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lunes, 22 de junio de 2015

Gilipollas Sin Fronteras, Tratado Sobre La Gilipollez

Definición de gilipollas según la RAE : Vulg. Tonto, Lelo.
Bonita palabra que viene del vocablo caló gilí, que mas o menos viene a significar lo mismo, y que las malas lenguas dicen que también puede venir derivado de un político llamado Baltasar Gil Imón de La Mota, cuyas virtudes se pueden suponer, dado el motivo por el que ha pasado a la posteridad.
Este castizo término se encuentra a la orden del día en sus mas variopintas vertientes, siendo nuestro país fecundo en ilustres Gilipollas, así con mayúscula, no daré nombres, pero seguro que alguno conocéis.
Gilipollas Sin Fronteras es el título que cerró, desgraciadamente el recientemente defenestrado Teatro Nuevo Apolo, y en el que tuve el no se si llamarlo honor, de ver la última representación que en el se llevó a cabo. 
Había oído hablar mucho de este dúo cómico, mucho y bien para ser sinceros. Legendarias eran sus antiguas representaciones, pero nunca había tenido ocasión de verlos, así que cuando se me planteó asistir al estreno, y casi despedida (por el momento), no me lo pensé dos veces. Lo primero por la solvencia de sus dos intérpretes, Adolfo Pastor y Santiago Nogués, dos actores lo bastante conocidos y respetados en nuestro panorama teatral como para saber que la cosa iba a estar a la altura, y lo segundo el hecho de que los textos que se llevan a cabo en la función corren a cargo de ellos mismos, algo que también me resultaba la mar de estimulante. Me encanta que los actores escriban, nadie mejor que ellos para conocer el pulso del público, y como la aspiración máxima de todo artista es contarnos algo, que esto se vea plasmado sobre el papel, no deja de ser interesante.
Achuchado por un calor sofocante, y espectante ante lo que iba a presenciar me acerqué al Apolo, de buen ánimo, y con ganas de pasármelo bien, la verdad es que no me equivoqué como luego iré contando. Gilipollas Sin Fronteras es muchas cosas, pero la principal y la mas importante... es teatro de primera.




Gilipollas Sin Fronteras, es una obra episódica, en la que se nos va mostrando con un leve hilo argumental, la gilipollez en sus múltiples vertientes. Desde el Teatro Del Absurdo hasta la comedia mas física, se pasa por toda una gama de estilos impresionante, impoluta en su planteamiento, y de gran altura literaria, siendo un desopilante ejercicio de humor inteligente que llega al paroxismo de lo mordaz en el soberbio sketch " Cumbre Del Pensamiento" donde nos vamos de cañas con los mismísimos Heger y Schopenhauer, que debaten sobre lo divino y lo humano, en un bar, analogía la mar de atinada en un país como este, en el cual las conversaciones tabernarias están a la orden del día, y en el que la pedantería campa a sus anchas. Estamos ante una obra que no deja títere con cabeza, donde se funde la astracanada con la crítica social, y lo que es mas importante, un reflejo cargado de retranca de la sociedad en la que vivimos, y los tiempos que nos han tocado en suerte. Es por tanto teatro necesario e imprescindible en los convulsos momentos que nuestro país está pasando actualmente, y que parece empezar a despertar de un largo letargo, con unas consecuencias todavía no resueltas en su totalidad.



Vayamos con el elenco:

