Tenía mucha curiosidad por el programa doble que se está representando en el Teatro De La Zarzuela. Un Falla casi inédito, para mi lo era, ya que jamás había escuchado ni uno solo de sus cantables, y la gran vaca sagrada de nuestra zarzuela , La Verbena De La Paloma. Quiero explicar el término Género Chico, ya que suele haber un error de bulto habitual, que a mi me resulta muy irritante. La zarzuela, se divide en Género Grande, o Zarzuela Grande y Género Chico. Muchas veces se recurre a denominar a nuestro género lírico en su totalidad como Género Chico, cuando este término únicamente responde a las piezas de corta duración que se representaban en la época dorada del Teatro Apolo. Es un término que se refiere exclusivamente a la duración, no a su calidad musical. No me quiero ir por las ramas, así que retomo lo que aquí me ocupa. La Verbena De La Paloma es un toro bravo, que pocos directores de renombre se atreven a lidiar, hay títulos tan emblemáticos, que son difíciles de abarcar de forma acertada, por razones obvias, y me moría por ver como se las ingeniaba José Carlos Plaza para salir airoso del reto, cosa que no consigue y que luego explicaré. Con estos sentimientos ayer miércoles me acerqué al coliseo de la Calle Jovellanos, día del espectador y entrada de gallinero, que si uno quiere ver todo lo que le apetece, no tiene mas remedio que hacerlo así.
En la crítica que hoy me ocupa, quiero hacer énfasis en una cosa, voy a diferenciar muy mucho la discutible propuesta escénica de Plaza y el nivel artístico de la producción, ya que en este montaje es de justicia hacerlo. Los Amores De La Inés, es un juguete cómico, muy leve en lo literario y bastante mas interesante en lo musical, a pesar del desprecio absoluto de Falla hacia esta obra, creo yo que compuesta por tan insigne músico en su época de juventud, por asuntos claramente pecuniarios. El elenco a nivel vocal está mas que correcto, destacando una superlativa Susana Cordón como La Inés del título, de bello timbre, templados agudos y dicción perfecta. En la parte actoral está un poco mas floja, cosa que me sorprendió mucho, dada la estupenda Berta que perpetró hace poco mas de un mes en el Real, Desaprovechadísimo Enrique Ferrer, en un papel deslucido para su estupenda voz, que tantas veces he escuchado. Enrique aporta el soberbio fraseo marca de la casa, la belleza de su instrumento y su mas que solvente presencia escénica. Es un artistazo en toda regla, nunca falla y se nota. Destaco también un delicioso Santos Ariño, que tiene el papel mejor desarrollado de estos Amores, con una estupenda escena final, que lleva a su terreno sin ningún problema, sobrio, gracioso y nada "zarzuelero" el resto del elenco en general cumple, salvo Pepa Gracia como Felipa, un poco perdida e intentando imprimir carácter a un personaje con recursos en mi humilde opinión equivocados, cosa que supongo que estaría marcada así durante los ensayos. Encontré a José Carlos Plaza desganado dirigiendo este sainete, muy deslabazado en el principio del mismo, siendo una caótica amalgama de personajes que hablan un poco al tuntún dejando desconcertado al espectador durante los diez primeros minutos de función, y con una torpemente resuelta intervención del coro desde el patio de butacas. Plaza experto en estas lides, y algo que hace mucho en sus espectáculos, debería darse cuenta de lo deslucido que queda, no por culpa del coro, sino del espacio en el que se encuentran. Dos filas perfectas e inamovibles a cada lado del patio no tienen ningún efecto estético, y en el contexto de la obra es absolutamente innecesario. Sosísma la escenografía basada en los cuadros de la pintora Amalia Avia, de tintes Barojianos, o Valleinclanescos, no lo tengo yo muy claro. Muy plana la iluminación y muy mal resuelto el único cambio de escenografía que consiste en girar de forma un tanto rudimentaria la estructura central y añadir, ocho mesas con sus respectivos manteles. Señores que estamos en el Teatro De La Zarzuela... templo de nuestra lírica. Menos es mas, me gusta aplicado al teatro, pero una cosa es una elegante propuesta minimalista y otra esto. Al menos encontré coherencia en el espectáculo, y una clara idea de hacia donde quería llevar este título Plaza. Cosa que con La Verbena como ahora contaré no ocurrió.
