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lunes, 8 de septiembre de 2014

Largo Viaje Del Día Hacia La Noche, No Hay Nada Mejor Que La Familia Unida

Me encanta el teatro estadounidense de medidados del S. XX, sus tres paradigmas son para mi autores referenciales, por múltiples motivos, y forman parte de mi mitología personal. Tennessee Williams es mi favorito con diferencia, y lo considero el Federico García Lorca de aquellas latitudes, luego Arthur Miller, y finalmente Eugene O´Neill, el mas oscuro, el mas pesimista y sin duda el mas chejoviano de todos. Cuando me enteré de que se iba a representar el Largo Viaje Hacia La Noche, ( aunque le hayan alargado el título en esta traducción por  el de El Largo Viaje Del Día Hacia La Noche ) se me hizo la boca agua. El título mas afamado de  O´Neill, un reparto de campanillas y uno de los textos mas importantes del S. XX que inexplicablemente se ha representado muy poco en este país, me hicieron esta propuesta tremendamente atractiva, tan atractiva que en la primera semana de su permanencia en cartel, ya me acerqué al Marquina para disfrutar de uno de los dramas mas profundos que se han escrito jamás. La cosa no resultó como me esperaba, y como iré narrando, se convirtió en un desconcertante ejercicio por mi parte de darle el aprobado a una producción que no me acabó de convencer por mucho que lo intenté. Ir al teatro con muchas expectativas es un arma de doble filo, que a veces nos juega malas pasadas, cuando no espero mucho siempre me encuentro mas de lo que pensaba, pero amiguitos, cuando espero mucho... normalmente me suelo decepcionar. Algo que en esta ocasión me ocurrió, para pasmo mío ya que os prometo que la ración de sopor, escenas deslavazadas y falta de fuelle generalizado que se nos sirvió en la velada de ayer, me dejó bastante perplejo. ¿ Un desastre ? no, pero sin lugar a dudas una propuesta muy por debajo de lo esperado. Así es el teatro, unas veces se gana y otras se pierde.

                 

El Largo Viaje Hacia La Noche, es un descorazonador texto, que en el microcosmos de una familia tremendamente disfuncional, muestra las grandes miserias del ser humano, con el terrible trasfondo de la soledad del individuo como nexo de unión entre estos cuatro personajes que a su terrible manera se quieren, pero que también se hieren sin el menor empacho cuando de justificar sus maldades mas interiores se trata. O´Neill era experto en estas lides, funcionando ante el espectador como catártico y catalizador de todo aquello que todos reconocemos, que encontramos a nuestro alrededor o que se encuentra en la parte mas recóndita de nuestro ser, pero que ni queremos, ni nos interesa sacar a la luz. Este Largo Viaje es un texto incómodo que no deja indiferente a nadie, que en algunos momentos hace que nos apetezca salir de la sala en la que se está representando y que en definitivas cuentas nos dice a cara de perro que así somos nos guste o no. La grandeza y la dificultad de este texto estriba precismente ahí, su descarnado naturalismo, carente de cualquier concesión al lirismo, y su dificil digestión tanto por su temática como por su calado, precisan de un tratamiento del texto muy profundo, un gran sentido del ritmo, y una mas que notable dosis de dramatismo bien entendida, que si no se llevan a cabo con suficiente tino, convierten en un plomo una obra mayúscula y de la que se debe salir profundamente impresionado.

                   

Vayamos con el elenco:

Mamen Camacho como Cathleen, la sirvienta. Correcta en un desagradecido papel, que basicamente está para servirle las frases a los primeros papeles. Camacho da un pequeño contrapunto al tremebundo drama al que ella es ajena, y es la única nota amable de esta triste historia. Mamen Camacho da vida a una simple y simpática Cathleen sin muchas complicaciones, frescachona y sana, que está para amparar a su señora y ser inocente cómplice de sus escarceos con la morfina. Camacho está perfecta, muy en su lugar, sabe escuchar, algo importantísimo en un personaje de sus características, y cumple mas que bien en un papel que interpretado por otra actriz hubiese pasado muy desapercibido.

Alberto Iglesias como Jamie, el hijo mayor, si bien está correcto, lo encontré un tanto chillón y ciertamente monocorde en sus parlamentos. Le falta cierta profundidad en la composición del personaje y su última escena con su hermano, amén de reiterativa, algo que viene de serie con el texto, está ciertamente plana. Reconozco que desconecté en algunos momentos, no queda muy claro el objetivo de este amargado Jamie y su pregonada acidez que tantas veces se comenta en la función queda bastante descafeinada. Desconozco aunque intuyo, que la labor de dirección no fue muy clara en las directrices, y la falta de gas, (sin ningún atisbo de ironía ¿ o si ?) es una tónica durante la función. Por tanto Iglesias se queda corto, tanto de carácter como de agilidad verbal. La ironía se caracteriza precisamente por la falta de ira cuando se pone en práctica, este Jamie está continuamente enfadado, cuando en mi humilde opinión debe tener mala baba, pero no agresividad. Ese es el escudo de su personaje, algo que no se encuentra por ningún lado, labor de dirección y de enfoque del personaje sin duda.