Al tratarse de dos únicos intérpretes, no se puede plantear la crítica sin entreverar las dos interpretaciones. Se trata de los roles clásicos, payaso listo y payaso tonto, intercambiable entre los dos actores dependiendo del momento y del sketch en cuestión. Nogués y Pastor son dos actores soberbios, que trabajan en códigos distintos pero perfectamente conjuntados, Pastor lacónico y comedido y Nogués excesivo y sensible, siendo el primero una mezcla de Groucho Marx y Javier Cansado, y el segundo un Harpo Marx con unas gotas de Carlos Faemino. Esta comparación no es gratuita, ya que estos genios del humor pululan continuamente por todo el espectáculo, en forma de solapado homenaje, que no imitación, ya que tanto Adolfo Pastor, como Sergio Nogués tienen la suficiente entidad como cómicos, como para ser únicos en sus respectivas creaciones. De Pastor me llevo su impoluto uso del gesto y su portentosa voz, que pasma al mas valiente, así como sus autorreflexiones, que son oro puro, y que necesitan ser rumiadas a posteriori, para que tengan su función, hablamos de humor inteligente, no de carcajada fácil, y de eso en este espectáculo vamos sobrados. De Santiago Nogués me quedo con su expresividad corporal, sus excesivos arranques en algunos medidos momentos, y su aparente pusilanimidad que luego aparta para dejar a la vista su mala baba cuando le tocan las narices. Ambos están de dulce, siendo destacable la interpretación de Nogués en el Sketch titulado "Burocracia" uno de los mas inspirados del espectáculo, y siendo en  "Clases De Inglés Para Gilipollas" uno de los momentos en los que mas brilla Pastor. 
Ambos se mueven en un código estrictamente naturalista, que da mucho empaque a unas variopintas y en general atinadísimas interpretaciones, llegando al clímax interpretativo en el anteriormente citado " Cumbre Del Pensamiento" donde el complicadísimo texto fluye de maravilla, y aunque a veces nos perdamos en tan profundos conceptos, la forma en la que se plantean es descacharrante, por la cotidianidad, y espontaneidad con la que se dirimen las mas peregrinas dudas de la existencia humana.
Estamos ante un trabajo de laboratorio, lleno de frescura que sale de los mas profundos recovecos de estos dos artistas que nos dejan ver un mucho de nuestra sociedad, y un mucho también de lo que a ellos, con gran justicia, les parece criticable de la misma. Es decir se parte de ellos como individuos y sus inquietudes, para plasmar unos personajes aborrecibles y queribles a partes iguales, y que tan cercanos nos parecen.



Propuesta escénica sobria, Grotowski puro, que tan en boga está de nuevo en nuestros escenarios, donde lo único que hay, son las interpretaciones y los espectadores. Algo que yo agradezco siempre y cuando lo que se ofrece merece la pena, como en este caso. Hay también varios toques Brechtianos en su planteamiento, con unos interesantes y medidos rompimientos de la Cuarta Pared, especialmente al final del espectáculo y mucho Beckett, en su vertiente mas comprensible y su concepción del humor y del Teatro Del Absurdo, en algún momento me decía a mi mismo... ¿ vendrá Godot? No vino, a fin de cuentas ese ni está ni se le espera nunca ¿ o si?
La obra está muy bien llevada en cuanto a los tiempos se refiere, empezando de forma estudiadamente desconcertante, y finalizando mas desconcertantemente todavía, algo que va muy en consonancia con la arriesgada y valiente propuesta que se nos sirve, y con un uso de los silencios muy efectivo y estudiado que dotan de gran sentido tanto al texto como a las acciones, muy bien llevadas a puerto por cierto, gracias a la estupenda expresividad de los dos actores.
Todo un acierto se mire por donde se mire, en una propuesta novedosa en su planteamiento, que no da pábulo a la complacencia y que no deja indiferente a nadie. Se juega con el texto, se juega con las palabras y se juega con el público, en un bucle muy divertido, desesperante a ratos y revulsivo en su esencia, aunque camuflado de farsa, que siempre parece que es menos grave lo que se cuenta.





En resumen una mas que interesante propuesta que se sale de la norma, en cuanto a clichés de comedia se refiere, y que es una refrescante opción para este verano, siempre y cuando se sea consciente de que reírse es muy sano, pero reírse de nosotros mismos lo es mas, y que esto no está reñido con la inteligencia y con la reflexión.
Espero verlos nuevamente en nuestras carteleras, sin duda se lo merecen, ya que estamos ante teatro realizado con gran amor por la profesión, espíritu crítico y sobre todo gran honestidad tanto en su acabado como en su ejecución.



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