obras en cartel. El pasado sábado le tocó a "El Jovencito Frankenstein", una partitura que me gusta muchísimo, y un musical de grandes posibilidades que vi en Londres el año pasado y que me encantó, no solo por su música, sino por el concepto del espectáculo en si.
"El jovencito Frankenstein" se estrenó hace unos meses, pero quería esperar un tiempo antes de verla, ya que conociendo el material original, me pareció que el rodaje era crucial para el buen funcionamiento del espectáculo. Así que decidí ver la función a la vuelta de las vacaciones navideñas para hacer un poco más llevadera la vuelta a la normalidad, encontrando este título perfecto para ello por su carácter cómico y netamente ligero. El sábado pasado me acerqué al Gran Vía con buen ánimo, y dispuesto a pasármelo bien, algo que sin duda ocurrió como iré narrando en la siguiente crónica.
"El jovencito Frankenstein" con música y letras de Mel Brooks y libreto del propio Brooks y Thomas Meehan, se estrenó en Broadway el ocho de noviembre de 2007, representándose en Londres por primera vez en 2017, conociendo a su vez diferentes producciones a lo largo del mundo.
Brooks sirve una comedia musical a la antigua usanza en cuanto a la partitura, con un regusto al Broadway más clásico que recuerda en no pocos momentos a Jerry Herman en su concepción musical, y donde una música vibrante, pegadiza y con elegantes melodías son las señas de identidad de la composición. La obra de gran dificultad para la mayoría de los intérpretes, precisa de cantantes de técnica mixta, en las dos protagonistas femeninas, ya que los trinos, y sobreagudos campan por doquier, especialmente en el personaje de Inga, moviéndose el resto de los personajes entre los actores-cantantes, con sólida técnica, y considerable control del instrumento vocal.
Le salió al bueno de Brooks una obra redonda y francamente disfrutable, y con mucho brillo orquestal y vocal. Hay que destacar un magnífico arreglo para el célebre "Puttin´ On the Ritz" de Irving Berlin, que se cantaba, en su versión original, en la película en la que se basa el musical, y que sirve como declaración de intenciones sobre el aire clásico de la obra en su concepción musical, que apuesta por el sabor de otros tiempos, convenientemente remozado para los gustos de hoy en día.
El libreto es conocido, nos cuenta lo mismo que en la famosa película de Mel Brooks, en mi humilde opinión su mejor film, y en la que homenajea los títulos de terror clásico de la Universal, tanto en su estética como en su código interpretativo. Brooks nunca se ha caracterizado por lo sutil de su humor, mas bien es un genio de la sal gorda, y este Jovencito Frankenstein pasado por el tamiz del musical, no podía ser menos, siendo la obra igual de irreverente que la película en algunos gags, y donde los dobles sentidos, y a veces no tan dobles, trufan un texto divertido y trepidante de principio a fin, que es pura comedia cómica, sin concesiones a lo politicamente correcto, y que aúna a la perfección los chistes del texto con los gags visuales.
Vayamos con el elenco, equilibrado en grado sumo, y muy bien elegido en líneas generales:
En la obra nos encontramos con varios papeles de pequeña extensión, pero que requieren de una buena ejecución para el buen funcionamiento del espectáculo, a este nivel, el conjunto sirve las pequeñas partes a la perfección, destacando Pitu Manubens como el Inspector Hans Kemp y el ermitaño, que posee un comprometido momento musical, resuelto sin problemas por Manubens. En ambos personajes se encuentra en el código perfecto que requieren, poniendo especial énfasis en el aspecto corporal de los mismos.
Albert Gracia como El Monstruo.
Gracia ofrece una estupenda creación, de esforzada ejecución, que resulta altamente satisfactoria en la parte interpretativa, dotando al personaje de gran entidad, y funcionando sus gags a la perfección, el número con su sombra durante "Puttin´On the Ritz" traducido como "Vístete de frac" resulta uno de los momentos de la función, y aprovecha al máximo su parte cantada al final de la obra, junto a Elizabeth, que resultó de gran belleza y ecos líricos, con bella voz de barítono y gran sensibilidad en su interpretación.