Después del intermedio, en el que aconteció una entretenida discusión sobre lo que acabábamos de ver. Nos dispusimos a ver La Verbena De La Paloma, yo con poco ánimo la verdad, porque la propuesta de Los Amores, me dejo mas frío que caliente. Empieza el Preludio, y asistimos a un manido efecto de cuadro plástico, pero que al menos resulta atractivo visualmente, unas luces mas conseguidas, y el mismo tono feista-naturalista del primer título. Me sorprendió gratamente, pero sin tirar cohetes. La parte musical gloriosa, los solistas están todos estupendos, destacando a María Rodríguez como una mayúscula Señá Rita. Enrique Baquerizo crea un Hilarión distinto, pero dentro de una propuesta válida, siempre y cuando se sea un espectador desprejuiciado. A mi no me molestó y me pareció una visión interesante del personaje. Puedo decir que esta ha sido una de Las Verbenas mejor cantadas y tocadas que he escuchado en mi vida y digo sin asomo de pedantería que son bastantes mas de doscientas... Amelia Font interpreta una Tía Antonia muy tradicional, y que se lleva la función. El resto del elenco de muy bien a estupendo, destaco la habitualmente cortada escena del baile, con sus pinceladas de múltiples personajes, y una Ana Goya como Doña Severiana, realmente maravillosa . Posteriormente reflexionando sobre esta Verbena fui incapaz de hilarla, me explico, pensaba en cuadros diferenciados, o momentos puntuales, pero el espectáculo no tiene una línea. El primer fallo, es la diversidad de estilos en cuanto a la interpretación que se vislumbran en la producción, hay al menos tres formas distintas de trabajo, las tres muy válidas por separado, pero que si se juntan no funcionan. A Plaza se le escapó este detalle, o lo quiso acentuar por algún motivo que yo no pude vislumbrar. El trasiego escenográfico es muy desconcertante, toda la función está plagada de movimientos innecesarios , que pretenden dar sensación de movilidad en los actores, pero que no acaba de funcionar como efecto. A esto añadir algunos problemas de dramaturgia y convencionalidades que no cuelan. La posición de la casa de Casta y Susana es perfectamente visible desde cualquier lugar del escenario, y Julián cuando descubre con quien se la pega su amada, ya lleva cinco minutos en un lugar donde se vería perfectamente a Don Hilarión.... ya se que en teatro tutto é convencionale... pero hasta cierto punto. En el montaje hay aciertos, como el estupendo cuadro de La Cantaora, con una Sara Salado maravillosa. Encontré un velado homenaje a La Verbena cinematográfica de Benito Perojo, donde también se jugaba con diferentes alturas. El coro está sembrado, ejecutando unas Seguidillas muy bien cantadas y muy bien movidas, siendo su desembarco en el final del Dúo-Habanera muy conseguido.Los figurines de Pedro Moreno, sobre todo en las féminas, son muy bonitos, e imprimen el carácter necesario a cada personaje. Salí mas contento que de Los Amores, para que voy a mentir. Pero el resultado no es redondo.
En resumen, José Carlos Plaza, no se atrevió con La Verbena, y ha hecho un espectáculo que no aporta nada nuevo, aunque tampoco molesta en exceso. Modernizar la zarzuela, no pasa solo por quitar tipismos (que en esta producción si que los hay aunque no sean los habituales) y prescindir de los mantones de Manila. Disfruté con la música tanto de Los Amores como de La Verbena, pero la propuesta escénica no me convenció. El teatro es como el Un, Dos, Tres..... unas veces se gana y otras se pierde, ahhhh y Viva La zarzuela!!!!!!!!
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