Juan Díaz da vida a Edmund, uno de los caramelitos de la obra, que Díaz no aprovecha, o no puede aprovechar. Encuentro a Díaz un tanto verde para afrontar un papel de semejante envergadura, la imagen del tísico que da, no es convincente, amparándose mas en recursos externos que internos, es decir, sirve el tísico que todos nos imaginamos, mas cercano a un personaje tipo que a un personaje de verdad. Si bien es cierto que se va entonando según avanza la función y su gran escena con su padre en el Último Acto, tiene momentos muy interesantes, en general da una lectura superficial de este idealista, que paradojicamente dice unas cosas, pero actúa como si pensara otras. Se sale de el papel en algunos momentos, no es muy notorio pero si se aprecia, y tiene algunas carencias que afectan en el recorrido del personaje. Otro fallo de dirección a tener en cuenta. Quizás otro actor con mas peso, le hubiese dado mas empaque a este bonito papel que pasa mas desapercibido de lo que Edmund se merece.

Mario Gas como James, está correcto que duda cabe, y dota de bastantes recovecos a este padre miserable, mas preocupado de el dinero que de sus hijos, y que es incapaz de hacer lo que está bien porque su tacañería le impide comportarse como debe. Gas dota de gran empaque y elegancia a su personaje, pero lo encontré un tanto envarado, tengo la sensación de que no le han dejado hacer todo lo que el quisiera, algo que le resta espontaneidad, ya que transmite la sensación de estar tirando en corto no dejando alas a su creatividad, mas que demostrada en otros casos. Poca intensidad en una interpretación que debería ser mas poderosa, para dar mas fuerza dramática a sus escenas.

Vicky Peña como Mary, uno de los grandes personajes femeninos de la historia del teatro. Peña de la que soy un gran admirador, es especialista en estos personajes " mas grandes que la vida " Peña está estupenda en su creación, aunque con algunos errores de enfoque del personaje, mas que drogadicta parece una neurótica. A pesar de ello, verla no deja de ser un festival, sobre todo en la escena que tiene con Cathleen donde todas sus miserias quedan mas descubiertas. Peña es una de las grandes, de eso no me queda ni la mas mínima duda, y de forma muy inteligente lleva el personaje a su terreno, siendo la única que da lo que la función realmente pide, si bien es cierto que también está falta de fuelle, no lo acusa tanto como el resto del elenco, y ofrece momentos sublimes a pesar de estar un tanto descafeinada. Sus giros de voz marca Peña, siguen siendo imponentes, su presencia apabulla y sus dotes de gran actriz hacen que salve los trastos, siendo sin duda la que mas brilla del elenco, y la que salva el el espectáculo.

                               

La propuesta escénica muy sencilla, y poco inspirada, con ciertas reminiscencias modernistas, tanto en el vestuario como en la música, si bien es cierto que las proyecciones entre las cortinas, están muy bien resueltas y dotan de cierta atmósfera a las diferentes escenas, no salvan una excesivamente convencional propuesta, de muy plana iluminación y que tiene cierto olor a naftalina en su acabado formal.

Vayamos ahora con la dirección escénica por parte de Juan José Afonso. Encontré a Afonso ciertamente desganado, dejando un poco desamparados a los actores que hacen lo que pueden pero que no han sido dirigidos con la profundidad que tan complejos personajes requieren. Entiendo que las directrices deben ser claras y Afonso ofrece una serie de escenas un tanto deslavazadas, que funcionan como bloques separados en algunos momentos pero que no siguen una linea, y que lastran bastante el conjunto de la obra, haciéndose premiosa en algunos momentos. Toda la función está dirigida en tono naturalista, pero falta de intensidad dramática, recordándome a un Chejov de infausto recuerdo del que me salí a mitad de la función. Los tremendos conflictos que el texto plantea, no están reforzados con lo que ocurre en escena, y en algunos momentos, uno siente que los actores hablan y hablan, sin que ciertamente nada de lo que debe ocurrir ocurra. Un gran texto es una estupenda baza, pero no lo es todo, y creo que Afonso carga las tintas en el texto, dejando de lado las acciones, y sirviendo muy poco juego escénico para lo que se podría hacer. Ese es el gran problema de esta producción, excesivamente estática, dirigida con poco pulso dramático y que adolece de cierto tono rancio en su planteamiento. Tampoco encontré la versión de Borja Ortiz De Gondra, excesivamente redonda, igual de deslavazada que la propuesta escenica, algo que tambien lastra el acabado de la función, 

                      

En resumen, una propuesta decepcionante, con un reparto muy desaprovechado y que no le saca todo el jugo a un soberbio texto de grandes posibilidades dramáticas. Si os animáis a verla, esperad un poquito, quizás cuando tenga mas rodaje, alguno de los problemas que aquí planteo, se vean solventados. A mi me dejó bastante frío, algo que tratándose de la obra que se trata, es completamente imperdonable.


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