Teresa Vallicrosa, como Frau Blücher.
Vallicrosa, dentro de la calidad a la que nos tiene acostumbrados, sirve una Blücher de manual, donde los gestos son clavados a los de Cloris Leachman en la película, y que resulta tremendamente sólida en su faceta actoral. Musicalmente cumple sin problemas en un papel que vocalmente se ajusta muy bien a sus características vocales, y que resuelve con aparente facilidad. Vallicrosa no defrauda en uno de los papeles mas recordados de la película, dejando bien claro que la necesidad de unos buenos secundarios para el buen desarrollo de un espectáculo es crucial.
Cristina Llorente, como Inga.
Una de las mejores intérpretes del espectáculo sin ninguna duda es Llorente, que resulta adecuadísima para el difícil rol que le ha tocado en suerte. Inga tiene varios momentos de considerable dificultad en lo musical, y precisa una actriz con buenas dotes para la comedia. Llorente las da todas, resulta magnífica en el difícil "Un paseo en un carro de heno" su número estrella, cantado de forma perfecta incluso en sus notas mas extremas, y dentro de la forma física que Inga requiere, que no es ninguna tontería. Actoralmente me pareció deliciosa, con la consabida sensualidad que se le presupone, derrochando naturalidad y comicidad a partes iguales, y cargada de intención en sus chistes. La Inga que nuestra actriz plantea nos apetece llevárnosla a casa, siendo el resultado altamente satisfactorio en su conjunto.
Jordi Vidal, como Igor.
Le ha tocado a Vidal otro de los grandes personajes del show, cumpliendo también de forma adecuada en todas sus facetas. Nuestro actor posee un bonita voz de tenor que controla sin problemas, y que resulta muy grata al oído, afinadísimo en todo momento y ajustadísimo en la orquesta en el dúo con Frederick, uno de mis momentos favoritos de la función. Actoralmente en un código también muy físico, resulta gracioso en grado sumo, en un trabajo que destaca por su entrega, y el regusto al más puro Broadway que destila, aportando frescura y comicidad a un papel complicado, y cuyo referente se encuentra por motivos obvios en Marty Feldman, algo que en este caso no va a la contra de Jordi Vidal, ya que hace el papel suyo por derecho propio, de forma inteligente y más que correcta.
Marta Ribera, como Elizabeth Benning.
Soy muy de Ribera, reconozco que me encanta su forma de hacer, siempre personalísima, y en un código muy reconocible. Elizabeth no es el papel que quizás mejor se ajuste su vocalidad, por tanto lo que nuestra actriz hace es llevarla a su terreno en lo musical, desprendiéndose del poso lírico del papel, para adecuarlo a su voz y técnica, nada que objetar al respecto, cuando se hace bien, como en este caso ocurre. Ribera y su habitual arrollador desplante escénico me fascinaron, donde un trabajo con hechuras de primera actriz, cargado de comicidad y mas que sobrados recursos fueron la tónica. Si hay algo que valoro en un artista es la singularidad, algo que en este caso es una gran baza dada la carismática creación de nuestra actriz, que después de su primer número, desopilante por cierto, ya estamos deseando que vuelva a aparecer en escena.
Natxo Nuñez, como Frederick Frankenstein.
Nuñez, sólido y entregado, me resultó una agradabilísima sorpresa, ya que no le conocía. Frederick resulta agotador como personaje, ya que practicamente se encuentra en escena toda la función, teniendo muchos números musicales por delante, y no pocas escenas habladas. Nuestro actor supo dosificarse de forma muy inteligente, llevando a cabo un trabajo vocal impoluto, y un contenido trabajo actoral que le va estupendamente al personaje. La voz es bella y bien timbrada, cargada de musicalidad, y cumple sin problema con las exigencias musicales del personaje. En la parte actoral, lacónico y muy seguro, dota de gran entidad a un papel nada fácil, llevado a cabo con gran desenvoltura y pasmosa facilidad.
