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martes, 9 de febrero de 2016

La Vida De Galileo, Mas Brecht Que Galileo

La Vida De Galileo es uno de esos textos que no dejan indiferente a nadie. Hace muchos años vi una producción protagonizada por Manuel De Blas que me causó honda impresión, y de la que guardo muy buen recuerdo. El texto nos plantea una serie de temas la mar de sabrosos, como pueden ser el triunfo del fanatismo, el ceder a nuestros principios por el motivo que sea, y por supuesto la propia vida de Galileo Galilei que ya fue lo bastante interesante como para escribir no una, sino muchas obras de teatro. A esto yo le añadiría un exquisito texto en su concepción, con cierto tono pedagógico sin caer en la pedantería que lo convierten en delicioso.
Esta producción era para mi una de las apuestas mas esperadas de la presente temporada del CDN, ya que mi admiración a Brecht es sabida por los que me leéis, y lo considero piedra angular del teatro tal y como se entiende hoy en día. El lenguaje Brechtiano me resulta fascinante, catártico y mas que interesante, así que os podéis imaginar que no fui capaz de esperar mucho desde que se estrenó la producción que esta crítica ocupa hasta sacarme las entradas.
La cosa no estuvo a la altura que esperaba, si bien es cierto que se nos sirvió una función y un espectáculo correcto, varias cosas no acaban de redondear a la producción como iré narrando, dejándome con sentimientos encontrados a la salida.



La Vida De Galileo escrita por Bertolt Brecht en 1939 y estrenada en 1943 en Suiza, sufrió diferentes modificaciones en su texto,  siendo la última que se conoce correspondiente al año 1955. El texto se sirve de la vida de Galileo Galilei, con bastantes licencias dramáticas, para contar lo que realmente le interesaba a Brecht que era la crítica a las autoridades, y el atropello a la razón. Parece ser que Brecht nunca estuvo del todo contento con su texto, y pensaba que significaba un retroceso en su obra. Brecht sirvió un texto que va mas allá de lo meramente biográfico, para adentrarnos en otros terrenos que son muy cercanos al dramaturgo alemán, como pueden ser la política, la lucha de clases y la sociología, temas que le obsesionaron durante toda su vida, y especialmente el conseguir que el espectador fuese el que juzgase lo que estaba viendo, desde el prisma del famoso "Distanciamiento Brechtiano" Desde este punto de vista Galileo se puede considerar una obra netamente Brechtiana en su concepción, y sin duda uno de los textos mas importantes del S.XX. Grandes actores han dado vida al célebre astrónomo, siendo destacable la del responsable del estreno estadounidense de la misma, Charles Laughton que ayudó a Brecht en la modificación del texto que se realizó para dicho estreno.



Vayamos con la crítica:
Como es la tónica ultimamente, el elenco es enorme así que intentaré ir a los papeles mas importantes para que esto no sea un testamento.

Roberto Mori como Pequeño Monje.
Le ha tocado a Mori un papel pequeño pero comprometido con un largo monólogo muy importante para el desarrollo de la trama. Mori ofrece una estupenda creación corporal aunada a una curiosa presencia física que van muy bien con el personaje, lástima que el "crescendo" que debe marcar su monólogo no acabe de ser del todo convincente, siendo el resultado final un tanto monocorde y algo premioso. Antes de continuar he de decir que las interpretaciones desapasionadas son una tónica en esta función y que es un ejemplo claro de Brecht mal entendido.

Borja Luna como Ludovico Marsili:
Bastante plano, esa es la verdad, su personaje bien es cierto que no está muy desarrollado en el texto, pero encontré su trabajo un tanto rutinario y dentro de unos parámetros excesivamente convencionales, de hecho no parece haber trabajo actoral en este sentido, sino que el propio Luna suelte texto con mayor o menor tino, y mas o menos convincente, pero poco matizado, y bastante inexpresivo. Resultando incluso un tanto impostado en algunos momentos.

Macarena Sanz como Virginia, hija de Galileo:
Estupenda, y una de las que mas me gustó del elenco. Reconozco cierta debilidad por esta actriz de dulce voz y sensible presencia, que ya me cautivó en alguna que otra producción. Sanz parece perfecta para un papel de estas características, dando el punto justo de inocencia, mansedumbre y digna resignación a un personaje que podría pasar mucho mas desapercibido, y que gracias al trabajo de esta soberbia actriz se encuentra aprovechado al máximo. Me conmovió en algún momento gracias a su sutil interpretación, alejada del desmelene, pero si brillantemente contenida y que llega al espectador de forma muy clara y delicada.

Ione Irazabal como Sra. Sarti:
Otra de las estrellas de la noche, de sólidos recursos, Irazabal sirvió una sentada interpretación de una enérgica mujer que sabe hablar sin pelos en la lengua, y que deja bien claro donde están sus lealtades antes que nada. Irazabal se sirve de un estupendo uso de la voz, y un control absoluto del texto, dotando de mucha ligereza a sus intervenciones, y siendo muy creíble su interpretación. Me encantó Irazabal, tanto por su trabajo con el texto como por la impecable presencia escénica que destila.