Conjunto perfecto en una obra difícil, en la que se debe cantar y bailar a un nivel considerable, así como dominar el claqué. Todos los componentes del coro se mueven como pez en el agua, y los diferentes papeles cantados se ven perfectamente servidos. Es destacable el "Wellcome to Transylvania" cantado a capela de forma absolutamente espectacular, así como "Puttin´On The Ritz" con su correspondiente bajada de escalera, y de brillante resolución. Resultan muy cómicos como transilvanos de pocas luces, resultando el complemento perfecto a la trama.
Julio Awad al frente de la orquesta ofrece una lectura más cercana a la de Broadway que a la de Londres en los arreglos, de gran elegancia y con gran sabor teatral. Awad controla los tiempos a la perfección, llevando a cabo una lectura trepidante, y de gran efectismo escénico en algunos momentos, especialmente la escena en la que El Monstruo vuelve a la vida. Awad con gran experiencia en musicales, saca toda la chicha posible a un partitura en la que hay que saber exprimir la espectacularidad que ofrece, y mantener el indudable sabor clásico que destila, algo que sin duda nuestro maestro consigue, aligerando muchísimo el espectáculo, siendo consecuencia de ello que se nos pase en un suspiro la función y que en ningún momento decaiga a nivel musical.
Esteve Ferrer dirige el espectáculo saliendo airoso y metiendo en cintura una función de gran complejidad, donde las transiciones, y el ritmo son cruciales para que el resultado sea el óptimo. Ferrer opta por una propuesta frenética en el texto, que resulta adecuadísima, en la que los chistes se encajan de forma correcta, algunos de ellos pasado por el tamiz cañí, para hacerlos mas asequible al público patrio, y respetando los momentos mas míticos de la película original, no nos olvidemos que muchos, entre los que me incluyo, nos sabemos los diálogos de memoria. Cada actor se mueve en un código muy específico y muy bien definido, que se complemente perfectamente dentro del conjunto, y muestra un trabajo muy detallado en las pequeñas pinceladas con las que sazona el texto. Se nota que ha dejado hacer a sus actores, que disfrutan mucho en sus respectivos papeles, aportando cada uno detalles suyos que enriquecen mucho las interpretaciones. Ferrer conoce bien el material que tiene entre manos y sirve una función en la que la comedia basada en el gag físico tiene mucha importancia, y donde ni un solo texto se dice de pasada, siendo el resultado divertido, ágil y muy fresco.
Las coreografías corren a cargo de Montse Colomé, siendo muy adecuadas y en algunos casos notables, como en el anteriormente citado "Puttin´On The Ritz".
Felype de Lima encargado de la escenografía y de los figurines, ofrece un espacio escénico funcional, y quizás menos inspirado que el de "La Familia Addams", a este nivel, reconozco que me gustó más la propuesta londinense, basada en unos efectivos telones pintados, que daban un sabor muy especial al espectáculo, resultando la propuesta de Madrid un poco mas impersonal en ese aspecto. Juanjo Llorens cumple con las luces dentro de la calidad a la que nos tiene acostumbrado, moviéndose el espectáculo siempre en nivel alto a pesar de los "peros" que planteo, y que no son relevantes.
En resumen, "El jovencito Frankenstein" no engaña, nos da exactamente todo lo que tiene, es decir, humor, buena música, un espectáculo vistoso, y una agradabilísima velada de teatro musical, que se deja ver sin complicaciones, y de forma más que placentera, y con un correcto acabado que no hace más que confirmar que los musicales han venido para quedarse de forma definitiva en nuestras carteleras.
*Si alguien considera que alguna de las imágenes utilizadas en este blog, está protegida por copyright, ruego me lo comunique para retirarlas a la mayor brevedad posible.
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** Como nota aclaratoria decir que las fotos que acompañan esta crítica no se corresponden en su totalidad al elenco al que se hace mención.
Me gustaría dedicar esta crítica a la memoria de Carol Channing, la gran diva de Broadway que hoy 15 de enero de 2019 nos ha dejado. Bye Bye Dolly!!
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