Tamar Novas como Andrea Sarti.
De menos a mas, siendo sus primeras intervenciones un tanto deficientes, cuando del Andrea de niño se trata. Novas parece incómodo en su texto y no acaba de creerse que de un jovencito se trata, algo por otra arte inexplicable, ya que fisicamente da perfectamente el tipo de joven aprendiz del Galilei. A medida que la función va avanzando Novas se fue entonando hasta resultar francamente convincente especialmente a partir de que Galileo se retracta de sus teorías, resultando la evolución de su personaje muy interesante. Encontré a Novas un poco verde, al menos al principio de la función. Supongo que a medida que vayan avanzando las representaciones irá cogiéndole el  aire, y creciéndose.

Ramón Fontserè como Galileo Galilei.
Muy bien con peros. Si bien es cierto que su interpretación es acertadísima, y sirve un Galileo de altura, lo encontré frío, muy frío, algo que sigue la tónica de la función, pero que hizo que no me llegará como debe llegar este Galileo pintado por Brecht como un poco caradura, que siente gran aprecio por su pupilo, y que se ve abocado a renegar de todo aquello en lo que mas cree y lo mas ama, para salvar su vida. Al Galileo de Fontserè le falta ternura especialmente en su relación con Andrea, y un poco mas de sentido del dramatismo especialmente en su última escena. Y con esto volvemos al Brecht mal entendido y a su distanciamiento, y que considero que es achacable a un fallo en la dirección escénica, ya que la solvencia de Fontserè es muy notoria, y su interpretación a pesar de lo que aquí narro me pareció impresionante. Un momento especialmente bonito, y de gran fuerza teatral es su transformación a ojos vista de señor de mediana edad en anciano, toda una lección de interpretación, y un ejercicio de honestidad actoral encomiable y muy de agradecer para el espectador.

El resto del elenco en líneas generales correcto, aunque peca de la frialdad que todo el montaje destila, siendo el conjunto no del todo redondo. Correcto sin duda, pero falta tripa, algo que estoy convencido que ha sido por el enfoque que se le ha querido dar a la función, mas que por las carencias actorales de los componentes de la función.



Vayamos ahora con la propuesta escénica.
Ernesto Caballero firma la producción y la versión del texto. Nos encontramos ante varios problemas y varios aciertos, no todo va a ser malo, ni todo va a ser bueno.
Lo primero es que el texto está sensiblemente recortado, faltando algunos detalles importantes que le quitan cierta enjundia a la obra. A esto hay que añadir unas interrupciones muy Brechtianas es cierto, pero que no acaban de funcionar, el recurso de que sea el propio Brecht el que lleve a cabo a su personaje, puede tener su gracia, pero no aporta absolutamente nada, y en el fondo nos saca un poco de situación. Otro problema son las intervenciones musicales, perfectamente servidas por Alberto Frías, pero que lastran la función y se convierten en lo que vulgarmente voy a llamar un "cortarrollos". El espectador desea que la acción avance y las continuas interrupciones, hacen que se nos haga un tanto lento el espectáculo. Para finalizar, el excesivamente plano trabajo actoral en casi la totalidad del elenco, acaba por rematar una función que si bien es cierto se ve con agrado no apasiona. Brecht debe ser distante pero no frío, cierto que Brecht nos cuenta las cosas sin tomar parte, para que el espectador juzgue lo que ve, pero eso no quiere decir que las interpretaciones sean asépticas, y en este montaje si no lo son, están muy cerca de serlo.
Los aciertos de la producción se basan principalmente en el estupendo uso de la sala principal del Valle Inclán que se hace, responsabilidad de Paco Azorín, ya que el poner el escenario en el centro y de forma circular, y a la vez giratorio funciona muy bien, como justificación  de las teorías de Galileo, ya que el público no deja de ser parte del universo en el que la Tierra (escenario) gira, y también testigo y casi juez de lo que le ocurre a Galileo. Otra cosa a tener en cuenta son las luces muy logradas de Ion Anibal y el vestuario de Felype De Lima, menos espectacular que en otras ocasiones e igual de frío que el resto de la producción, pero que definen muy bien a cada personaje.



En resumen una propuesta recomendable, ya que nunca viene mal revisar textos de este calibre. Pero eso si, no busquéis interpretaciones "mas grandes que la vida" porque no las vais a encontrar. El distanciamiento de Brecht aquí se ha tomado de forma literal, y para que engañaros, yo salí mas bien frío, de un título que no nos debe dejar indiferente. Si vais con las premisas que os he contado en la cabeza no saldréis decepcionados. Yo francamente me esperaba mas.



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